[Navidad] La melodía secreta del invierno
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Toji camino por el pasillo escuchando poco a poco cada vez mas cerca el ruido que provenia del salon principal ademas del ruido que provenian de los demas cuartos, ya saben... sexo. Esto solo queria decir que habia sido un dia bastante productivo para Ichigan. Al llegar al salon principal Toji se encontro con el gran movimiento de gente que habia alli, hombres y mujeres por igual, a estas ultimas las miraba con una sonrisa encantadora y las saludaba con una reverencia, a diferencia de los hombres a quienes miraba con cierto desden como si se tratasen de meros insectos molestos, aunque en el fondo sabia que los ciudadanos locales no eran malas personas, pero preferia que le teman y/o respeten para asegurarse de que nadie intentase levantarle la mano o intentar nada raro con sus chicas, ese tipo de reputacion era muy valiosa en sitios como este. A pesar de lo que muchos pudieran pensar, Toji era muy protector con las chicas que trabajaban en el burdel, son algo asi como sus protegidas, incluso tomandose el tiempo de entrenarlas junto a Ohona para que sepan defenderse y valerse por si mismas para no ser tan dependientes, en caso de que algun dia quisieran emprender su propio camino.

De entre toda la multitud de gente Toji diviso sentado en una banca cerca de la entrada del burdel a Senshi, al parecer este lo habia estado esperando. Toji se acerco a él como si nada pasara sin embargo Senshi se veia algo molesto o inquieto.

Cita:Fuiste por tiempo extra con las chicas o te quedaste dormido?

Toji se froto detras de la cabeza a la vez que soltaba un gran bostezo — Tu que crees. No tenias porque esperarme, vamonos. — Dicho esto el pelinegro salio del edificio junto con Senshi y caminaron por las calles de la ciudad. Todo era muy bonito, el paisaje se encontraba teñido mayormente de blanco y rojo por la nieve y las decoraciones navideñas, hacia mucho frio y los ciudadanos iban bastante abrigados, hacian muñecos de nieve, patinaban sobre hielo, se lanzaban bolas de nieve y parecian todos muy felices con el festival. Podia sentirse el aroma a todo tipo de comidas, aunque la que mas resaltaba para Toji era el olor a chocolate amargo fundido y cafe. La gente que pasaba junto a Toji y Senshi les saludaban cordialmente al verlos y reconocerlos, ambos tenian una reputacion lo suficientemente alta como para ya ser facilmente reconocidos por la gente local, sobretodo tras haberse instalado alli desde hace un tiempo. Los niños que los veian los admiraban, incluso una pequeña niña con una rama de madera con la que jugaba a que era una espada le pidio un autografo a Senshi. — Parece que eres bastante popular entre las chicas. — Le dijo Toji bromeando a su compañero.

De pronto al girar en una esquina Toji choca contra un hombre de cabello rubio, sintiendo como con su pecho parecio arrollar al pobre. Al verlo Toji lo reconocio de inmediato y no pudo evitar esbozar una sonrisa de oreja a oreja.

Cita:Toji. Eres tú. Sabía que esas tetas no podían ser las de cualquiera.

No me jodas, cabello rubio y bien peinado, traje fino y formal, lentes oscuros y redondos, esa forma de hablar tan melancolica y seria... ¡Yagami! Sabia que me encontrarias, te dije que seria facil jajajajaja — Toji le tomo del brazo y jalo hacia el para darle un fuerte abrazo que le haria sonar un par de huesos, parecia un gesto casual sin embargo le serviria para comprobar el estado fisico del rubio. Yagami habia sido su viejo amigo y compañero en el Dojo donde aprendio las artes del Rakanken Ninpo, tenia mucho potencial al igual que él, sobretodo considerando que era tres años menor, pero a diferencia de Toji, Yagami no parecia tan interesado genuinamente en entrenar por iniciativa propia, parecia como si lo hiciese por obligacion, como si cumpliese con su trabajo, aun asi hacian un buen duo pues sus personalidades se complementaban bien. Toji procedio a presentarle su amigo a Senshi. — Oye Senshi te presento a Yagami, es amigo mio, lo invite al festival. Él es de quien les hable el otro dia. — Le comento a Senshi. Tal vez Senshi no lo recordase pero Toji les habia mencionado durante una reunion en la que todos estaban presentes, cuando se menciono la intencion de reclutar nuevos miembros a Ichigan, de que tenia un amigo de quien se podian fiar y con un gran potencial, de hecho era alguien que podia encajar perfectamente en el burdel. Toji sabia que Yagami habia intentado ser musico de joven sin haber llegado lejos por las razones que fueren, asique veia en él una buena oportunidad de tenerlo en el burdel tocando el violoncello. Asi mismo, tambien Yagami escribia novelas eroticas, que mejor manera de recabar informacion para sus libros que en un burdel, ademas sabia que podia confiar en él si dejaba en sus manos a sus protegidas, encima tienen una barra de bar llena de alcohol para satisfacer su alcoholismo, todo encajaba para el Zennin.
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— Pues yo también soy una shinobi, aunque de Iwagakure... Aún se me hace un poco raro decirlo porque no hace ni un mes que me gradué jeje —

Así que de Iwagakure, al final esa pequeña niña no era una cualquiera si no una shinobi, eso me daba a entender esa gran vitalidad y energía y también, esa resistencia a los golpes, seguramente esté acostumbrada a ello.

Una rifa, por lo visto Yuta llegó a este lugar por mera suerte de ganar un sorteo, no por voluntad propia, se ve que el destino la trajo a este lugar por algún motivo o quizás me estaba mintiendo y estaba en mitad de una misión, eso es algo que no llegaría a saber ya que dudo que comparta la información de su villa con un desconocido de otra villa, ya no somos rivales abiertamente pero siempre había pequeñas rencillas entre las villas mas importantes y influyentes del mundo ninja.

— Creo que será mejor buscar algo que comer, me muero de ham... —

No me dio tiempo a avisarle cuando de repente su pequeña cabeza choca contra otra mujer, mas bien dicho contra los pechos de una mujer provocando que se le cayera un vaso que al juzgar por su contenido al caer en la fría nieve se trataba de un chocolate caliente, atento y aguantando la risa me quedo mirando la situación por si acaso aquella mujer tomaba medidas por aquello, hay gente con muy mal carácter y he visto iniciarse peleas por mucho menos.

Oye, deberías poner más atención al caminar

De repente los ojos de aquella mujer se posaron en mi, analizándome o quizás simplemente mirando, tal vez estaba intentando reprender a Yuta y al verme se lo estaba pensando, seria un dos contra uno, no creo que le conviniera empezar nada en mitad de aquel lugar.

Feliz navidad 


 Bueh, no pasa nada. Supongo que compraré otro...[b]Está muy bonito tu disfraz de reno[/b]

Suelto una gran carcajada antes las ultimas palabras de la mujer, no se si lo estaba haciendo para picar a Yuta como venganza de tirarle su chocolate caliente o quizás de verdad se pensaba que era un disfraz, fuera lo que fuese la cosa estaba a punto de ponerse divertida.

- Feliz Navidad y perdona a mi amiga – le respondo con una gran sonrisa – por cierto, soy Kaguya Melessar 

Me quedo mirando el vaso de chocolate tirado en la nieve, el cual proceso a cogerlo y tirarlo en una de las papeleras cercanas mientras dejaba unos segundos a Yuta con la recién llegada.

- Permíteme que te page el chocolate ya que estaba casi entero y con el frio que hace supongo que te gustaría tener uno – saco el monedero mientras veo los escasos ryos que me quedan, podría permitirme ese gasto aunque renunciando a una buena habitación esta noche.

Me fijo en que aquella mujer tenía algo fuera de lo común, no se si era mi instinto avisándome de algo pero no parecía la típica civil que viene de turismo, al igual que Yuta y yo, tras fijarme unos segundos en ella no me extrañaba que Yuta se chocase contra esos pechos, la verdad es que eran un poco grandes como para no chocarse contra ellas.
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La fría época en la que nos encontrábamos daba a conocer su festividad más popular, una fiesta propagada por los rincones de todo el mundo y que incluso hasta llegaba a los corazones más alejados de humanidad, la Navidad colmaba a todos los poblados y villas con su característico espíritu y su eco de fraternidad entre todo el mundo. Personalmente, desde la templanza que me caracterizaba, me gustaba ver los pocos rasgos de buen hacer que la sociedad intentaba transmitir por mínimo que fueran, me resultaba grato que lejos de la espiral bélica que nos rodeaba a los shinobis, había algo más allá que nos unía, y aunque algunos estuviéramos un poco fuera por el cúmulo de experiencias vitales y decisión por propia, daba gusto ver la armonía y el bienestar que se respiraba en los diferentes puntos del mapa.

Había planeado con anterioridad semanas atrás darme el capricho de salir del país del agua para conocer el de las aguas termales, el cual, a pesar de tener un pasado oscuro y manchado por la atrocidad de indeseables sin escrúpulos, intentaba recuperar la normalidad con trabajo y humildad. Lejos de eso, la restauración del país costaba mucho esfuerzo por parte de sus nativos, y aunque para mí probablemente fuera uno de los destinos más deseados por sus aguas termales, atractivo principal, desgraciadamente seguía aguantando un legado injusto de su pasado. Por ello, planeé un viaje hasta este, un viaje que aguardaba un destino tras cruzar el mar del este, hacer una parada en el País de las Montañas y posteriormente hacer una parada final en las costas del País de las aguas termales. Con anterioridad, había preguntado durante el viaje en barco algunas recomendaciones del destino, y por suerte y sorpresa, los diversos pasajeros con los que compartía destino, coincidían en un pequeño poblado bastante turístico que se engalonaba por navidad para ofrecer a sus visitantes una buena experiencia por aquellas fechas, cuidando multitud de detalles característicos y así promover el desarrollo de la zona, por lo que me decidí a visitarlo.

Tras el viaje, finalmente puse el pie en el gran continente con ansias de disfrutar, y su estampa invernal comenzaba a dibujarse de forma bella y pura. No tardé mucho en llegar hasta el poblado, el cual, se levantaba sobre unas de las infinitas pozas de agua caliente que se esparcían por todo el país. Esta pequeña ubicación gozaba de estar entre pequeñas sierras, y hundida en lo que parecía una cuenca, las casas de los nativos del lugar se levantaba centelleantes con luces cálidas y características de la festividad. Conforme bajaba un camino serpenteante de una de la sierra que la rodeaba, disfrutaba de su apariencia navideña, divisando desde lo lejos su llamativa plaza en la que parecía erguirse un enorme árbol trajeado con pequeñas luces identificables desde mi posición. Dibujé una sonrisa complaciente en mi rostro mientras me acercaba con pasividad y disfrute por el camino hasta el poblado, pronto estaría en él.

El paisaje poco a poco se iba cerrando, y una bruma húmeda se levantaba como un manto sobre el poblado, debido al contraste de sus aguas y el frío del ambiente, formaba una estética algo similar a la de Kirigakue, y de alguna forma eso también me hacía sentir bien, aun con la diferencia de que el estado de sus calles y casas parecía mucho más cuidado y rústico.

- Podría quedarme a vivir aquí perfectamente -

Pensé mientras me adentraba por su calle principal, la cual presentaba una atmósfera mágica y acogedora para todo el que viniera de a fuera. Paseaba disfrutando de todo lo que me rodeaba desde una postura contemplativa, sencillamente, era tan bonito como reconfortante para el alma el jolgorio que la Navidad causaba en las personas, y aunque estuvieras en mayor o menor sintonía con esta, era obligatorio admitir que cambiaba la forma de ver la vida, aunque solo fueran un par de semanas al año. No tardé mucho en dar con la plaza que anteriormente vi a lo lejos, la que parecía ser la plaza principal del lugar dada sus dimensiones y su gran despliegue de adornos, en su centro, el gran árbol que vi también antes se levantaba majestuoso, casi obligando a todos los participantes a rendirse ante él desde sus pies para contemplarlo cual deidad. Sin embargo, aquel árbol era un ente noble en su quietud y no algo conectado a un tóxico orgullo, mi mirada lo recorría por todas sus ramas y detalles, deparando en cada uno de ellos para observarlo con detenimiento, hasta logré ver que las bolas de cristal verdes y rojas tenían una grabación en relieve de nombres, en cada una figuraba uno distinto, llegando a la conclusión que eran todos los de los nativos del lugar, lo cual me pareció precioso y colmó mi corazón de gracia y calidez.

- Sencillamente sensacional -

Musité maravillado mientras seguía bajando por sus ramas hasta acabar finalmente en su pie, su base a partir de su grueso tronco, aguantaba todo el fulgor de sus ramas, y en sus inmediaciones, un letrero con una hoja a su lado, incitaba a todo aquel que quisiera a apuntarse a un concurso navideño, gustosamente me acerqué hasta él y me inscribí poniendo mi nombre con el carboncillo que había en una lista que ya acumulaba varios nombres de gente animada a hacerlo. Deposité el carboncillo y me alejé de allí, caminando por los alrededores de la plaza en silencio y viendo las diferentes casas que la rodeaban, tabernas, tiendas, hospederías, todo lo necesario, me preguntaba mientras baraja las diferentes posibilidades que hacer ante las diferentes actividades que ofrecía la plaza, la cual, también tenía un mercado navideño, ¿acaso podía pedir más?
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Última modificación: 30-12-2023, 02:34 AM por Shiga Yuta.
Tras aquel encuentro con esas voluptuosas almohadas, Yuta logró volver en sí misma cuando escuchó la voz de aquella mujer, girándose de repente a la vez que daba un par de pasos de separación de ella conforme giraba su cuerpo. Pudiendo ahora contemplar a la mujer y, contra lo que se acababa de chocar.

— ¡DYNAMITE! — Pensó nada más contemplar su físico.

Sin duda, era una mujer muy atractiva y tenía muy buenos atributos. Hasta el punto que, por primera vez en bastante tiempo, Yuta se pudo sentir perfectamente identificada con una tabla de cocina de madera lisa y perfecta sobre la que colocan unos melones antes de cortarlos para disfrutar del verano en un día caluroso. Una pequeña metáfora mental en la que se perdió unos momentos hasta que se dio cuenta del acto terrible que había cometido.

Yuta se percataría de la taza de chocolate tirada por el suelo. Con lo cual no pudo evitar poner un pequeño rostro de pánico horrorizada ante tal acto, acercándose levemente a él como intentando alcanzarlo sin llegar a hacerlo, como si estuviera estudiando por la desesperación si había alguna forma de salvarlo. Aunque ya sabía que era inútil mientras algunas lágrimas comenzaban a brotar de sus ojos.

— Lo siento mucho... — Diría mientras se giraba hacia la chica.

Ella sabía bien el valor de la comida y lo mal que estaba tirarla al suelo. Eso, sumado a que había tirado algo tan valioso como chocolate caliente, algo que ella misma habría probado una vez en toda su vida, así que no podía evitar soltar algún puchero mientras se disculpaba con la mujer. Estaba profundamente arrepentida la pequeña oni, pero también un poco bloqueada mentalmente porque no sabía qué podía hacer o decir muy bien.

Entonces la mujer le quitó hierro al asunto, restando interés a lo sucedido y haciendo una mención hacia el disfraz de Yuta. Lo cual sorprendió a la chica que, de forma inconsciente, como si la broma de la morena hubiera logrado una distracción exitosa de la comedura de cabeza de la chica.

— ¿Ehh, disfraz de reno...? ¿Pero no tengo nada, no? — Diría llevando sus manos a la cabeza.

Evidentemente, no pillo la broma de primeras y pensó que le habían puesto algo en la cabeza. Así que se puso a palparla, deshaciendo uno de sus dos moñitos, sin encontrar nada aparentemente; para luego deslizar sus dedos hasta sus propios cuernos examinando su recorrido con las yemas de sus dedos buscando algo a lo largo de los mismos. Hasta que alcanzó el extremo de sus cuernos quedándose sujetando la punta de ambos con sus manos.

— Pues parece que no llevo nada... — Respondería a la chica algo confundida.

Entonces apareció Melessar para dar otro giro a la conversación, de nuevo hacia el asunto que lo originó todo, ofreciéndose el chico a pagar por el chocolate que ella había tirado. Algo que, sin duda, no podía permitir: no solo molestó a una hermosa dama, sino que ahora, en lugar de poder agradecer a su rescatador, le iba a costar dinero, algo intolerable, pero que le hizo pensar en algo.

— No, no, debo pagárselo yo que por algo se lo tiré — Diría rebuscando algo en su yukata.

— Señorita, ahora mismo no dispongo del dinero que debe valer eso, pero... — Siguió buscando en su ropa.

Hasta que finalmente encontró algo y sacó de dentro de su ropa un bastón de caramelo que le habían obsequiado en los balnearios en su kit de bienvenida.

— Sé que no compensa el chocolate, pero por favor, acéptalo — Extendería el bastón hacia la chica, agachando la cabeza.

Navidad
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Sora continuó explorando el animado festival, inmerso en la atmósfera navideña que inundaba el pintoresco pueblo. Mientras disfrutaba de la música y compartía risas con la gente local, sus ojos curiosos detectaron a lo lejos a alguien que parecía tan emocionado como él por la celebración.

Zack, con su peculiar mezcla de felicidad y confusión, se movía entre la multitud admirando la nueva decoración y asombrándose por las festividades que parecían interminables en ese lugar. Sora, intrigado por la actitud de su compañero shinobi, decidió acercarse.

¡Zack! —exclamó Sora, saludándolo con entusiasmo mientras se aproximaba—. ¡Vaya sorpresa encontrarte aquí! ¿Qué te parece todo esto? La gente, la comida, la música... Es un ambiente increíble.

Sora notó la emoción en el rostro de Zack, y su sonrisa se contagió al compartir el espíritu festivo del lugar. Observó cómo Zack se maravillaba con la nueva decoración y se dejaba llevar por la alegría de la celebración.

¿Te gustaría pasear juntos y disfrutar de todo lo que ofrece este festival? Hay tantas cosas que ver y probar, ¡y sería genial compartirlas contigo! —propuso Sora, extendiendo una invitación amistosa a su compañero.

La oferta de Sora era una extensión natural de la camaradería que habían desarrollado durante sus entrenamientos y misiones anteriores. La idea de compartir la experiencia del festival con Zack añadiría un toque especial a su primera Navidad juntos. Sora aguardó la respuesta de Zack con una sonrisa, listo para explorar cada rincón festivo junto a su amigo.
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Última modificación: 30-12-2023, 09:08 PM por Yagami.
Toji lo reconocería de inmediato y tras describir a Yagami completamente, se lanzaría a recibirlo con un abrazo de oso del cual Yagami no podría defenderse. *Trak trak*. Retorcerían los huesitos del rubio. Era como si hubiera echado una visita instántanea al quiropráctico, su espalda se alinearía completamente y sentiría un alivio enorme tras un dolor casi soportable. Esas largas horas encorvándose frente a la máquina de escribir habrían afectado considerablemente su espalda y de alguna manera Toji arreglaría ese problema. Eso sí, nadie debía saber que sus dolores de espalda recientes venían de estar escribiendo su próxima novela erótica y futuro bestseller, Serendipia vaporosabasada en un protagonista rubio que por azares del destino se conocería entre aguas termales con una morena peligrosa, pues era completamente clasificado. Aún así, casi sin saberlo, Toji le habría hecho un gran favor en ese momento.

Tan impulsivo como siempre, Toji. No era necesario tanto amor, aunque me sirvió de algo. Diría tras separarse de las tetas apretadas del caballero, acomodándose las gafas oliva y sacudiéndose los hombros. Pero me alegra verte, viejo amigo. Voltearía la cabeza hacia Senshi. Un placer conocerte, Senshi. Mi nombre es Yagami, amigo de la infancia de Toji. Le diría con un gesto serio. Volviendo a Toji. ¿Y qué te trae por aquí, celebrando las fiestas?

Y justo en el momento tras recibir el tortuoso abrazo del Zen'in, su rostro habría volteado alrededor y en un breve instante su mirada se habría cruzado con una figura que reconocería casi de inmediato, piel oscura, rostro felino, ojos amarillos y cabello morado oscuro. La única diferencia es que a esta figura solo la conocía despojada de ropa, lo cual hacia el trabajo de distinguirla un poco más difícil.

¿Karai...?
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Última modificación: 31-12-2023, 12:46 AM por Senshi.
Senshi notaba que su compañero ya había llegado, así que le habla de una manera un tanto chistosa. -Eso mejor eso que tener que aguantarme a Ohona estresada porque no llegas-. Dijo en respuesta a las palabras de que no era necesario esperarlo.

Caminaron durante un rato entero viendo que al parecer eran algo famosos por esa zona, cosas que a Senshi no sabía si disgustarle o gustarle, ya que lo conocían por ser miembro de Ichigan, no por ser un asesino que no se complicaba la vida en su trabajo. -Espero que alguien tenga almuerzo para la vigilancia también, me dió hambre-. Dijo mientras olfateaba los manjares que se servían en aquellas festividades, algo que dejó un poco extrañado a Senshi era que los niños los admiraban, niños, son básicamente sicarios porfavor, lo que es tener 2 caras de una moneda, pero no le disgustaba que le conocieran por algo externo. Hasta que vio una niña jugar con una rama, Senshi era un espadachin por excelencia así que noto rapidamente que estaba jugando imitando unos leves movimientos de espada, bastante similares al estilo de combate que el usa con su espada, Senshi miro algo sorprendido cuando la niña corrió para acercarse y pedirle un autógrafo. -Es la primera vez que me pasa algo así-. Dijo para ir rápidamente hacia un tronco que estaba en el piso y sacar su Katana para hacerle varios cortes al tronco, con tal afinidad que la madera la volvió una pequeña espada de este mismo material, claro, sin el filo usual de una espada para que la niña no le lastimara a si misma. Se la dió en la mano a la pequeña, está misma vería que tenía unos kanjis tallados, casualmente, eran los mismos kanjis que tenía Senshi en su espada.

Se la mostraría para que viera que esa era la firma que le daría de el, la niña se fue alegre corriendo habiendo conseguido al menos lo que Senshi creía, algo mejor que un autógrafo. -No sé porque siento que esa pequeña querrá ser espadachin, pero bueno-. Dijo mientras se iban alejando del lugar.

En un momento Toji se encontraría con un sujeto Rubio bien vestido, le daría un abrazo que haría que la espalda de este mismo se escuchara quebrarse. Senshi lo que haría es cerrar un ojo y sentir el mismo dolor que este sujeto, pero de la nada, se movía mejor el rubio de lo que podía antes, fue presentado, se llamaba Yagami y según palabras del fortachon, era su amigo de la infancia. -Saludos Yagami, si, Toji nos hablo de tí aunque lo único que nos dijo es que eras elegante...no metía-. Dijo viéndolo de arriba a abajo, estaba bien vestido, a diferencia de muchos sujetos que había visto anteriormente el Okuba en su vida.

-Segun dijo Toji, que serías buen recluta, pero eso ya no debes hablarlo conmigo, debes hablarlo con Izuku, que ahg, ese piromano no sé dónde se metio-.. Dijo buscando visualmente en todos lados hasta que se encontró con Akami, si, aquella chica que había huido de la organización anteriormente y que había dejado de vigilar exclusivamente hoy por festividades. -Asi que viniste eh Ameryuu, después de dejar Ichigan venís para acá?, que poco casual...mmm... esos son los gemelos que tanto hablas con la marionetista?. Dijo Senshi acercándose para ver a los bebés, eran adorables como hermosos a ojos del asesino, sin embargo, Monoma también se asomara a ver, pero un poco más pasado, llegando a tocar la cabecita de ambos pequeños, haciéndolos despertar y empezar a llorar por la presencia de un espíritu maligno. Senshi solamente se limito a mirar a Monoma con una cara de "es enserio?" (Cabe recalcar que Monoma al ser un espíritu ninguno de los presentes lo puede ver, al menos eso se entiende).
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Ante el comentario de Karai, Melessar comenzó a reír. De hecho, soltó una carcajada tan sonora que le hizo pensar a la morena que a lo mejor se había equivocado en algo de lo que dijo. Sus ojos danzaron entre el albino y la más pequeña, mientras se esforzaba por sostener su mejor cara de poker. ¿Qué le resultaba tan gracioso?

La intención de la Yotsuki había sido absolutamente inocente. Quiso hacer un comentario positivo a Yuta para animarla y que no se sintiera tan mal por lo sucedido pero, al parecer, le había errado como bizco al mate. ¿Acaso esos grandes cuernos no eran parte de un disfraz?

Cuando dejó de reírse, el Kaguya se excusó por el descuido de su compañera -quien ya se había disculpado con sus ojitos llenos de lágrimas-, y se presentó esbozando una sonrisa amable que Karai con gusto replicó. Luego, el joven se tomó la molestia de recoger el vaso y buscar un sitio para desecharlo adecuadamente. 

Fue en ese momento que la mirada felina de la Yotsuki se desvió por un breve instante para volver a ubicar a Yagamin, pero sus ojos dorados casi se salieron de las cuencas al notar que el rubio se encontraba en compañía de otros dos hombres, saludándose calurosamente con uno de ellos.

No puede ser —murmuró.

Y mientras la niña se revisaba con cuidado la coronilla y le aseguraba a Karai que no llevaba nada puesto, la morena volvió la vista hacia ella y súbitamente se dio cuenta. Lo de Yuta no era un disfraz, ¡Eran auténticos cuernos que le salían de la cabeza! 

¿Oni? —Un repeluzno le subió por la espina, y se le erizaron todos los vellos del cuerpo. 

Había leído al respecto, alguna vez, historias sobre criaturas provenientes del País de los Demonios, provistas de grandes cuernos que salían de sus cabezas. Pero Karai no pensaba que esas cosas existieran en realidad... al menos no hasta ese momento. 

Entre horrorizada y sorprendida, disimulando su reacción al máximo para no ofender, esbozó una sonrisa nerviosa sin saber exactamente que decir. Por fortuna, salvándola de un inminente mal momento, Melessar se reincorporó a la conversación justo a tiempo y se ofreció a pagar el chocolate que Karai había perdido. Sacó su monedero, dispuesto a buscar el dinero, pero la morena fue más rápida y lo detuvo apoyando su mano sobre la de él.

No, no te preocupes —le dijo, negando con la cabeza— No es necesario. 

Y entonces la niña también lo interrumpió, asumiendo su responsabilidad ante lo sucedido. De entre su ropa sacó un bastón de caramelo y se lo ofreció a Karai con la intención de compensarle. Curiosamente, ya tenía varios dulces como ese guardados en su bolsillo, pero enternecida por el gesto decidió aceptarlo y devolvió hacia Yuta una gran sonrisa.

Gracias —le dijo, inclinándose levemente hacia ella y dejando unas palmadas cariñosas en el espacio existente entre sus dos cuernos, mientras guardaba el bastón de caramelo en su bolsillo, sumándolo a los demás—. Si me disculpan, debo ir a saludar a alguien —se excusó—. ¡Nos vemos luego!

Y así se abrió paso entre Yuta y Melessar, dejándolos atrás, no sin antes sacar a escondidas dos bastones de su bolsillo y engancharlos sutilmente en uno de los cuernos de la pequeña, esperando que no lo notara de inmediato ni intentara devolvérselos.

Avanzaría con decisión directamente hasta donde estaba Yagami, pero no sería él su principal objetivo. Ignorando por completo al rubio de las gafas oliva, se acercó raudamente al enorme sujeto de cabello negro que lo acompañaba.

¿¡Toji Zennin!? —chilló. Los ojos le brillaron como dos estrellas. 

En Kumogakure, ese tipo era casi una celebridad. No estaba a la altura de Atsui Pakura, por supuesto, pero entre los shinobi era alguien muy popular... y entre las mujeres, también.

RESUMEN
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Era la primera vez que estaba fuera de la aldea, y se encontraba en un pequeño poblado al noreste del país del fuego, participando en el evento que más esperaba durante el año: la Navidad. Esta época estaba llena de alegría y la oportunidad de compartir momentos especiales con los seres queridos. Kai se sintió emocionado al sumergirse en esta nueva experiencia, lejos de su hogar.

El lugar era un encantador pueblo, decorado completamente en armonía con la festividad. La nieve caía sin cesar, creando un entorno perfecto para fomentar un ambiente relajado. El epicentro del evento era la atracción principal: Un majestuoso árbol de Navidad, adornado con brillantes luces de colores, lazos relucientes y brillantes bolas de adorno. La plaza central estaba viva con actividad festiva: puestos de comidas humeantes, risas resonantes y algarabía de la gente que disfrutaba de las numerosas atracciones.

Kai se detuvo frente al árbol, dejando que la magia de la temporada lo envolviera. Observó cada detalle con asombro, desde la punta hasta la base. Era un espectáculo completamente nuevo para él, acostumbrado a celebrar estas fechas en el seno de su familia. Ahora, sin embargo, estaba solo, explorando un mundo diferente al que estaba acostumbrado.

Un llamativo letrero captó su atención, invitándolo a participar en un concurso navideño. La inscripción era gratuita, y sin pensarlo dos veces, Kai se acerco a la mesa dispuesta para ello, anotando su nombre con cuidado en la libreta proporcionada.

"Kai Hozuki," escribió con determinación, y luego se alejó para explorar otras atracciones. Su mirada curiosa recorría cada rincón del lugar, donde turistas y ninjas de diferentes aldeas compartían la alegría de la temporada.

Después de un rato, el frio comenzó a calar en sus huesos. - Hace bastante frío, creo que sería buena idea buscar algo caliente - Murmuró en voz baja mientras se dirigía a un acogedor local de madera que emanaba el delicioso aroma de alimentos recién preparados. Haciendo fila, opto por un reconfortante chocolate caliente y una galleta de jengibre, saboreando cada sobro y mordisco mientras exploraba la feria invernal.

Con paso tranquilo, se sumergió en la variedad de actividades, dejándose contagiar por la alegre energía que inundaba el lugar. La nieve crujía bajo sus pies mientras se sumergía en esta nueva experiencia.
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La mujer con la que Yuta se había chocado se negó a que le pagase el chocolate que la pequeña shinobi de la roca le había tirado, Yuta además le ofreció un bastón de caramelo lo cual aceptó con ganas, por suerte se la veía una mujer cabal y no se ha enfadado con la pobre Yuta y su torpeza.

De repente se marcha casi instantáneo, habría visto a algún conocido o algo, pero su velocidad me dio a entender que no era una mujer normal, de repente veo como dos bastones de caramelo cuelgan en los cuernos de Yuta, ahora si que se parecía un poco más a un reno.

- Ahora si vas camino a ser un reno - le digo a Yuta entre risas mientras señalo a los bastones.

Respiro un poco y tomo aire para relajarme tras tanta risa, desde el golpe de Yuta contra los pechos de aquella mujer tan voluptuosa hasta confundir a la pequeña con un reno había sido un no parar de risas, me acerco a Yuta y la miro sonriendo.

- ¿Te importa hacerme un favor antes de que empiece ese concurso?

Tras despejar la mente recuerdo uno de mis motivos de este viaje, comprar un souvenir para mi madre, algún recuerdo bonito de este lugar y de estas fechas, a ella le encantan este tipo de cosas, pero hay un problema, se me da falta este tipo de cosas, el comprar regalos y souvenirs, se podría decir que carezco de esa habilidad, pero tal vez Yuta sea todo lo contrario, tiene pinta de ser una experta, o eso espero por el bien de mi escasos ryos.

- Necesito comprar un recuerdo o souvenir para alguien muy especial y la verdad es que no se me dan bien este tipo de cosas ¿me ayudarías? - saco la cartera y miro mi presupuesto, estaría dispuesto a dejármelo todo por ese regalo - además si me ayudas te deberé una 


De todas formas poco más me quedaba por hacer en este sitio, el concurso estaría a punto de comenzar o eso supondría así que tenía poco tiempo para encontrar ese regalo, después de todo lo acontecido desde mi llegada no había parado en ningún momento y tampoco había visto algo que llevarme, aunque es verdad que tenía el pequeño presente que la pareja de músicos me había dado, esa réplica del árbol de navidad del pueblo, pero no se si eso valdría o no, por mirar algo mas y matar el tiempo no iba a pasarnos nada, eso si Yuta no tenía otros planes para ella.
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Se palpaba la insaciable necesidad de festejos en aquel sitio, y me emocionaba, pues el ambiente estaba tan cuidado como el espíritu navideño que destilaban aquellos que se encargaban de mantenerlo. Bordeando aquel imponente árbol, aparecían los primeros puestos del mercado de artesanía que antes divisé, su disposición invitaba a pararse por sus múltiples puestos donde se ofrecían todo tipo de detalles, colgantes, anillos, e incluso comida con algún que otro tinte de la festividad. Me acerqué con parsimonia, parándome de uno en uno por todos ellos y disfrutando de todo lo que disponían los vendedores, en el primero de ellos, anillos con motivos de copos de nieve se agolpaban en un cuidado cajón de terciopelo, piedras preciosas los engarzaban y una etiqueta anudada en todos ellos marcaba cada precio de estos, me incliné con curiosidad para ver con más detenimiento los detalles y así comprobar el trabajo que tenían detrás, eran sin duda un deleite para la vista.

- Sin duda tiene unos anillos preciosos, si me permites el cumplido -
- Muchas gracias, es una aleación de roca y acero del país del rayo, poco común y difícil de trabajar.... puedes probarte el que quieras, estoy en rebajas por Navidad -

Un rudo hombre, fornido y de voz grave, me contestó a la apreciación que le hice por sus anillos. Con gustó, le dediqué una leve sonrisa de agradecimiento mientras entrecerraba los ojos, tras ello, saqué las manos de las mangas del yukata, las cuales mantenía calentitas mientras las guarnecía con los brazos cruzados.

- Siento que compartimos algo más que admiración por los anillos -

Le dije, sugiriéndole mis anchos y bastos dedos, algo que comprendería a la perfección ya que el mismo parecía tener sus manos algo fuera de las dimensiones normales y del aspecto parecido, y fue afirmado cuando asintió con resignación al vérmelas. Ambos sabíamos que cualquier anillo en nuestras manos ni cabía ni realzaría la belleza de este. Con gusto me despedí y fui visitando el resto de puestos contiguos, los cuales vendían sortijas muy cuidadas y comida caliente. Llegué hasta el final después de ver cada uno con detenimiento, y para mi regocijo descubrí que este ofrecía caldo.

- Huele desde a fuera de la plaza... muy buenas noches señor -

Otro cumplido fue lanzado de mi parte hacia un anciano algo chepado que se alzaba poco más que el mostrador que limitaba su puesto, el cual, mantenía dentro una olla gigante de bronce con un caldo color crema chisporroteante y humeante, por lo que podía intuir oliéndolo, tenía pinta de ser de hueso de cerdo con las diferentes verduras de la zona que pudiera echarle, seguro con su propia receta. Notaba como mis mejillas se calentaban, salivaba más de la cuenta, y los ojos se me perdían en el interior de un caldo denso que bien podría hasta resucitar a un muerto.

- Oh joven, muchas gracias, ¿le apetece un cuenco? serían 10 Ryos tan solo, el cuenco después es para usted -
- Póngame uno como si fuera para su nieto, adoro el caldo caliente, y el suyo tiene una pinta riquísima... aquí tiene -

Y con las gracias de aquel anciano, cogí el cuenco gustosamente, caliente y destilando un aroma inconfundible, trabajado, personal, matices de apio... Aquello era sencillamente supremo. Lo disfruté tanto, que cada sorbo me hacía relamer los labios para que ni una sola gota de aquel elixir se perdiera, como tan perdido estaba yo en su sabor. Me fui alejando de los puestos, quería ver más cosas aunque tal vez debería de acudir a la hospedería en la que tenía reservada la habitación, no sería mala idea reposar el cuerpo tras el largo viaje y reposar el caldo tras un baño caliente.
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Había sido un largo viaje hasta llegar al País de las aguas termales pero, por primera vez en mucho tiempo, Samuru había podido realizar el mismo sin contratiempo alguno. Como resultado, se encontraba al ciento porciento en cuerpo y mente. Aquello era perfecto, ya que a diferencia de muchos de los turistas que rodeaban al joven mientras se adentraba en la ciudad, su estancia allí tenía un propósito mayor que el de una mera festividad navideña.

Al parecer su maestra iba a contraer matrimonio; lo que debido a los nombres de la postal recibida (Las últimas noticias de Samuru sobre cualquier tipo de pareja sentimental de la titiritera manejaban un nombre masculino, no femenino) le generaban una compleja mezcla de duda y curiosidad "Mientras no haya perdido la cabeza y valla a casarse con una de sus creaciones... No se debe profanar así la santidad de tus niños.

Una vez en la plaza central de la ciudad, rodeado de una escandalosa cantidad de luces y decoraciones navideñas, Samuru se retiraría su capa de viaje, al tiempo que trataba de hacerse una idea de hacia donde debería encaminarse a partir de aquel momento. Bajo la tela de paseo, vestía una quimera de traje negro y kimono ceremonial, todo en tonos oscuros, rojizos y dorados, principalmente evitando el uso del color blanco, por mera cortesía al compromiso de su maestra. No aparentaba llevar arma alguna, debido a qué las mismas se encontraban en los pergaminos que ocultaba en cintura y chaqueta; además, un sencillo regalo envuelto, que parecía haber salido de la nada, ahora se encontraba en su mano.

Apariencia naviboda


Finalmente y tras dar un par de vueltas acabaría encontrando a una amable transeúnte que le indicaría como llegar a la localización en dónde iba a celebrarse la boda. Muy agradecido, se despediría gentilmente de la mujer y marcharía en dirección al lugar señalado, no sin antes hacerla entrega de una de sus "tarjetas de trabajo"; aquello pareció tomarla por sorpresa, pero no sé intuía desagrado alguno en el rostro de la misma ante la idea ofertada.

- Veamos, entonces seguimos rectos por esta calle, pasamos de largo el primer balneario y giramos a la izquierda en cuanto veamos un puesto de flores... Debería ser fácil.
HablaPensamiento | Narración
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La mujer por un momento pareció quedarse pensativa o un poco impresionada por el aspecto de la oni, pero supo cómo mantener la compostura y tratarla como a una niña normal. Hasta el punto en que le dejó unos caramelos de vuelta al que ella le había regalado. Pero como no se había dado cuenta de eso, simplemente le sonrió de forma muy animada y energética a la mujer por ver que había quedado todo en buenos términos. Evidentemente, al sonreír mostraría todos sus afilados dientes que no hacían más que darle un pequeño porte demoníaco a su figura.

Para cuando quisieron darse cuenta, la mujer siguió su camino hacia un grupo de conocidos suyos sin darse cuenta Yuta del obsequio que esta le había brindado en sus cuernos. Ya la mujer los había dejado atrás, dejando su silueta perdiéndose en la distancia.

— Maldición, me olvidé de preguntarle qué tipo de mujeres le gustan — pensó frustrada para sus adentros.

Para casi al momento, su compañero Melessar le destacó que ahora sí parecía un ciervo, con lo que la pequeña se puso a buscar entre sus cuernos hasta encontrar los dos dulces que habían sido depositados allí. Tomándolos algo sorprendida por no haberse dado cuenta en lo más mínimo de que estaban allí, haciendo que desviara la mirada hacia la mujer algo sorprendida.

— ¿En qué momento...? — se plantearía en voz alta.

Al ver que le había dado dos bastones de caramelo, se giraría sin dudar hacia su acompañante entregándole una unidad de bastón de caramelo al caballero de blanca melena. Mientras que ella se guardaría el otro bastón de caramelo con los demás que llevaba encima. Al final del día, se había quedado con una cantidad positiva de caramelos cuando había intentado ser generosa, cosas de la vida.

Ambos shinobi volvían a estar solos. Aunque eso era solo una forma de hablar, puesto que la gente fluía de un lado a otro sin parar. La iniciativa en cuanto a la velada que estaban teniendo la tomaría el ninja de Kirigakure pidiendo su ayuda a Yuta.

— Claro, ¿qué necesitas? — le diría sin dudar la pequeña.

El joven Kaguya expuso su necesidad de conseguir un regalo para su madre en este lugar lo antes posible, aunque él no era muy bueno para esas cosas. Lo cual dejaría a la pequeña pensando por unos momentos, mientras llevaba su pulgar e índice al mentón para tomar una pose reflexiva, dándole vueltas a las posibilidades. Hasta que llegó a una especie de epifanía divina.

— ¿Le gustan las flores? Escuché en la posada que aquí cerca hay una floristería que usa un método para preservar las flores durante años, frescas y sin marchitarse — le comentaría a su acompañante.

Lo cierto era que en esa floristería usaban un método en el que liofilizaban las flores para conservar su aspecto y forma, y luego las encerraban en urnas de cristal a las que les retiraban el aire para evitar que hubiera ningún tipo de deterioro.

— Podemos ir a mirar, creo que estaba por esa calle girando la esquina — le indicaría.

Off
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Última modificación: 03-01-2024, 01:39 AM por Akami Ameryuu.
Ok... la situación se habia vuelto incomoda en un abrir y cerrar de ojos cuando el asesino le dirigió la palabra- S-si... Assassin... aunque yo nunca deje Ichigan...- una cosa era cierta, se habia ido de la base de Ichigan tras recibir la noticia de su embarazo, pero tenia sus motivos para hacerlo pero... ella nunca dijo de primera mano esos motivos, al menos no al resto de Ichigan... solo a Izuku, pues una mujer embarazada no seria de mucha ayuda durante misiones o combates, no podía seguir formando parte de la organización y ser una carga por lo que habia decidido irse por un tiempo.

 - Tuve mis motivos para irme...- diría bajando la mirada con una pequeña sonrisa algo... pesada y triste... quizás a percepción del asesino, ella se habia ido por el sellado de Saito o algo por el estilo, pero nada que ver... en realidad ella agradecía que las cosas hubieran salido de esa manera porque de haber sido de otra manera... se habría visto obligada a dejar la Iglesia Amaterasu o incluso hubiera perdido todo lo que desde un principio ha sido importante para ella... Pero ahora se encontraba con un reto mayor, debía convencer al contrario...

 Ella conocía a Senshi muy superficialmente- Se que haz estado vigilándome... o al menos eso es lo que pude presentir durante el festival de Iwa- murmurio con un rostro tranquilo y dar mucha emoción a su tono- Supongo que en ese momento viste que no tengo intenciones ocultas ¿verdad?... no apoyo al imperio... no he revelado información de Ichigan... al contrario, he sido cuidadosa con las cosas que he hecho...- si, cada acción de la sacerdotisa ha sido totalmente cuidadosa cuando nos referimos a revelar información sobre Ichigan... - Planeaba volver a la organización tras el nacimiento de los gemelos- dijo dando una vistazo a los dos servants de tinta que se encargaban de cargar a los gemelos.

 Yin, el servant de cabello negro, estaba cargando al varón, Loki, aunque no tenia mas de 2 meses de edad ya era notable la presencia de cabello en el pequeño infante, un cabello azabache tan oscuro como la noche mas consumidora. Y Yang, el servant de cabello blanco, cargaba a la pequeña niña con delicadeza, una cosa era evidentemente notable, pese a la edad de ambos, Morgana mostraba tener mas cabello que Loki, una cabellera heredada de la misma Akami... un cabello rojizo que simulaba las mismas flamas de la creación misma- Si... ellos son los...- antes de terminar esa frase, le dio por negar deliberadamente con la cabeza con ligeros ladeos.

 - Ellos son mis hijos- sonrió al decir aquello... pues... un notable sentimiento de felicidad recorrió su corazón al decirlo tan abiertamente- Y son mi motivo para volverme mas fuerte... quiero verlos crecer... pero no puedo hacerlo si soy incapaz de protegerlos... por eso... permíteme luchar a tu lado... al lado de Ichigan... se supone que luchamos por eso ¿no? para proteger el futuro de las próximas generaciones *Por dios, espero que no salgan como la generación de cristal los próximos shinobis e.e*- la voz de la sacerdotisa era tranquila, intentaba ser honesta- Quiero hacer un futuro acto para que Loki y Morgana crezcan sanamente...- si... aquello era verdad.

 - Además, Kin y yo planeábamos volver en unos días... este evento solo acelero un poco las cosas- diría con una pequeña sonrisa sutil, pero aquello fue interrumpido con el llanto de los gemelos, cosa que sorprendió notablemente a la pelirroja- M-Morgana... Loki...- exclamo sorprendida por el llanto de los bebes, quienes estaban dormidos- Que raro... recién se habían dormido- pensó mientras movía sus dedos al compas del sonar de un metrónomo- Lamento eso Senshi-san...- con el movimiento continuo de sus dedos de un lado al otro, los servants de tinta mecían a las gemelos para calmarlos y finalmente dormirlos- Lamento esa interrupción Senshi...- murmuro un poco apenada.

 - Pero, ya te imaginaras el porque de mi ausencia jeje- si... ella sabia que el llanto de los bebes podría no ser del agrado de todos- Solo queria evitar ser una carga para ustedes- dijo bajando la cabeza deliberadamente.
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Narro/Pienso/Hablo/Técnicas
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Un camino frío, cansado y sobre todo, lleno de nieve, fue todo lo que tuvo que pasar el joven Uchiha en su viaje desde el País del Fuego hasta el País de las Aguas Termales, tenía ya un rato alejado de ese país y de todo lo que significaba para él pero ya era hora de ir al menos a dar una visita y ver como estaban las cosas aunque más bien, Kin planeaba dirigirse al País del Rayo, más concretamente a su villa oculta, Kumogakure No Sato y pues el País de las Aguas Termales le quedaba de camino así que decidió parar en un pueblo cercano en donde por medio de voz y voz, se enteró del gran árbol de Navidad que sería colocado en el centro de uno de los pueblos del país, ahí podría pasar la Navidad y porqué no, también descansar un poco en alguna posada luego de su largo viaje.

El Uchiha vestía como de costumbre, sus botas de cazador, pantalones negros sostenidos por su cinturón en donde portaba sus Wakizashi, su camisa de color negro y como extra, una capucha con capa de color negro que le servía un poco para taparse del enorme frío que azotaba al País de las Aguas Termales, un frío que en parte era influenciado por la cercanía del País a su vecino, el País Helado y su aldea, Shimogakure. Guiado por un pequeño mapa de mano, siguió caminando con dirección al pueblo

(Si todo va bien, a este paso podré llegar antes del atardecer al pueblo ese, debo darme prisa)

Pensaba Kin mientras miraba el mapa con detenimiento, alzó su mirada mientras doblaba de nuevo el papel y lo llevaba a uno de sus bolsillos traseros para seguir tranquilamente con su camino, llamando la atención de uno que otro civil por su vestimenta no tan inusual para alguien nativo del País o incluso para algún otro viajero. Kin caminó durante varios metros más tomando algún que otro descanso rápido para comer algún aperitivo que cargaba con el en una pequeña mochila hasta que finalmente pudo presenciar a la lejanía la silueta de lo que parecía ser el enorme árbol de Navidad, el Uchiha sonrió mientras sacaba un poco de aire por la boca, dejando expuesto su aliento gracias al frío, al estar tan cerca, decidió apresurar el paso para llegar lo antes posible y si, sus suposiciones habían sido correctas, había llegado antes del atardecer al lugar.

Cuando logró poner un pie en el pueblo, lo primero que pudo ver era el ambiente festivo que tenían las casas y negocios del lugar, decorados con hermosos adornos navideños, y el olor a canela y jengibre endulzaban el olfato de Kin, el ambiente le recordaba un poco al barrio Uchiha, el cual había ayudado a decorar para la Navidad antes de comenzar su viaje. Sin perder mucho el tiempo, el espadachín aprendiz comenzó a caminar por el pueblo, deteniéndose cuestión de segundos para preguntar a los pueblerinos sobre alguna posada, así estuvo durante algunos minutos hasta que uno logró darle indicaciones claras y precisas sobre la ubicación de una posada decente y a buen precio, Kin agradeció el gesto y caminó hasta la posada.

Al llegar, pagó por una habitación de tamaño medio pues solo él se quedaría un par de días antes de continuar con su viaje al País del Rayo, se instaló en su recámara personal… Al menos lo sería hasta que el tiempo que pagó se acabara y con eso descansó un poco. Ya cuando el sol se ocultaba y la noche empezaba a caer, Kin decidió salir a dar un paseo por el pueblo, la Navidad se iba a empezar a festejar y al menos quería ver los festejos y pasar un buen rato, solo o acompañado no le importaba, solo quería estar en aquel ambiente festivo tan divertido que a casi todo el mundo le gusta y disfruta. Esta era la primera Navidad que pasaba fuera de casa y lejos de sus padres, aunque sus padres estaban de viaje y no podrían pasar la Navidad con él, así que no había mucho problema

(Me pregunto… como estarán pasando la Navidad mis padres, y no sólo ellos, como la estarán pasando Akami, Yuta, Ichigan… espero que bien…)

Con eso en mente, el Uchiha caminaba sin mucho rumbo por la plaza principal del pueblo, explorando y viendo como el ambiente festivo comenzaba a ponerse a tope…
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— ¿Le gustan las flores? Escuché en la posada que aquí cerca hay una floristería que usa un método para preservar las flores durante años, frescas y sin marchitarse —

Una idea fantástica, a la par que increíble, no pensaba que en este sitio habría tal tipo de objetos, la verdad es que con tanta gente por las calles en estas fechas intento pasar rápido y no me suelo fijar en todos los puestos, no me gusta estar rodeado de tanta gente y sobre todo con tanto alboroto como suele ser ahora mismo, demasiadas voces y caos.

- Me parece una idea fantástica Yuta - echo un vistazo al bastón de caramelo - no suelo ser mucho de dulces pero gracias - sonrío - aunque debería de ser yo quien te regalase algo ¿no crees?

Aunque lo primero sería ir a esa tienda así que cuando Yuta me indica el lugar procedo a caminar hacia allí, cojo a Yuta de la mano para que no se despiste ya que la muchacha andaba un poco en las nubes, tenía que darme algo de prisa antes de que se anunciara el inicio del concurso y cerrase la tienda, el regalo que aquella pequeña de Iwa me había dicho era demasiado bueno, es más, tenía en mente que flor elegir para la ocasión.

Antes de que Yuta pudiera reaccionar ya estábamos en la puerta de aquella floristería, la verdad un poco pequeña para haberme dado cuenta debido a la densidad de gente que había por el mercado, con cierta demora y sin esperar a la pequeña entro al establecimiento donde una sonriente señora estaba terminando de atender a una pareja, me fijo en aquellos cristales que guardaban distintas flores tal y como Yuta me había comentado, era algo increíble y fantástico, una idea genial.

- Buenas caballero ¿desea alguna en particular?

- La verdad es que si ¿acaso tienes flor de cerezo? - señalo a las urnas de cristal.

- Déjame mirar un momento, son muy demandadas - comenta la dependienta con una sonrisa.

Desaparece en la trastienda, no tarda mucho en aparecer con una pequeña caja de madera, nada mas abrirla delante de mi no puedo evitar esbozar una gran sonrisa, por fin lo he encontrado, el regalo que estaba buscando desde que llegué a este sitio, sin negociar mucho procedo a pagarle a la amable tendera y después lo guardo con mucho cuidado en los bolsillos, debería de ir a mi habitación de los baños en cuanto antes para dejarlo a mejor recaudo.

- Todo listo Yuta - con una gran sonrisa miro a la pequeña - ahora me toca a mi así que te parece si te pago una buena comida, aunque antes tendría que pasarme por mi habitación en los baños para dejar el regalo ¿qué te parece?
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"Recto por la calle principal, pasando de largo el primer balneario y girando a la izquierda en cuanto aparezca la tienda de flores"; Aquellas habían sido las indicaciones tan amablemente ofrecidas por la mujer a la que Samuru había preguntado y aquellos habían sido los pasos seguidos por el titiritero para dirigirse al lugar señalado en su invitación. Durante

El joven de blancos cabellos llamaría su atención momentáneamente, tanto por sus bellos rasgos como por su peculiar apariencia física... Pero sería la joven peli azul la que terminara acaparando toda su atención, tal y como demostraría el brillo de fascinación en sus ojos al verla pasar rápidamente a su lado. No era la primera vez que se encontraba con algún humanoide con cornamenta, pero esto solía deberse a la exposición a algún tipo de técnica o transformación, mientras que, al menos a simple vista, la joven parecía encontrarse en aquel estado de forma natural "Es demasiado joven, pero... Si no se trata de algún tipo de técnica o disfraz, es una mutación fascinante" Y sin embargo, aquel era el peor momento posible. Debía continuar su camino hacia el lugar indicado en su invitación, desconocedor de a qué hora iba a comenzar el evento. Por un instante, llegaría a sopesar dejar un clon para recopilar algo más de información, pero no era la mejor de las ideas si es que quería mantener un perfil bajo por el bien de la futura ceremonia.

Al final, resignado de su suerte, se dispondría a continuar su camino; si bien, antes de marchar, lograría captar como el peliblanco mencionaba algo al respecto de unos baños "Con un poco de suerte..." Pensaría antes de alejarse del lugar, girando la última esquina de su ruta y llegando finalmente al lugar señalado.
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Unos minutos más tarde, un más que molesto Samuru saldría del recinto de bodas. Al parecer, o bien las indicaciones de la invitación no eran precisas, o bien el evento se había retrasado por algún tipo de motivo. En cualquier caso, eso implicaba que había dejado escapar a sus "presas" sin motivo alguno; pero ya era demasiado tarde para llorar por la leche derramada.

Aceptando la idea de que, de una forma u otra, le quedaba bastante tiempo antes de que empezara la boda, el titiritero optaría por lanzar una metafórica moneda al aire y dirigirse al spa que había reservado varios días atrás, cuando recibió la invitación a la boda. Así, al menos, podría quitarse parte el cansancio del viaje y mantenerse correctamente acicalado para cuando llegara la hora de presentarse en el evento. De modo que, con esta idea en mente, pasaría a dirigirse al spa antaño reservado, el cual para sorpresa y conveniencia del titiritero no solo se trataba del más cercano a la zona del evento... Si no a un spa mixto y que, por lo tanto, no se encontraba a rebosar de turistas, a diferencia de sus negocios hermanos. En cualquier caso, Samuru no era alguien especialmente tímido -lo contrario sería extraño dada su profesión- convirtiendo a aquel giro del destino en buenas nuevas.

Una vez dentro y con el chek in realizado, tomaría un par de toallas de recepción y marcharía tranquilamente a la zona de aguas termales, dispuesto a pasar un rato agradable.
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[Imagen: FirmaSamuru.gif]
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La idea que la jovencita oni propuso pareció agradarle al Kaguya, lo cierto es que desde el punto de vista de la chica le gustaba más poder contemplar la naturaleza que cualquier otra cosa más material y consumista. Aunque lo normal sería ir a buscar las flores uno mismo al campo, no obstante es cierto que eso implica que tarde o temprano se marchitarían, pero con aquella técnica que usaban en estos lugares eso no era un problema. La verdad es que si Yuta tuviera dinero también le habría echado un ojo a dichas flores.

— Quizá en un futuro, ahora tengo un trabajo, podré permitírmelo — Pensaría para sí misma.

Melessar se llevaría de la mano a la pequeña Yuta hacia la florería rápido como un relámpago, lo cierto es que eso era muy osado de su parte y la pequeña picarona se dio cuenta de ello.

— Vaya, eres muy osado de tomar tan alegremente la mano de una dama — Dijo la niña de catorce.

Comentándole en un tono algo bromista en lo que el hombre la conducía hacia la florería mientras esquivaban a la gente en las transitadas calles. La verdad es que la escena de un hombre llevando de la mano a una dama a una florería tenía cierto encanto, incluso podríamos decir que era una escena romántica. Aunque todo eso desaparecía en cuanto la escena parecía de un hermano mayor arrastrando a su hermana pequeña cansada de ir de compras.

Mientras el shinobi de Kirigakure hablaba con la dueña del local mientras miraban algunas posibles flores eternas que regalar a la madre del susodicho. Por su parte, Yuta pasaría el tiempo revisando las múltiples flores del local, oliendo el aroma que desprendían y admirando lo bonitas que se veían las flores preservadas en cristal que tenían expuestas, lo cierto es que se le hacía raro no poder tocar la flor u olerla, pero era a cambio de poder contemplar aquel regalo para siempre.

El Kaguya había completado las compras para su madre y como él decía ya no debería quedar mucho tiempo para el concurso, aunque aún no había indicios de que fuera a empezar. Y por eso mismo el Kaguya quería optar por volver a la posada de los balnearios para dejar el regalo y luego ya irían improvisando dónde comer o algo.

— Nunca diré que no a comida gratis — Admitiría la pequeña.

Cuando ya estaban dirigiéndose a la posada con onsens, pasando cerca de la plaza con el gigantesco árbol decorado y aún se observaban varias personas inscribiéndose en el puesto del concurso, lo cual insinuaba que aún no estaba por empezar. Pero cuando ya estaban bordeando la plaza, evitando el tumulto de personas que rodeaban el árbol, desde uno de los tejados colindantes parte de la nieve acumulada se desprendió dejando caer un pequeño alud que caería sobre Yuta dejándola cubierta de nieve por unos momentos como si fuera un muñeco de nieve.

— ¡Qué frío! — Gritaría mientras se sacudía la nieve.

El muñeco Yuta se desmoronó, dejando al descubierto a la joven oni con un tono de piel más pálido y ligeramente azulado. Ella que de por sí no se llevaba bien con el frío, esto era casi como una invitación a que se quedara hecha una bolita y se dejara perecer en la nieve porque ya no sentía nada. Pero la vista de las termas ahí cerca y el vapor que se contemplaba saliendo del lateral en la zona abierta del onsen le dieron fuerzas para no rendirse y seguir hacia adelante.

— Va... va... mos rápi... do, ten... go fri... oooo... — Intentaría decir de forma entrecortada.

Intentaría ir avanzando con su compañero Melessar, notando cómo el frío terminaba de calarle en sus huesos. Normalmente iría más abrigada, pero como salió de las termas con el yukata de los balnearios, no era precisamente algo que abrigara con gran efectividad. La pareja lograría llegar hasta las termas de nuevo, donde ambos estaban hospedándose esa noche.

— Tú pue... des... ir aaaa de... jar... el rega... loooo... Yo te espe... roooo... en el bañooooo" — Diría con voz temblorosa.

La jovencita dejaría al Kaguya ir a su cuarto tras invitarle a que la acompañara en el baño mixto de nuevo, mientras ella iba avanzando de nuevo hacia los baños termales quitándose su yukata, bien colocado para que se secara. Y tras tirarse en la ducha un cubo de agua caliente, logrando un mínimo de calidez, acabaría avanzando hacia el exterior para entrar en el onsen. Antes, el momento de salir del interior al exterior le dio frío, pero estaba saliendo con todo su cuerpo helado, algo pálido y completamente tenso por el frío, haciendo que no se notara el choque térmico. Buscando la calidez de las aguas termales, cubierta solo por su toalla, ignorando en un primer momento a los demás que andaban por las aguas.
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Disfrutando con pequeños sorbos aquel caldo, caminaba viendo como la gente del lugar se paseaba de aquí allá, interactuando con todos los estímulos a su alrededor ya fueran personas, tiendas, adornos, comidas o lo que fuera y estuviera relacionado con la festividad. Mantenía la templanza de un caminar contemplativo, con las manos calientes mientras aguantaba el cuenco, los niños se arremolinaban frente a un escaparate que gracias a mi altura, pude ver qué juguetes de toda clase lo colmaban por niveles, lacados y coloridos para llamar la atención de los más pequeños e incluso de los más grandes. Con curiosidad, me acerqué unos pasos hasta ver con más exactitud el enorme catálogo que ofrecía la tienda, juguetes hechos de madera de todo tipo, llamando mucho mi atención un juego de pequeñas katanas con motivos dorados que hacían juego con su vaina, me incliné para verla aún más y ya más próximo me di cuenta de que era muy parecida a una que recordaba tener de niño, aunque esa fuera tallada por el abuelo.

- Ah... Abuelo -

Un sentimiento melancólico invadió mi mente, pues provenía desde la tristeza y la añoranza más interna, provocando que el deleite por aquella katana de madera se esfumara y se ahogase. Recuperé el rumbo mientras terminaba de ver aquel escaparate para acabar en su contiguo, este dedicado a especias y tés, cuando una niña con efusividad pasó por delante casi atropellándome, portaba un palo que sacaría de una rama y acudió como si hubiera visto a su ídolo pues se entregó a un joven que iba acompañado de un fornido, sin embargo, llamó mi atención que la joven le pidiera un autógrafo, ¿acaso era famoso? Portaba con orgullo su espada a la cintura, y por otro lado, llamó mi atención su enorme compañero pues sus dimensiones eran muy parejas a las mías, tanto la altura como la corpulencia, y me quedé observando por algún tiempo más por intentar reconocerle tal y como hizo la chica ¿quién era aquel espadachín?

Me senté en un banco cercano con la idea de comprobar si fuera el otro era algún tipo de cantante o artista, aunque por su físico podría ser un afamado bailarín de la zona ¿tal vez?, con el otro no tenía mucha duda por su arma. Pronto se toparon con otro tipo más, este rubio y de porte ruda y atlética, que fue estrujado en un amigable abrazo por sus gruesos brazos, lo que me dio a entender que más que un fan era un conocido, charlaron brevemente pero por el ruido del ambiente no alcancé a escuchar nada. Instantes después, mientras sorbía más del caldo, una segunda fan parecía reconocer al musculado tipo, pues chilló su nombre pudiéndose percibir a algunos metros a la redonda a pesar del murmullo general que había en la calle. 

- ¿Tan ilustre eres en la zona Toji Zennin? -

Pensé mientras despegaba el borde del cuenco de mis labios, relamiendo de estos el resto de caldo que se quedó. El encuentro entre aquellos cuatro me distrajo por la curiosidad ante tal figura famosa que suponía que era aquel tal Toji y su amigo espadachín, pero de nuevo, volví a llevar mi vista hacia el ambiente genérico que había por el lugar. Tomé el último sorbo del cuenco, y el rico caldo se acabó, me dispuse a incorporarme de aquel banco para tirarlo en una papelera cercana, la cual, identifiqué rápidamente tras ubicarla a medio camino entre aquel particular grupo y yo, sacudí el rastro de humedad de mi yukata morada, y fui dirigiéndome hasta esta con parsimonia para tirarla y en dirección hasta el cuarteto, sin embargo, no cabía en mi intención pedir autógrafos, pues simplemente tenía una actitud contemplativa de todo lo que ocurría a mi alrededor.

resumen
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Última modificación: 13-01-2024, 10:27 PM por Skuld Samuru.
País de las aguas termales - Una hora atrás

Al poco de llegar a la ciudad y antes de siquiera retirarse la capa de viaje, Samuru se toparía de frente con un cartel indicando que, en el día de hoy, se celebraría un misterioso concurso en el cual todos los interesados podían participar. Sin estar del todo seguro de si tan siquiera podría tener tiempo para dicho evento, decidiría que inscribirse no le iba a hacer daño -pues aún dudaba a qué hora se celebraría la ceremonia- puesto que, en el peor de los casos, simplemente podía no presentarse en el mismo.

Así pues, se dirigiría hasta la mesa de inscripciones y, tras asegurarse de que no se tratara de ningún tipo de trampa o estafa, inscribiría su nombre en la misma. Después sencillamente giraría sobre su propio eje y empezaría a caminar por la ciudad, buscando a alguien que pudiera indicarle en donde quedaba el recinto indicado en la invitación de bodas.
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País de las aguas termales - De vuelta al momento actual

Samuru llegaría al vestíbulo masculino de las termas, habiéndose ocupado de dejar previamente en recepción algunas tarjetas del Golden Lotus. Caminaría con su toalla al hombro y la ropa algo desabrochada y una vez en los vestíbulos, pasaría a cambiarse, aseándose entre medias, tal y como dictaban las normas de convivencia. Una vez finalizado, ajustaría su vestimenta de la zona común -básicamente una toalla a la cintura y solo e narrador sabe si algo debajo- dirigiéndose con tranquilidad a la zona de termas mientras silbaba una alegre melodía... Si bien pararía nada más entrar, al percatarse de que había una barra a la entrada de las mismas, en donde se ofertaba una amplia variedad de cócteles "Es un momento tan bueno como cualquier otro para probar nuevas ideas... Quizás pueda aplicar alguna al Golden Lotus". No necesitaría mucho más para convencerse a sí mismo, asimilando con rapidez la carta de posibilidades (así como los ingredientes que conformaban a cada cóctel) antes de decidirse por una mezcla de alcohol seco, lima, limón, algún tipo de variedad espumosa y un toque de leche condensada... Sonaba apetecible.

Con la copa pagada, continuaría caminando hasta, finalmente, llegar a la zona común, observando con una sonrisa en el rostro las múltiples posibilidades que esta ofrecía. Había una zona de termas amplias, en donde no demasiada gente estaba sumergiéndose, una zona de cascadas relajantes, spas privados, alguna que otra sauna grupal y pequeñas bañeras de hidromasaje que, en su gran mayoría, aún no tenían uso alguno; en cualquier caso, la temperatura empezaba a apremiar tomar una decisión en caso de que no deseara acabar convertido en una estatua de hielo. "Creo que empezaré por el hidromasaje, ha sido un largo viaje, necesito destensarme". Así que sin más dilación, se sumergió en la primera zona de hidromasajes en buen estado -equipada por alguna razón con un par de patitos de goma- premiándose con unos instantes de relajación.
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Pasarían unos agradables minutos para el titiritero, que se dignaría únicamente a beber de su copa mientras se remojaba y calmaba en las aguas de hidromasajes... No si quiera se dignaría a repartir más tarjetas de su negocio, demasiado ocupado en olvidarse de sus problemas por primera vez en mucho tiempo. Aquello, era sencillamente perfecto - Quizás debería buscar la forma de hacerme con uno de estos sitios... Aunque acabarían siendo demasiado cercanos a un soapland... Aunque, no debería ampliar mis redes tan pronto, ¿verdad? - Susurraría todo aquello en un tono casi imperceptible incluso para el mismo, deteniéndose únicamente para dar un nuevo sorbo a la bebida que le había sido servida anteriormente - Definitivamente tengo que añadir este coctel a nuestro menú.

Después de solo unos segundos más de relajación, Samuru se percataría de algo extraño a su espalda. Como si su instinto de científico obsesionado con la belleza alterada estuviera gritándole, una sombra en la zona común llamaría la atención de sus ojos, que irían a clavarse directamente sobre la silueta de la joven que chapoteaba por la terma común; se trataba de la joven de rostro dulce, cabello azulado y -mucho más importante en la mente del titiritero- clara cornamenta sobresaliendo de su cabeza que, dada la situación actual de semidesnudez, gritaba ser parte real de su figura "Hoy es un gran día..." pensaría mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro, apoyándose en su brazo izquierdo para salir de la bañera -aún con la toalla rodeándole bajo la cintura- y dirigiéndose ahora si a la terma común; no sin antes arrojar uno de los patos de goma a la zona de termas.

Ni el frío del trayecto ni el chocante contraste del baño le harían perder su objetivo principal, sentándose relativamente cerca de la muchacha, si bien no pegado a la misma -ya que seguía siendo alguien respetuoso- y dirigiéndola una cálida sonrisa mientras acomodaba su cuerpo, antes de empezar a hablarla con el tono más cálido que su segunda profesión le había inculcado, iniciando un acercamiento más bien casual y experimental - El agua cálida es especialmente relajante en días nevados como hoy ¿No crees..? Pero disculpa la osadía, debería presentarme, Skuld Samuru, turista eventual - Realizando un amago de reverencia -pues el agua impedía nada demasiado formal- dedicándola una agradable sonrisa antes de continuar hablando - Te corona una cornamenta preciosa, si es que me está permitido decirlo.

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