Una vez más había llegado una de mis fechas favoritas, no por la festividad y lo que ello implicaba, si no por el clima, la estación, el frio y lo mas importante... la nieve.
Siempre he sentido que la nieve tiene algo especial, como si fuera algo puro y mágico, de las pocas cosas que puede sacarme una sonrisa porque si, ver nevar, sentir los fríos copos de nieve caer en mi cara, sentir ese frio punzante.
Para mi madre estas fechas eran algo más especial dado que mi nacimiento se daba unos días antes de estas fiestas, tal vez por eso siento esa conexión con la estación y el frio o quizás es por como soy, quien sabe.
Mientras paseaba por las calles del pequeño pueblo me invadían imágenes del pasado, de cuando era pequeño y mi madre siempre me llevaba de viaje a sitios como este, impregnados de la fiesta navideña como a ella tanto le gustaba, a mi con solo ver nieve ya estaba contento. No siempre veníamos a esta parte del mundo, un año fuimos al país de la nieve y aunque suene mal siendo un miembro de la villa de la Niebla tengo que decir que el país de la Nieve es mucho mas bonito en cualquiera fecha del año.
De repente algo me saca de mis pensamientos, de ese viaje por la infancia, de un pasado que no podrá ser nunca más, la cegadora luz del gran árbol en el centro me devuelve al mundo.
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Tskk, que desperdicio – comento para mi al ver tal envergadura del árbol lleno de adornos y luces por todos lados.
Entiendo que le guste a la gente, pero no a mi, tantas luces y el tener que sobrecargar un árbol tan bello con esos adornos me parecía estropearlo. Todavía me pregunto que hago aquí, tal vez es por nostalgia o porque es una tradición en mi familia, el viajar a algún país pequeño en estas fiestas para disfrutarlas juntos.
En familia, eso quedó atrás, pero aquí estoy, en este sitio, concretamente en uno de los sitios favoritos de mi madre en navidad, a ella le habría encantado estas decoraciones y el gran árbol, pero lo que a mi me gustaba de este sitio era otra cosa, tal vez por eso estoy aquí.
Aunque mi condicion monetaria es baja pude ahorrar lo justo para permitirme el viaje y poco más, los escasos Ryos que me quedaban iban a ser destinados para otra cosa.
Lo primero ha sido una taza de té caliente mientras paseo por el mercado en busca de mi objetivo, la verdad es que estoy un poco perdido ya que la aldea está un poco cambiada y hay mucho trasiego de gente.
Los muñecos de nieve y los niños tirados en la nieve me recuerdan a mi con su edad, me encantaba jugar con la nieve, las guerras de bolas, hacer muñecos y rodar por la nieve, de repente me viene a la mente mi madre enfadada por volver todo mojado y con un buen resfriado, esa cara si que me daba miedo.
Tras tomar un largo sorbo del té me fijo en que mientras andaba absorto en mis pensamientos mi cuerpo de forma automática parecía recordar mi finalidad ya que de repente me hallo delante de las aguas termales, el lugar mas tranquilo y relajante de todo este sitio.
Tras terminar mi bebida con un largo sorbo que aleja todo frio de mi cuerpo me adentro en los baños termales.
- Felices fiestas y bienvenido a nuestros baños termales – exclama con cierta alegría la recepcionista del lugar, la cual va con un gorro rojo característico de la fiesta.
- Felices fiestas también – mi voz es bastante mas calmada y serena que la suya.
- Tenemos una oferta especial por ser Navidad, así que pase y disfrute la estancia – sigue sonriendo, es normal, es parte de su trabajo y la muchacha lo hace bien.
Simplemente veo los nuevos precios y agradecido por esa oferta procedo al pago e ingresar en la parte de hombres de los baños.
Mi objetivo era estar tranquilo, despejar mi mente durante un rato y ordenar mi cabeza, ese es el propósito de mi viaje, simplemente relajarme, pero una vez entro a la zona de los baños me doy cuenta de que incluso estas fiestas afectan a este sitio.
Demasiada gente, demasiada gente hablando, riendo, lo mismo que podrían estar haciendo en algún bar pero aquí, en un lugar de relajación y tranquilidad pero ese es uno de los problemas que trae cuando haces una oferta tan buena en estas fechas, que todo el mundo viene aquí. Aun así busco un lugar apartado del barrullo y entro en el agua.
- Esto es el verdadero placer – digo para mis adentros mientras siento como mi cuerpo cansado tras el viaje empieza a calentarse.
No se cuanto rato había pasado, simplemente cerré los ojos durante un rato, ignorando el ruido de alrededor, en eso soy un experto, todos los días medito antes de empezar y el ruido no era un problema para mi, si no un reto para intentar concentrarme con tanto ajetreo.
De repente una pequeña ola de agua me golpea en la cara sacándome de mi estado, había perdido la noción del tiempo y la gente que había allí era diferente, incluso había niños.
- ¿Pero que demonios? - veo que el causante de sacarme de mi estado es uno de esos niños tirándose en bomba al agua, el cual obviamente no se dio cuenta de que estaba molestado, creo que es el momento de irme, mi cuerpo ya se encontraba relajado y descansado del viaje.
Con cierta prisa salgo de ese sitio sin antes darle las gracias a la recepcionista ya que al salir me invita a una pequeña taza de té para el frio de la calle, se ve que no me conoce pero no voy a rechazar la bebida.
Ahora tocaba mi siguiente objetivo, comprar algún souvenir, una de las tradiciones de mi madre, siempre llevarse un recuerdo del lugar aunque lo hayamos visitado varias veces.
Mientras buscaba algo interesante en los puestos del mercado me fijo en un gran cartel, un concurso, no dice de qué, simplemente que pone a prueba nuestras habilidades, tal vez es un buen momento para entrar en calor de verdad y quien sabe, a lo mejor ese premio es el souvenir perfecto.
- Espero que se anime esto – le comento al señor de la inscripción una vez apunto mi nombre en la lista de participantes.
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Básicamente Melessar viene para comprar un souvenir como finalidad del viaje, antes se da una vuelta por el mercado, descansa en los baños y termina apuntándose al concurso.