21 de octubre, 15 D.K.
Érase una vez, una aldea común y corriente ubicada en una de las islas pertenecientes al País de la Niebla, una isla cuyo poblado se regía por lo religioso, donde el cambio de una era no afecto en lo más mínimo a este sector… pero que por lo mismo, el tráfico de sustancias ilegales y contrabando empezó a ser cada vez más y más potentes… en este lugar, un lugar desolado, se dio a entender que, por mucho que la gente creyese que Kamisama no es la verdadera deidad, a él igual le rezaron… a dios buscaron y pidieron perdón, pues sus vidas empezaban a ser opacadas por una única persona, una extremista, Nakia de las profundidades…
En este escenario, la penumbra de la noche se veía teñida por el calor de las antorchas y el tinte rojo de la sangre en los pastizales y las paredes de esas antiguas casas de madera antigua. Los cementerios e iglesias solo adornaban el comienzo de una matanza, pero así como empezó… termino… solo cinco muertos en una plaza principal fueron las víctimas de esta noche, los cinco responsables de una operación clandestina de especies… pero lo más importante fue que los actos de esta mujer fueron en plena vía publica, a la vista de muchos… el rumor se extendió, ahora todos ya sabían la ubicación de esta Kunoichi… pero no… al día siguiente, un muerto más había aparecido… y al siguiente día… y al siguiente…
La aldea se cobraba de un muerto más esta noche, un nuevo contrabandista caía en el sueño eterno, cuando un grupo de ninjas simpatizantes de Nakia darían con su paradero, intentarían convencerla de unirse a ellos, pero algo cambio… en medio de las negociaciones, un ataque repentino impacto el área, dos ninjas de Kiri murieron en el intercambio, un grupo de rebeldes y mercenarios empezaron su ataque, o al menos eso parecía, pues el intercambio de Kunais y jutsus inicio en aquel momento… fue entonces cuando la tensión en aquel lugar había cobrado su rumbo, en el que ya todo era inevitable, los ninjas imperiales emprendieron la retirada…
Tras una intensa batalla, muchos ninjas ya habían muerto en este enfrentamiento, que poco a poco se convirtió en una pelea de rebeldes contra imperiales, donde dos batallones de distintos países llegaron a enfrentarse a quienes parecían ser superados en número, pero que conocían más sobre el terreno… sin embargo, un leve cese al fuego se estaba viviendo en este momento, el grupo imperial se encontraba ahora reunidos dentro de una iglesia antigua, recuperando sus fuerzas, entre sus filas, gente de otras aldeas se habían colado, sin embargo… no, Nakia no estaba del todo feliz… acababan de atenderle una herida en la cabeza, pero ella no paraba de ver a todo aquel seudo imperial que provenía de otras aldeas, y de la misma manera, observaba a los kirienses que se supone venían a apoyar… no… ella tal vez no podía estar a salvo en ese lugar.
Por otro lado, los rebeldes y mercenarios se dividirían en dos grupos, uno atrincherado al sur del puente que daba a esta iglesia, donde nada era lo que parecía, estaban reuniendo fuerzas, contando kunais y comiendo entre tiempos para reponer algo de energía, algo ligero, simples píldoras de soldado y algo de pan que lograron robar de algunas de estas casas… los aldeanos escaparon apenas pudieron del lugar, mientras que otros pocos tuvieron que encerrarse en sus cuartos deseando no morir en esa noche de octubre…
Por otro lado, en la plaza, otro grupo de mercenarios y rebeldes, quienes no compartían apatía con los del sur estaban reagrupados dentro de las casas que daban al Este, montaron un pequeño campamento improvisado en medio de la plaza e ignoraron a los civiles que tuvieron que evacuar la zona o esconderse en sus pobres residencias, el atentado a esta ciudad seria noticia probablemente, pero lo que importaba ahora era la jugosa recompensa por la cabeza de aquella mujer...