Continuación de la misión: Jovenes ladronzuelos
La mañana se desplegaba sobre Konoha con una aparente serenidad, como si las sombras de la noche anterior no hubieran dejado rastro alguno. Sin embargo, bajo esa aparente tranquilidad, se ocultaban los ecos inquietantes de un mercado en alerta máxima, susurrando historias de tiendas saqueadas y comerciantes preocupados por la reciente oleada de robos. Cada paso que dábamos Dai, Akira y yo resonaba en las calles empedradas, como un eco determinado a desafiar la incertidumbre que se había apoderado del corazón comercial de la aldea. Nuestro objetivo era nítido y urgente: rastrear, identificar y capturar a los responsables de estos actos delictivos que habían sumido al mercado en un manto de desconfianza y temor.
El aire matutino se llenaba de los aromas frescos y vivificantes de la vegetación circundante y del ir y venir constante de los vendedores que comenzaban a preparar sus puestos. La luz dorada del sol se filtraba entre las frondosas hojas de los árboles, creando un juego de luces y sombras que bailaban sobre las tiendas y callejones del mercado. El zumbido del ajetreo matutino se mezclaba con el canto de los pájaros, formando una sinfonía urbana que nos acompañaba en nuestra búsqueda.
Mientras Dai y Akira avanzaban con un olfato agudo, rastreando cualquier pista que el viento pudiera llevarles, yo desplegaba mi Dojutsu con determinación. A través de esta habilidad ancestral, podía escrutar los alrededores con una visión térmica, buscando cualquier rastro de calor o movimiento que pudiera delatar la presencia de los ladrones. Cada destello de calor, cada sombra en movimiento se convertía en una pieza del rompecabezas, guiándonos hacia los responsables de los robos que habían perturbado la paz de Konoha.
─ Akira ha detectado algo, está siguiendo un rastro por aquí ─anunció Dai con un tono de voz que denotaba una mezcla de alerta y emoción, señalando hacia un estrecho pasaje entre dos tiendas. El angosto callejón, apenas visible desde nuestra posición, parecía sumergirse en un silencio inquietante, interrumpido solo por el suave murmullo del viento entre las estructuras.
Con cautela, nos adentramos en el oscuro corredor. Las sombras se cerraban sobre nosotros, pero mi visión térmica se erigía como un faro en la oscuridad, permitiéndome detectar las siluetas humanas que se recortaban en el frío paisaje térmico del callejón. Al final del pasaje, dos individuos sospechosos se hallaban absortos en la manipulación de varios objetos envueltos en telas, un comportamiento que solo podía aumentar nuestras sospechas. Sin pensarlo hice una rápida tanda de sellos y en cuestión de segundos la temperatura de mi cuerpo aumentó considerablemente.
Antes de que los sospechosos pudieran reaccionar, decidí actuar con rapidez y determinación. ─ ¡Alto! ¡Están rodeados! ─ordené con firmeza mientras volvía a hacer sellos de manos, liberando una intensa ráfaga de chakra desde mi cuerpo que se manifestó como una brillante luz alrededor de ellos, una técnica heredada de mi clan, diseñada para desorientar y contener.
Sin embargo, la sorpresa estaba a punto de complicar nuestra misión. Uno de los ladrones, alertado por nuestro repentino ataque, logró cerrar los ojos a tiempo y, con una agilidad sorprendente, se lanzó a una veloz carrera por los tejados, escapando de nuestra vista en un parpadeo.
─ ¡Uno de ellos está escapando! ─exclamó Dai con urgencia, sus pies golpearon el suelo con determinación mientras se lanzaba en persecución del ladrón─. ¡Akira, encárgate del que está cegado! ─ordenó a su fiel compañero canino, quien, con agilidad y precisión, mordió el brazo del ladrón y lo inmovilizó con un gruñido amenazante.
Sin perder un segundo, me lancé detrás de él, impulsándome de un tejado a otro con una mezcla de agilidad y torpeza. Cada salto, cada giro era una carrera contra el tiempo, una prueba de resistencia y habilidad. A medida que avanzábamos, el ladrón parecía ganar terreno, sus movimientos fluidos y precisos revelaban una habilidad innata para el parkour, haciendo honor a la reputación de los criminales que habíamos perseguido.
Pero yo no me dejaba intimidar. Calculando cada movimiento, lancé una bomba de humo hacia el ladrón. La nube espesa y asfixiante envolvió al fugitivo, desorientándolo momentáneamente y creando una cortina de oportunidad para nosotros. Activando mi Dojutsu, utilicé la visión térmica para localizar al ladrón en medio de la densa niebla. Con un salto preciso y determinado, lo intercepté, atrapándolo en el aire antes de que pudiera reanudar su fuga, poniendo fin a su escapada y asegurando su captura.
Tras asegurar al primer ladrón que había logrado escapar, me apresuré de regreso al lugar donde Dai y Akira habían sometido al segundo delincuente. La plaza estaba ahora envuelta en un aire de tensa calma, interrumpida únicamente por los murmullos de los comerciantes y curiosos que se habían congregado alrededor del lugar del arresto. Ambos ladrones, con sus movimientos limitados por las ataduras, mostraban expresiones de resignación mientras eran preparados para ser llevados ante las autoridades de Konoha.
─ Eso estuvo cerca, pero trabajamos bien en equipo, Dai ─comenté, recuperando el aliento después de la adrenalina de la persecución.
Dai sonrió ampliamente, su rostro se había iluminado por la satisfacción del deber cumplido, y acarició la cabeza de Akira, quien a su lado movía la cola con orgullo. ─ Sí, trabajamos bien juntos, Iwao. Akira y yo estamos impresionados con tus habilidades y jutsus, nunca habíamos visto nada similar. Ha sido un honor perseguir a esos ladrones contigo.
Un sentimiento cálido y reconfortante me inundó al escuchar sus palabras. ─ También ha sido un honor para mí trabajar con ustedes. Akira es un gran compañero y, juntos, hemos hecho un buen trabajo hoy. Espero que podamos colaborar nuevamente en el futuro ─respondí, devolviéndole la sonrisa con sinceridad.
Ambos asentimos en acuerdo, sellando con un gesto de camaradería la conexión que habíamos forjado durante la misión. Con los ladrones ahora bajo custodia, nos dirigimos hacia las autoridades de la aldea para asegurarnos de que enfrentaran las consecuencias de sus actos. Nuestro objetivo final se cumplió con éxito: devolver la paz y seguridad al mercado de Konoha, restaurando la confianza de sus habitantes y garantizando que la justicia prevaleciera en nuestra amada aldea.
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