Tras el intercambio y discusión de los miembros, Kaname prestó cero atención a los dichos de Kuma, como si lo ignorase monumentalmente. ¿Cómo caerían estas acciones en el seno de Kakusei? Claro era que el Inuzuka había sido uno de los últimos reclutados, y que de hecho quizá fuese considerado un "externo" de cara a la operación, por no ser de los pilares que tomaron cartas en aquella reunión hacía unos meses, pero el desplante fue bastante sorprendente.
La Senju tomó sin decir nada más el cuerpo muerto de Kurogane y se lo llevó en su invocación. Samuru realizó lo propio colocando a cuestas de Dogo el cadaver del Kusakage, al que algunos de sus hombres, todavía presentes en el lugar aunque retirándose un poco para hablar entre sí, y habiendo soltado las armas, miraban con algo de tristeza y temor.
Tras unos instantes, luego del diálogo entre los miembros presentes en el distrito más político de la villa, una presencia nueva apareció. En la cima de la torre medio derrumbada, como 20 metros desde el nivel del suelo, la figura del hombrecito verde volvería. Y es que había dejado allí un kunai de tres puntas, y apareció de la nada misma, haciendo gala de una de sus variadas técnicas de teletransportación. Por lo que había mostrado hasta ahora, sin siquiera desplegarse en combate, Dendé parecía ser un ninja excelentísimo, con capacidades de manipular el espacio-tiempo y generar comunicaciones telepáticas. Un super-humano... ¿Era humano siquiera?
Desde la cima, cruzado de brazos, aguardó. Mientras los miembros de Kakusei se hacían cargo de sus propias tareas, Samuru yéndose a recorrer la zona, Renji y Kaname aguardando, Killua y Kuma descansando un poco, Kaito, el líder del variopinto grupo, se acercó desde el sur, llegando a la zona.
La figura del chico de la flauta llegó al lugar, imponiendo su presencia. Dendé lo observó acercarse desde su alta posición, y en cuanto el joven peliazul llegó con el grupo, el chico de piel verdosa se hizo presente a unos metros de ellos. Parecía que se hubiese teletransportado, pero en realidad manejaba una velocidad de movimiento que escapaba a la comprensión del ojo humano normal.
Realizó una reverencia y luego se quedó viéndolo, brazos al costado, estoico.
— Siempre que no corra más sangre de la gente de esta aldea, estoy completamente abierto al diálogo. — empezó diciendo el joven. Si bien estaban en la posición de vencidos, la diplomacia era uno de sus buenos dotes, y no se mostraba intimidado por ninguno de los shinobis allí presentes, incluso cuando físicamente lo doblegaban en contextura y altura.
— Creí oír hace un rato que querían darle a esta gente la vida que se merece. — asintió un par de veces, muy calmado y un poco resignado. Cerró sus ojos en señal de calma extrema y luego se volvió a verlos, tras observar el panorama general de la zona.
— Todos sabemos lo que sucederá aquí. Nunca creí que pasaría, pero fuimos sometidos. ¿Podemos hacer un traspaso de mando pacífico? Con Kuroro muerto, no hay ya razones para seguir haciendo correr sangre. Él era el líder de esta villa, impuesto por el Imperio desde hace años. — suspiró, liberando la tensión de sus hombros.
— ¿Cómo piensan afrontar eso? Prometo, en nombre de mis hombres y dispuesto a pagar con mi vida, que nosotros no nos resistiremos más mientras respeten los derechos de la gente que vive aquí. Pero no puedo prometer lo mismo del Imperio, escapa de mi control por completo.
Adan llegó a uno de los hospitales más importantes, y pese a que los ninjas médicos estaban haciendo grandes esfuerzos por atender todos los casos de heridos, tomaron especial atención ante la urgencia de socorrer a la muchacha, y más luego de la rendición. Además, reconocieron por su banda y su uniforme que era una de los suyos, que había estado en batalla.
Un joven pelirrojo se acercó al Yamanaka, tomando en brazos a Koizumi y proveyéndole una camilla donde la transportarían a la zona de urgencias y, probablemente, la llevarían directo al quirófano.
— Gracias, señor. ¡Quirófano! — gritó mientras comenzaba a llevársela junto a otro camillero. Quizá la rubia sobreviviría, pero quién sabe las consecuencias del tiempo perdido...
Ahora el sencho se encontró solo, en medio de un hall hospitalario donde todos lo miraban atemorizados. Civiles y militares, todos por igual.
Notas
Reglas OBLIGATORIAS:- El plazo de respuesta será de 48 horas globales para ustedes, y luego 48 horas para narrador. Este plazo será improrrogable, pero no aplicaré sanciones a quien postee fuera de él o no lo haga. Sin embargo, sepan que las acciones en su contra serán tomadas como válidas, así que sean responsables.
- Es obligatorio colocar un resumen al final de cada post. Somos una decena de usuarios, y sino se me hace imposible llevar la cuenta de sus acciones.
Está permitido moverse entre temas o dirigirse a otras zonas de la aldea, o incluso fuera de ella, pero esto tomará un prudente tiempo on-rol. Dependiendo de la distancia que quieran recorrer, les diré un tiempo aproximado en segundos/minutos/horas, y para acceder al otro tema, en caso de que se inicien acciones bélicas o nos encontremos en un combate, no podrán acceder al mismo sino hasta el inicio del siguiente turno, por lo que gastarán necesariamente un turno viajando. Si deciden moverse, coloquen al final del post hacia dónde van y cómo lo hacen (corriendo, andando, volando, en tren bala(?), etc.).
Tras hablar un rato, Dendé aparece de la nada, con el Hiraishin, encima del techo de la destruida torre.
Kaito llega a la zona, y Dendé baja, colocándose a algunos metros de los presentes para hablar. Comienza él tomando la palabra, firme.
Adan llega a la zona de hospitales, ingresa en uno de los más importantes y recibe ayuda para atender a Koizumi. Luego, queda allí siendo juzgado por los presentes desde lejos.
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