Las presentaciones se desarrollan con la tranquilidad esperada, y aunque Prick no respondería verbalmente a ninguno, se dignaría a sonreír misteriosamente a Fujitora cuando este expusiera una disculpa basada en los "festejos", ya que el propio Gastom sabía bastante al respecto. Con respecto a la posición moral en la que quedaba el Kaguya al estar al mismo nivel conversacional de Gastom Prick, es algo sobre lo que este narrador prefiere no comentar al respecto...
Sin más entretenimiento, comenzarían a realizar sus tareas diligentemente, quizás con más velocidad de la esperada.
Sora tomaría los recursos otorgados por la organización y marcharía dispuesto a arrancar todos los caramelos de la zona asignada... Aquella tarea, monótona y mucho más física de lo que podría parecer en un principio, le acabaría llevando a descubrir en poco tiempo la joya de la corona. Oculta a los ojos de la mera plebe, entre un pequeño jardín de arbustos y dos bancos -claramente una zona de botellón- había un escalofriante pero fascinante amalgama de caramelo, crema, chocolate y... más cosas... Todo ello seco y con alguna que otra botella incrustada en una composición de arte abstracto y grotesco que representaba a la perfección el final de aquellas efímeras festividades.
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Ah si, ya has visto eso. Yo probaría a derretirlos o humedecerlos un poco - Se escucharía gritar a Prick en la lejanía -
Pero no aconsejaría lamer, igual te encuentras más de una sorpresa desagradable - La sonora y gutural carcajada de Gastom llenaría la plaza, haciendo girar el rostro a todo transeúnte que paseara actualmente por la misma. Algunos incluso miraban a su reloj tras dicha exposición, como si intentaran justificar aquel comportamiento de alguna forma con la hora; sin demasiada suerte en el intento, cabe añadir.
Por su parte la tarea de Fujitora transcurriría con monótona tranquilidad. Algunas calabazas, pisoteadas o aplastadas, eran más laboriosas de recoger que otras, pero en principio no parecía una tarea que requiriera demasiada habilidad... Aunque las apariencias, engañan. Tras unos minutos recogiendo calabazas y una vez los pasos del Shinobi le guiaran hasta una de las intersecciones marcadas dentro del área a limpiar, los primeros restos de, como la llamaban los aldeanos "La epifanía del rey calabaza" se apoderarían de la escena.
Se trataba de una pequeña plaza peatonal, otora de aspecto cuidado y elegante, que en el presente dejaba claro haber visto días mejores... Algunos ladrillos, parte del suelo y un par de farolas habían recibido el impacto de lo que parecían ser artefactos explosivos. Hasta ahí no había problema alguno, la restauración no era parte del trabajo asignado a Fujitora... El problema surgía con la presencia de puré de calabaza salpicando en todas las direcciones en las zonas afectadas por aquellas explosiones, casi como si alguien hubiera tirado hortalizas cargadas de dinamita... Algo que, como le contarían los transeúntes al interesado en caso de preguntar, era exactamente lo que había ocurrido.
Por suerte o por desgracia -principalmente desgracia- limpiar cualquier resto de calabazas si entraba dentro de las tareas del shinobi.
Por su parte, a Yukine -quien había sido el último en elegir- no le quedaría más remedio que dedicarse descolgar y recopilar todo el decorado expuesto por la ciudad. La mayoría de los elementos usados para esta decoración -consistente principalmente en luces rojizas y cartones con corte de terror festivo- se encontraban en un estado medianamente aceptable. Algunos de los restantes por otra parte; ya fuera por la lluvia ocurrida en días anteriores, la enorme carga de humedad causada por la constante niebla que cubría el país u otras causas menores; darían muestras de haber perdido todo su lustro, llegando incluso a ser irreconocibles algunas de las formas elaboradas de papel y cartón, que ahora eran poco más que pelotas de papel mojado.
De cualquier modo, la recogida transcurriría con relativa normalidad. Lo que para ciudadanos normales era un trabajo tardía y delicado
(Pues requerían de grúas o escaleras para descolgar cada nuevo decorado) resultaba particularmente sencillo para cualquiera con la capacidad de caminar por superficies verticales o saltar varios metros de distancia con relativa facilidad. Así pues, no debería de resultarle demasiado complejo terminar de recoger el decorado.
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