[Auto D] Sesión de hombros y tríceps.
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Tras la última misión no acabé muy motivado, pero igualmente, acto seguido volví al tablón de la villa para poder encontrar otra de mi agrado, y aunque fuera ya tarde, opté por una que aparentaba ser entretenida, la cogí, la guardé en el interior de mi yukata y volví a casa, pues empezaba a anochecer y estaba fuera del horario de la misión. 

A la mañana siguiente tras el alba, salí decidido al encuentro con el contacto de la misión en lo que parecía ser un apartado de la niebla donde se disponían árboles gruesos como pilares, precediéndoles un pequeño claro donde un hombre comenzaba a bajar herramientas de su carro. Deduje que quizá fuera el vendedor de carbón de la misión, y con ello me acerqué hasta su posición.

- Buenos días disculpe, ¿para la tala de leña? -

El hombre que apareció tras el carro, saltó efusivo a mi encuentro para responderme, era alto y fornido, de una mayor envergadura a la mía, y se le dibujaba una sonrisa de aprobación mientras sus ojos me analizaban de arriba a abajo y de lado a lado.

- ¡Buenos días chicarrón! ¿Y tú eres el genin?... Me esperaba al adolescente de siempre delgaducho y efusivo Huuaajajajaj -

Acompañaba su gracieta con una sonrisa protocolaria, pues no sabía como tomarme exactamente sus palabras y si con ella cumplía sus primeras expectativas para el trabajo.

- ¡Venga basta de risas que se nos va la mañana!, agárrate a esas 2 y acompáñame... Mi nombre es Sanks, ¿cómo es el tuyo? -

Sanks me indicó mientras las señalaba con su gruesa y poblada barbilla una ruda hacha y una sierra doble, las cogí mientras el ya inició el internamiento hacia el pequeño bosque y me presenté para hacerle saber también mi nombre.

- Me llamo Fujitora y si... Últimamente me dicen mucho que esperan al típico muchacho intenso y alocado como ayudante para la tarea que sea, yo tengo 37 años y a la vista está que quedo lejos de esa etapa, ¡pero nunca es tarde para nada! -

Poco a poco, Sanks fue aflojando el paso mientras divisaba árbol tras árbol, hasta que se fijó en uno, y acercándose hasta su corteza, le dio un par de puños para lo que parecía ser una comprobación personal de algún tipo y verificar su buen estado.

- ¡Tenemos un ganador! Vamos a utilizar primero la sierra doble, cortaremos sincronizadamente desde su base y lo tenemos que caer hacia ese lado más despejado para no dañar más árboles en su caída ¿estás preparado Fujitora? -
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Manos a la obra, nos disponíamos a serrar el grueso tronco, y aferrados a los extremos de la larga sierra comenzamos a hundir sus dientes en la corteza del árbol. Un vaivén de haces donde la sierra oscilaba hacia mi posición y volvía hacia la de Sanks mientras se internaba poco a poco serrando la base, notaba con fiereza los tirones del fornido hombre cuando la sierra iba hacia su punto, pues su musculatura y técnica de corte estaban muy definidos y desarrollados frente a mi primera toma de contacto con la herramienta. Aun así, mis brazos también azotaban cuando traía la sierra hasta a mí, efecto que sin duda también notaría con toda seguridad Sanks.

- ¡Un poco más, el último achuchón! -

Y acto seguido el gran árbol cayó, llevándose consigo hacia el suelo ramas de árboles vecinos, junto con un crujido que hizo que pájaros de la zona se alejaran entre las hojas. Tras ello, volvimos hasta el árbol como el cazador que se acerca hasta su presa tras abatirla, mirándola de arriba a abajo mientras recuperábamos el aliento.

- ¡No está nada mal! Ahora volvemos con la sierra para sacar discos, cuando lo laminemos entero, con el hacha tenemos que partir los discos en 4 cachos triangulares, cuando llevemos bastantes ves cargándola con la red hasta el carromato y los subes con la polea -

- Vamos a ello entonces -

Asentí mientras daba una gran bocanada, y agarramos de nuevo la sierra para comenzar a sacar los discos. Uno a uno iban saltando y desprendiéndose del cuerpo, hasta que llegamos a las ramas menos gruesas que se partirían más tarde también con el hacha. Los discos tenían el grosor casi de mi mano, eran pesados y macizos, con bonitos surcos de los anillos internos que dibujaban formas en patrones. Con ellos, empezamos a sacar poco a poco con el hacha los trozos que mandó Sanks, y al mismo tiempo, compartía anécdotas de joven junto con su padre que se centraban en las primeras veces que fue a talar con él. Cuando tuvimos un montón importante, cerré la malla para arrastrarlos hasta el carro, donde los subí con la polea que dijo Sanks, tras mía, venía cargando con lo que quedaba de árbol, que eran las ramas superiores.

- Hay que pegarles un corte a estas también para que las aprovechemos, agarrate al hacha y vamos a terminar -

Y con ello, las cargamos al carro junto con las herramientas para descargar la materia prima. La jornada había sido intensa y alentadora al mismo tiempo, me había sentido cómodo con el hombre y sobre todo útil y valorado. La tarea nos había llevado más de medio día y la tarde se empezaba a echar cuando llegamos al almacén donde guardaban la madera y la quemaban para producir carbón para brasas. En él, 2 niños salieron a recibirnos, morenos y rollizos que compartían también rasgos con Sanks, por lo que deduje que serían sus hijos.

- ¡Eh vosotros 2! Saludad a Fujitora y ayudarle a guardar todo, sed amables con él y espabilad.... iré haciendo la cena -

Los zagales se aproximaron educada y formalmente hasta a mí mientras iba colgando la malla en la polea, les devolví el saludo y los niños empezaron a cargar también para entrar todo dentro del sitio. En menos de media hora pudimos terminar gracias especialmente a ellos, que vitales e infatigables agilizaron la descarga cuando volvió a aparecer Sanks.

- ¿Todo listo? Pues vamos, toca reponer fuerzas... -

El leñador hizo un gesto de espaldas para que le siguiéramos, los chicos salieron al paso pero yo prefería abrirme, la tarea había terminado y mi modestia junto con viejos fantasmas me impedían acompañarles.

- ¡Fujitora... Ni se te ocurra! No acepto un no, por lo que ya estás viniendo sin rechistar -

Internamente sonreí, gesto del que Sanks se percató mientras mantenía sus ojos clavados en los míos con un fulgor desafiante, por lo que ese impedimento modesto se esfumó y lo acompañé con pasos calmados y los brazos cansados. Me sentía pleno aunque estuviera exhausto, y era una de las mejores sensaciones que había sentido desde hacía... ¿Años?
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MISIÓN FINALIZADA
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