[Reclutamiento Kakusei] Recordando al espadachín.
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En la penumbra de una sala oscura, Kaito recibió en bello pergamino perfectamente cerrado un mensaje claro, encomienda una misión encomendada por parte del magnifico esapdachín, Rhooh. El shinobi lider de Kakusei, le encomendó a Kaito una tarea crucial: reclutar más poder militar para fortalecer las filas de Kakusei.

La información clave y todo aquel detalle que él Chikamatsu pudiera necesitar venía detallada en el pergamino, el cual reveló el paradero de un hombre alto y diestro en la espada. Un individuo aparentemente ciego, un espadachín hábil cuyo nombre resonaba en la memoria de Kaito: Fujitora. El marionetista recordó haberse cruzado con este misterioso guerrero durante una misión conjunta en el hospital, destacaba por su agudo inteelcto. Sin embargo, la información adicional sobre su ceguera agregó un matiz intrigante a la imagen que Kaito ya tenía de él.

Rhooh delineó los objetivos de la misión de reclutamiento, y la tarea no era simplemente convencer a Fujitora de unirse a Kakusei, sino también moldear sus ideales y perspectivas. La organización buscaba no solo fuerza bruta, sino mentes afines que abrazaran la visión de Kakusei para un nuevo mundo.

La estrategia de reclutamiento incluía exponer a Fujitora a la realidad cruda del mundo, revelándole el sufrimiento causado por la prolongada lucha entre las fuerzas rebeldes y el Imperio. Kaito debía mostrarle el dolor generado por la destrucción de lugares como Suna, su tierra natal, a manos de deidades despiadadas. La imagen del Dios, kami sama, arrasando con su hogar sería un recordatorio brutal de la crueldad del mundo para el Chikamatsu.

El siguiente paso era hacer que Fujitora comprendiera que tanto los Rebeldes como el Imperio eran culpables de derramamiento de sangre inocente. La batalla entre ambas facciones dejaba un rastro de muertes colaterales, y Kaito debía hacerle ver a Fujitora que mientras estas fuerzas persistieran, el mundo seguiría sumido en un ciclo interminable de sufrimiento y conflicto.

El ideal de Kakusei, según Rhooh, era eliminar ambas facciones y establecer un régimen justo donde el dolor y el sufrimiento fueran cosas del pasado. Aunque Kaito y Rhooh compartían el deseo de un mundo sin sufrimiento, su enfoque y métodos tenían matices más sombríos. Ambos eran conscientes de que para construir un nuevo orden, algunos sacrificios y actos cuestionables serían necesarios, por lo que determinar si Fujitora estaba dispuesto a aquello era crucial

Con esta misión encomendada, Kaito se embarcaría en la tarea de reclutar a Fujitora, llevando consigo no solo la fuerza bruta de un guerrero hábil, sino también la semilla de las ideas que Kakusei quería plantar en las mentes de aquellos que se unieran a sus filas. La danza entre la luz y la sombra continuaba, y Kaito, como marionetista de su propio destino, tejía hilos invisibles en el tejido del mundo que buscaba cambiar.


La información proporcionada por Rhooh llevó a Kaito a las brumosas calles de Kirigakure. La neblina que envolvía la aldea era cómplice de su sigiloso avance, y entre las sombras y la bruma, el marionetista se encaminó hacia una taberna local, un lugar donde la información fluía tan libremente como la bebida.


La taberna marcada resonaba con risas y murmullos, y Kaito, con su manto, se deslizó sin llamar la atención hacia un rincón estratégico. Allí, entre la penumbra, distinguió lo que parecía ser la figura reconocible del almirante Fujitora, quien al parecer se encontraba inmerso en sus propios pensamientos, ajeno a la presencia de Kaito.

El chikamatsu se dispuso a entrar en calma. Una vez dentro con una inclinación casual de la cabeza, Kaito se acercó a la mesa de Fujitora. La atmósfera de la taberna permitía un tono menos formal, y el marionetista decidió adoptar un enfoque más relajado.

—Fujitora, ¿eh? —saludó Kaito con una sonrisa astuta—. ¿Te importa si me uno a la fiesta? Kaito se sentó, la mesa entre ellos albergando la complicidad de misiones compartidas. La taberna ofrecía un telón de fondo animado para su encuentro, y Kaito decidió mantener el tono liger.

—Bueno, parece que no me informarón mal, que pdria verte en Kirigakure —comentó Kaito con una risa sutil—.  Me dijeron que estabas aquí, y pensé que podríamos tener una charla-
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Última modificación: 22-01-2024, 12:18 AM por Fujitora.
Retomando un hábito que me encantaba, como era el de beber con gusto una buena infusión de las mejores hiervas nativas que recolectaba para consumir, me había deleitado imaginando en el camino de vuelta del País de las aguas termales con tomarme un último trago caliente en vistas de despedir la festividad invernal. Tenía confianza con el dueño de la taberna, y con casi todo hombre o mujer que regentase algo relacionado al negocio hostelero, porque era gente humilde y trabajadora en su mayoría que apreciaba, quitando algún que otro tipejo con el que intentaba evitar cruzarme o tener contacto, pero valoraba la gente sencilla y sobre todo honesta.

Era casi de noche, caminaba restando los últimos metros hacia la puerta del sitio, acompañado de mi bastón blanco de hueso que tintineaba con mis pasos repicando contra el suelo. Con antelación al inicio del servicio, entré en la taberna, la cual no se encontraba a más de 2 manzanas de casa y era para mi gusto de las más reconfortantes de la zona, además de que era la menos frecuentada, ya que era la más pequeña, sin embargo, tenía una afluencia fiel de sus respectivos parroquianos, de entre ellos yo. Dentro de ella, Jiro era el dueño de tan entrañable local, con afecto me dirigí hasta la barra, la cual ya tenía algunos viandantes consumiendo algo caliente con alcohol, y Jiro permanecía detrás de esta secando algunas jarras de cristal grueso, tazas y varios platos.

- ¡Jiro! Viejo tabernero, tan pulcro como siempre... te traigo lo de siempre aunque con algunas variaciones personales para el invierno, estas tres son para ti, y estas dos guardámelas para mí para esta noche -

Le saqué un total de cinco bolsitas de té y las coloqué en fila por la barra. El viejo y delgado hombre, acudió a mi presencia echándose el trapo blanco al hombro.

- ¡Aaah! De nuevo es un placer verte por aquí joven grandullón... Muchas gracias de nuevo por estas, las anteriores estuvieron sensacionales, se te nota la mano y el esmero joven... siéntate donde siempre, ahora te llevo esto -

Y tras darse media vuelta para comenzar a calentar el agua, le agradecí asintiendo con la cabeza su gesto, así como también a los desconocidos que yacían algunos palmos más allá en la barra. Me interné entre las mesas, palpando con el bastón el suelo y algunas sillas que me separaban de "mi sitio" en aquella taberna, el cual, se encontraba para mi gusto en una ubicación prestigiosa, en un apartado esquino so que hacía una forma extraña, sin embargo, otorgaba una lista limpia y directa de las llamas de la chimenea sin estar directamente expuesto a la luz de sus llamas, otorgando una calidez idónea y una tenue luminosidad más sombría que clara, pero que a título personal, me resultaba idóneo y sobre todo discreto. Me senté con parsimonia en uno de los dos sillones marrones de mi sitio, dejando el bastón entre mis piernas mientras lo acariciaba con el pulgar. No paso mucho tiempo, cuando Jiro de nuevo apareció con una contundente taza con el agua infusionada.

- Huele de maravilla Jiro, muchas gracias -
- ¡Vaya que sí!, ahora mismo voy a ponerme una igual para el servicio de esta noche -

Y sin mediar más palabra, con una sonrisa en su mellada boca, se retiró de nuevo hasta el interior de la barra, dejándome la infusión en la pequeña mesa circular que tenía en frente, cogí la candente taza por su asa, y tras un leve soplo mojé mis labios, pero era puro magma. Esperé un tiempo prudente mientras llegaba más y más gente, pronto se formalizó el ya conocido murmullo clásico de taberna, y complaciente, reposé mis manos conjuntamente en el bastón mientras aguardaba reflexivo a que el té alcanzase una temperatura más idónea para el consumo.

A mi sorpresa, y absorto en mis adentros, unos pasos y una voz conocida se acercaron hasta mi. Fruncí con franqueza el entrecejo pues no esperaba a nadie, pero sin embargo, fue grato reconocer a Kaito, el joven con el que tuve que desnudar el entuerto del hospital meses atrás. Reconocía su limpia y directa voz, y el muchacho ocupó el sillón contiguo al mío, por lo que sin tener que abrir los ojos, pude orientar tanto mi rostro como mi voz hacia él.

- Oh Kaito... ¿Tu también sueles venir por aquí?, adelante adelante, siéntate, son los mejores sitios de la taberna ¿Qué te trae por aquí?-

Le contesté cordial, ofreciendo el hueco libre del sillón con la mano superior y volviéndola a colocar encima de su hermana para volver a reposarlas de nuevo sobre Teitoku. De nuevo, el joven tomó la palabra.

- Ah... ¿te dijeron?, ¿quién si se puede saber?, porque la verdad que me gustaría saberlo -

Pregunté extrañado, y fue algo que frunció ahora con más intensidad mi entrecejo, pues no tenía presente en mi día a día que alguien de mi círculo contase mis hábitos, rutinas o lugares frecuentes.

- ¿Qué clase de charla Kaito? -

Pregunté de nuevo, y ahora ya si tomando la taza sobre la mesa, pues calculaba que la temperatura del brebaje habría alcanzado una temperatura óptima para comenzar a tomarla. Siendo franco, me encontraba interiormente algo sobresaltado por la abrupta forma de saber que había quienes compartía información mía a ligeramente conocidos, y aunque el chico me transmitió buenas vibraciones durante la misión que realizamos, me inquietaban algunas cosas. ¿Qué intención traía consigo?
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Ante las palabras de Fujitora, Kaito no titubeó. Su mirada, firme y decidida, se encontró con la del espadachín ciego, reflejando una determinación innegable. El aire vibraba con la seriedad de la conversación que estaba por desarrollarse, como si la taberna misma estuviera imbuida de la gravedad del momento.

—Rhooh, el nombre de mi informante es Rhooh. —comenzó Kaito, su tono resonando con sinceridad— Y ese mismo hombre es la razón por que vine a cruzar palabras contigo. Es un shinobi de carateristicas excepcionales , lider de un grupo llamado Kakusei nos brinda la oportunidad de cambiar el destino de este mundo que ha sido totalemnte corrompido, de liberarlo de las cadenas de esas facciones que solo perpetúan el sufrimiento. La visión de ese hombre y la que yo comparto es un nuevo orden, sin imperios opresivos ni rebeldes desenfrenados. — sus ojos, llenos de convicción, buscaron los de Fujitora, intentando transmitir la profundidad de sus ideales—. Pero sé que las palabras por sí solas no son suficientes. Necesitas ver por ti mismo lo que Kakusei quiere evitar.
Kaito dejó que un breve silencio se instalara en la conversación antes de continuar.
—No se si lo sabes Fuji, pero soy de un lugar en el desierto un lugar que alguna vez fue llamado Sunagakure-. Con un dejo de melancolía Kaito hizo una pausa mirando al techo antes de continuar. -Alguna vez fue una de las grandes naciones ninja, destruida por el mismo tipo de ideales que hoy en día están rigiendo a nuestro al rededor,  Imagina que pasaría si un evento así se repitiera, Kakusei nos ofrece un camino para evitar que tragedias como esa se repitan, para romper el ciclo de violencia y sufrimiento. — Kaito hizo una pausa, evaluando la reacción de Fujitora—. No solo queremos cambiar el mundo, queremos cambiarlo para mejor.

Kaito, en un intento de reforzar sus argumentos de manera más tangible, decidió utilizar su habilidad en el arte de Genjutsu para darle a Fujitora una visión más vívida de sus palabras. Los ojos de Kaito se enfocaron en los de Fujitora, y su voz, inicialmente clara y convincente, comenzó a adquirir un tono resonante y penetrante.

—Fujitora, permite que te muestre la realidad que he vivido, para que puedas comprender la urgencia de nuestra causa —dijo Kaito, mientras al rededor de los dos shinobi figuras, como sombras translucidas comenzaban a aparecer

expansión - Sasayakigoe


Mientras hablaba, las imágenes comenzaron a materializarse al rededor de los dos shinobi. Eran como hologramas se podía ver  atreves de ellos, pero al mismo timepo parecían tan reales que podían sentirse. Surgieron representaciones detalladas de la destrucción de Sunagakure, con calles desiertas y edificios reducidos a escombros. Kaito observó cómo las imágenes reflejaban la tristeza y la devastación que marcó su pasado y mabos ninjas eran capaces de oír el estruendo de los derrumbes y los gritos de cientos de vidas desgarrada, incluso podrían sentir el fuerte calor del desierto y los rápidos vientos de la explosión.
Realista - maboroshi no buttai


—Esto es lo que quedó de mi hogar, Sunagakure. Un lugar que fue testigo de mi infancia y crecimiento, ahora reducido a ruinas por fuerzas que están más allá de nuestro control —explicó Kaito con una mirada sombría—. Un imbecil con demasiado poder y sueños de ser un dios, descendió sobre nuestra tierra, desatando un poder que ningún shinobi pudo detener. ¿Vas a esperar a que algo similar ocurra en tu hogar antes de actuar?

A medida que Kaito hablaba, las imágenes se movían, mostrando a las personas afectadas, las vidas destrozadas y el sufrimiento que acompañó a la tragedia y al propio Kaito como un indefenso niño sosteniendo la mano de quien alguna vez fuera su madre justo frente a ellos. La intención era provocar una respuesta emocional en Fujitora, haciéndolo experimentar de cerca la realidad de la destrucción y el dolor.

—Imagina un mundo donde no tengamos que temer a los que gobiernan o a las fuerzas que están más allá de nuestra comprensión. Kakusei ofrece esa posibilidad, Fujitora. Un nuevo comienzo, un futuro donde podamos construir algo mejor —concluyó Kaito, esperando que las imágenes y sus palabras hubieran dejado una impresión duradera en el espadachín ciego.
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Parecía que con la honestidad por delante el joven Kaito desveló el nombre del informante que filtró esos datos sobre mí, no fue algo que me hiciera especial ilusión y provocó cierta inseguridad, sin embargo, aquel tipo parecía sonarme, y recabando entre mi memoria, un atisbo de su figura se dibujó.

- Con que el espadachín peliblanco... -

Pensé, mientras escuchaba el testimonio del chico, centrando de nuevo mi atención en sus palabras tras identificar al tal Rhooh, que pronto lo relacionó con una organización que lideraba, lo cual llamó mi atención en como el tipo hizo por acercarse a mí en el pasado, ¿lo tendría calculado? No obstante, los designios de este y su grupo parecían indicar que los propósitos que perseguían tenían un carácter neutral lejos del bando rebelde y el imperial, ¿romper con una hegemonía tan impuesta en el mundo? sin lugar a dudas era una labor ambiciosa, ¿cuántos recursos tendrían al alcance de su mano como para alcanzar tal meta?

- Y esa organización, Kakusai, ¿tiene los recursos suficientes como para llevar su cometido acabo? me seduce su aparente neutralidad, pero ¿enfrentarse a imperiales y rebeldes al mismo tiempo? Parecen palabras mayores muchacho... y que conste, soy de mi clan, no soy especialmente partidario de ninguno de ambos bandos -

El joven tuvo un momento de apertura y pareció abrir y sincerarse, yo permanecía aún concentrado, con los ojos cerrados, la cabeza levemente agachada y el ceño algo fruncido, pues sus palabras suscitaban seriedad y el asunto hasta empezaba a conmoverme. Pues el chico era nativo de la ya desaparecida villa de Sunagakure, la ruinosa aldea entre la arena que desgraciadamente seguía enterrándose entre el paraje que la caracterizaba, una verdadera pena, y no obstante, procedía esperanza poniendo de ejemplo su situación y los estragos de ejercer un extremo poder sin responsabilidad y cordura, cuando de un momento a otro, su tono cambió, propiciando que mis ojos se entreabrieran. Pues de pronto, dos figuras aparecieron y las siguieron más representaciones de lo que venía siendo Sunagakure en la actualidad, derruida y descuidada como contaban, pura ruina envuelta en dolor y desgracia.

- Es sin duda una verdadera pena, he de admitir que es tan irreparable como dolorosa al mismo tiempo... y lo siento mucho Kaito, aunque puedo empatizar quizá con ese vacío, por lo que permíteme corregirte en algo... a día de hoy por desgracia, mi hogar soy yo, y yo mismo -

Dije tras contemplar todo aquello que el muchacho parecía haber creado, lo cual también llamó mi atención, ¿aquello era parte de un genjutsu? no tenía explicación física alguna que de un momento a otro la taberna cobrase todo ese vaivén de cosas, pues ninguna de las decenas de veces que había estado había ocurrido. Pero era palpable que todo lo que el habilidoso joven manifestaba llevaba implícito el hecho de poner en mi conocimiento una situación respecto a lo que se encerraba en la niebla, el mundo más allá de esta enorme masa de agua.

- Kaito, reconozco lo abrumador que resulta todo, perder para siempre tu hogar es de las heridas más incurables que pueden existir, pero ¿qué pinta Kakusei en todo esto? Si Rhooh te ha informado tan bien como espero imaginar, supongo que sabrá también acerca de mis inquietudes, y que no soy un hombre especialmente involucrado en el ámbito social... pero estoy dispuesto a seguir escuchándote, si Kakusei no se posiciona como me haces saber ni con rebeldes ni con imperiales, es algo que en principio llama mi atención... a sí qué joven, no tienes por qué dar tantas vueltas conmigo, ve al grano y exponme todo lo que debas, tienes mi atención -

Y volví a cerrar los ojos, pues destapé yo también parte de mi sinceridad respecto al tema que Kaito abordaba, facilitándole en cierta manera como proceder conmigo. Tomé un sorbo de la infusión mientras desfruncía el entrecejo, reposando mi espalda en el sillón mientras sujetaba con una mano el asa de la taza y con la otra Teitoku, expectante a lo próximo que el joven debía de desvelar, ¿qué le llevaba a mostrarme todo eso? Normalmente, un comerciante siempre te daba a probar algo de su género para después venderte, pero entonces, ¿qué era lo que pretendía plantearme el joven de pelo azul oscuro?
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Kaito, con la mirada fija en Fujitora, asimiló cada una de las palabras del espadachín ciego con calma y respeto. Cuando Fujitora mencionó la organización Kakusei y sus ambiciosos objetivos, Kaito sintió la oportunidad de conectar aún más con el corazón de su interlocutor.

— Fujitora, Kakusei no es solo una organización, es la manifestación de la esperanza en un mundo mejor. Nuestro cometido va más allá de las etiquetas de rebeldes o imperiales. Buscamos la neutralidad porque creemos que solo así podemos cambiar el destino del mundo shinobi. No somos una fuerza que busca el poder convencional, sino una red de individuos que anhelan la paz y la justicia —explicó Kaito con seriedad, su voz resonando en la taberna.

Cuando Fujitora expresó sus dudas sobre los recursos de Kakusei y la posibilidad de enfrentarse a ambas facciones, Kaito, con una convicción palpable, respondió:

— Nuestro recurso más valioso es la unidad y la diversidad de nuestras habilidades. No buscamos la confrontación directa, sino la transformación gradual del sistema. Somos shinobis comprometidos con la causa, dispuestos a enfrentar los desafíos con astucia y valentía. No nos enfrentamos a imperiales ni a rebeldes, nos enfrentamos a la injusticia y la opresión en todas sus formas, pero sí, tenemos los medios en fuerza y en metalico para afrontar esro, gente como Rhooh, ha llevado a muchos otros a apoyar a esta causa —afirmó Kaito, enfatizando la esencia de Kakusei.

La mención de Sunagakure y la empatía de Fujitora tocaron la fibra sensible de Kaito. La historia de la destrucción de su hogar, las ruinas de Sunagakure, se volvieron más que un recuerdo, una ventana abierta a su alma.

— Aprecio tus palabras, Fujitora. La pérdida de un hogar es una herida que nunca sana por completo. Pero en Kakusei, buscamos evitar que más lugares sufran el mismo destino. No solo cambiamos el mundo, lo construimos de nuevo sobre las lecciones aprendidas del pasado. Imagina un lugar donde no tengamos que mirar atrás con dolor, donde las futuras generaciones no tengan que enfrentar las tragedias que hemos vivido , tu has vivido taambién las consecuencias de este mundo, ven conmigo, apóyame a que construyamos un futuro mejor—expresó Kaito con un dejo de nostalgia y determinación.

Cuando las ilusiones de Sunagakure se materializaron, Kaito, sin apartar la mirada de Fujitora, permitió que las imágenes hablaran por sí mismas. Las ruinas, el estruendo, los lamentos, todo se desplegó ante los ojos del espadachín. Kaito buscaba no solo mostrar el pasado, sino también transmitir la urgencia de cambiar el presente.

Kaito,  decidió ir más allá en su explicación sobre Kakusei. Tomó un momento, buscando las palabras adecuadas para expresar la complejidad de la tarea que tenían por delante mientras las ilusiones a su al rededor comenzaban a desmaterializarse.

— Fuji, no quiero mentirte. El camino que propone Kakusei es largo y lleno de desafíos. La paz que buscamos no es un logro fácil, y en nuestro viaje nos encontraremos con situaciones difíciles, momentos en los que los límites entre el bien y el mal, entre lo moral y lo inmoral, se difuminarán. Pero es en esos momentos críticos donde se forja el cambio, donde se toman decisiones difíciles para alcanzar un bien mayor —comenzó Kaito, eligiendo sus palabras con cuidado.

Miró directamente a los ojos de Fujitora, transmitiendo la seriedad de sus palabras.

— No pretendemos ser una fuerza perfecta o incorruptible. Somos shinobis con ideales, pero también somos conscientes de que, para erradicar la raíz de la injusticia, a veces debemos explorar territorios éticos y morales complejos. Kakusei está dispuesto a enfrentar los dilemas morales para alcanzar una paz duradera, no solo para nosotros, sino para todas las personas afectadas por las sombras de la guerra y el conflicto —explicó Kaito, manteniendo la sinceridad en su tono.

El joven shinobi azul continuó con un tono más firme y decidido, enfocándose en la esencia de su mensaje.

— Fujitora, si decides aceptar el mensaje que he venido a darte y así unirte a Kakusei, debes estar preparado para enfrentar estas verdades. No seremos una organización que se aferre ciegamente a reglas impuestas, sino una fuerza flexible y adaptativa que buscará la paz incluso en los lugares más oscuros. Este viaje exigirá sacrificios, coraje y determinación —afirmó Kaito, su mirada reflejando una mezcla de convicción y respeto hacia Fujitora.

— Pero quiero que entiendas, con cada acción que tomemos, será con el objetivo de construir un futuro mejor. Estamos dispuestos a dar nuestras vidas por ese sueño de paz. No solo yo, sino todos en Kakusei estamos comprometidos con esta causa. Si decides unirte, no estarás solo. Juntos, superaremos los desafíos, cruzaremos límites y, con el tiempo, cambiaremos el destino de este mundo —concluyó Kaito, sus palabras resonando con la firmeza de alguien que ha encontrado un propósito más grande que él mismo.

Esperó la reacción de Fujitora, buscando señales de aceptación, dudas o reflexión en el rostro del espadachín ciego. La taberna, testigo de esta conversación trascendental, parecía sumida en un silencio cargado de expectación, como si las paredes mismas estuvieran atentas a las decisiones que se estaban tomando en su interior.
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El mensaje que traía el peliazul Kaito parecía coger una carga más seria por cada momento que pasaba, su voz se tornaba seca y su tono era directo, además, por como configuraba su discurso, traía cada palabra que usaba escogida milimétricamente, como si hubiera preparado esto durante tiempo atrás, y sinceramente, cada una que proyectaba hacia mí removía ciertas intenciones de mi interior. Sin embargo, surgían algunas cuestiones acerca de esa organización llamada Kakusei, no dejaba de inquietarme su intención, y no estaba preparado para afrontar algo de lo que tenía solo una información vaga y sin contrastar, no era mi modus operandi internarme en una secta o algo por el estilo, no obstante la curiosidad me embriagaba, y en el muchacho quizá podía depositar un voto de confianza para conocer más acerca del tema.

- Valoro que transmitas tan bien la intención y los valores de esta organización, Kakusei, pero ahora basta de palabrerías y vayamos al grano Kaito... ¿Por qué yo y que queréis de mí?, me inquieta saber que han estado recogiendo información de mí para el fin que sea, entiéndeme, y me gustaría saber qué papel tengo yo en todo esto... no quita que en principio los ideales que me cuentas de Kakusei me seduzcan, eso si no me apartan tan poco de mi cometido vital, pues yo aún tengo que resolver mis propias interrogaciones... ¿La organización contemplaría eso y se me daría tal libertad? -

Dije contundente tras respetar el turno de palabra del joven, en el cual había seguido añadiendo más detalles sobre Kakusei, pero no quería que me la vendiera ya con toda la acción humanitaria y revolucionaria que pretendía. Removido por ello, tampoco quería sonar desconsiderado pues se veía que la acción de Kaito en su cometido estaba bien trabajada, pero, ¿Sería un mandado de sus superiores o era él mismo uno de los principales impulsores de tal grupo?, de momento lo desconocía pero me parecía oportuno conocer datos más palpables del tema.

- Por otro lado Kaito, me gustaría saber ciertas condiciones, supongo que las habrá... porque ¿Dónde actúa la organización?, no sé si dispone de una sede o lugar propio donde operar, y además, algo también que sería importante conocer a sus integrantes... porque si habéis estado investigándome, sabéis que soy alguien sumamente reservado y cerrado, que mi contacto con la sociedad es sumamente reducido a pesar de tener un pequeño círculo con el que no me queda más remedio que interactuar, pero aquí en la zona desde hace ya muchos años me toman por el gran ermitaño de la niebla, y ese tipo de juicios sumados a otros tantos factores que repudio de la conducta humana, son los que me llevan a cerrar los ojos durante la mayor parte del día... pues es la mejor forma de sentir fielmente a las personas de mi alrededor, y dejar de ver toda la basura conglomerada en la que se está convirtiendo el mundo, no hay más que ver estas ilusiones tuyas, por lo que espero que quede claro que me mantengo al margen ante cualquier trifulca de egos que pueda haber ahí dentro -

Quizá esta podría ser una de mis primeras condiciones para recalar en el grupo, y aunque no pretendía dar ya tan pronto mi brazo a conocer, escucharía de la boca del chico las respuestas a esa serie de preguntas básicas acerca de Kakusei, pues aunque el sistema del mundo y los objetivos de esta fueran determinantes para la realidad que conocemos, no estaba dispuesto a rebajarme a colaborar con una banda que no represente mis haceres o me haga ser algo que no soy, por mucho que pudiéramos conectar con la visión que querríamos del mundo.
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Kaito, escuchando atentamente las inquietudes y condiciones de Fujitora, mantenía la seriedad en su expresión. La pregunta directa del espadachín ciego requería una respuesta igual de clara y directa. Ante las dudas planteadas, Kaito inhaló profundamente antes de comenzar a hablar.

— Fujitora, entiendo tu cautela y tu necesidad de respuestas concretas. Yo no te veo como un simple peón y puedo hablar en nombre de Kakusei que ellos tampoco te consideran como alguien a quien manipular en nuestros planes, sino como alguien cuya participación podría fortalecer la causa. En cuanto a por qué tú, es porque tus habilidades y tu perspectiva son valiosas. No buscamos que te conviertas en algo que no eres, sino que compartas tus dones y experiencias para contribuir al cambio. A decir verdad, yo no fui el encargado de seleccionarte; ese fue el trabajo de Rhooh, quien por tú expresión imagino que ya conoces, pero pedí venir yo personalmente porque tener a alguien que, para mí, ha demostrado tu pericia es algo invaluable —explicó Kaito, eligiendo sus palabras con cuidado para resaltar la apreciación y respeto que tenían hacia Fujitora.

Luego, respecto a las condiciones y la libertad, Kaito asintió.

— Entendemos y respetamos tu necesidad de mantener tu autonomía. Kakusei no busca imponer reglas draconianas. Reconocemos la diversidad de nuestras filas y, siempre que tus acciones no vayan en contra de los principios fundamentales de la organización, tendrás la libertad que necesitas para seguir tu camino personal. Más aún, tendrás una mano amiga en caso de necesitarla de cada shinobi que forma parte de nuestro círculo. La colaboración mutua es la base de nuestro éxito —aseguró, transmitiendo la flexibilidad y apoyo de Kakusei ante las diferentes formas de contribución.

La pregunta sobre la ubicación y los miembros de Kakusei también fue abordada con sinceridad.

— Kakusei opera en las sombras y tenemos diversos puntos de reunión, aunque entenderás que no puedo revelarte su ubicación específica hasta que aceptes o no unirte a nosotros. Nuestros miembros son variados, provenientes de diferentes regiones y con habilidades diversas. La inconformidad con el sistema actual crece en cada rincón del vasto mundo. La diversidad es nuestra fortaleza. No buscamos cambiar quién eres, sino trabajar juntos para cambiar el mundo —explicó Kaito, compartiendo información sin comprometer la seguridad de la organización.

— Comprendemos tu necesidad de mantener cierto hermetismo, Fujitora. Tu privacidad será respetada, y la participación que elijas tener dentro de Kakusei será a tu propio ritmo y bajo tus condiciones. No buscamos forzarte a algo con lo que no te sientas cómodo. Queremos que esta sea una colaboración mutua, en la que ambas partes encuentren beneficio. La invitación es para que aportes con tu habilidad única al cambio que buscamos. Tu espada podría ser un catalizador para la transformación que ansiamos —concluyó Kaito, buscando transmitir la apertura y respeto que Kakusei tenía hacia sus posibles miembros.

Ahora, el destino de la conversación estaba en manos de Fujitora, y Kaito aguardaba, respetuoso, para conocer la decisión del experimentado espadachín.
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Una de las cosas por las que aún continuaba escuchando atentamente al joven, era por qué el mismo transmitía una tremenda capacidad comunicativa para obrar bien con su cometido, en el cual yo parecía estar incluido. Notaba como palabra por palabra, Kaito escogía un discurso medido a la perfección, y tal era su manejo que mi interés en conocer más acerca de la organización Kakusei se acrecentaba, y tras sus respuestas, evaluaba diferentes situaciones y escenarios relacionados al contexto de la respuesta.

- Que tanto podría también beneficiarme yo de todo esto... todo sea por ellos, quizá contactar con gente tan preparada me ayudaría a ahondar sobre que ocurrió con el clan... -

Me dije sin evitar tampoco perder la atención en la contestación del joven, que iría asintiendo con la cabeza y respondiendo en función de cada una de sus respuestas a mis consultas anteriores.

- Siempre es grato saber que tienes valor en un grupo, y que tu función es útil para el cometido común... aunque me cuesta creer que no haya ahí a fuera gente con un mayor potencial que yo para compartir mi perspectiva o aportar con mis habilidades o mis dones como dices -

Hice una leve pausa para tomar de nuevo un sorbo del té hasta acabarlo, a la par que seguía escuchando al chico peliazul a que acabase de responderme del todo sin interrumpirle, relamí los labios mientras deposité la taza sobre la mesa y acto seguido volví a tomar la palabra tras su fin.

- Si te soy sincero, me inquieta la situación esta, además de la organización y sus propósitos Kaito, creo que eres lo suficientemente perspicaz como para darte cuenta de que abordarme aquí de esta manera, bajo el contexto que me expones y tras el método que se ha utilizado, resulte algo extraño, pero he de decir... que por medio de cierto pacto que tiempo atrás me juré, abrirme en sociedad es quizá aceptar y coger este tipo de trenes, que solo suelen pasar una vez -

Llevé una de mis manos hasta la barbilla para calcular de nuevo mis siguientes palabras, sintiéndose como una pausa dubitativa que invitaba a la reflexión con uno mismo, por lo que colmado de curiosidad y regido por aquel recuerdo de los tambores de la liberación que brotaron de mí meses atrás, volví a la conversación para transmitirle a Kaito un veredicto.

- Por mi naturaleza, admito que no estoy íntegramente seguro de esto, pero acepto esta mano que me tiendes, o más bien que me tendéis para colaborar en vuestra obra, y aunque tenga asuntos personales que también debo de atender, podéis contar conmigo y con Teitoku para el cometido que nos arropa, pues también es algo que coincide con mis ideales -

Acaricié en vértice de Teitoku mientras observaba su cuidada superficie, del blanco hueso que la caracterizaba y con un tacto que pocos sabían sobre su placer al palparlo, pues tampoco es que estuviera al alcance de muchos poder tocar huesos todos los días, o al menos lo suponía.

- Supongo que hemos avanzado hacia el siguiente punto, tenemos un acuerdo verbal aunque no está formalizado, ¿Cuál es el siguiente paso? -

Le pregunté a Kaito, esperando una respuesta sobre como proceder respecto al tema de mi afiliación con Kakusei, lo cual desconocía, o si por el contrario, debía de aportar información extra una vez accediera a esta especie de solicitud de ingreso.
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Última modificación: 06-02-2024, 09:56 PM por Kaito.
Kaito escuchó atentamente las palabras de Fujitora mientras evaluaba la situación y el tono de su voz. Era consciente de que la propuesta de unirse a Kakusei podría resultar desconcertante, especialmente dadas las circunstancias y la falta de información detallada. Sin embargo, Kaito había aprendido a leer entre líneas y entendía la cautela del hombre frente a él.

— Comprendo tus reservas, Fujitora. Es natural cuestionar una oferta como esta, y aprecio tu honestidad —respondió Kaito con tranquilidad, manteniendo una expresión serena mientras sus ojos azules se encontraban con los de Fujitora.

El joven shinobi se inclinó ligeramente como gesto de respeto hacia el samurái y continuó: — En cuanto a tu inquietud sobre tu utilidad y potencial, te aseguro que cada miembro de Kakusei aporta habilidades únicas y perspectivas valiosas. No subestimamos el valor de la diversidad en nuestras filas. La fortaleza de nuestra organización radica en la combinación de talentos individuales que se unen para alcanzar objetivos comunes.

Antes de que Fujitora pudiera responder, Kaito se sumió en un momento de reflexión, recogiendo la esencia de las palabras del samurái. La decisión de unirse a Kakusei no era algo que debía tomarse a la ligera, y Kaito respetaba la cautela de Fujitora.

El peliazul mantuvo su compostura, radiando una serenidad que inspiraba confianza. Estaba consciente de que la aceptación de unirse a una organización clandestina no era algo que se tomara a la ligera., Kaito esperaba que Fujitora pudiera ver más allá de las incertidumbres y considerar la posibilidad de contribuir con sus habilidades a la causa de Kakusei. Con un asentimiento respetuoso, Kaito reconoció la aceptación de Fujitora para unirse a Kakusei. Las palabras del samurái resonaron en el aire, y el peliazul expresó su comprensión hacia los asuntos personales que podrían requerir la atención de Fujitora fuera de los límites de la organización. — Tu disposición para unirte a nosotros es apreciada, Fujitora-san. Entendemos que cada individuo tiene sus compromisos personales y respetamos esa dualidad. La flexibilidad es clave, y confiamos en que encontrarás el equilibrio adecuado que se ajuste a tus necesidades y objetivos personales dentro de Kakusei.

Mientras mantenía un tono respetuoso, Kaito extrajo un pergamino especial, cuidadosamente lacrado con chakra, y lo entregó a Fujitora. — Este pergamino es confidencial y solo puede ser abierto por ti, requiere infundir tu chakra y en conjunto por otro miembro de Kakusei. Es clave para acceder a información vital sobre nuestra organización.

El peliazul desplegó su chakra con habilidad haciendo brillar un poco el pergamino en su mano para liberar el primer candado del pergamino y dejando el otro para ser abierto por fujitora pero antes de que Fujitora pudiera sumergirse completamente en su contenido, Kaito le advirtió con seriedad. — Dentro de este pergamino encontrarás detalles importantes sobre nuestra organización, incluida la ubicación actual de nuestra base y cómo acceder a ella. También hallarás información sobre los miembros, protocolos y misiones. Te sugiero que lo abras en un lugar privado y seguro.

La entrega del pergamino se llevó a cabo con solemnidad, y Kaito, con una inclinación de cabeza, expresó su bienvenida oficial a Fujitora a Kakusei. — Fujitora, bienvenido a Kakusei. Estamos ansiosos por trabajar contigo y compartir los ideales que nos unen. Si alguna vez tienes preguntas o necesitas orientación, no dudes en buscarme. Nos volveremos a encontrar pronto.

Con esas palabras, Kaito se retiró del lugar, dejando a Fujitora con el pergamino confidencial que contenía la llave a la información interna de Kakusei. La brisa suave mecía los alrededores, creando un momento de silenciosa reflexión para el recién llegado. La información sellada en el pergamino abría un camino hacia la comprensión más profunda de Kakusei y sus operaciones internas. Ahora, el samurái tenía la llave para desentrañar los secretos y compromisos de la organización, y Kaito confiaba en que Fujitora manejaría esa responsabilidad con la misma destreza con la que empuñaba su espada.


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