Me levanté de la cama rumbo al salón, pronto me enfundé mis ropas caseras para andar vestido pero cómodo, me dirigí hacia la cocina y encendí el fuego. Una infusión nocturna a veces era lo más reconfortante que un ser humano de a pie podría aspirar, y los que se creyeran que no lo fueran, es que aún no habrían probado los grandes placeres de la humildad. Con el agua burbujeando en el cazo que siempre solía tener preparado, la derramé en uno de los vasos de barro que tanto me gustaba usar para los tés, y brindando por mí allí de pie en la cocina, lo cogí calentito y lo llevé hasta la mesa del comedor para disfrutarlo en silencio. Con los codos apoyados en aquella mesa, alzaba mis brazos llevándome la infusión de jengibre, canela y regaliz hasta los labios, su dulzor natural era tan perfecto que dejaba un regusto en la boca conmovedor y grato. Relamiéndome los labios, labraba en mi cabeza recordando los múltiples sueños que se me repetían pero que al mismo tiempo era incapaz de recordar con claridad, ¿qué significaban todos ellos?
La conclusión se deshizo repasando todo lo que había logrado este tiempo atrás, había entrenado bastante, aprendido todo tipo de movimientos, estrategias y técnicas, no obstante, había una de entre todas que aunque sabía de sus efectos aún tenía en la recámara, el jutsu de invocación, Kuchiyose no Jutsu. En el silencio de aquel comedor, ejecuté una secuencia de sellos tras pellizcar con mis colmillos previamente las yemas de mis pulgares, con ello, estiré la mano izquierda y palpé la superficie de la mesa con sus dedos estirados. Una serie de símbolos negros comenzó a estirarse por la plana mesa, formando un círculo que tomó como epicentro la palma y unas líneas que se alargaban sincronizadamente, fue cuando de entre una pequeña nube de polvo apareció un ser medio metro más allá de mis dedos sobre la madera, una pequeña criatura.
Voleteaba mirándome algo descontrolado, con una mirada estupefacta, como si hubiera visto un ser como el que era él pero desde mi perspectiva. La situación era incluso cómica, ya que los dos no sabíamos como romper el hielo ante la semejante extrañeza que teníamos en frente respectivamente.
- Mmmm.... ¿hola?... ¿quién eres? -
- Mmmm si.... si... hola, pero ¿quién eres tu si se puede saber? -
- Yo pregunté primero, y estás en mi casa encima... ¿lo pillas? -
- Estoy aquí porque me has llamado idiota... si lo hubieras hecho en unas termas lo hubiera hecho allí... además de agradecértelo -
- ... -
- ... -
Silencio.
Más silencio.
- Esta bien... mi nombre es Fujitora... ¿que eres exactamente y porque tienes "alas"?
- Oh... Fujitora, dime Fujitora... ¿porque tu no tienes alas? -
- ..... bueno, soy un ser humano no debería de... -
- Aaaaahhhh claro, eres humano, yo soy un murciélago, ¿debería de tenerlas no?, ¿contesta eso a tu pregunta? -
Entrecerré los ojos, el bichillo ese era perspicaz y bastante conciso, empezaba a hacerme gracia.
- Bien murciélago y tu nombre cual... -
- Eeehhh... ¡esto está bien rico! ¿qué es? -
- ¿¡¿QU QUE QUEEEE?!! oyeee oyeee... y esas confianzas, esta es mi infusión, la hice para mí -
- ¿OOohh en serio?, ¿la hiciste tú?.... Mmmm ¿y si me haces una poca? ¿te importa?... -
- Aaaggg, ven anda... pero no me chupes más del vaso, este es mío ¿de acuerdo? y ten cuidado con esas uñas... o garras, no me rayes la mesa -
- Perdona marqués de la infusión nocturna.... no te preocupes, sé volar -
Desplacé la silla con el interior de las rodillas hacia atrás, quien era yo para negarme a dar una bebida caliente a alguien que lo necesitara, aunque ese alguien fuera un... un...
- Ya que estás y sigues aquí... ¿tu nombre entonces? -
- Aaaah, eres bastante persistente... Okin, me llamo Okin, y ahora hazme de eso Fujitora, ¿se tarda mucho? -
- La paciencia es la madre de la ciencia, y la buena cocina tiene mucho de eso, aguarda y lo disfrutarás más -
Le indiqué a Okin, la criatura revoloteaba sobre mi nuca, acercándose a ver como machacaba los ingredientes en el mortero, para luego saltearlos en seco en una plancha de hierro que tenía y utilizaba para ello. El pequeño ser era curioso, preguntaba mucho en un tono cómico, pues su tono de voz, rasgado y agudo producía una ligera sonrisa por mínima que fuera, llegó hasta tal punto su labia, que empecé a pensar que el muy cabrito lo utilizaba a propósito. Al cabo de unos momentos, derramé en un pequeño cuento abierto el agua casi a punto de ebullición y una bolsa de papel donde metí la mezcla.
- Debes de esperar unos minutos, si no no estará lista y no te sabrá igual que la mía, además.... puedes quemarte, está recien echada el agua -
Le dije mientras volvía a la mesa, depositando el cuenco en su centro. El pobre estaba deseoso por probarla, pero era bien cierto que esa agua que estaba infusionándose aún guardaba mucha calor, y no sería del todo grato darle siquiera un simple sorbito. Al cabo de unos minutos le destapé el plato que lo tapaba, y un aroma le hizo cerrar los ojos y dibujar un gesto de satisfacción, me resultaba bastante entrañable ver que disfrutase tanto de algo tan simple pero a la vez tan reconfortante. La empezó a consumir bebiéndola de forma muy graciosa con su lengua, recogiendo con ella lo que podía, pero era cierto que cada sorbo le brindaban unos ojos brillosos de puro disfrute.
- Oye Fujitora... -
Seguía bebiendo, hablando entrecortadamente.
- Es redundante supongo pero... hagamos un pacto AJAJAJAJAJAA, necesito más de esto... y creo que a los demás también les puede gustar pero... -
- ¿Los demás? -
Hizo de nuevo otra pausa para beber, casi había consumido el cuenco.
- Si mira... si me demuestras como dormimos los murciélagos, te hago partícipe de esto -
- ¿Cómo como como?... -
Y desde una de sus patas apareció un pergamino que abrió a lo largo de la mesa, parándose justo a su borde. Un pequeño espacio en blanco aguardaba justo en su final, pero no pude leer todo el contenido al completo cuando Okin volvió a llamar mi atención.
- Ey ey ey... eso luego si lo haces bien... venga, ¿se te ocurre algo? -
- Oh vamos jajajjaa ¿en serio? -
Dije con resignación, dudando unos segundos hasta que algo se me ocurrión, aunque sin estar cien por cien seguro. Pero di con parsimonia media vuelta y me dirigí hacia la pared, con decisión, apoyé la planta del pie derecho en ella, y posteriormente el izquierdo, cambiando la verticalidad natural de mi cuerpo mientras iba andando sobre esta. Iba dando pasos lentos hasta entrar en el techo, Okin me perseguía con una mirada de aprobación, parecía que empezaba a pillar en lo que había pensado y la colmaba de satisfacción.
- Bueno, supongo que dormís así ¿no? -
- Jajajjajaja... me ha resultado creativo, baja de ahí anda -
- Dime en serio, ahora que tengo ocasión, ¿por qué dormís así? -
Le pregunté de buen rollo, bajando de ahí basculando mi cuerpo para caer sobre el suelo con las piernas flexionadas y no partirme la cabeza contra este. Me acerqué ahora si con curiosidad hacia la mesa, colocándome frente al pergamino y apoyando mis brazos alrededor de este. El muy cabrito de Okin, aprovecho mi guardia baja mientras leía aquello para que con una de sus uñas reabrirme la herida del pulgar izquierdo.
- ¡Ouch mierda!... ¿me puedes decir a que vino eso? -
- Si verás.... tienes que firmar ahí abajo en el hueco, esto es un vínculo entre tu y yo de momento y... bueno, todo el texto extra que ves es verdadera paja, algunas clausulas, patatín y patatán.... pero a resumidas cuentas lo que te he dicho, y creeme, no te arreptentirás -
- De momento si que lo estoy haciendo, soy diestro encima... para que lo sepas -
Firmé malamente aquel pergamino con el pulgar izquierdo aprovechando la sangre que salía, no estaba muy contento con la firma cuando, para más inri, Okin se explayó reseñándomelo.
- Verdadera basura de firma eh... capaz soy de traerte otro para que lo hagas con tu mano buena, pero supongo que servirá -
- Ni en broma, deja ya mis pulgares... eso debe de ser suficiente ¿y ahora qué? -
- Si verás... ahora esto lo tienen que ver moderadores y que den el visto bueno como yo se lo di a tu infusión, pero creeme, todo irá bien y además... no podría resistirme a volver para probar más de tu infu -
- Ohh entiendo, ¿pero quién tiene que ver eso? -
- Nah... si todo va bien, no tardarás en saberlo... ¡no seas impaciente!... Ejem ejem... Ahora yo debo de irme Fujitora, ha sido un placer conocerte, ¡seguro que volveremos a vernos! -
Y sin mediar con una respuesta de mi parte, Okin el murcielaguillo se esfumó tal y como vino, dejando una pequeña cortina de humo. Yo me quedé como una estatua sobre la mesa, extrañado y en silencio, replanteándome si todo aquello había sido real o parte de un sueño la mar de extraño. Ah sueño, hablando de sueño. Había recordado que era todo aquello con lo que había soñado, y eran murciélagos, ¿casualidad?, las coincidencias no surgen por que sí, el destino las forja porque tiene un capricho con ellas.
~ Narro ~ Hablo ~ Pienso ~