Desenvainando a la antigua usanza. [Ft. Kenju Issei]
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Mi noción como shinobi poco a poco iba cogiendo cuerpo con el paso de los días, días en los que pretendía abrirme a un mundo inexplorado, abrirme a mí mismo en canal, sacrificando a todos esos viejos fantasmas autoimpuestos que oprimían mi liberación, una liberación que explotó imparable como la gran tormenta que azotaba mi ser con sus tambores, los tambores de la liberación.

Esa mañana amanecí cuando ni el mismo sol comenzaba a irradiar claridad por las calles de Kiri, aún enfundada en la perpetua niebla de la que se caracterizaba, pero que con el astro en su punto álgido parecía volverse habitable y menos húmeda. Salí de casa con una idea fija en mente, interiormente estaba serio y motivado, pues llevaba tiempo retrasando algo tan fundamental como era el hecho de probarse así mismo para algo. Mis pasos avanzaban contundentes sobre la tierra fresca de un suelo plagado de pequeños charcos, cruzando la calle principal de la zona residencial de la villa, en la que mi presencia morada se alzaba como referencia frente a los primeros hombres que saldrían a ganarse el jornal y algún que otro borracho dormido y postrado en la pared, un contraste duro. Continuaba mi marcha, decidida y con la barbilla enterrada en mi manto para apreciar el calor de mi vaho, mis ojos fijos y clavados al final de cada esquina que doblaba para salir de la zona, finalmente divisaron un claro que se situaba fuera del perímetro de edificios y daba paso a un pequeño bosque denso, como si fuera el vestíbulo de una gran casa natural.

- Este debe ser el sitio, vamos -

Musité frente al claro, pues era el lugar en el que hace 2 días talé aquel árbol junto con Sanks el leñador, para su negocio de carbón vegetal, y me pareció un sitio tranquilo y óptimo para desempeñar y conocer hasta donde llegaba en esos momentos. Firmemente me internaba hacia el espacio, la fina hierva mojaba con su rocío mis pies desnudos, pues los geta que portaba como calzado bien podían ser óptimos para mi día a día, pero no me quitaban del relente del verde pasto. 

Aun así, avancé hasta el bosque donde la primera fila de árboles se alzaba densa y envolvente, como un cordón protector que separa lo corrompido de lo virgen, por mi mente iba procesando los múltiples escenarios ficticios con los que comenzar mi ejercicio, a la par que caminaba hacia un tronco grueso que se alzaba entre tantos e iba apartando algunas ramas caídas del suelo. Si la humedad entre los edificios de antes era intratable, la de aquella zona era superior, además de que la niebla de aquel bosque hasta se podía agarrar por lo densa que era.

- Va a ser aquí, espero recordar como se hacía esto -

Mis palabras fueron acompañadas de una leve extensión hacia abajo de mi brazo derecho, donde interiormente nacía desde el húmero una espada que se deslizaba por el antebrazo, cayendo hasta la mano por dentro de la holgada manda de la yukata. Una espada blanca de hueso, de un filo lateral que centelleaba con su pálido tono. La empuñé al principio con fiereza, levantándola hasta quedarla a la altura de mis ojos en horizontal con el brazo extendido al 100%, mis pupilas medían cada pulgada de aquel arma emergida de mi ser, para posteriormente focalizar el árbol que me serviría de blanco para la primera toma de contacto. Corrí, y cambié de agarrar el mango del arma con dureza a un tacto más liviano para manipularla sin trabas, con el filo hacia atrás pegado al codo, y con ello, asesté una estocada a media altura contra la corteza, marcando con un haz semicircular un recorrido veloz.

- ... -

Me quedé en esa posición, fijo, con la espada mordiendo la sabia de aquel árbol. Pensativo, cerré los ojos y buscaba formas de conocerme con esa espada blanca, que tipo de pasos, movimientos, ataques podrían proliferar entre ella y yo.

- No es mucho, pero es un inicio -


BUKI NO KAGUYA

Chakra: 163/183
[Imagen: 20231127_013118.gif?ex=664f3727&is=664de...813aae68f&]

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