Legado [Kin]
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13 de Septiembre 15 D.K.
17:30

Primavera en el hogar, no hay nada y, sin embargo, hay de todo.


Todo parecía inmutable, como siempre, pero algo había cambiado. Seguía sin saber quien era en realidad ni tampoco tenía demasiado información sobre su “otra vida”, no obstante, aunque los fantasmas del pasado se esforzasen en intentar atormentarlo tenía la mirada puesta en un futuro esperanzador, en el cual cumpliría todos y cada uno de sus más profundos anhelos, solo necesitaba una cosa para eso: ambición.


Había heredado la residencia que había pertenecido a sus supuestos progenitores y, aunque no tuviese ningún tipo de recuerdo de ellos ni de las vivencias familiares en aquel lugar era reconfortante saber que al menos el tenía un techo bajo el que vivir, a diferencia de muchos otros desafortunados que tenían que subsistir a la intemperie. Le había sido legada la mansión familiar, una estructura que mezclaba cuasi a la perfección un estilo arquitectónico moderno y tradicional, de aspecto minimalista. Se trataba de una vivienda de planta baja de perfil cuadrangular, con estancias que respetaban el equilibrio y la armonía, con el color negro y el blanco predominantes sobre algún que otro toque de algún color sobrio y la presencia de decoración siguiendo el modelo feng shui. También contaba con un patio interior en el que solía entrenar o meditar, el cual tenía un cerezo en el centro, para aportarle un extra de paz y tranquilidad.


En aquel preciso instante estaba realizando un entrenamiento enfocado a mejorar su físico cuando escuchó un ruido sordo que provenía de la puerta que comunicaba con la calle. Entornó los ojos y soltó una blasfemia acompañada de una mueca de desagrado a la par que caminaba sin demasiada prisa pero sin pausa hacia la entrada para comprobar quien o que había osado perturbar su pequeño momento de paz.
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Un nuevo día de patrullaje para nuestro Uchiha protagonista, en estos meses, el usuario del Sharingan había estado saliendo a menudo de la aldea oculta del País del Fuego, Konohagakure, su aldea natal. Esto debido a que se encontraba entrenando y viajando por el País de las Aguas Termales, el País del Agua y el País de la Tierra, todo en pos de volverse más fuerte y ayudar con su granito de arena a derrocar al Imperio que tanto daño a hecho a los civiles en general, pero más a todos aquellos que no compartan sus pensamientos e ideales.

En su misión de patrullaje por la villa, se le encomendó también encargarse de realizar un pequeño censo de población en las zonas que patrullaría en unos instantes, un censo normal, común y corriente como cualquier otro, simplemente para saber la cantidad de gente en las zonas de Konohagakure. El Uchiha sin perder ni un minuto más, se puso manos a la obra con la misión que se le fue encomendada.

Caminó por todas las calles de su zona de patrullaje, tocando en las puertas de las casas levemente con su puño para después comenzar a hacer algunas preguntas a los propietarios de las casas o sus residentes, ya que no siempre eran los dueños de aquellas estructuras adaptadas para la comodidad de sus huéspedes. Su misión comenzó un poco tarde de la mañana, pero aun así fue rápido y no tardó demasiado, debido a que también hizo algo de “trampa” al realizar clones que le ayudaran.

Ya por eso de las 17 horas, visitó una de las casas más grandes y bonitas de esa calle, una casa que según decían los vecinos, solo habían visto a un chico joven vivir allí, pues nadie más salía o entraba a esa casa, pero esto no fue impedimento para que el Uchiha se plantara frente a los portones de madera que daban ingreso al recinto, levantó su mano y tocó la puerta ligeramente esperando una respuesta.

- Buenas Tardes chico, mi nombre es Kin, y esta es la zona de mi misión de patrullaje, además estoy realizando un censo de población, ¿cuántos viven aquí y porqué tanto misterio en torno a ti eh? -

Serían las palabras del Uchiha una vez el chico abriera la puerta de su hogar para atender a Kin, quien sólo cumplía con las órdenes que se le habían dado desde la oficina encargada de regular las misiones de todos los Shinobis de Konohagakure
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Abrió la puerta que conducía al exterior de par en par. La persona que había osado interrumpir su pequeño momento de paz se trataba de un chico que, a juzgar por su indumentaria y por el protector frontal con el símbolo de la villa, era un ninja en activo.

Mantuvo su mirada fija en el susodicho, con una expresión neutra, en un intento de analizarlo de forma detenida en unos pocos segundos que parecieron minutos. Era bastante alto y su complexión era atlética, su forma física no tenía nada que envidiar a la de Shin. Su pelo era largo y de color negro, con sutiles reflejos de tono azul que solo eran perceptibles si uno se fijaba lo suficiente. Sus ojos eran de un particular color naranja y, por alguna razón desconocida, llevaba uno de oculto. También reparó en la presencia del símbolo del clan Uchiha bordado cerca de su hombro izquierdo, aquel linaje legendario alrededor del cual giraban tantas historias y leyendas. A primera vista, daba la impresión de ser un tipo de persona con el que no fuese conveniente tener problemas.

Mi nombre es Shin, no chico... —respondió tajante, con cara de pocos amigos.

Desconocía las razones que giraban entorno a aquella repentina e inoportuna visita, pero había logrado romper su pequeño momento de paz y ponerle de mal humor. La forma de presentarse en su domicilio y su manera de dirigirse a él había dejado una muy mala impresión en el habitante que allí residía, quien se lo había tomado bastante mal. Quizás los tiempos estuviesen cambiando, pero esperaba que no tanto como hasta el punto en el que se hubiesen perdido la educación y los modales. No estaba dispuesto a iniciar un conflicto innecesario ni a comportarse de la misma manera irrespetuosa que aquel individuo. Quizás tuviese una lección de clase y de buen hacer.

Será mejor que hablemos dentro —sugirió con un ademán, señalando hacia el interior de la vivienda—. Por favor, adelante.
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El joven aspirante a espadachín sería recibido por un chico de cabellos largos atados, su protector frontal justo cubriendo su frente y una mirada peculiar, fría y calculadora, y su principal característica, ojos blancos, o más bien, como un color similar al de una perla, Kin abrió un poco más sus párpados, sorprendido pues hasta ese momento, no había hablado con ningún integrante de uno de los Clanes más poderosos de Konohagakure No Sato, el tan respetado Clan Hyuga

(Que mal genio tiene este chico Hyuga… pero… es la primera vez que hablo con uno…)

Pensó Kin antes de recibir el nombre del chico, Shin, para después ser invitado a pasar a la hermosa y enorme residencial del joven Hyuga. Kin asintió con la cabeza mientras hacía una pequeña reverencia hacía el chico y comenzaba a ingresar a la mansión. Lo primero que notó fue el bello árbol de cerezo ubicado en el centro del patio principal, con algunos pétalos cayendo producto de la fuerza del aire y a sus alrededores, yacían ya algunos pétalos caídos en el suelo

- Bonita casa Shin… es más grande que la mía, muchísimo más grande… -

Dijo el Uchiha aun admirando la bonita residencia del joven Shin, Kin suspiró y se giró para ver al chico a los ojos, la mirada ámbar del Uchiha demostraba seguridad y de cierta forma, confianza

- Como te decía, estaba patrullando esta zona, y también realizaba un pequeño censo de la ruta, pero tu casa me llamó la atención y más porqué los vecinos indican cierto misterio en torno a ti… -

El Uchiha estaba intrigado por el aura misteriosa que rodeaba a Shin, mientras realizaba el censo, muchos de los aldeanos de Konohagakure le habían comentado sobre la misteriosa propiedad de Shin y como el chico parecía no estar mucho a la vista de las personas siendo visto solo en pocas ocasiones fuera de la mansión
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Última modificación: 19-12-2023, 01:23 PM por Shin.
La conversación continuó en el interior del domicilio del Hyuga, lejos de miradas y oídos indiscretos. Fue entonces cuando aquel sujeto desconocido se mostró un comportamiento educado y cortés, lo que provocó una reacción similar en el anfitrión, dando lugar a que se respirase una atmósfera mucho menos pesada.

Llevo viviendo aquí desde hace mucho tiempo, no comprendo muy bien a que tipo de misterio se refieren mis vecinos...

Sabía perfectamente por donde iban los tiros. Había intentado mantener un perfil bajo durante todos aquellos años, pero no había podido evitar la propagación de rumores y suposiciones entorno a su persona. Al menos, estaba completamente seguro de que nadie tenía pruebas de los crímenes que había perpetuado en el pasado y, aunque así fuese, había pasado el tiempo suficiente como para que hubiesen caído en el olvido y pudiese escapar de las garras de la justicia impugne. El pasado había quedado atrás, no estaba dispuesto a tolerar que los fantasmas de su anterior vida le siguiesen persiguiendo toda la vida.

Soy un ninja de la Villa Oculta de la Hoja. Me gusta llevar una vida tranquila y ordenada, cumplir con mi trabajo sin presentar ningún tipo de queja u objeción y pasar mi tiempo libre en soledad y, en ocasiones, en la naturaleza. Si todo ello hace que mis vecinos consideren que gira cierto misterio en torno a mí porque no pierdo mi valioso tiempo en explicar todas y cada una de las cosas que hago entonces me declaro culpable — explicó mostrando una expresión tranquila en todo momento — Por favor, ponte cómodo, como si estuvieses en tu casa. ¿Quieres tomar algo?
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Kin escuchó atentamente la explicación del chico de los ojos blancos sobre el misterio que envolvía a su persona y sobre los rumores que decían el resto de aldeanos sobre el Hyuga. Kin no era mucho de hacer caso a los rumores y suposiciones, prefiere atenerse a algo más sólido y comprobado pero como todo buen chico de su edad, su curiosidad lo invadía y le decía que al menos tenía que hacer mención de los rumores al Hyuga, solo para ver que decía el y saciar su curiosidad

- Básicamente, tus vecinos dicen que eres un tipo misterioso y ¿raro?, pero yo no lo creo, y te entiendo, no tenemos porqué andar dando santo y seña de todo lo que hacemos solo para que no se propaguen rumores, y admiro tu amor por la aldea, a día de hoy, son pocos los Ninjas que realmente le tienen afecto a su aldea y darían su vida por ella -

Las palabras de Shin le hicieron entender al Uchiha eso, que el Hyuga amaba a la Aldea y por eso cumplía con su trabajo a pie de la letra, y él… se sintió identificado después de todo, su objetivo al convertirse en Ninja era proteger Konohagakure y librarla de lo que el llama “Corrupción Imperial”. Kin suspiró y asintió con la cabeza ante su ofrecimiento de beber algo

- Creo que podríamos tener una buena conversación, ¿Qué tienes de beber?, no soy mucho de tomar alcohol pero hoy podría hacer una excepción -

Una sonrisa se dibujaba en el rostro del joven Uchiha mientras daba algunos pasos de lado a lado, aún admirado por la infraestructura del hogar de Shin, esperando la respuesta del chico Hyuga…
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No fue difícil hacer entrar en razón al invitado, por suerte para él había abandonado su inoportuna curiosidad. Por otra parte, estaba el problema con sus vecinos, quienes se esforzaban más en entrometerse en su vida que en preocuparse por las suyas propias, con el cual tendría que lidiar tarde o temprano. Debía actuar con cuidado para no levantar sospechas y, lo mejor, era no revelar demasiada información a aquel chico.

Amo a la aldea y considero parte de mi familia a todos sus habitantes —mintió sin inmutarse, con un semblante impasible —. Motivo por el cual me duele piensen eso de mí...

Tras tantos años dedicándose a todo tipo de actividades de dudosa naturaleza y de haberse relacionado con personas de diversa índole, había desarrollado una habilidad casi innata para el subterfugio y la elocuencia. Sabía que la información era poder y que muchas veces las cosas se podían decantar a favor o en contra de cualquier persona tan solo por el tipo de palabras que soltase o por el tipo de acciones que realizase. A fin de cuentas, para él la vida siempre había sido como un tablero de shogi, un lugar con piezas con diferentes atributos, en donde uno solo lograba ganar si hacía mejores movimientos que los demás, o si su capacidad estratégica era mejor.

Claro, será un placer charlar un poco, a fin de cuentas dispongo de algo de tiempo... —respondió con un tono neutro —. Tengo diferentes tipos de té, café, refrescos, leche de soja, aojiru, sake, shochu, hoppy, umeshu, happorshu y amazake.
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