No obstante, los gritos y el alboroto del interior de las instalaciones, esa atmósfera fiestera y llena de expectación, lograron encender el pulso de su corazón y entregarle una extraña sensación de emoción y necesidad de participar. Este era el famoso Coliseo Sabakugami, lugar de procesión para la juventud de cabeza caliente del continente, que no encuentra nada mejor que agarrarse a golpes para el circo de las masas. Similar a lo que hacía su difunto padre en los bares, ¿no? De tal palo, tal astilla.
La apariencia del errante, además de ser novedosa, también era más bien extraña. Era un tipo alto, misterioso, con ropas viejas y andrajosas, encapuchado, con ese abrigo largo remendado y sujetado con correas, cabellos largos y desordenados escapando para tomar algo de luz solar. Para su presentación como gladiador revelación, Tsuneo le indicó a los organizadores que su título sea, simplemente, "El Vagabundo", el cual asume, en su miseria aparentemente despectiva, su único factor de identidad para quien no tiene otro pasatiempo que caminar y beber, que no tiene techo ni familia.
Por supuesto, la audiencia tenía el entusiasmo correspondiente a un luchador que no conocen, ni tiene medallas o logros que presumir. Lo que había era más bien un curioso interés por qué mostraría el nebuloso personaje. La arena era una construcción rocosa, con algunos restos de arena propios de las polvaredas del ecosistema nacional.
Una vez presentado, el albino caminó hacia el centro de la arena. En sus manos tenía la tarjeta de empresa de un bar para nómades y una botella de leche de camello fermentada, a la cual le dio el último sorbo antes de dejarla a un costado. Parecía en extremo relajado y despreocupado, desconociendo las cualidades su futuro oponente.