Hizo una venia al conductor de aquel medio de transporte y posteriormente el hombre empezó a marcharse. Infló sus pulmones con algo de cansancio y posó sus orbes azules sobre los vigilantes del portón. Dio un medio giro, necesario para poder empezar a caminar en línea recta al puesto de control.
—Parece peligrosa…— dijo uno de los dos por lo bajo al otro, mientras que Kaname, sin ningún tipo de expresión en el rostro se acercaba a ellos.
—No pierdas los estribos, no demuestres lo tonto que eres tan rápido— replicó el otro sin poder evitar un leve sonrojo en sus mejillas. Entre tanto, la chica de cabello azabache había terminado por acercarse. —Bue…Buen día… CufCufCuf— tosió mientras su compañero veía el nerviosismo del otro.
—Disculpe señorita, mi amigo es un estúpido ¿la podemos ayudar en algo?— dijo el primero sin un ápice de nervios, sin poder evitar sentirse intimidado por la chica.
Acto seguido, Kaname extendería lo que parecía ser su registro shinobi a la cara de los otros. Impactado, el chico que se atrevió a hablarle recibió el documento y empezó a buscar la última salida del chico.
—Ka…Kaname Senju, hacía más de cinco años que no venías por acá…— se apresuró a actualizar el registro y posteriormente devolvió la identificación a la chica justo antes de dejarla pasar con un ademan en su diestra.
—Gracias— sonrió y de inmediato, la sonrisa se borró de su cara al tiempo que caminaba al interior de la aldea. —Que cambiado está esto, no recordaba que fuera así…— suspiró mientras pensaba —No puede ser, mi local de dulces ya no está… Ni el de licor. ¿Y ese que me mira quien es?¿Querrá pelea?— los pensamientos iban y venían mientras sus pies se hacían paso por la calle principal de Konoha.
Pronto, y sin darse cuenta, la Senju habría llegado al bosque de la muerte atravesando la aldea de punta a punta. De repente, una nube de humo de la nada aparecería frente a ella.
—Así que es cierto, ¡la enana ha vuelto!— dijo un chico de cabellos castaños pegado a la rama de un árbol boca abajo y viendo invertida a la fémina.
—Esta enana no está para juegos, Mat, pronto iré a casa…— esbozó una sonrisa. Justo en ese entonces, el chico se abalanzó hacia ella y con un fuerte abrazo correspondido sonreiría —Me alegra que estés de regreso, te veo al rato.— Se despegó despacio, limpió sus lágrimas y acto seguido hizo un sello que lo haría desaparecer nuevamente dejando de nuevo, una estela de humo en su lugar.
—…¿Tardarán en llegar?— pensó mientras se recostaba en uno de los árboles más grandes. En el mismo, sobre su cabeza, había tres letras: A-K-S. Aquel lugar parecía ser mucho más que un simple punto de encuentro. —Si, aquí prometimos vernos ve nuevo, aquí donde empezamos el camino ninja como jounnin de konoha… ¿Qué tanto habrán crecido? — continuó la conversación en sus adentros.