Entre la tenue niebla que cubría Kirigakure, Kenju Issei se encontraba inmerso en una sesión de entrenamiento. Una amplia explanada junto a un lago era su campo de batalla improvisado. Una suave brisa llevaba consigo el graznido ocasional de las aves, creando un ambiente sereno y enérgico a la vez.
Vestido en su chaleco táctico y capa negra, Issei empuñaba su espada con la destreza de un espadachín experimentado. Cada movimiento fluido era una danza de precisión y poder. Su arma trazaba líneas en el aire mientras él se desplazaba con agilidad por el terreno, evocando una sinfonía de acero resonante.
El sol se escurría entre la bruma para acariciar su piel, revelando la musculatura definida que se había forjado en años de entrenamiento arduo. Cada golpe era ejecutado con un propósito, cada paso un testimonio de su dedicación incansable. Pero no solo la espada era su herramienta; la dualidad de su arte se manifestaba cuando los cristales, unidos a su dominio del elemento, empezaban a formarse después de una tanda de sellos.
Sus manos en movimiento generaron pequeñas gemas cristalinas que brillaban bajo la luz solar. Issei concentró su chakra en ellas, manipulándolas con maestría para que tomaran forma. Pronto, esos cristales se fusionaron, moldeándose en una creación más grande y audaz. Un dragón de cristal rosa emergió ante él, sus relucientes escamas capturaban la luz en un juego de reflejos deslumbrantes.
Con un gesto imperceptible, el dragón de cristal cobró vida, serpeteando con un movimiento majestuoso. Se elevó en el aire con gracia, ascendiendo hacia el cielo mientras dejaba una estela de destellos. Issei siguió su trayectoria con una mirada satisfecha, observando cómo su creación dominaba el cielo por un breve instante.
![[Imagen: Captura_de_pantalla_2023-08-30_120118.png]](https://cdn.discordapp.com/attachments/1078621141494677594/1146384282907070525/Captura_de_pantalla_2023-08-30_120118.png)
El canto de las aves se entrelazaba con la escena, creando una sinfonía natural que acompañaba la exhibición de habilidades del espadachín. El dragón de cristal se convirtió en un punto de luz en lo alto, una estrella fugaz creada por su destreza.
Finalmente, cuando el dragón alcanzó su punto más alto, Issei canalizó el último fragmento de su chakra en él. El cristal resplandeció intensamente antes de estallar en un torrente de destellos. La lluvia de pequeñas gemas se esparció por el cielo, como un último acto de belleza antes de disiparse.
El Kenju observó el cielo durante un momento, su respiración era tranquila mientras el sol continuaba su ascenso en el horizonte. El elemento cristal había respondido a su llamado una vez más, manifestando su control absoluto sobre él. Sabía que esa demostración de poder era solo un indicio de lo que podía hacer.
Con una sonrisa sutil, Issei recuperó su aliento y dejó que su katana descansara a su lado. La brisa acariciaba su rostro, y el lago parecía contener un destello de aprobación. El guerrero sabía que cada día de entrenamiento lo acercaba más a su perfección, a la maestría completa que buscaba alcanzar.
Vestido en su chaleco táctico y capa negra, Issei empuñaba su espada con la destreza de un espadachín experimentado. Cada movimiento fluido era una danza de precisión y poder. Su arma trazaba líneas en el aire mientras él se desplazaba con agilidad por el terreno, evocando una sinfonía de acero resonante.
El sol se escurría entre la bruma para acariciar su piel, revelando la musculatura definida que se había forjado en años de entrenamiento arduo. Cada golpe era ejecutado con un propósito, cada paso un testimonio de su dedicación incansable. Pero no solo la espada era su herramienta; la dualidad de su arte se manifestaba cuando los cristales, unidos a su dominio del elemento, empezaban a formarse después de una tanda de sellos.
Sus manos en movimiento generaron pequeñas gemas cristalinas que brillaban bajo la luz solar. Issei concentró su chakra en ellas, manipulándolas con maestría para que tomaran forma. Pronto, esos cristales se fusionaron, moldeándose en una creación más grande y audaz. Un dragón de cristal rosa emergió ante él, sus relucientes escamas capturaban la luz en un juego de reflejos deslumbrantes.
Con un gesto imperceptible, el dragón de cristal cobró vida, serpeteando con un movimiento majestuoso. Se elevó en el aire con gracia, ascendiendo hacia el cielo mientras dejaba una estela de destellos. Issei siguió su trayectoria con una mirada satisfecha, observando cómo su creación dominaba el cielo por un breve instante.
El canto de las aves se entrelazaba con la escena, creando una sinfonía natural que acompañaba la exhibición de habilidades del espadachín. El dragón de cristal se convirtió en un punto de luz en lo alto, una estrella fugaz creada por su destreza.
Finalmente, cuando el dragón alcanzó su punto más alto, Issei canalizó el último fragmento de su chakra en él. El cristal resplandeció intensamente antes de estallar en un torrente de destellos. La lluvia de pequeñas gemas se esparció por el cielo, como un último acto de belleza antes de disiparse.
El Kenju observó el cielo durante un momento, su respiración era tranquila mientras el sol continuaba su ascenso en el horizonte. El elemento cristal había respondido a su llamado una vez más, manifestando su control absoluto sobre él. Sabía que esa demostración de poder era solo un indicio de lo que podía hacer.
Con una sonrisa sutil, Issei recuperó su aliento y dejó que su katana descansara a su lado. La brisa acariciaba su rostro, y el lago parecía contener un destello de aprobación. El guerrero sabía que cada día de entrenamiento lo acercaba más a su perfección, a la maestría completa que buscaba alcanzar.
![[Imagen: Picsart-24-05-21-23-42-52-195.jpg]](https://i.postimg.cc/jdrvJmVs/Picsart-24-05-21-23-42-52-195.jpg)