[Pasado] Antiguo maestro, nuevas enseñanzas
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Última modificación: 28-08-2023, 11:58 PM por Matteyo Miroku.
Hace algunos años...
La joven Matteyo fue enviada a Kirigakure tras el tratado que se firmo con la caída del Imperio del Rayo durante el proceso de restauración del País del Rayo. El país se encontraba aun en una profunda inestabilidad y se formaron los opositores al nuevo estatus, los partidarios de restaurar el imperio y los agitadores que querían socavar cualquier rastro de lo que alguna vez fue el imperio. Durante aquellos años el país estaba en una gran inestabilidad. 

Con el fin de mantener a la pequeña en un lugar más seguro, Matteyo fue enviada junto algunos otros niños al País del Agua para seguir con su educación y formación hasta que la situación en el Rayo se estabilizara. Era una medida algo apresurada pero muchos de esos niños ahora eran huérfanos tras la sexta guerra mundial ninja; por ende estaban bajo la tutela de algunos familiares cercanos, así que aquel peregrinaje era una buena oportunidad para librarse de las nuevas cargas por un tiempo.

Una vez llegados a Kirigakure algunos de los ninjas que tenían capacidad para manipular el ninjutsu eran educados en la academia. Allí Matteyo quedo junto algun otro niño a cargo de un maestro llamado Issei, contando ambos con una relación algo complicada dada la procedencia de la joven del Rayo, pero aun así ella se mostraba respetuosa como la habian criado hacia un instructor y él tenia vocación para la enseñanza y sabia trazar la línea entre lo personal y el deber.

Pero no pudo estar muchos años bajo ese tutelaje. Puesto que un nuevo cambio azoto al mundo entero y forzó a Matteyo a volver al País del Rayo. El nuevo gobierno de Kami-sama estaba dando inicio y toda aldea estaba en el punto de mira y bajo la amenaza de una batalla inminente. Los infantes fueron enviados de nuevo a sus hogares. El primer motivo fue que todas las naciones estaban en jaque, así que no habia lugar seguro. Y la segunda es que si la muerte nos deparaba a todos, por lo menos que murieran en sus tierras.

Escasos meses atrás...
Una joven sacerdotisa habia llegado a Kirigakure. Con paso firme y seguro camino por las calles de la aldea desprendiendo una elegancia y solemnidad natural con sus movimientos. No pasaba inadvertida por las calles aunque tampoco causaba un desentono tan grande como para generar algun tipo de disturbio o corrillo, solo era como una brisa que te hacia desviar la mirada por unos momentos cuanto pasaba junto a ti.

Los pasos de la muchacha la llevaron hasta las puertas de la academia ninja de Kirigakure, donde avanzo sin duda alguna entrando por la misma como si conociera bien el lugar, incluso por un momento deslizo su mano por la madera que formaba el marco de la entrada principal, como si estuviera nostálgica de ver aquello. Aunque claro estaba irrumpiendo de la nada en una institución, así que no tardo en aparecer alguien del personal de lugar para detenerla - Disculpe, vengo de visita, estoy buscando a Issei-sensei, seria tan amable de avisarle, por favor - La mujer sonreiría cálidamente al joven que vino a pararla - Si es necesario esperare fuera en la entrada - Aunque el hombre no tardo en disculparse diciendo que no es que la quisiera echar, pero que no podía dejar que cualquiera deambulara por la escuela y le ofreció a Matteyo aguardar en la sala de espera que habia un poco más adelante a que avisaran al instructor. Una sala destinada a las visitas que en ocasiones venían, generalmente padres. A lo que la joven accedió encantada dejándose guiar, aunque ya conocía el camino.
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Última modificación: 29-08-2023, 12:06 PM por Kenju Issei.
El sol del amanecer derramaba tonos cálidos y dorados sobre la aldea oculta de Kirigakure. En medio de la tranquilidad matinal, Kenju Issei se encontraba en la sala de profesores de la Academia Ninja. Sus ojos oscuros vagaban por los estudiantes que pasaban frente a la puerta, dirigíendose con diligencia hacia sus respectivas aulas. Una expresión melancólica acarició su rostro curtido por la experiencia, y sus pensamientos se hundieron en los recuerdos de su juventud.

Sus recuerdos revivieron los pupitres, el pizarrón y las paredes adornadas con pergaminos y retratos de antiguos Mizukages. La academia había sido su refugio durante su tiempo como estudiante, una época en la que su actitud desafiante y rebelde le había granjeado el apodo de "El Eterno". Un mote que, con el paso de los años, había quedado atrás. Le llevó años graduarse debido a su mala conducta y su falta de interés en las clases, pero finalmente lo logró, aunque aquellos recuerdos no dejaban de provocar una sonrisa nostálgica en él.

Sin embargo, sus pensamientos no quedaron anclados en la adolescencia. La mente de Issei viajó al presente, a su papel en el ejército imperialista y sus roles como interrogador y profesor. Había transformado su mediocre destreza en una prominente maestría, convirtiéndose en uno de los educadores más respetados. Sus métodos implacables habían moldeado a generaciones de ninjas, preparándolos para los rigores de su profesión.

Aunque los recuerdos de su vida pasada y presente eran poderosos, el amor y orgullo que sentía por su familia eclipsaban todo lo demás. Hacía unos ocho meses, había recibido la noticia del embarazo de su esposa, y la idea de ser padre nuevamente iluminaba su corazón con una mezcla de alegría y culpa. Mientras anticipaba el nacimiento de su sexta hija, también cargaba con el peso del daño que había infligido a su propia familia con sus decisiones pasadas.

En medio de sus reflexiones, una voz interrumpió su ensimismamiento. Un profesor se acercó a él, rompiendo su trance con un gesto respetuoso.

Issei, una kunoichi del Rayo ha preguntado por ti ─anunció el profesor─. Está esperando en la sala de espera.

Issei asintió con gratitud y se puso de pie, acomodando su chaleco táctico y su capa con capucha negra con precisión antes de dirigirse hacia la puerta. 

Navegó por los pasillos familiares de la Academia Ninja, reviviendo sus propios pasos de años atrás. Cada rincón susurraba los ecos de su formación. Mientras avanzaba, su mente tejió un tapiz de gratitud a los profesores que habían intentado guiarlo por el buen camino, incluso cuando él había sido un estudiante difícil de tratar.

Finalmente, llegó a la sala de espera, donde la kunoichi del Rayo lo esperaba. Ella podría ver una nueva cicatriz en el rostro del Kenju, una enorme que cubría prácticamente toda su mejilla izquierda. Issei frunció levemente el ceño al intentar reconocerla, sus ojos oscuros recorriendo sus rasgos con cautela. En el tejido de rostros que se había cruzado en su camino, aquel le resultaba vagamente familiar. Avanzó con paso seguro, manteniendo una expresión serena y dura mientras saludaba con un gesto de cabeza.

¿En qué puedo ayudarte? ─preguntó con voz profunda, resonando en la sala mientras se cruzaba de brazos con actitud firme y comprometida.
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Pasivas
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Matteyo espero alegremente en la sala de espera. Era un lugar que traía recuerdos, al fin y al cabo fueron casi dos años los que paso entre esas paredes. Recordaba a su yo con apenas 11 años entrando corriendo por este lugar para ir a las aulas porque aun no conocía bien la ciudad y llegaba tarde. De hecho no pudo evitar esbozar una sonrisa que casi acaba en carcajada cuando vio una mesa baja con la que una vez se tropezó por ir corriendo sin mirar. Eran buenos tiempos en verdad, habia llovido mucho desde entonces y todo el mundo era ahora muy diferente, al igual que ella misma, ya no era igual que aquella inocente joven que habia venido aquí intentando huir de las perdidas.

La presencia de un hombre rompió su introspección y recuerdos del pasado, solo para arrollarla con más recuerdos aun. El hombre apenas le hizo una pregunta sin presentarse, no habia necesidad para ello en verdad puesto que su rostro era casi idéntico; igual un poco más anguloso y con alguna leve arruga de expresión, pero por el resto no apreciaba diferencia alguna. Una oleada de recuerdos ahora si abordaban su pensamiento, clases con él, múltiples regañinas por no hacer bien las cosas, alguna cazada escaqueándose con algunos otros estudiantes de una que otra clase.

Entonces la joven sacerdotisa actuó por impulso poniendose en pie para lanzarse a rodear entre sus brazos el cuello de su maestro, procesándole un sincero abrazo muy eufórico presionando su pecho contra el del fornido instructor - ¡Issei-sensei, cuanto tiempo! - Quedaría la chica casi colgada de él por unos momentos producto del impulso y la euforia que procesaba en aquel momento hacia el recuentro del destino. Separándose momentos más tardes pero sin soltar la ropa del hombre por los hombros de forma inconsciente mientras le brindaba un leve espacio para que pudiera verla bien - ¿Me recuerda sensei? ¡Soy Matteyo, hará unos 10 años me instruyo! - La solemnidad y elegancia que la mujer habia desprendido por toda la ciudad a su paso, ahora se esfumaba mostrando una imagen más propicia de un cachorro muy contento y eufórico por volver a ver a sus dueños al llegar a casa - Sinceramente se le notan un poco los años sensei, debería cuidarse un poco más la piel que el aire de mar puede desgastar mucho - Cierto es que el viento marino curtía mucho la piel y los músculos de los rudos y fornidos marineros, en comparación a la que para Issei debió ser una mocosa más a la que enseño que ahora volvía tambien muy cambiada por el paso del tiempo.
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La melancolía que había atrapado a Issei se disipó ante las efusivas acciones de la kunoichi. Los ojos de la contraria brillaban con alegría y su abrazo lo sorprendió, evocando una sensación de familiaridad en medio del inexorable paso del tiempo. Reconoció a Matteyo en cuanto pronunció su nombre, una joven a la que había instruido durante un tiempo cuando aún era un profesor novato.

El abrazo los mantuvo en una suspensión de tiempo fugaz, como si un instante hubiera sido arrancado de la corriente del pasado. Issei la sostuvo, evitando que ella cayera al suelo mientras sus brazos rodeaban su figura con una firmeza reconfortante. Ella se aferraba con una energía contagiosa, como un recordatorio vívido de aquellos días compartidos. El entusiasmo en la voz de la muchacha arrancó recuerdos olvidados.

Matteyo, por supuesto que te recuerdo ─dijo con una sonrisa suave, permitiendo que sus dedos se aflojaran y ella recobrara su posición. La sorpresa inicial se transformó en una cálida bienvenida que se reflejó en su rostro, revelando que el reencuentro era más que bienvenido. Aunque Issei era conocido por su rigidez y seriedad, la emoción de reencontrarse con antiguos alumnos lo llenaba de satisfacción genuina. Saber que aquellos a los que había enseñado seguían vivos y bien era un alivio en medio del implacable telón de fondo shinobi.

Sus ojos oscuros rastrearon los cambios en ella, capturando cómo el tiempo había moldeado a la joven estudiante en la mujer segura y elegante que era ahora. Las menciones al viento marino y al paso del tiempo arrancaron una risa leve de Issei.

El viento marino puede ser implacable, eso es cierto ─admitió con una expresión divertida─. Pero sí, parece que el tiempo ha sido más benévolo contigo que conmigo. Has crecido y te has convertido en toda una mujer.

A medida que la efusividad del momento se calmaba, Issei retomó su postura firme y estoica, su semblante recuperando la seriedad característica. Las muestras de afecto no eran exactamente su zona de confort, pero se había dejado llevar momentáneamente por la emoción.

Es gratificante verte después de tanto tiempo ─añadió sinceramente─. Han pasado años desde nuestras lecciones en la academia. Pero aquí estamos, vivos y de nuevo frente a frente. ¿En qué puedo ayudarte hoy, Matteyo? ─reiteró, manteniendo la disposición de escuchar y asistir que siempre había caracterizado sus interacciones como maestro.
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El maestro mostraba una cierta mejora con los años hacia mostrarse un poco más empático y alegre cuando la situación lo merecía. Eso era posiblemente producto de haber sufrido mucho en estos últimos años y haber tenido varias perdidas en su vida. Mucha gente dice que aprendemos a valorar más lo que aun nos queda tras perder algo. Así que era probable que se alegrara de ver a una antigua alumna suya aun con vida.

- Muchas gracias, si la verdad es que no me quejo para nada - Diría mostrándose risueña con muy poca modestia tras recibir un cumplido sobre lo benévolo que habia sido el paso del tiempo con la joven Miroku. La verdad es que su trabajo le costo a la chica mantenerse en buena forma y cuidarse lo suficiente para lograr ser lo que ahora es, pero indudablemente por mucho que te esfuerces hay algunas cosas físicas que si no se tenia una predisposición genética para ello no se pueden conseguir entrenando o cuidándose. Bueno salvo algun henge furtivo, como se sabia que algunas mujeres de avanzada edad hacian para parecer más jovenes. 

Pero tocaba ir al grano, al fin y al cabo el maestro Issei debía ser alguien ocupado y tal vez tenia clase en cualquier momento próximo, así que la joven no quiso darle más rodeos - Pues sinceramente sensei, quiero pedirle que me ayude a terminar lo que empezó - Diría Matteyo con total seriedad y con un brillo en sus ojos que denotaban una chispa de ímpetu y emoción - Usted fue mi maestro en el ninjutsu cuando apenas comenzaba a descubrir aquel mundo, pero cuando la guerra estallo mientras el imperio comenzaba a formalizar el nuevo gobierno fui devuelta a Kumo dejando sus enseñanzas a medias y por desgracia durante estos últimos años en mi familia se centraron más en mi formación espiritual y sintoísta como sacerdotisa, pero... Tengo objetivos y ambiciones por las cuales necesito volverme más fuerte, quiero ser capaz de luchar y defender lo que aprecio y eso solo he podido hacerlo hasta ahora con los conocimientos que usted me transmitió - Matteyo habia dado unos pequeños pasos mientras soltaba aquella reflexión, girándose por unos momentos dando la espalda a su sensei, hasta que volvió a incorporarse hacia él mostrando un determinado rostro - ¡Sensei, necesito que me vuelva a entrenar!

Una declaración algo atrevida en el presente. Claramente Issei era alguien que vivía muy ocupado con su trabajo y labores como ninja. Y evidentemente Matteyo ya no podía ingresar en la academia de Kiri para ser instruida, a parte que por su cuenta unas nociones básicas habia desarrollado. Así que la idea seria literalmente ser instruida en unas clases particulares por el maestro. Evidentemente la joven ya contaba con la posibilidad de una negativa o de algun tipo de compensación por el tiempo que el maestro dedicaría a tal tarea en caso de aceptar. Pero Matteyo quería progresar en las artes ninja como fuera y quien mejor que su antiguo maestro para tal labor.
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La propuesta de Matteyo reverberó en el aire, como una declaración atrevida que desafiaba la rigidez de Issei. Sus ojos oscuros se mantuvieron fijos en ella mientras hablaba, capturando cada matiz de sus expresiones y gestos. La seriedad de su rostro apenas mostraba indicios de emoción, aunque en su interior había una mezcla de sorpresa y admiración por la determinación de su antigua alumna.

El Kenju escuchó atentamente cada palabra de la kunoich, observando cómo daba pequeños pasos y se giraba momentáneamente, como si estuviera ponderando cada sílaba que pronunciaba. Cuando finalmente se enfrentó a él con resolución, Issei no rompió su mirada directa. La petición era audaz, y la joven estaba claramente dispuesta a luchar por lo que quería.

Sin embargo, Issei no era conocido por ser condescendiente o por conceder deseos con facilidad. Su semblante permaneció imperturbable mientras absorbía las palabras de la sacerdotisa. La imagen de un hombre duro y serio se mantuvo intacta, y su aura de autoridad parecía palpable en el ambiente.

Tras un breve lapso de silencio, Issei finalmente habló, dejando que su voz profunda y serena resonara en la sala. Sus palabras eran medidas y cuidadosas, como si cada una estuviera siendo pesada con atención, antes de ser liberada en el espacio entre ellos.

Matteyo, has crecido y cambiado mucho desde aquellos días en la academia. Tu determinación es evidente, y tu petición no es algo que tome a la ligera ─comenzó, sus palabras fluyendo con una cadencia reflexiva mientras sus ojos oscuros mantenían su atención en la joven frente a él. La atmósfera en la sala parecía intensificarse con la gravedad de la conversación que se desarrollaba─. Sin embargo, también debes entender que mi tiempo está ocupado con responsabilidades como profesor y como shinobi del Imperio. Entrenar a alguien no es una tarea trivial y requiere dedicación, tiempo y esfuerzo de ambas partes.

Los brazos del Kenju se cruzaron sobre su pecho, gesto que parecía subrayar la seriedad de sus palabras.─. No obstante, si estás dispuesta a comprometerte seriamente y a enfrentar los desafíos que ello implica, podría considerar la posibilidad de entrenarte. Pero debes entender que no te lo pondré fácil. Mi entrenamiento es cruel, riguroso y exigente, y espero un nivel de dedicación y disciplina a la altura de mis estándares ─advirtió, su tono de voz adquiriendo un matiz de implacabilidad que enfatizaba sus palabras. La mirada de Issei permanecía fija en la joven, evaluándola con la intensidad de un instructor experimentado que buscaba la verdadera determinación en los ojos de su alumna─. Si aceptas, te entrenaré en mis momentos libres, pero no esperes un trato especial. Si decides que es lo que realmente quieres, demuéstralo con hechos, no con palabras.

La habitación parecía cargada de una tensión palpable, como si la decisión de Matteyo y la respuesta de Issei resonaran más allá de sus palabras, definiendo el rumbo de lo que estaba por venir. El espadachín, como un juez escrutador, continuó analizando a la joven con una intensidad que denotaba su enfoque en la situación.
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Conforme la sacerdotisa iba hablando el suspense se podía apreciar en el ambiente. Era una clara tensión producto del silencio que generaría tras acabar su petición la chica y dejando a un estoico maestro en completo silencio reflexionando sobre su petición lo cual hacia todo cada vez más intrigante teniendo a la joven con una gran ansia que se debía ver reflejada en sus ojos, al mismo tiempo con un poco de duda y temor de que la respuesta fuera un negativo directo. Hasta que el silencio en el lugar se rompió.

Pero sus primeras palabras fueron algo desalentadoras, indicando que el tiempo del que Issei-sensei disponía era algo escaso y valioso, con lo que no podía malgastarlo con alguien que no estuviera dispuesto a dedicarse completamente a la labor y la enseñanza. Era algo que barajaba cuando vino hasta ese lugar, esperaba que la respuesta fuera afirmativa, pero el viaje fue largo y contemplo todas las posibilidades, aunque habría sido inevitable hacer un berrinche.

Aunque fue fuerte y aguanto en lo que seguía escuchando las palabras de su maestro que iban transaccionando a un marco cada vez más esperanzador y positivo. La sacerdotisa estaba muy eufórica, casi ignorando por completo que su sensei indicaba que seria muy duro, estricto y severo con ella sin ningún trato especial o favoritita, pero el balance general habia sido positivo y la petición parecía abierta a ser aceptada.

- ¡Bien, eso es como un si!- Diría Matteyo saltando de la euforia dando algun giro sobre si misma de la emoción como si Issei ya hubiera aceptado la petición. De eso ultimo se daría cuenta unos momentos más tarde, parando aunque sin quitar la euforia de su rostro y volviendo a dirigirse hacia Issei - Ahh, si disculpe, por supuesto que estoy dispuesta a darlo todo y dedicarme totalmente a esto, es lo que quiero y busco, no habría venido desde el rayo esperando un trato favorable o pasar unos días relajada, quiero aprender todo - La determinación y la confianza en si misma de Matteyo eran desbordantes.

Seria entonces cuando la joven estiraría el brazo extendiendo el pulgar hacia Issei proclamando con seguridad - ¡De hecho puedes ponerme a prueba como quieras para que veas tu mismo cuanto he crecido y lo preparada que estoy sensei! - Exclamaría poniendose muy seria al respecto sin dejar de mostrar una sonrisa en su rostro.
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Última modificación: 01-09-2023, 12:53 PM por Kenju Issei.
La actitud infantil y eufórica de Matteyo, a pesar de su determinación, no pasó desapercibida para Issei. Mientras la joven expresaba su entusiasmo, el maestro Kenju no podía evitar pensar que esa actitud no era suficiente para aguantar la presión y las demandas de su entrenamiento. Sin embargo, también sabía que las apariencias podían ser engañosas, y estaba dispuesto a darle una oportunidad para demostrar su verdadera determinación.

Reflexionó sobre la sugerencia de la kunoichi, esa de someterla a una prueba. No pasó mucho tiempo antes de que una idea cristalizara en su mente, una tarea que no pondría a prueba su fortaleza física, sino su temple mental. Para el espadachín, esta última era de vital importancia.

Está bien, Matteyo. Parece que estás decidida a tomar este camino ─comenzó algo dubitativo. La decisión de entrenar a alguien no era algo que tomara a la ligera, y estaba claro que esperaba un alto nivel decompromiso de parte de la joven sacerdotisa─. En ese caso, voy a ponerte a prueba. Tienes que demostrarme que realmente valdrá la pena instruirte y no me harás perder el tiempo.

Issei se mantuvo serio y sacó un pequeño pergamino de uno de los bolsillos de su chaleco táctico. Ahí tenía apuntadas todas las tareas que debía hacer durante la semana, así que la revisó para buscar un hueco en su agenda.

Mañana, a las 7 de la mañana, deberás presentarte en la entrada de la prisión de Kirigakure. No toleraré retrasos. Si llegas un minuto tarde, me iré sin ti y perderás esta oportunidad ─advirtió con firmeza, haciendo hincapié en la importancia de la puntualidad y la responsabilidad.

El maestro Kenju no ofreció más explicaciones ni detalles sobre la prueba, dejando que la incertidumbre y el desafío se asentaran en el aire─. Dicho esto, tengo que marcharme. Mis alumnos me esperan para una clase de manejo de herramientas ninja.
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Matteyo estaba preparada para sobrepasar cualquier tipo de prueba que el maestro le lanzara. Podia no parecerlo pero incluso antes de que él la conociera de joven la chica habia pasado ya por varias calamidades en su vida; todo aquel aspecto eufórico e infantil no era más que un mecanismo que ella misma habia adoptado para procesar mejor algunas cosas que ocurrían a su alrededor y restarles importancia, una forma de huir podrían decir muchos y no se equivocarían.

Y para sorpresa de la chica tras el temor a la negativa con el que habia vivido por unos momentos, el maestro dijo que aceptaba ponerla a prueba. Era una prueba no es como si hubiera sido aceptada ni mucho menos, pero ella ya se puso con un rostro iluminado como si de una santa que habia alcanzado la iluminación se tratara - ¡Bien, prometo que no le defraudare sensei! - Celebraba y hablaba como si ya la hubiera aceptado como alumna y mañana simplemente asistiría a su primera lección con él.

Pero aunque no lo pareciera se quedo con el lugar al que debían ir, la prisión. Podía sonar algo intimidante de inicio, pero no era nada de lo que preocuparse, en el Rayo era común que algunos sacerdotes acudieran a las mismas a dar el ultimo adiós a los condenados a muerte que eran devotos a la religión o para purgar las almas de los mismos cuando morían en la prisión. Y lo de levantarse temprano no era problemático, Matteyo se hospedaría en un santuario de allí en Kirigakure gracias a los privilegios que ser sacerdotisa le daba como parte de un peregrinaje. Y en esos sitios levantarse temprano era lo mínimo que ocurriría.

- Muchas gracias sensei, le prometo no defraudarlo y siento haberle interrumpido tanto tiempo ahora teniendo una clase que dar, mucha suerte - Diría la joven mientras hacia una reverencia, recuperando por un momento la formalidad con la que habia llegado en contraste con su eufórica actitud durante la charla que estuvo con algunos altibajos emocionales para ella - Aguardare ansiosa nuestra lección mañana - Efectivamente se despedía de él como si mañana ya fueran a tener una lección. Pero por ahora tras la despedida Matteyo se retiraría para volver al santuario, mañana seria un gran día.
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