Última modificación: 23-05-2023, 03:18 AM por Musacus.
Llegada al País del Hielo
Un día atrás Satoru se separaba de sus compañeros de viaje, luego de largas horas de caminar por barrancos y nieve por fin llegaba a aquella ciudad, una de las pocas localidades que aun se mantenían a flote, luego de la guerra el País quedo destruido, a estas alturas los pocos que quedaban intentaban sobrevivir como pudiesen, era común ver mendigos, gente sin hogar, pescadores y alguna que otra familia de mercaderes, algún que otro bandido y unos pocos locales funcionando... No era un lugar que llamase la atención del extranjero, no había nada que hacer allí...las tinieblas habían tomado por completo aquella costa de rocas acompañadas por un viejo muelle de metal ya semi abandonado. Funcionaba de puerto para embarcaciones y muelle de pesca, por lo que era común ver gente allí, donde también se vendían pescados, mariscos y aceite entre otras cosas...
![[Imagen: 1756198_orig.png]](https://new-adventure-of-naruto.weebly.com/uploads/2/8/4/4/28444873/1756198_orig.png)
Satoru no paso desapercibido entre las personas que por allí andaban, era raro ver alguien por allí y mas viniendo a pie...Lo mas normal era recibir gente en embarcaciones, rápidamente logro escabullirse y encontrar refugio en una pequeña caverna, donde funcionaba un comercio junto con un bar. El lugar estaba situado bajo tierra y se podían ver algunas pinturas de la Era Samurái, además artículos de hierro y bronce, algunos artefactos para la pesca y cocina, un lugar donde la gente iba a descansar y hacerse de provisiones. Aquella tierra donde una vez triunfaban los samurái hoy se convertía casi en una palabra prohibida Samurai, casi convertidos en leyendas, ya nadie practicaba el arte de la espada, solo quedarían algunos pocos ya retirados de la sociedad era muy raro ver a uno.
Luego de platicar un poco con el tabernero y una buena comida, Satoru reservo uno de los cuartos de allí, todos estaban vacíos debido al escaso turismo de la zona, por lo que recibió un descuento para su estadía. Satoru dejo todo preparado, saldría a primera hora por lo que no se detendría demasiado a conversar con los allí presentes, que por lo visto tenían gran curiosidad sobre la historia de El, Satoru no pasaba desapercibido, esto debido a su largo pelo blanco, mas de uno habrá quedado nostálgico por la presencia de Satoru, había muy pocos jóvenes allí, en su mayoría gente adulta al parecer el pueblo ya estaba resignado a su supervivencia, por lo que no había nuevas familias ni mucho menos niños...probablemente con el tiempo el lugar quedaría vacío a merced del tiempo y las ocurrencias del Imperio. Aun así Satoru demostró ser confiable y por sobre todo aclaro no ser un Yakuza ya que varios de los allí presentes desconfiaban de El debido al temor que les tenían a aquellos Shinobis. Por suerte unas horas fueron suficientes para aclarar sus intenciones, luego se dio cuenta de que la gente de allí no era tan fría como se decía, sino que mantenían un perfil bajo para no llamar la atención de aquellos letales vigilantes que cada cierto tiempo concurrían al Pueblo en busca de tributo para el Imperio. Estaba claro que no tenían intenciones de oponerse al Imperio pero tampoco ser participes de El, de alguna forma se la rebuscaban para sobrevivir.
Pasada la noche y un buen descanso Satoru seguía su camino bordeando la costa de aquel País, acompañado de aquel inmenso Mar que buena compañía le hacia, el silencio no estaba mal, aunque mejor era el oleaje rompiendo contra las rocas, un sonido abrazador y compañero de travesía, unas horas mas y llegaría a la frontera del País, aunque se lo tomo con calma debido a la gruesa capa de nieve que dificultaba el andar, pero no lo hacía imposible...
Un día atrás Satoru se separaba de sus compañeros de viaje, luego de largas horas de caminar por barrancos y nieve por fin llegaba a aquella ciudad, una de las pocas localidades que aun se mantenían a flote, luego de la guerra el País quedo destruido, a estas alturas los pocos que quedaban intentaban sobrevivir como pudiesen, era común ver mendigos, gente sin hogar, pescadores y alguna que otra familia de mercaderes, algún que otro bandido y unos pocos locales funcionando... No era un lugar que llamase la atención del extranjero, no había nada que hacer allí...las tinieblas habían tomado por completo aquella costa de rocas acompañadas por un viejo muelle de metal ya semi abandonado. Funcionaba de puerto para embarcaciones y muelle de pesca, por lo que era común ver gente allí, donde también se vendían pescados, mariscos y aceite entre otras cosas...
Luego de platicar un poco con el tabernero y una buena comida, Satoru reservo uno de los cuartos de allí, todos estaban vacíos debido al escaso turismo de la zona, por lo que recibió un descuento para su estadía. Satoru dejo todo preparado, saldría a primera hora por lo que no se detendría demasiado a conversar con los allí presentes, que por lo visto tenían gran curiosidad sobre la historia de El, Satoru no pasaba desapercibido, esto debido a su largo pelo blanco, mas de uno habrá quedado nostálgico por la presencia de Satoru, había muy pocos jóvenes allí, en su mayoría gente adulta al parecer el pueblo ya estaba resignado a su supervivencia, por lo que no había nuevas familias ni mucho menos niños...probablemente con el tiempo el lugar quedaría vacío a merced del tiempo y las ocurrencias del Imperio. Aun así Satoru demostró ser confiable y por sobre todo aclaro no ser un Yakuza ya que varios de los allí presentes desconfiaban de El debido al temor que les tenían a aquellos Shinobis. Por suerte unas horas fueron suficientes para aclarar sus intenciones, luego se dio cuenta de que la gente de allí no era tan fría como se decía, sino que mantenían un perfil bajo para no llamar la atención de aquellos letales vigilantes que cada cierto tiempo concurrían al Pueblo en busca de tributo para el Imperio. Estaba claro que no tenían intenciones de oponerse al Imperio pero tampoco ser participes de El, de alguna forma se la rebuscaban para sobrevivir.
Pasada la noche y un buen descanso Satoru seguía su camino bordeando la costa de aquel País, acompañado de aquel inmenso Mar que buena compañía le hacia, el silencio no estaba mal, aunque mejor era el oleaje rompiendo contra las rocas, un sonido abrazador y compañero de travesía, unas horas mas y llegaría a la frontera del País, aunque se lo tomo con calma debido a la gruesa capa de nieve que dificultaba el andar, pero no lo hacía imposible...