[Autonarrada] El robo a los enfermos
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Con que un herbario, cada día roban cosas más peculiares. En fin, mi labor solo es recuperarlo. — No es de extrañar que, en ocasiones, a los gennins se les asignan misiones cuanto menos peculiares. Pero no por eso pueden holgazanear, al menos no Mei. Ella es una kunoichi que siempre lo da todo en su trabajo. De lo contrario, cree que no podrá llegar a convertirse en la ninja que desea en el futuro. Desde abajo se empieza para llegar hasta la cima, paso a paso.

Según la información, el camino que debieron tomar los ladrones es en el que está actualmente nuestra protagonista. Hay exceso de niebla y humedad, cualquier individuo que no lleve bastantes años en el país tendría casi imposible moverse por la zona. Si bien Mei no nació ni se crio ahí, lleva mucho tiempo recorriendo el país para sentirse como si fuese parte desde su creación. No es una experta en la movilización, pero sin duda no es una de sus desventajas. Eso sí, no podemos obviar la facilidad con la que tiende a perderse, por lo que es complicado cuando sale lejos estando sola.

Pero, en esta oportunidad, no debe seguir una dirección, sino que debe encontrar el camino por ella misma. Observa el piso y árboles cercanos. Siempre aplica la misma lógica: si envían para esto a un ninja de rango bajo es porque los culpables no son muy hábiles. Y, afirmativamente, logra dar con huellas. Tras seguirlas llega a una especie de cabaña escondida entre la niebla. En el exterior hay un hombre de unos 50 años sentado en una silla, pescando en un río. Mei no duda en acercarse, buscando información.

Disculpe, señor, espero no molestarlo. Busco a un grupo de personas que debieron pasar por aquí hace unas horas. ¿De casualidad ha visto algo?

El viejo lleva el índice derecho a su mentón, pensando, recordando, haciendo memoria.

Es broma, claro que sí. — Responde riendo. — Mi casa está muy apartado, así que es muy raro ver a gente por aquí. Si sigues el río contra corriente, podrás dar con ellos. Claro, si es que no se han ido aún.

Muchas gracias, estaré en deuda con usted.

El camino seguido la lleva hasta una cascada que parece ser el fin del sendero acuático. De más está recalcar que durante el último tramo ha concentrado chakra en la planta de sus pies para andar sobre el agua, una maniobra bastante básica entre los ninjas.

Se dedica a observar el agua que cae y mete su mano, logrando notar que, si estira el brazo, los dedos llegan a un lugar seco. Esto llama la atención y, teniendo fe, avanza por debajo de la cascada hasta llegar a lo que parecer la entrada a una cueva. — Qué novedoso.

El interior del escondite tiene iluminación y unas cuantas tiendas de campaña. Probablemente lleven varios días en el sitio. Esto genera la duda de si planean asaltar más pueblos pequeños o se han tomado demasiado en serio el atraco al herbario. Intenta esconderse para que no la vean y así ganar posicionamiento. La idea es dar con el herbario y luego dejar fuera de combate a los cinco individuos ahí presentes. Entrar, tomar lo robado e irse sin pelear es imposible. Además, eso le quitaría emoción al asunto.

Tras esperar paciente oculta tras unas rocas, finalmente a sus ojos llega la imagen del preciado objeto. Este se encuentra en las manos de un bandido que intenta leerlo, pero juzgando su expresión, no entiende demasiado. Mei no espera y desenvaina su wakizashi, lanzándose a gran velocidad para atacarlo. Sin contenerse, entierra el arma en su pecho, generando una herida y a la vez provocando que suelta el herbario. No tarda en guardarlo en la mochila que lleva en la espalda mientras los otros cuatro sienten el ruido de los quejidos. De inmediato sacan sus propias espadas y se lanzan a atacar.

¡Atrás! — No solamente habló en voz alta, sino que sus cuerdas vocales utilizaron chakra para lanzar ondas que entumecieron el cuerpo de los humildes bandidos. Estos detuvieron su marcha y lo siguiente que apreciaron fue al mismo demonio ir hacia ellos. Todos recibieron cortes que dieron con mucha sangre, pero ninguno fue en un signo vital.

Espero tengan suficientes botiquines. Sepan que si vuelven a robar algo, el imperio no tendrá piedad de nuevo. Consideren esto su día de suerte.

Al abandonar la cueva, para evitar perderse, utiliza el mismo camino que tomó al llegar, lo que le llevó al viejo aquel que sigue pescando después de tantas horas. Mei esta vez no le dice nada y pasa de largo, pues debe devolver el herbario al pueblo correspondiente. La gente ahí está muy preocupada, hacerlos esperar no corresponde.

Eso sí, un detalle que no puede pasar desapercibido es que el hombre suelta una fuerte carcajada. Así, de la nada. ¿Qué le pasa?
[Imagen: ache.gif]
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Misión Finalizada

Recompensa


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