En una noche oscura y estrellada, el líder del grupo rebelde se encontraba reunido con sus más leales seguidores en torno a una fogata, planeando sus próximos movimientos para rebelarse ante el imperio. La tensión en el aire era palpable, y todos sabían que estaban en un momento crucial en su lucha por la libertad.
-"Compañeros, ha llegado el momento de actuar"-, dijo el líder con voz firme. -"No podemos seguir permitiendo que el imperio nos oprima y nos prive de nuestra libertad. Debemos levantarnos y luchar por lo que es nuestro derecho."- Los miembros del grupo rebelde asintieron en señal de acuerdo, compartiendo la determinación y la valentía de su líder. Todos estaban dispuestos a darlo todo por su causa, incluso si eso significaba arriesgar sus vidas en el camino.
Mientras discutían sobre los planes para atacar a las fuerzas del imperio, tres figuras misteriosas vestidas con túnicas se acercaban lentamente al campamento. Sus rostros estaban ocultos en las sombras, y su presencia en el desierto inquietaba a los miembros del grupo rebelde.
-"¿Qué hace esa gente aquí? ¿Son amigos o enemigos?"- murmuró uno de los rebeldes, con el ceño fruncido en señal de desconfianza.
El líder se puso en pie y miró fijamente a las figuras que se acercaban. -"No sabemos quiénes son, pero debemos estar preparados para defendernos si es necesario"-, dijo con determinación. Las figuras se detuvieron a pocos metros del campamento, y una voz resonó en la oscuridad. -"No somos enemigos, venimos en busca de ayuda"-, dijo una de las figuras, revelando su rostro bajo la capucha.
Era una mujer de mirada penetrante y cabello oscuro, que parecía estar agotada por el viaje a través del desierto. A su lado, dos hombres de aspecto cansado la acompañaban, con expresiones serias en sus rostros. El líder del grupo rebelde se acercó a ellos con cautela, observando sus movimientos con atención. -"¿Qué es lo que quieren de nosotros?"-, preguntó con voz firme.
La mujer miró al líder a los ojos y dijo: "Somos refugiados del imperio, perseguidos por nuestras creencias y nuestra lucha por la libertad... Hemos oído hablar de su grupo rebelde y de su valentía. Venimos a pedir su ayuda para unir fuerzas y enfrentarnos juntos al imperio opresor".
Los miembros del grupo rebelde intercambiaron miradas de asombro y complicidad, sorprendidos por la valentía de los recién llegados y por la posibilidad de unir fuerzas en su lucha por la libertad. Tras una breve deliberación, el líder del grupo rebelde extendió la mano hacia la mujer y dijo: -Bienvenidos a nuestro campamento. Juntos lucharemos por nuestra libertad y por un futuro mejor para todos-. Los refugiados se integraron en el grupo rebelde, compartiendo sus historias y su determinación en la lucha contra el imperio opresor. Todos juntos prepararon sus armas y sus estrategias para el ataque, conscientes de que el momento de la verdad se acercaba y de que debían estar preparados para todo lo que pudiera suceder.
En la mañana siguiente, el campamento rebelde se encontraba listo para la batalla. Los rebeldes se habían unido en un solo propósito, dispuestos a arriesgarlo todo por su libertad y por un futuro donde pudieran vivir en paz y en igualdad... Pero no todo era color de rosa... De repente, una sombra se alzó en el horizonte, acercándose rápidamente al campamento. Era un grupo de soldados del imperio, dispuestos a aplastar la rebelión y a mantener su dominio sobre la región. El líder del grupo rebelde se puso en pie, con la determinación reflejada en su mirada. -"Hoy es el día de la libertad, compañeros. Lucharemos juntos hasta el final por nuestro derecho a ser libres"-, declaró con voz potente.
Los rebeldes se prepararon para la batalla, con sus corazones llenos de valentía y su espíritu intrépido enarbolado en lo alto. La lucha planeaba ser feroz y despiadada, pero los rebeldes no retrocederían ante la adversidad. Pero, justo antes de la batalla, las tres figuras misteriosas que habían llegado al campamento se revelaron como los enemigos, expertos en el arte de la guerra y dispuestos a eliminar la escoria rebelde por el bien del imperio.
- Que los vientos de Suna se alcen con fiereza...- diría la mujer antes de tomar algo de su espalda y extenderlo con un potente movimiento, lo ultimo evidenciado por aquel grupo rebelde antes de contemplar como todo su campamento fue destrozado y reducido a escombros- llamen... al ojo... que todo... lo ve...- fueron las ultimas palabras que diría el líder de aquel grupo antes de caer en un profundo letargo del cual no despertaría. Luego de que el grupo imperial se retirara del lugar, una carta fue mandada por un halcón mensajero el cual tenia como destino pedir refuerzos. Unos días después a un cuartel del pais de las aguas termales llegaría una carta...
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