A pesar del gentío que los rodeaba, la tensión entre ellos era tan densa que podía cortarse con un cuchillo. Hana mantenía su mirada fija al frente, su rostro era un mármol de impasibilidad, como si estuviera mirando más allá de la multitud, hacia algún horizonte invisible. Por su parte, Issei, con su semblante endurecido, lanzaba miradas furtivas y cargadas de amargura hacia su esposa, como si cada paso que daban juntos le recordara un pasado del que preferiría escapar.
El pequeño Roku, ajeno a la tormenta emocional que se desataba a su alrededor, jugueteaba con curiosidad, intentando capturar las sombras que se proyectaban en el suelo con los rayos del sol. Sin embargo, su risa infantil y sus travesuras no lograban disipar el ambiente denso que envolvía a sus padres.
De repente, la figura enérgica de Ichi apareció en el horizonte, resaltando entre la multitud por su uniforme de patrulla. Al percatarse de su presencia, Issei forzó una sonrisa, tratando de disimular el malestar que lo embargaba.
─ Hola, Ichi ─saludó intentando controlar su tono de voz pero con un deje de tensión evidente─. ¿Cómo va la patrulla? Espero que no te estés metiendo en problemas.
Con una mirada aguda y directa, Ichi contestó─. Todo en orden, aunque no puedo decir lo mismo de la relación entre ustedes dos.
Hana, incapaz de contenerse, intervino con un tono sarcástico─. ¿Ahora resulta que eres un experto en relaciones familiares? Quizás deberías concentrarte en tu trabajo y dejar de juzgar.
Las palabras de Hana resonaron en Issei como un golpe directo al corazón. Su rostro se tensó, y su mano se alzó en un gesto instintivo por toda la rabia que llevaba acumulada, listo para golpearla. Sin embargo, antes de que pudiera actuar, Ichi se interpuso, adoptando una postura firme y decidida.
─ ¡Basta, padre! ─exclamó con una voz rebosante de determinación─. No permitiré que vuelvas a levantarle la mano a mi madre.
El llanto de Roku se elevó en intensidad, haciendo que su angustia resonara en el aire y reflejara la tensión del momento. Issei, al darse cuenta de la atención que estaban atrayendo, sintió una mezcla de vergüenza y rabia que lo embargó por completo.
─ ¡No te metas, Ichi! ─ replicó con voz temblorosa pero cargada de furia─. Esto es entre tu madre y yo.
─ No, padre, esto nos afecta a todos ─ respondió Ichi con determinación─. No puedo quedarme al margen viendo cómo te comportas de esta manera.
Hana, con una mirada de desaprobación hacia Issei, agregó─. Tal vez si cambiaras tu actitud, no estaríamos en esta situación.
Las palabras mordaces de Hana y la intervención decidida de Ichi hicieron que el llanto de Roku se intensificara, convirtiéndose en un grito desgarrador que resonó por todo el lugar. Su angustia desconsolada añadió una capa de drama y vergüenza a la ya tensa escena familiar que se estaba desplegando.
Issei, sintiéndose humillado y desbordado por la situación, observó a su alrededor y se percató de que todos los presentes los estaban mirando. Las miradas curiosas y los murmullos de la gente acentuaban su sentimiento de vergüenza. Sin pronunciar una sola palabra más, Issei se volvió abruptamente y se alejó del tumulto, encaminándose hacia un bar cercano para refugiarse de la situación.
Al llegar al bar, solicitó con gesto apresurado una jarra de cerveza de un litro. Sin perder tiempo, empezó a beber a grandes tragos, buscando en el alcohol un escape momentáneo para las intensas emociones que lo abrumaban. Cada sorbo era un intento de ahogar el remordimiento, la ira y la frustración que lo consumían.