Aquel día había llegado, un día peculiar, un día no tan normal como otros. Para sorpresa de nadie, es bien sabido que el 14 de febrero se festeja algo especial, algo tan especial como lo son el amor y la amistad. No es necesario que, si o si se tenga a una novia, un novio, una esposa o un esposo. Las amistades y los familiares también cuentan para este día por lo que también es válido que se piense en ellos para entregarles algunos chocolates o un peluche. Pero bueno, luego de esa introducción mal hecha, vamos con Kin
(Flashback) 3 días antes del 14 de febrero
No todo en la vida del Uchiha era entrenar y hacer misiones -aunque es en lo que ocupa la mayor parte de su tiempo- también tenía algunos descansos entre sus sesiones y en uno de ellos, decidió darle algo de mantenimiento a sus armas. Es sabido que las armas que poseen filo requieren de cierto cuidado y mantenimiento para mantener su poder de corte y su efectividad en el combate.
En el patio trasero de su casa, el espadachín se encontraba sentado con la espalda recargada en el tronco de un árbol. La Amaterasu No Ha estaba en sus piernas mientras sus manos, acompañadas de un pequeño trapo, limpiaba y colocaba algo de aceite choji en toda la hoja. Parecía que nada rompería su calma y concentración, nada… bueno sí. La madre del pelinegro se acercaba a paso lento hacía el y se sentaba a su lado mientras mantenía su mirada fija en las acciones de su hijo
- ¿Estas ocupado? -
- Para ti no, madre. ¿Qué necesitas? - El Uchiha dejó a un lado sus materiales de limpieza junto a la Katana para escuchar a su madre
- Bueno, ya casi es 14 de febrero y creo que deberías darle algo, si sabes a lo que me refiero -
- No… no sé de qué hablas jajá, creo que ya me tengo que ir a... algún lado - El rostro de Kin estaba rojo como un tomate y su intento de evadir las palabras de su madre era totalmente evidente
Pero todo era una estrategia de Miko para sacarle la información a Kin y que el pudiera confirmar sus sospechas. Desde hace tiempo, el Uchiha empezaba a ser más atento con la albina y su mirada hacia ella poco a poco iba cambiando, la miraba con cariño amor… una mirada que nunca antes le había dado a alguien y todo eso, Miko lo había podido presenciar, estaba claro, su hijito se estaba enamorando de su inquilina.
- Nup, no te puedes ir Kin, antes de eso, necesito saber que le vas a regalar a… -
El Uchiha rápidamente acercó sus manos a la boca de su madre para silenciarla. Sus nervios eran evidentes, con su cabeza girando de lado a lado y luego hacia la ventana que daba al patio trasero, como si estuviera buscando a alguien
- Shhh Te va a escuchar… si, si, quería regalarle algo a Ren… pero no estoy seguro sobre qué deba darle… - Las palabras de Kin eran apenas un susurro que sólo su madre podría haber escuchado y claro, su rostro seguía ruborizado totalmente
- No es tan difícil, hijo. Sólo debes buscar algo que le guste y que tu sepas que se lo darás con el corazón - Dijo la Uchiha con una sonrisa luego de retirar cuidadosamente las manos de Kin que estaban cubriendo su boca
(Algo… con el corazón…)
(Fin de Flashback)
14 de febrero
Kin suspiró mientras terminaba de recordar aquello con su madre, la hoja de Amaterasu No Ha estaba en lo alto, cercana a las ramas de aquel árbol en donde había tenido lugar aquel suceso. Si, nuevamente estaba entrenando, pero ya estaba por finalizar y ese día, tenía una importante misión. Tenía que buscar el regalo perfecto para Ren y declarar de una vez por todas sus sentimientos hacia ella, pero había un problema, seguía sin saber que regalarle.
El Uchiha exploró varias opciones empezando por lo clásico, un ramo de rosas, algún peluche o algo tan sencillo como un globo en forma de corazón. Pero en el fondo sentía que aquello no iba a gustarle mucho a Ren, o quien sabe, talvez si, pero el no lo sentía así. Por otro lado, también pensó en regalarle algún libro pero, ¿Realmente habría algún libro en Konohagakure que esa chica no haya leído ya? Y por eso rápidamente lo descartó.
La mente de Kin estaba echa un caos en cuanto al regalo de Ren se refiere. Nunca antes había regalado algo con un significado especial, y los golpes que alguna vez le regaló a Saki no cuentan, aunque Kin se los dio con todo su corazón.
(¿Qué debo darle? No sé, No sé. ¿Y si le pregunto directamente a ella? ¡No seas estúpido Kin! ¿Qué clase de persona haría eso? Se supone que debe ser una sorpresa especial… ¡Ya sé! ¡Chocolates! Nunca fallan, lo tienes todo resuelto Kin)
Una sonrisa de victoria y satisfacción se dibujó en el rostro del Uchiha mientras volvía a envainar su espada y estiraba un poco los músculos para evitar algún calambre en ese día tan importante. Sin esperar mucho más, el Uchiha corrió y haciendo uso de sus habilidades ninja, se brincó totalmente la barda que separaba la casa de Kin de otra casa. Ni si quiera se pasó por su hogar para salir por la puerta principal, talvez Ren estaba ahí y no quería perderse en su belleza teniendo una misión que realizar.
Su primera acción luego de salir de forma tan intrépida de su casa, fue ir directamente a la Zona Comercial de la villa, su objetivo era hacerle una visita al supermercado y comprar los tan preciados chocolates. Una sorpresa muy grande se llevó cuando en el supermercado, los chocolates se encontraban agotados pues él no era el único que pensó en regalar chocolates. Kin sentía que el mundo se le caía encima pero rápidamente se reincorporó, aquella tienda no era la única y talvez podría encontrar la caja de chocolatitos en algún otro lado, solo tenía que enfocarse y buscar.
El Uchiha le dio vueltas y vueltas a toda la Zona Comercial buscando los benditos chocolates sin éxito, a toda tienda que iba, le informaban que ya no tenían y que curiosamente, el último cliente llegó y se compró todas las cajas. Kin empezaba a darse por vencido, no encontraba en ningún lado los chocolates. Pero ¿Realmente estaba buscando bien? No, no lo estaba haciendo, por su mente, el recuerdo de una pequeña tienda oculta en algunos callejones de la zona comercial en donde ya antes había visitado el lugar en compañía de Saki en una misión de búsqueda.
No tardó mucho en llegar al lugar e ingresar a él. La tienda era pequeña y desprendía un olor a incienso, múltiples objetos de alta y baja rareza se presumían en los mostradores de cristal y otros de madera y sí, a un lado de todo eso, una pequeña caja de chocolates en forma de corazón se encontraba, totalmente nueva y sellada. El pelinegro tomó la caja y la llevó al mostrador en donde un hombre ya anciano lo esperaba con una sonrisa algo siniestra.
- Oh, los chocolates… ¿Alguien especial? -
- Eh… pues sí, en todos los lugares estaban agotados, pero finalmente los tengo en mis manos. ¿Cuánto sería? -
- Una Katana, joven -
- Ah sí, espere… un momento, ¿Dijo una Katana? -
- Si joven, aquí tu dinero no vale, yo acepto armas, chalecos, un Doujutsu, cualquier cosa por los objetos exceptuando el dinero, de ese ya tengo mucho -
- Una Katana… me está vacilando, ¿verdad? -
- No… estoy totalmente seguro de que esos chocolates cuestan una Katana -
Kin miró al anciano por varios segundos, realmente estaba sorprendido por las palabras del viejo, incluso, las ganas de darle un golpe y salir corriendo con los chocolates en la mano se le subían a la cabeza, pero no, él era alguien correcto y tenía que pagar por esa caja. El Chunin acercó su mano hasta el mango de una de sus Katanas, pero obvio no le iba a dar la Amaterasu No Ha, en su lugar, le entregó una Katana común y corriente, aunque muy bien cuidada y con un filo que cortaría que cualquier cosa con facilidad.
- Gracias joven, vuelva pronto, lo esperaré con ansias -
Dijo el anciano totalmente feliz por haber vendido algo y Kin solo salía de la tienda sin decir nada, seguía anonadado por la situación, pero al menos ya tenía los chocolates con él, solo faltaba una cosa, la más difícil de todas, entregarlos.
La prueba final, el reto suicida estaba frente a él, su propia casa ahora le daba miedo y nervios, sabía que Ren estaba ahí dentro y una vez ingresara, todo comenzaría, tendría que regalarle los chocolates y declararse. Ahí estuvo por varios minutos, totalmente estático y mirando la puerta, algunos Uchiha que pasaban por ahí lo miraban raro antes de irse preguntándose que hacía ese sujeto.
(Muy bien... es hora de entrar y que sea lo que Amaterasu quiera)
Y con todo el valor que pudo reunir ahí parado como tonto, caminó hasta la puerta e ingresó a la casa. Al entrar, fue recibido por Ren, con una sonrisa y luego, con un regalo mientras ella declaraba sus sentimientos por Kin…
Continuará
(Flashback) 3 días antes del 14 de febrero
No todo en la vida del Uchiha era entrenar y hacer misiones -aunque es en lo que ocupa la mayor parte de su tiempo- también tenía algunos descansos entre sus sesiones y en uno de ellos, decidió darle algo de mantenimiento a sus armas. Es sabido que las armas que poseen filo requieren de cierto cuidado y mantenimiento para mantener su poder de corte y su efectividad en el combate.
En el patio trasero de su casa, el espadachín se encontraba sentado con la espalda recargada en el tronco de un árbol. La Amaterasu No Ha estaba en sus piernas mientras sus manos, acompañadas de un pequeño trapo, limpiaba y colocaba algo de aceite choji en toda la hoja. Parecía que nada rompería su calma y concentración, nada… bueno sí. La madre del pelinegro se acercaba a paso lento hacía el y se sentaba a su lado mientras mantenía su mirada fija en las acciones de su hijo
- ¿Estas ocupado? -
- Para ti no, madre. ¿Qué necesitas? - El Uchiha dejó a un lado sus materiales de limpieza junto a la Katana para escuchar a su madre
- Bueno, ya casi es 14 de febrero y creo que deberías darle algo, si sabes a lo que me refiero -
- No… no sé de qué hablas jajá, creo que ya me tengo que ir a... algún lado - El rostro de Kin estaba rojo como un tomate y su intento de evadir las palabras de su madre era totalmente evidente
Pero todo era una estrategia de Miko para sacarle la información a Kin y que el pudiera confirmar sus sospechas. Desde hace tiempo, el Uchiha empezaba a ser más atento con la albina y su mirada hacia ella poco a poco iba cambiando, la miraba con cariño amor… una mirada que nunca antes le había dado a alguien y todo eso, Miko lo había podido presenciar, estaba claro, su hijito se estaba enamorando de su inquilina.
- Nup, no te puedes ir Kin, antes de eso, necesito saber que le vas a regalar a… -
El Uchiha rápidamente acercó sus manos a la boca de su madre para silenciarla. Sus nervios eran evidentes, con su cabeza girando de lado a lado y luego hacia la ventana que daba al patio trasero, como si estuviera buscando a alguien
- Shhh Te va a escuchar… si, si, quería regalarle algo a Ren… pero no estoy seguro sobre qué deba darle… - Las palabras de Kin eran apenas un susurro que sólo su madre podría haber escuchado y claro, su rostro seguía ruborizado totalmente
- No es tan difícil, hijo. Sólo debes buscar algo que le guste y que tu sepas que se lo darás con el corazón - Dijo la Uchiha con una sonrisa luego de retirar cuidadosamente las manos de Kin que estaban cubriendo su boca
(Algo… con el corazón…)
(Fin de Flashback)
14 de febrero
Kin suspiró mientras terminaba de recordar aquello con su madre, la hoja de Amaterasu No Ha estaba en lo alto, cercana a las ramas de aquel árbol en donde había tenido lugar aquel suceso. Si, nuevamente estaba entrenando, pero ya estaba por finalizar y ese día, tenía una importante misión. Tenía que buscar el regalo perfecto para Ren y declarar de una vez por todas sus sentimientos hacia ella, pero había un problema, seguía sin saber que regalarle.
El Uchiha exploró varias opciones empezando por lo clásico, un ramo de rosas, algún peluche o algo tan sencillo como un globo en forma de corazón. Pero en el fondo sentía que aquello no iba a gustarle mucho a Ren, o quien sabe, talvez si, pero el no lo sentía así. Por otro lado, también pensó en regalarle algún libro pero, ¿Realmente habría algún libro en Konohagakure que esa chica no haya leído ya? Y por eso rápidamente lo descartó.
La mente de Kin estaba echa un caos en cuanto al regalo de Ren se refiere. Nunca antes había regalado algo con un significado especial, y los golpes que alguna vez le regaló a Saki no cuentan, aunque Kin se los dio con todo su corazón.
(¿Qué debo darle? No sé, No sé. ¿Y si le pregunto directamente a ella? ¡No seas estúpido Kin! ¿Qué clase de persona haría eso? Se supone que debe ser una sorpresa especial… ¡Ya sé! ¡Chocolates! Nunca fallan, lo tienes todo resuelto Kin)
Una sonrisa de victoria y satisfacción se dibujó en el rostro del Uchiha mientras volvía a envainar su espada y estiraba un poco los músculos para evitar algún calambre en ese día tan importante. Sin esperar mucho más, el Uchiha corrió y haciendo uso de sus habilidades ninja, se brincó totalmente la barda que separaba la casa de Kin de otra casa. Ni si quiera se pasó por su hogar para salir por la puerta principal, talvez Ren estaba ahí y no quería perderse en su belleza teniendo una misión que realizar.
Su primera acción luego de salir de forma tan intrépida de su casa, fue ir directamente a la Zona Comercial de la villa, su objetivo era hacerle una visita al supermercado y comprar los tan preciados chocolates. Una sorpresa muy grande se llevó cuando en el supermercado, los chocolates se encontraban agotados pues él no era el único que pensó en regalar chocolates. Kin sentía que el mundo se le caía encima pero rápidamente se reincorporó, aquella tienda no era la única y talvez podría encontrar la caja de chocolatitos en algún otro lado, solo tenía que enfocarse y buscar.
El Uchiha le dio vueltas y vueltas a toda la Zona Comercial buscando los benditos chocolates sin éxito, a toda tienda que iba, le informaban que ya no tenían y que curiosamente, el último cliente llegó y se compró todas las cajas. Kin empezaba a darse por vencido, no encontraba en ningún lado los chocolates. Pero ¿Realmente estaba buscando bien? No, no lo estaba haciendo, por su mente, el recuerdo de una pequeña tienda oculta en algunos callejones de la zona comercial en donde ya antes había visitado el lugar en compañía de Saki en una misión de búsqueda.
No tardó mucho en llegar al lugar e ingresar a él. La tienda era pequeña y desprendía un olor a incienso, múltiples objetos de alta y baja rareza se presumían en los mostradores de cristal y otros de madera y sí, a un lado de todo eso, una pequeña caja de chocolates en forma de corazón se encontraba, totalmente nueva y sellada. El pelinegro tomó la caja y la llevó al mostrador en donde un hombre ya anciano lo esperaba con una sonrisa algo siniestra.
- Oh, los chocolates… ¿Alguien especial? -
- Eh… pues sí, en todos los lugares estaban agotados, pero finalmente los tengo en mis manos. ¿Cuánto sería? -
- Una Katana, joven -
- Ah sí, espere… un momento, ¿Dijo una Katana? -
- Si joven, aquí tu dinero no vale, yo acepto armas, chalecos, un Doujutsu, cualquier cosa por los objetos exceptuando el dinero, de ese ya tengo mucho -
- Una Katana… me está vacilando, ¿verdad? -
- No… estoy totalmente seguro de que esos chocolates cuestan una Katana -
Kin miró al anciano por varios segundos, realmente estaba sorprendido por las palabras del viejo, incluso, las ganas de darle un golpe y salir corriendo con los chocolates en la mano se le subían a la cabeza, pero no, él era alguien correcto y tenía que pagar por esa caja. El Chunin acercó su mano hasta el mango de una de sus Katanas, pero obvio no le iba a dar la Amaterasu No Ha, en su lugar, le entregó una Katana común y corriente, aunque muy bien cuidada y con un filo que cortaría que cualquier cosa con facilidad.
- Gracias joven, vuelva pronto, lo esperaré con ansias -
Dijo el anciano totalmente feliz por haber vendido algo y Kin solo salía de la tienda sin decir nada, seguía anonadado por la situación, pero al menos ya tenía los chocolates con él, solo faltaba una cosa, la más difícil de todas, entregarlos.
La prueba final, el reto suicida estaba frente a él, su propia casa ahora le daba miedo y nervios, sabía que Ren estaba ahí dentro y una vez ingresara, todo comenzaría, tendría que regalarle los chocolates y declararse. Ahí estuvo por varios minutos, totalmente estático y mirando la puerta, algunos Uchiha que pasaban por ahí lo miraban raro antes de irse preguntándose que hacía ese sujeto.
(Muy bien... es hora de entrar y que sea lo que Amaterasu quiera)
Y con todo el valor que pudo reunir ahí parado como tonto, caminó hasta la puerta e ingresó a la casa. Al entrar, fue recibido por Ren, con una sonrisa y luego, con un regalo mientras ella declaraba sus sentimientos por Kin…
Continuará