Hermandad [Pasado con Riku]
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Con movimientos de su mano calculados al milímetro, pero siempre ocultos por la manga de su kimono, Samuru continúa haciendo que su modelo en miniatura de Karasu termine con los últimos preparativos del escenario. Alinea las estacas, extiende la parte del telón que tiene que hacer de alfombra, e incluso termina de tensar los cordones que mantienen a la pequeña carpa en pie.

Mientras tanto, Riku ha comenzado a intentar llamar la atención de los transeúntes, que ya sea por las palabras del pequeño o por que su mirada se cruza por casualidad con los quehaceres de la muñeca, empiezan a detenerse o dirigirse a las cercanías del pre-espectáculo; logrando una especial atención de los hombres, mujeres o en general familias con hijos que coinciden con el mismo.

- Parece que tienes a bastantes personas mirándote Ren - Comenta Samuru a su muñeca como si fuera lo más normal del mundo, con su rostro aún cubierto.

La muñeca se gira hacia los espectadores, actuando sorprendida al ver que ahora hay gente mirándola e "hinchando" el pecho con orgullo, al tiempo que hace girar la escoba como si fueran hélices de molinillos sobre su cabeza; con esto demuestra dos cosas, que tiene una gran habilidad de movimiento y que no hay hilo alguno que la maneje... O no al menos de la manera convencional, claro.

- Tienes que terminar de preparar el terreno querida... - La muñeca mira a su creador, inclinando la cabeza con duda mientras señala su propia escoba - Si... Tienes que terminar, ya sabes que ese es el trato; yo monto el escenario y tu le das los últimos detalles. Pero bueno, ¿Cuánto crees que tardarás en terminar?

La conversación continúa con completa naturalidad entre los dos objetos principales del espectáculo, Samuru realiza preguntas o anotaciones y la muñeca responde con gestos, movimientos o incluso golpecitos al suelo. Es así como, mientras el titiritero espera a que se reúna algo más de gente antes de empezar, vá desarrollando y presentando a aquellos transeúntes que se reúnen en las inmediaciones, la personalidad y funcionalidad de su muñeca. La historia es importante para mantener a un público ensimismado durante varios minutos, pero cuando se trata de atraerlos cinco minutos... En ocasiones es suficiente con una conversación y lo que parece una muñeca autómata con personalidad propia; especialmente cuando hay niños implicados, que forzarían a sus padres a detenerse durante al menos unos minutos incluso aunque los hilos de los títeres fueran visibles.

...

Pasan unos pocos minutos y, viendo que ya hay bastante gente reunida, Samuru saca una pequeña caja de música de su saco. La misma tiene dos ranuras, claramente dedicadas para introducir billetes y monedas. La coloca en el suelo y, antes de que algún espectador se marche por la implicación de tener que pagar para ver el espectáculo, es el propio marionetista el que saca una moneda y se la enseña a su muñeca.

- ¿Lista? - Karasu deja el pincel/escoba apoyado en una pared y asiente, antes de ir corriendo al centro de la pista; allí estira sus brazos, los dobla, eleva una de sus piernas hasta que queda horizontalmente y allí se mantiene estática, en una perfecta postura de ballerina. Sam espera unos segundos, dejando claro que la muñeca ya no va a moverse más por si misma, y entonces introduce una moneda en la caja de música, que inmediatamente empieza a emitir sonido, primero con lentitud, pero tras unos pocos segundos, a un ritmo adecuado.

Karasu traquetea levemente en cuanto la música alcanza un ritmo fluido, y tras ello empieza a girar sobre si misma, como si un eje central la moviera en círculos perfectos. Mientras tanto, la expectativa del espectáculo hace que la gente guarde silencio, logrando así que la música se escuche mucho mejor. Una vez gira tras veces sobre si misma y como si despertara de un largo sueño, la marioneta rompe su posición de ballerina y estirando los brazos con lentitud, se estira, justo antes de tomar una nueva postura de baile... Y así comienza la primera parte del espectáculo, la presentación, en donde Karasu va desplazándose por el escenario e incluso acercándose al público mientras dura la música; y es cuando esta última para, que los movimientos del títere se vuelven más lentos y artificiales, hasta llegar a detenerse por completo. En ese momento, Samuru vuelve a sacar una moneda, y se la muestra al público.

- Ren responde a los deseos de las personas, pero como está hecha de madera, necesita que la alquimia la de fuerzas para moverse... Una moneda, la hará tener vida, bailar e incluso realizar los retos que queráis proponerla - Samuru introduce la nueva moneda (La última que tiene) en la caja de música; la canción vuelve a empezar y Karasu continúa su hipnótica danza, mientras su titiritero vuelve a hablar - Pero es con el papel que las cosas se ponen verdaderamente interesantes... Y es que las mejores historias, las que encontraríamos en los libros, son escritas sobre papel... El metal la hace moverse, pero con el papel, ella misma os contará una historia.

Y alejándose levemente de la caja de música, indica al público que, si alguno se atreve a probar, es libre de "alimentar" a la muñeca. Y al principio parecen excépticos, pero cuando la música empieza a perder fuerza y los niños miran con pena a sus padres, las monedas empiezan a nutrir el mecanismo de aquella representación... Y así, tras unos minutos de tranquilidad, es cuando el primer espectador se atreve a dejar algo de "papel" dentro de la alquimia musical.

Bajo su máscara, Samuru sonríe y empieza a narrar con su voz más grave - Como todas las historias, o al menos muchas de las que merece la pena contar, todo empieza hace mucho tiempo, en un lugar muy lejano.... Pero... ¿Y si dejamos que Ren os cuente esta historia?

Dirige la atención de nuevo a la muñeca con un ademán teatral, mismo movimiento que utiliza para ocultar su otra mano bajo el kimono, y se oculta detrás de la carpa, realizando varios sellos... Y entonces la tierra empieza a rodear a la muñeca, pegándose a su cuerpo y piel mientras muta con lentitud hasta tomar la forma de un hombre completamente distinto. El pequeño Samuru (que es en lo que se ha convertido la muñeca, aunque ningún espectador pueda saberlo al tener el cuenta cuentos cubiertos su rostro y cabellos) abre los ojos, y para sorpresa de quienes le observan, empieza a hablar...

- Un hombre vivía en estas tierras - Usando ahora su registro vocal más agudo, solo un maestro de la interpretación podría percatarse de que las voces de la muñeca y del titiritero son la misma - Su vida era sencilla y feliz, pero eso a el no le valía, así que, cansado de aquella vida, un buen día decidió marcharse lejos...

La historia continúa y poco a poco va mostrando nuevas situaciones y personajes. Cada vez que la música para, un nuevo espectador introduce una moneda, y para cuando la primera historia termina, otro benefactor aparecerá para nutrir a la maquinaria con más billetes, o como el cuentacuentos se refería a ellos, papel para las historias.

KUGUTSU NO JUTSU - APRENDIDA EN 2023-04-24 04:50:48


SŌEN: KUGUTSU MODOKI NO JUTSU - APRENDIDA EN 2023-04-30 07:19:48


Aclaraciones temporales
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Todo iba viento en popa la gente se estaba comenzando a acercar creo que era un poco el trabajo de ambos, mis palabras combinadas con el misticismo que rodeaba la muñeca de Samuru era una formula ganadora lo que estábamos cosechando entre los dos, no había persona que no parara por aquí y fuera atraída por nuestro pequeño espectáculo, el paso uno casi estaba completo, pero sabía que podría hacerlo mejor, le prometí el mejor espectáculo de su vida pero esto no era nada de lo que podía conseguir.

La muñeca de Samuru tenía algo único y elegante que no podía describir era como una elegancia que no era de esta tierra, quería saber más de su historia como si algo te atrajera, su aura y su esencia era algo que sobresalía de todo lo demás, todo tipo de gente se acercaba , pero las familias con niños eran las más fáciles de convencer, si yo me había sorprendido los pequeños niños que casi no salían de su casa se estarían muriendo, hasta escuchaba como le decían a sus padres que le compraran una, que quería una como ella, me acerque con las manos en la espalda – ella es única y nunca podrán conseguir una como ella, tiene algo que no estas tierras y que ninguno de nosotros podremos llegar a comprender, algo que se puede mover sin hilos creen que se puede comprar en una tienda?, es algo que solo podrán ver aquí- una sonrisa se dibuja en mis rostro  caminando a su alrededor de ellos llamando la atención todavía más, un objeto único que nadie más podía tener era algo que llamaba la atención de todos, algo que estaba fuera de su alcance.
 
Me sorprendía lo natural que se movía era como si estuviera viendo a una personas de verdad, su conversación fluía, hasta si cerraba los ojos podías imaginarte como si hablara con su asistente, era algo mágico de ver, pero pronto tendría que pasar a la fase dos del plan, si comenzábamos a llamar la atención de tantas personas los guardias se acercarían pero ya tenía planeado como  deshacerme de ellos un pequeño accidente tendría que pasar lo suficiente como para llamar su atención y un simple espectáculo callejero. Una sonrisa se dibujó en mi rostro formulando mi maquiavélico plan que tenía entre mis manos.
 
Pasaron unos minutos y vi que ya había bastante gente reunida mirando todo el espectáculo que estaba montando mi compañero, me quede unos segundos más también llenos de curiosidad, era algo que no podía perderme al ver como sacaba una pequeña caja de madera, tenía el orificio para meter alguna moneda, como si pidiera que los espectadores insertaran de su dinero para continuar el espectáculo, pero algo en mi interior me hacía saber que él no terminaría con algo tan simple. Su muñeca se dirigió hacia el centro del espectáculo activándose con el primer sonido que emite la caja, el ritmo y la delicadeza que llevaba su muñeca fue un espectáculo que todos podrían admirar de alguna manera.
 
Pero ya no podía perder más tiempo en estos, salí de la multitud para poder comenzar la fase dos del plan nada de esto serviría si los guardias venían hasta acá y arruinaban todo, ya era la hora el cambio de turno que le había mencionado a mi compañero anteriormente era como una marca que estaba a punto de comenzar. Mire como muchos se estaban yendo de sus zonas de vigilancia para dirigirse a los edificios para comenzar su tiempo libre y otros cuantos se iban a sus hogares, sabía que ahora iban a ver pocos guardias, pero no significaría que ellos no nos incordiarían nuestro espectáculo, me aleje lo suficiente para irme al área de comida que estaba cerca del parque los guardias de ese turno todavía seguían aquí y no iban al parque.
 
Mi idea con sitia en provocar una pequeña pelea entre ellos mismos si los distraía lo suficiente podríamos salirnos con la nuestra, mi mirada se posaba sobre varios objetivos examinándolos en mi cabeza a cada uno de ellos, analizándolos viendo que comían, si alguno estaba comenzando a beber, sabía que era uno de los peores vicios del hombre y sobre todo para los shinobis, parecía que unos ya se habían adelantado y estaban sentado cerca de un puesto callejos con sus compañeros y la suerte me sonreía un poco parecía que estaban con una kunoichi, por la forma en que uno la tenía abrazada parecía que era su pareja, mi plan iba ser pan comido.
 
Me acerque con cuidado era pequeño una de mis mayores ventajas para ser un ladrón nadie me notaria fácilmente y con cuidado moví la mano de uno de los shinobis que no la estaban para que tocara su trasero, di un salto para atrás rápidamente para que no notaran que fui yo, pero esta acción no pasaría desprevenida para ellos, al estar un poco bajo el efecto del alcohol sus sentidos se nublaban y no notaron que había sido yo. La mecha se había encendido el que parecía ser la pareja de la kunoichi se levantó molesto y le soltó un golpe a su compañero, toda una multitud se comenzó a juntar.
No era suficiente esto tenía que arder más una simple pelea puf que aburrido, fui a otro puesto de fideos que se encontraba cerca de todo el desastre que estaba provocando el señor que lo atendía se encontraba sumamente concentrando en toda la pelea que estaba pasando entre los dos shinobis, golpe uno de sus enormes cazuelas que salió volando a otros varios presente que se encontraban a su alrededor y ya era cuestión de tiempo mientras la pelea se estaba extendiendo como mecha, solo me quedaba observar el espectáculo.
 
Me marche del área del crimen para volver a lo que realmente me importaba, me subí a una de las farolas que había en el parque para poder seguir viendo el espectáculo que mi compañero estaba montando ya no me necesitaba para llamar la atención de mas personas, el mismo podía seguir con todo lo demás, me quede vigilando por si tenia que buscar el incordio de otra persona, pero todo parecía ir tranquilo.
-Hablo- "Pienso" Acciones/Narración
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La tarde avanza y la expectación del público sube casi tan rápido como las ganancias del titiritero. Al final del día, no será suficiente dinero como para aguantar mucho tiempo, pero si lo suficiente para, una hechos cálculos y pagos de deudas, aguantar varios días sin preocuparse de si tendrá algo que comer al día siguiente.

Karasu continúa bailando, cambiando de apariencia y contando historias a través de los distintos registros vocales de Samuru, que tras años de práctica ha desarrollado la capacidad de emular varios tonos de voz con relativa facilidad. Es entonces cuando llega el cambio de guardia, y pese a que no queda patente en su actuación, Samuru se preocupa de que estos puedan volver a interrumpirlo en medio de la actuación; después de todo, no ha visto a Riku en un buen tiempo. Para su suerte, se escucha algo de alboroto  lo lejos, y los pocos guardias que empezaban a pasear por la plaza, desaparecen en dirección a los disturbios. Y de alguna forma, Sam sabe que aquello ha sido obra del chico rubio "Buen trabajo pequeño... Te estas ganando con creces la cena".

Pasan los minutos e incluso algo más de una hora. Al final, cuando las energías del marionetista empiezan a estar por los suelos a causa de su gasto intensivo de Chakra (En este época no está entrenado), la caja emite un prácticamente indetectable sonido de "¡click!", que arrancan una sonrisa a Samuru... La caja acaba de alcanzar su tope de limosnas, lo que implica que hay suficiente dinero para comer varios días; además, no es como si el titiritero fuera capaz de aguantar mucho tiempo más dando espectáculo "Y siempre es inteligente dejar a la gente con un poco de miel en los labios".

La marioneta se desprende de su capa de tierra, volviendo a tomar su forma original, y sacude los restos de  polvo en sus ropajes, estirándose tras ello y realizando la gesticulación de lo que parece un pronunciado bostezo.

- Parece que  Ren está agotada; Y no es de extrañar, lleva bailando y actuando para vosotros más de una hora. ¿Seríais tan amables de despediros de ella? Quizás podáis volver a verla otro día, quien sabe, en esta plaza, en un callejón o incluso en los portones de la ciudad... Es una bailarina errante, y solo la fortuna os permitirá volver a encontraros; pero sabed que, aunque no la veáis, estará en algún lugar de este país, con su peculiar danza - Y al final de sus palabras, Karasu sujeta los extremos de su falda y cruzando ligeramente las piernas, realiza una perfecta reverencia que nada tendría que envidiar a la alta nobleza.

Como respuesta, y pese a que algunos espectadores parecen estar decepcionados de que la representación acabe definitivamente, especialmente los niños; la respuesta general del público que se mantenía fiel hasta aquel instante es la de otorgar un leve aplauso; algo que, para el marionetista, es casi tan importante como el dinero ganado en aquella tarde... Casi, por que la boca se le hace agua con solo recordar la última vez que comió algo distinto al arroz y bebió algo más que agua.

- Muchas gracias caballeros... Volveremos a vernos - Dice aquello mientras hace saltar a karasu a su hombro con elegancia, usando su mano libre para agarrar una cuerda tras el telón y recogerlo junto a la pista con un movimiento igual de teatral, en parte producto de que algunos guardias, llamados por el aplauso, empiezan a acercarse a la escena - Recordad buscarnos y lograreis encontrarnos... A menos que no seáis de buen corazón - Y Dedicando una reverencia junto a sus últimas palabras a la guardia, aprovecha la misma para recoger la caja de música y desaparecer por el callejón que tiene a su espalda; esperando haber sido lo suficientemente teatral y haber dado el suficiente tiempo como para que, pese a que los guardianes del Fuego no hayan podido decidirse a perseguirlo, Riku haya entendido que el si debía hacerlo.

Lo que el joven titiritero ha sido incapaz de percibir, era que, entre los ojos de todos los espectadores, dos ojos sabios pero ancianos le observaban con especial interés, y algunos planes para su persona.

...

Cinco minutos después, Samuru se detiene en una pequeña plaza, visiblemente iluminada por las luces que implican el comienzo de la noche en las calles cercanas al barrio rojo. Se sienta en una roca central que decora con armonía el lugar junto a un árbol de cerezo y empaqueta con cuidado a Karasu y el dinero obtenido en aquella tarde, procurando ser lo suficiéntemente cuidadoso como para que algún otro ratero no intente arrancárselo de las manos.

- Has tardado pequeño... - Samuru levanta la cabeza, en dirección al último callejón que había dejado atrás. Si sus cálculos son correctos, Riku debería estar saliendo de allí en aquel preciso momento. Después de todo, su huida no era para dejar atrás al niño - Ven, siéntate, disfruta de un merecido descanso durante unos minutos y piensa bien que quieres cenar esta noche... Nuestras ganancias invitan.
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Todo salió como lo habíamos planeado los guardias se estaban preocupando mas por el desorden que se estaba suscitando del otro lado que de nuestro pequeño espectáculo callejero, ahora que lo pensaba no teníamos un nombre artístico de Samuru luego buscaríamos un nombre para él, si seguíamos trabajando junto le daría un nombre de posibilidades que podríamos usar para la siguiente función, bueno esperaba que realmente pudiéramos hacer otra función, me había divertido tanto.
 
El show había llegado a su fin todos parecían que querían un pedazo de aquel chico extranjero que hace un rato intente robarle su cartera, nunca me había alegrado como ahora que me hubieran atrapado, di un salto para intentar alcanzarlo bajándome de la farola, pero eran demasiado y no los podía esquivar para seguirlo más rápido, todavía no lo perdía de viste, no iba a dejar que se fuera sin que me diera mi hamburguesa. Puse mis dos manos rodeando mi cara para esquivar a la bola de personas que se quedaron viendo el pequeño espectáculo de mi socio pude salir dando pequeños saltos.
Lo seguí por el callejón corriendo para que no se me escapara y lo seguí hasta llegar a las cercanías del barrio rojo e infle un poco mis cachetes -Si tienes demasiados admiradores que no me dejaron seguirte- ya en tono mas tranquilo y me senté a su lado – si te hubieras escapado te juro que te hubiera perseguido hasta morir y arrancarte a tu compañera , creo que contaría como mi rehén- reí con lo ultimo ya que para él era muy importante su compañera como si fuera un ser vivo y yo respertaba eso.
 
-Quiero mi hamburguesa jajaja- me tire un rato sobre la roca mi pequeño cuerpo cubría toda la roca y estire mis brazos con mis piernas reía después de haber logrado una misión exitosa y estire mi mano al cielo – esto se sintió bien, fue genial formar parte de este espectáculo, si pudiera hacer algo tan genial como lo tuyo me sentiría muy especial, pero creo que mi don se limita a ayudar a aristas callejeros- examine los alrededores – vamos por las hamburguesas- lo tome de la mano con una sonrisa y le ayude a levantarse mi impaciencia se notaba pero al mismo tiempo mi sonrisa reflejaba agradecimiento – y creo que se llama refresco? La bebida que lo acompaña- no sabía exactamente lo que era la bebida que la gente tomaba con sus hamburguesas.
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El titiritero recobraba las fuerzas léntamente mientras Riku respondía a su probocación con una alegría que, para Samuru, era envidiable; A fin de cuentas se trataba de un joven que vivía en la calle y que posiblemente no había conocido nada mejor en su vida, pero quizás por eso mismo la simple idea de una hamburguesa y un poco de refresco eran suficiente para hacer que se le iluminara el rostro "Ni si quiera ha intentado regatear una parte del botín". Sorprendido por el entusiasmo del joven, llegando a tomarlo de la mano para intentar apurar el ritmo en dirección a, posiblemente algún restaurante, Sam decidió dejarse llevar por este, pese al agotamiento físico aún presente por el excesivo gasto de chakra.

- Tranquilo, tendrás una cena completa, te lo has ganado - Mientras ocultaba su cansancio, Samuru sopesó la idea de darle una parte de las ganancias; pero luego cayó en la cuenta de que para un niño de la calle como él, andar con dinero por los callejones podía ser una sentencia de muerte; tendría que pensar en algo al respecto... - Por ahora dejémoslo en que podrás pedir lo que quieras a parte de la hamburguesa, pero plato a plato, o descubrirás en tu primera gran cena lo que es un empacho, y con el tiempo que llevarás sin comer adecuadamente es lo último que necesitas.

Continuaron caminando, mientras Samuru escaneaba cada uno de los carteles de la zona en busca de algún menú que se adaptara a los que podían ser los gustos de un niño. Finalmente se decidió por un restaurante con apariencia de tener una buena calidad para los precios que tenían reflejados en el menú de la entrada, y antes de acceder al mismo se retiró la túnica superior de su kimono, pasándosela por encima al muchacho.

- Ponte esto, el puesto callejero es una cosa, pero no nos dejarán entrar si vas con esas pintas, es malo para el negocio - Mientras decía aquello, sacando su cantimplora de agua, había vertido un poco de la misma en su mano izquierda, usando la humedad recién adquirida para peinarle un poco el cabello, o al menos hacer que dejara de parecer una rata punk, y limpiarle alguna mancha de la cara; sin percatarse de la extraña naturalidad de aquel gesto - Las maneras y algunas manchas dan un poco igual... Como mucho pensarán que eres un niño malcriado; pero el cinismo de esta gente a la vestimenta es demasiado importante. La gente siempre te juzgará primero por tu apariencia.

Una vez medianamente arreglado (Seguía algo sucio, pero nada descabellado para un niño que hubiera pasado toda la tarde en el parque), Samuru le indicó con un leve gesto de su cabeza que ya podían entrar, siguiéndolo de cerca al interior del local. Al instante, un hombre vestido en traje de servicio les atendió preguntando si eran ellos dos o esperaban a sus padres - No, solo nosotros - Tras ello les acompañaría a una mesa y se marcharía a atender otras mesas mientras les dejaba con un menú para que pensaran en que querían pedir - Tranquilo, yo te leo la carta. He elegido este sitio por que en el menú de fuera parecían tener varios tipos de hamburguesas; en cuanto a los refrescos, pide el que más curiosidad te dé; pero las hamburguesas son... - Y empezaría a recitar las mismas junto a sus ingredientes para que el muchacho eligiera su favorita.
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Mi ánimo parecía no desaparecer y más con la misión cumplida, me sentía indestructible en esos momentos – deberíamos hacer mas trabajos como estos, tu me pagas una hamburguesa y yo te atraigo público-  ese tono inocente y alegre era algo único que podía tener en esos momentos mis ambiciones no eran muy grandes, solamente quería tener algo que comer a diario, algo a lo que me pudiera aferrar al final del día, era difícil de entender la situación de muchas personas que lo que mas aspiraban era a tener dinero cuando ya tenían mucho dinero, cuantas hamburguesas se podría comprar con todo ese dinero que tenían, quizás por eso se peleaban tanto, no me importaba esas banalidades del mundo, solo me importaba que iba a pedir de comer y ojala me dejaran llevar las sobras para poder comer algo mañana, ese era mi mayor preocupación.
 
Camine al lado de mi benefactor del día de hoy, que bueno que me había interesado su bolsa – sabes si no fueras tan guapo no te hubiera robado el día hoy, ni tampoco me hubieras conocido y hubieras tenido el espectáculo mas grande de tu vida - no lo decía con arrepentimiento ni nada, es mas mi tono de voz era de tu me debes la vida ahora, le seguía el paso hasta que llegamos a un restaurante se veía bien el lugar y los dibujos del menú se veían apetecibles, lamí mis labios y sobe mi estomago un poco ya casi saboreando la comida y antes de dar un paso fui detenido por compañero.
 
Lo que estaba pasando hizo que mies mejillas y toda mi cara obtuvieran se coloraran de rojo, nunca había sido tratado de manera tan amable por otra persona, se notaba que tenia manchas de suciedad y otras por desnutrición, pero quede mas o menos decente por primera vez en todo el día me sentía un poco apenado con aquel joven extranjero -Gracias- mi tono de voz era bajo a comparación de hace unos minutos donde se notaba todo mi entusiasmo, ahora era un poco mas bajito y escuchando su comentarios lamentablemente la sociedad era gobernada por gente con muchos prejuicios – un día tenemos que gobernar este país de segunda y demostrarles lo que son capaces gente como nosotros- intente recuperar un poco la confianza en el tono de mi voz.
 
Espere que me dieran la indicación para seguir y pase al interior del restaurante, se veía muy bonito era la primera vez que había entrado a un lugar como este, nos guiaron hasta nuestra mesa me sentía hasta elegante una persona importante de la alta sociedad, infle un poco mi pecho lleno de orgullo y lo seguí, escuche los ingredientes de todas las hamburguesas que decía mi compañero -Quiero una de extra queso, el queso debe saber rico y un refresco de manzana, con papas, si papas de seguro será algo exótico- mi cara se veía completamente ilusionada y llena de esperanza
-Hablo- "Pienso" Acciones/Narración
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El joven reaccionó con una timidez inesperada ante el acicalado de Samuru, pero cuando el titiritero le dio una vuelta a la razón de esa reacción, comprendió que, de hecho, era bastante natural, tanto para su edad como para su condición. El mismo siempre se había avergonzado cuando alguien en su familia le peinaba o aseaba y eso que eran personas completamente conocidas para el. Sin embargo el joven parecía más agradecido que incomodado "¿Nunca le han dedicado ni un solo segundo?" Mientras entraban, se sentaban y esperaba a la orden de Riku, Samuru le dio una vuelta a aquello... No le había preguntado al pequeño sobre su pasado, había dado por hecho que sería un huérfano de la calle, algo finalmente demostrado, pero no se había planteado la posibilidad de que no hubiera conocido padre o madre alguna "De ser así tiene bastante mérito que haya logrado sobrevivir tanto tiempo. Yo no habría sobrevivido sin la ayuda inicial y entrenamiento de mi madre".

Mientras pensaba en todo aquello, Riku le describió la idea más básica posible sobre una hamburguesa con patatas, demostrando que para el lo más normal ya de por sí era fascinante, también le pidió un zumo de manzana; Samuru simplemente sonrió y alzó su mano en dirección al camarero, para que este se acercara a atenderlos.

- Para el pequeño una hamburguesa mixta con queso, pan rústico y ración de patatas en gajo al horno; acompañado de un poco de zumo de manzana para beber; que la carne esté al punto interna y externamente por favor - Como suponía que Riku no habría comido nunca carne picada, temía que de llegarle una poco hecha pudiera sentarle mal - Para mí una similar, también de pan rústico, solo que de ternera y poco hecha, con patatas en gajo horneadas y un poco de agua para acompañarlas. Gracias.- La verdad es que escuchar al pequeño pidiendo una hamburguesa le habían dado ganas de imitarlo; no era muy de su estilo, pero podía hacer una excepción.

El camarero tomó nota de todo, aunque se trataba de una orden sencilla, antes de marcharse en dirección a la cocina, para transferirles la petición a estos. Tras aquello, Samuru sopesó si sería buena idea aprovechar ese tiempo para intentar saber algo más de su acompañante, dado que realmente aún era un desconocido; pero por otra parte no quería importunar a Riku con preguntas que pudieran resultar incómodas, después de todo aquel sitio era una recompensa al mismo por su ayuda.

- Cuando acabes con lo que he pedido, si te apetece, podemos añadir un postre a la orden. Pero antes de nada... ¿Te ha gustado la misión de hoy? Por que no me vendría mal un colaborador futuro, dos cabezas con un mismo objetivo siempre trabajan mejor que una.
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Vino una joven a tomarnos la orden todos los sitios que había visitado antes siempre era el dueño directo que te atendía y a veces hasta de mala gana, era raro que alguien te trataba con tanta amabilidad y con tanta cortesía, me sentía como si estuviera entre la elite del país de fuego, eran mis pensamientos infantiles que tenía, era una fantasía que aunque estuviera a años luz de suceder en mi mente pensé que un día lo lograre – algún día tendré mucho dinero y todos los días comeré en restaurantes como este, y lo veras que yo te podre invitar a comer – puse mi mano sobre mi pecho inflándolo con orgullo. desde que era pequeño siempre había tenido mis objetivos muy simples solo quería poder tener un lugar donde poder dormir tranquilamente, poder comer todos los días y vivir de manera tranquila sin que nadie me moleste.
 
Le sonreír a mi compañero ante su pregunta – estas bromeando me la pase muy bien- comencé a reír un poco – siempre es divertido molestar a la guardia, a veces encuentras buenas personas son las que intento no molestar, pero mucho también se meten a este negocio pro el dinero o por las facilidades que pueden tener, esos son mis principales objetivos – una sonrisa se dibujo en mi rostro mirando fijamente sus ojos, no quería que esto acabara me gustaba trabajar a su lado y con una gran sonrisa le respondí –si quisiera, podríamos entretener a todo el país del fuego y quizás algún día hasta el resto del mundo, seria una buena vida sinceramente- el era una persona de fiar si el no hubiera querido se hubiera escapado con todas las ganancias, si él hubiera querido estaría atrapado por los guardias, muchas cosas pudieron haber salido mal, pero por fortuna no paso nada malo y estábamos disfrutando de nuestro mercado premio.
 
Mientras estábamos charlando de nuestro futuro la joven que nos había tomado la orden de hace un rato llego y nos trajo todo lo que habíamos pedido, relucía como oro y brillaba como un diamante no podía creer lo que estaba mirando. Relamí mis labios mirando la hamburguesa y las papas fritas – Muchas gracias y buen provecho- puse ambas manos y miré a mi compañero con una gran sonrisa. Comencé a devorar mi platillo mis papilas gustativas comenzaron a bailar, me encanto nunca había probado algo tan rico era todo lo que esperaba y hasta más – dios mío- lo decía con la boca llena casi y tomando mi refresco, me sentía tan feliz en ese momento que ignoraría cualquier cosa.
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Samuru sonrió con algo de pena ante la preocupante afición del niño de molestar a la guardia, especialmente en una época tan inestable como aquella en la que vivían, pero considerando que posiblemente era la única manera de conocía de hacer frente a las dificultades del mundo, podía entender que hubiera aprendido a ver aquel panorama con unos ojos más ilusionados "Es un chico especialmente duro si ha conseguido conservar algo de ilusión hasta este punto... O quizás los de su generación están hechos de otra pasta, viendo que han nacido tras la aparición de Kami" Cerrando los ojos durante dos segundos, Samuru despejó los pensamientos negativos de su cabeza, dispuesto a relajarse y disfrutar de una buena cena por una noche; se lo habían ganado.

- Gracias - La comida le fue entregada por una camarera, posiblemente fuera la encargada de llevar los platos, mientras que su compañero de tomaba nota - Buen provecho Riku, y te tomo la palabra pequeño, iré a buscarte cuando seas rico para que me invites a cenar en condiciones.

Samuru pasó a guardar silencio y a frotarse las manos con la servilleta para eliminar cualquier resto visible de polvo antes de "atacar" a su cena. Primero se comió parte de la ración que complementaba al plato principal, y luego pasó a comerse el mismo acompañado de algunos cubiertos, en parte para ensuciarse menos, en parte por que había sido educado de aquella manera por su padre. Sin embargo, mientras comía con relativa meticulosidad, no llegó a reprender o criticar al Riku por hacerlo con las manos en ningún momento; era un niño comiéndose una hamburguesa, solo un verdadero animal intentaría corregir su conducta, mucho más cuando parecía estar disfrutando cada bocado con toda su alma.

Evidentemente Samuru estaba siendo dejado atrás por el ritmo a la hora de devorar de su compañero, pero decidió que en lugar de invitarle a comer más despacio para alargar la experiencia, le pediría algo más si al terminar se quedaba con hambre. Por su parte, ya había terminado con la mitad de la hamburguesa y había parado para beber algo de agua, aprovechando aquel silencio (fruto del hambre) para sopesar algunas ideas que pasaban por su cabeza... Riku había sido de gran ayuda y su capacidad para distraer a los guardias junto a su conocimiento callejero habían probado rotundamente su utilidad como compinche; sin embargo Samuru dudaba si ofrecerle un "contrato" a larga escala, dado que a fin de cuentas no le conocía de más de un día. "Una cosa es segura. Tarde o temprano voy a necesitar un compinche y quizás algún contacto... No pienso estar resignado toda mi vida a lo más bajo".

Continuó dándole vueltas al asunto mientras continuaba con la segunda parte de la hamburguesa, decidiendo que sería mucho más fácil llegar a una decisión no forzada exclusivamente por la necesidad cuando su estómago estuviera completamente lleno.
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Última modificación: 11-05-2023, 02:56 PM por Riku.
Seguía devorando mi alimento sin parar y pensando cual seria mi siguiente movimiento, era una agradable persona Samuru, no me molestaba ni por la manera de comer, era agradable conocer a este tipo de persona y suspire un poco seria triste que no pudiera trabajar a su lado, pero tampoco lo culparía al final todos se acaban yendo de alguna forma u otra, no quería llenar mi cabeza de pensamientos triste si se quería ir al final no lo culparía, tendría que seguir con mi vida.
 
-Oye Ru, nunca he que hay afuera del país del fuego o conocido algún otro lugar, siempre veo gente que sale y entra todos los días de la ciudad y a veces hasta jugando me imagino a donde van o de de donde vinieron- reí un poco con mi idea tonta tenia que encontrar como matar el tiempo después haber finalizado de comer y hasta mi estomago se inflo un poco por haber comido tan rico y tan rápido, la pregunta también venia disfrazada con algún pequeño truco quería saber un poco más de él, por su facciones sabía que no era de aquí, pero quería saber más de el de donde venía a donde se dirigía o que tenía planeado – Por ejemplo cuando te vi pensé que eras un rico extranjero, ya que eres muy fino para estar en la calle por eso pensé que tendrías mucho dinero- reí un poco – y que de seguro solo te estabas haciendo pasar por algún humilde ciudadano, pero creo que me equivoque, lo bueno que no acabaste siendo un ninja de elite disfrazado por de seguro ya estaría muerto- quería saber un poco más de él esperando poder congeniar un poco más..
 
- ¿Oye, necesitaras donde dormir no? Te ayudare a buscar un lugar donde te puedas esconder esta noche, aparte con tu ganancia podrías ser un buen objetivo, tendrías que guardarlo en tu pecho o en algún lugar donde no se note, a veces no brilla el sol para todos nosotros- le comenté tranquilamente observándolo con una sonrisa, moviendo mis pies con tranquilidad -Y y que me recomiendas de postre, siempre he visto una cosa blanca con cosas rojas, ¿es dulce? Me gustaría comer algo dulce- puse mi mano sobre mi barbilla para pensar que podría comer a continuación y poder terminar nuestra salida a comer de esta noche.
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Para cuando Samuru terminó de comerse el plato principal, Riku ya llevaba un buen rato divagando sobre la vida y especialmente al respecto de que pedir de postre. La pregunta sobre el lugar en el que dormir sorprendió a Samuru; la verdad era que, después de tanto tiempo viviendo oculto en el bosque con su madre y otro tanto tiempo viviendo por su cuenta, solo necesitaba una pequeña tienda de campaña y, con suerte, un lugar donde asearse al día siguiente.

- No acostumbro a dormir con un techo encima. Los lugares que requieren pago son caros para mi nivel de vida actual, y los que están abandonados presentan otro tipo de problemas que, en una tienda de campaña oculta en medio de la nada, generalmente no tendrás. En cuanto al dinero, no te preocupes, suelo tenerlo bien oculto, es solo que en ese momento la cartera estaba vacía, de ahí mi descuido... llevo ya mucho tiempo viviendo como un ermitaño.

Samuru guardó silencio sepulcral tras aquello, al darse cuenta de que realmente no sabía la cantidad de tiempo que había pasado el solo, viviendo en bosques y tejados; ¿Años? seguro, pero no tenía idea de cuantos "Para ser exactos no sé en que año vivimos... hecho de menos leer un buen libro a resguardo, y mucho más el taller de madre... a Ran no le vendría mal una revisión a fondo. Hay partes de su mecanismo que están quedando descuidadas por mi falta de instrumental" Decidió quitarle importancia a sus pensamientos mientras levantaba la mano, llamando nuevamente a quien quisiera atenderles.

- Sírvele un trozo de pastel con algún fruto rojo acompañándolo... De los que tenéis en la carta... Que sean fresas, con un poco de nata - Acompañaba sus palabras con el dedo señalando en la carta lo que solicitaba, para pasar inmediatamente después a la zona del chocolate - A mí pone un coulant con nata y una bola de helado... Hace mucho que no me doy un capricho.

Pese a su apariencia "elegante" la realidad era que Samuru era especialmente amante de la comida dulce, especialmente de la que podía llegar a resultar empalagosa para algunos. Tras tomar nota, el servicio se marchó a preparar lo solicitado, volviendo a dejar solos a ambos.

- Recuerdo que de pequeño me gustaba mucho el algodón dulce... Y reconozco que intenté controlarlo con mis hilos más veces de las que debería, convencido de que al estar hecho de hilo de azúcar, de aprender a hacerlo, podría atraerlo a mí con facilidad - Suspiró, claramente decepcionado - Lo más cerca que estuve de lograrlo fue cuando usé a Ran para casi robar uno... Y lo habría conseguido de no ser por mi madre. Pese a la clara diferencia temporal, es casi irónico que en ese entonces me impidiera robar comida y años más tarde fuera ella quien perfeccionara mi habilidad para hacerlo.
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-Luego la gente ni te quiere aceptar se han vuelto demasiado prejuicioso últimamente- le comente algo molesto a mi compañero por lo de encontrar un lugar digno donde pudiéramos dormir – tú también vives mejor que yo, lo de mi mochila es lo único que tengo donde pueda encontrar un lugar donde dormir lo aprovecho, solo tengo una pequeña manta que me robe del sitio donde vivía y cojín que uso como almohada jaja, pero bueno es mejor que nada- intentaba ver lo positivo de las cosas que teníamos los dos – yo también llevo bastante tiempo viviendo en la calle- me quede pensando un rato y mirando el piso.

Le sonreí amablemente a Samuru ya que había entendido mi pedido de alguna manera extraña de seguro cualquier otra persona menos inteligente o agraciada que el no lo hubiera podido entender, me alegraba tener a alguien como el -Todos merecemos un capricho- escuché su pedido y hasta estaba curioso que seria lo que fuera a comer, no sabia muy bien que era el helado, me imaginaba muchas cosas de seguro eran muy rico si él lo estaba pidiendo.
 
-Debe ser lindo tener familia- fue en tono bajo y mirando al suelo yo no conocía nada de mi familia -Ni se si mi nombre realmente es Riku- mire el tatuaje en mi brazo – significa tierra, ¿no?- le pregunte algo curioso a Samuru sobre el significado de mi nombre, lo había escuchado de algunas personas pero no sabía si era verdad su significado ,quería preguntarle más cosas, quería hablar mas con el pero no quería incomodarlo, de seguro era algo triste para él, tampoco sabía si al hablarle de mis cosas lo cansaría,  mi historia no era muy extraordinaria, simplemente era un huérfano más, pero me anime un poco quizás así podría confiar más en mí.
 
-Yo ni siquiera conocí a mi madre, me recogieron en los barrios bajos cuando era un bebe, había varios niños como yo por lo que recuerdo, nos usaban para robar para ellos al final del día teníamos que cumplir una cuota para poder comer, pero si no lo lográbamos no comíamos, pero me harte un día, intente convencer a mas, pero nadie me siguió, son unos cobardes- mi mueca se mostraba un poco el enojo que tenía – pero no me importo y escape- lo mire a los ojos contándole un poco de mi historia. 

Llego nuestro postre y me lo puse a comer e hice una cara de felicidad – dios sabe mejor que el otro- le dije muy feliz con una sonrisa – muchas gracias- le respondí amablemente a Samuru, comiendo mi postre con algo mas de calma -bueno eso es una de las razones por la que vivo en la calle, siempre he sido bueno robando y seguiré usando lo que soy bueno para seguir viviendo- seguí comiendo intentando no incomodar más, pero con cierta esperanza de que pudieramos hablar un poco mas.
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Samuru escucha a Riku hablar sobre su pasado y como terminó en las calles; aunque en el caso concreto del pequeño no hubo un final de la recta que le llevara hasta allí, ya que las calles eran todo lo que había conocido. Entonces aparecen los postres ante ellos, y armado con su cuchara de postres, Samuru no duda a la hora de empezar a comerse su plato... Con suavidad, mezclando los tres productos principales en la cuchara antes de llevárselos a la boca; coulant, helado y finalmente nata, para luego dejar que sus papilas saboreen la mezcla de sabor al unísono. De su expresión, solo se puede decir que parece feliz.

Tras unos segundos, abre los ojos y observa al pequeño, quien también parece disfrutar de su elección. Apartando ligeramente la cuchara, Samuru escoge bien sus palabras antes de empezar a hablar, decidido a contestar a los anteriores comentarios del niño.

- Es complicado - Su rostro parece haberse torcido por un momento, en un gesto completamente contrario al que debería poner nadie mientras come algo dulce - Recuerdo a mis padres, pero solo hecho de menos a madre... No es que no quisiera a padre, pero al final del día casi no le veía. Cuando afrontas la pérdida, solo hechas de menos a las personas que siempre estaban ahí y a los ideales que representaban - Un nuevo silencio y una nueva cucharada, esta vez su rostro tenía un aspecto más cálido, producto de disfrutar la mezcla de sabores - Nunca diría que habría preferido no conocerlos para no echarla en falta... Pero la pérdida siempre es más difícil de afrontar que la ausencia. y pese a todo, me considero afortunado. Aunque hay días en los que me arrepiento de no haber aprendido más.

Al final del día, el joven titiritero, tras varios años viviendo en soledad, había aprendido a no echar de menos a quienes se quedaron en el camino; pero lo que nunca había logrado superar era la sensación de que, de haberse esforzado más, podría haber aprendido mucho más de ambos progenitores; especialmente de su madre, maestra marionetista de una rama concreta que quizás ahora estuviera completamente perdida "Era su legado, y debería haberlo hecho mío antes". Pero eliminando los pensamientos derrotistas de su cabeza de un plumazo, vuelve a tomar la cuchara y continúa con su postre, decidiéndose a disfrutar cada centímetro del mismo.

- Está bien apoyarnos en nuestras habilidades para sobrevivir, pero quizás deberías pensar en como ponerlas a mejor provecho - Una nueva pausa, mientras saborea la mezcla en su boca - Es decir, no me parece mal tu elección, cada cual es libre de elegir; pero si eres tan bueno, quizás deberías intentar pensar un poco más a lo grande, o a futuro... Ningún ratero que no logre versatilizarse llega a viejo, y sería una pena que alguien con tu habilidad cayera a medio camino. ¿Nunca has pensado en intentar aprender ninjutsu? Es un trabajo duro y peligroso... Pero al menos en rangos bajos, no mucho más que la calle, y es legal. Sinceramente la única razón de que yo haya abandonado esa idea es el hecho de que mi país de origen haya desaparecido del mapa.
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-De seguro era una persona muy buena, me hubiera gustado conocerla- le comente con una sonrisa, como habrá sido mi madre o mi padre siempre era algo que recorría mis pensamientos, me hubiera gustado conocerlos y preguntarles tantas cosas, cierta parte mía esperaba que ellos me hubieran querido y me abandonaron por salvarme o algo así, era un pensamiento lindo que a veces usaba para engañar a mi cabeza -Pero bueno los pudiste conocer y bueno sabes el destino de ellos, odio no saber que paso con ellos, odio que no pueda preguntarles más cosas, quisiera encontrarlos y tan siquiera poder saber por que se fueron, o saber que querían por que me tuvieron, sé que hay probabilidad que no me guste la respuesta,  pero quiero saber esa respuesta- levante un poco el lado derecho de mi boca haciendo una mueca de descontento – Espero lograrlo un día-.

Termine de comer por completo y estire mis pequeños brazos, conteniendo la respiración unos instantes para sacarla, sobre mi estómago y me sentía feliz de haber comido algo tan rico, escuche con atención la idea sobre la que hablaba Samuru, “¿Aprovechar mejores mis habilidades?” mire mis manos escuchándolo en silencio, mi única habilidad era robar -Ninjutsu es lo que usan los ninjas ¿no?- estire mis brazos y me comencé a inspeccionar yo solo mirando todo mi cuerpo – este no es un cuerpo de un ninja, ¿no te gustaría mejor ser una gran estrella del espectáculo?- le respondí con una sonrisa – recorreríamos todos los países y seriamos famosos y reconocidos por algo genial y especial – reí imaginándome esa vida –pero no lo veo tan descabellado, podría funcionar, necesitaría alguien que me enseñara a hacer ninjutsu, ¿conoces a alguien? – lo mire curioso.

Ya no tenía más especio y estaba satisfecho solo estaba esperando que el terminara para que siguiéramos nuestro camino, podríamos armar algo genial juntos, podría intentarlo de verdad por primera vez tener a alguien más, ¿si separado pude durar mucho tiempo juntos lo haríamos todavía más -¿A donde quieres ir después de comer?, creo que podríamos buscar un lugar donde de dormir, conozco una buena ubicación en un parque- esperaba que aceptara mi invitación y pudiéramos seguir juntos.
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Samuru terminaría su postre unos minutos después que el joven de cabellos rubios. Rebañaría con cuidado usando su cuchara, hasta que no quedó casi rastro alguno en el capricho que había decidido darse después de tanto tiempo y finalmente apartó el reluciente plato, mientras escuchaba las ideas y "filosofía" de su compañero al respecto los distintos temas que estaban tratando.
 
Es curioso que no te atraiga la idea, los chicos jóvenes suelen estar fascinados por esa gente... Pero lo entiendo, soy el primero que se alejó de ese camino hace mucho tiempo - Mientras decía aquello, empezó a ponerse en pie y, haciéndole un gesto a Riku para indicarle que ya podían moverse, dirigirse al exterior - En cuanto a la estrella del espectáculo... Creo que necesitarías incluso más entrenamiento. Dependiendo de la especialidad, cosas como acróbatas, malabaristas de alto riesgo... Son gente con un entrenamiento muy intensivo detrás, y una capacidad atlética que algunos ninjas podrían envidiar.
 
Deteniéndose ante el camarero encargado de controlar las entradas y salidas del local, Samuru pagaría lo que habían comido antes de salir del todo del establecimiento, notando como una pequeña parte de su alma se quedaba atrás, con el elevado pago de la cena "Tengo que hacerme con un hornillo portátil y así poder dejar de verme obligado a pagar cuando quiera comer caliente". Suspirando can cierta resignación, mientras concluía que no estaba ni cerca de alcanzar el dinero necesario para su idea, guardó su cartera en un lugar accesible y continuó andando mientras escuchaba lo que le decía Riku. El chico parecía haberse apegado a la primera persona que le había tratado como un ser humano; y aunque Samuro contemplaba varios problemas en seguirle el juego, también entendía las ventajas económicas de ser dos afiliados.
 
Los parques siempre me han parecido una opción arriesgada... Tanto por la guardia como por otros pandilleros. Pero, antes de nada, Riku; ¿estás seguro de que quieres continuar conmigo? Soy un vagabundo ermitaño, sí; pero también soy alguien que trabaja duro cada día para intentar salir de esta existencia. ¿Estás dispuesto a esforzarte al máximo cada día? Porque ten claro que ni la mitad de los días saldrán tan bien como hoy... No tengo nada parecido a la respuesta a todas las preguntas sobre cómo comer bien todos los días.

El titiritero estaba dispuesto a aceptar la idea de compartir su desgracia con alguien con quien poder hacerla más amena y combatirla mejor, tenía que dejar claro al chico como serían las cosas de continuar juntos. Igualmente, mientras esperaba alguna clase de respuesta, situaría su mano derecha sobre la altura de los ojos a modo de visera y empezará a escanear los alrededores, en busca del tipo de localización que el prefería usar como guarida nocturna y al que, gracias al poco entrenamiento recibido por su madre, era capaz de acceder únicamente él y quizás algún otro elemento demasiado hábil.
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-Pues no sé por qué no estoy tan apegado a la idea de ser un ninja, quizás no me llama tanto la atención darle mis habilidades a otros para que lo usen, después de todo es algo que yo he entrenado es mi tiempos y mis habilidades que yo tengo, es algo que yo he hecho e imagínate que llegara a morir en nombre de la aldea o algo similar, ya sería un héroe pero un héroe muerto que no podría gozar de su fama y fortuna-  era una verdad que yo pensaba sobre los ninjas y prestar nuestro servicio a la aldea, pero quería vivir durante muchos años.
 
-Pero tampoco niego que sus habilidades sean malas, podría buscar algo de entrenamiento para hacer más llamativo el espectáculo – le respondí con una sonrisa sincera – Podríamos buscar a alguien que me enseñe, será difícil pero el dinero mueve a todo el mundo, mira que mueve hasta la comida, no encuentro un poder mayor- le comencé a seguir el paso poniendo mis manos tranquilamente sobre mi cintura y espera para salir del lugar.
 
Mire el rostro de mi compañero se veía algo resignado, en cierta parte lo comprendía, pero ahora no estaría solo, yo le ayudaría en todo lo que pudiera y no seria una carga los dos lo conseguiríamos, los dos podríamos lograr nuestro objetivo de comer. seguí caminando pensando en las ideas que tenia para el futuro y me quede callado unos segundos con lo último que decía y mire el cielo ya era oscuro y las estrellas junto a la luna iluminaba todo el cielo.
 
-Samuru, yo nací en este mundo sin ningún objetivo, sin nada por lo que luchar mas que sobrevivir, no quiero morir golpeado un día en un callejón, o morir sin poder comer nada o por una enfermedad, quiero vivir cómodamente y tranquilamente algún día, sé que será esfuerzo que habrá días donde no podremos comer más que una rebanada de pan, o días donde no podremos encontrar donde dormir…-me quede en silencio unos minutos – pero es mejor estar juntos que solos ¿no?-  mi tono se escuchaba relajado y tranquilo – Quiero que estemos juntos – mis mejillas se sonrojaron un poco no era de pedir ayuda o intentar dar lastima de esa manera, pero realmente quería estar con el -Tu no tienes familia y yo tampoco, podríamos ser familia y no te preocupes por lo que digan los soldados yo diré que eres mi hermano, ¿podríamos decir que papa siempre busco cosas exóticas?- reí con el ultimo comentario, pero realmente no me quería separar de él, me lo quede mirando un rato como si buscara algo, mire a a los alrededores y un escalofrio paso por mi cuerpo, tenia frio, tendriamos que buscar un lugar donde dormir pronto.
 
-En el sector industrial existen muchos almacenes abandonados, podríamos ir a buscar uno estable para pasar la noche, la gente casi no se acerca porque piensa que están embrujados o podría salir un vagabundo a atacarnos, por lo general no voy a ese sitio por que necesitaría un compañero para cuidarme, pero ahora lo tengo no? , yo hago la primera guardia y tu podrías hacer la segunda no será muchas horas de sueño pero mínimo sobreviviremos la noche- lo mire a los ojos esperando una respuesta la noche seguía avanzando y el frio se comenzaba a notarse con mayor intensidad.
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Las razones de Riku para no querer dedicarse al mundo Shinobi resultaban más que comprensibles, y sin embargo Samuru no podía evitar pensar que era un pensameinto extraño para un niño pequeño, dado que estos normalmente piensan mucho más en las partes "geniales" del futuro y mucho menos en la alta mortalidad del oficio. "Supongo que es normal viniendo de un niño tan expuesto a la realidad". En cualquier caso, el titiritero respetaba la opinión del muchacho.

Pero Riku volvió al tema principal que les atenía, su futura colaboración como socios "criminales" (Si bien la idea era, al menos de momento, tratar de ser todo lo legales posible) y las condiciones de la misma. Riku había aceptado la condición de trabajo duro y cierta "obediencia" sin embargo sus condiciones, y especialmente la rapidez para exponerlas, resultaban algo preocupantes para Samuru.

- ¿Hermanos? - El titiritero dudaba al respecto, nunca había tenido familia más allá de sus padres, ni tíos ni abuelos. Un hermano era un ente desconocido, y aunque para el era solo un contrato, percibía que quizás el muchacho buscaba algo realmente familiar ¿Sería aprovecharse de él aceptar el trato? Quizás sí, pero al menos de momento el solo salía ganando - Si así te sentirás más cómodo en nuestra cooperación... Me pare correcto.

La única condición de Samuru era que deberían adoptar el apellido Skuld, apellido de su madre y título de la rama marionetista que había heredado de ella, pero a fin de cuentas Riku no tenía apellido alguno, así que no parecía necesario mencionar por ahora el asunto.

- Entonces solo queda el alojamiento. No te preocupes, tengo algo pensado mucho más seguro que un almacén abandonado - Una sonrisa misteriosa se dibujó en el rostro de Sam al tiempo que comenzaba a andar en dirección al edificio al que finalmente le había echado el ojo - Los lugares abandonados están bien, pero cuando tienes ciertos recursos puedes acceder a algunos sitios bastante únicos... - Mientras decía aquello, el joven llegó ante un edificio de apariencia normal, una vez ante el mismo, alargando la mano hacia Riku e indicándole con un gesto a su espalda que se aferrara a la misma - Este truco también lo aprendí de mi madre, vamos, confía en mí.

Samuru esperaría pacientemente a que el muchacho se atreviera a confiar en él, pero en cuanto lo hiciera, aferraría al mismo para que no se callera y, procurando que nadie les estuviera viendo, empezaría acorrer por la pared como si se tratara de suelo normal; de las pocas cosas que le había enseñado su madre antes de marcharse era el control de marionetas, su fabricación, y las bases del control de chakra, increíblemente necesarias para un clan que "hila" tan fino como el chikamatsu. Así pues, veinte pasos más tarde, Samuru saltaría al interior del edificio por una ventana, acabando junto a Riku en una habitación abandonada en el piso más alto de aquel pequeño edificio residencial.

- Siempre hay que mirarle la parte buena a las cosas... Y la guerra dejó muchas casas abandonadas, algunas de ellas en lugares que, sin la llave, son inaccesibles para el pandillero promedio.
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Di un pequeño saltito celebrando que aceptara ser mi hermano y a su vez trabajar conmigo, pero confía en él, en las calles era muy difícil poder confiar en él, se hubiera podido escapar con todas ganancias y no lo hizo, pudo no haberme invitado a comer y golpeándome en el estómago, pero cumplido todo, era alguien en que pudiera confiar, esperaba que siguiera así y no me decepcionara. Le seguí el paso escuchando su idea, me causaba curiosidad a donde podríamos ir por lo general siempre me quedaba en la calle y la curiosidad me estaba matando quería saber a donde me iba a llevar.

Llegamos a lo que parecía un edificio abandonado me lo quede mirando unos segundos, no sabia si tenia idea a lo que se estaba metiendo nunca me había atrevido a venir a estos sitios, suspire un poco resignado, confiaría en el al fin y acabo se lo había ganado, me hizo una señala para que subiera a su espalda, di un salto para sujetarme fuerte -Listo vamos- primero comenzó a avanzar directo a la pared – SAMURU SAMURU- le gritaba pensando que íbamos a chocar o algo por el estilo, cerré mis ojos antes de llegar a estrellarnos contra la pared y abrí mis ojos a los pocos segundo sintiendo que seguíamos avanzando pero de otra manera.  Estaba caminando en la pared y me quede sorprendido de lo que estaba pasando, nunca había visto nada como esto, me quede completamente maravillado de lo que estaba experimentando.

Logramos entregar al edificio por una ventana y baje de un salto aplaudiéndole por el truco que había hecho – wow eso fue realmente genial, ¿un día me podaras enseñar a hacer esas cosas?, imagina todos los lugares que podría alcanzar- le sonreí muy emocionado pensando en todas las posibilidades que podríamos tener y me parece muy emocionante. Comencé a caminar alrededor de la habitación examinando el pequeño cuarto se veía algo desgastando por el tiempo, pero había algunas cosas que parece que se habían usado recientemente –¿Entonces aquí vives no? - era mera curiosidad mirando todas las cosas que había.
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Al principio el pequeño estaba demasiado alterado por la situación, claro que en realidad su reacción era normal. Pese a que cualquier aspirante a shinobi era capaz de realizar como mínimo ese truco, no era algo que la gente común estuviera acostumbrada a ver en su día a día; el propio Samuru únicamente dominaba aquel "truco" gracias a su madre y a que esta centrara todas sus enseñanzas sobre el chakra alrededor del control del mismo y de la destreza para manejar sus marionetas.
 
- Aquí, allí... Suelo moverme cuando la guardia empieza a estar atenta a los lugares en los que represento, pero desde que empecé con este estilo de vida, comprendimos que lo mejor era usar las habilidades a disposición para buscar un lugar mejor en el que descansar - Mientras decía aquello, sacó su viejo saco de dormir y lo echó al suelo, junto al resto de su equipación de "acampada nocturna" - No es perfecto, ni mucho menos, pero es mucho más seguro que casi todos los lugares a los que pueden llegar el resto de aspirantes.
 
Una vez hecho aquello, Samuru volvió a dirigirse a la ventana mientras miraba el exterior, la gente parecía empezar a marcharse y despoblar las calles, por lo que sería más fácil aún salir y entrar del edificio, ya que quizás les quedara algo por hacer.
 
- Si tienes algo de equipaje para pasar mejor las noches podemos ir a por el en un momento, porque que te quede claro que el saco es mío... Aunque podemos intentar conseguirte alguno en los siguientes días, no debería ser difícil, aunque sea hacernos con algunas toallas o cortinas con la que improvisarlo.
 
Pese a sus palabras, Samuru estaba recopilando mentalmente alguna manera de darle algo con lo que arroparse a su pequeño compañero "Después de todo las noches en alto son más difíciles de pasar salvo que la casa no tenga corriente de aire... Y este no es el caso" Pero suponía que el chico estaría bien preparado al menos en cuanto a equipaje nocturno, después de todo era lo más básico de un sin techo, y este llevaba años en la calle. Así pues, si el joven indicaba que debían ir a por su equipaje, le seguiría el juego y tomarían lo necesario antes de volver a aquel lugar; con suerte para pasar la primera noche de un futuro, quizás, algo mejor para los recién formados socios y "Hermanos Samuru".
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-Sinceramente creo que es un buen lugar los guardias son perezosos a veces y por lo que he llegado a escuchar de ellos el sueldo que les dan a alguno es muy bajo como para estar tomando molestias adicionales, se que a veces hacen ammm se me fue la palabra, cuando van muchos y buscan a personas malas en su interior- intentaba recordar la palabra a mi corta edad algunas cosas todavía se me complicaban, pero me las arreglaba con lo que tenía.

-Es un lugar que podemos llamar hogar, siempre he pensando que es un lugar donde te sientas seguro y por el momento todo este sitio cumple la descripción justa- sonreí levemente pensando en lo que tendríamos que hacer ahora y las opciones que me estaban dado se escuchaban interesante – Es algo arriesgado pero un día podríamos ir al sector rico son derrochadores pero no me atrevo a ir yo solo por que se la gente se pone algo violenta a ver a personas como nosotros hurgando en su basura- suspire y me rasque un poco la cabeza.
 
-Nah no te preocupes todo el equipaje que tengo esta justo con nosotros, una almohada desecha y una pequeña cobija no necesito mas y pues parece que hoy tendré la suerte de dormir en el interior de una casa, así que no la pasare tan mal el día de hoy – estaba algo emocionado realmente no tener que cuidar de mis cosas, pero me di cuenta que algo me faltaba, lo había dejado en el parque por la emoción lo había escondido bien así que de seguro nadie se daría cuenta que estaba en ese lugar y aparte eran cosas sin valor alguno nadie se robaría una mochila fea sin valor algún.
 
- Tenemos que regresar al parque se me olvido mi mochila cuando montamos el espectáculo la guarde en un lugar discreto, pero, pero tengo las pocas cosas que me han acompañado desde que escape de primer sitio donde vivía, podemos regresas ¿por favor?, si tuviéramos mas cosas no te molestaría de esta manera- junte mis manos y me acerque para que me acompañara a donde estábamos hace unas horas haciendo el espectáculo, realmente no era algo de mucho valor pero era algo mas por el sentimiento que tenia por mis primero objetos que no quería soltar, era algo a lo que me podía aferrar.
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