Hermandad [Pasado con Riku]
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Polvo, arena y sed, recordatorio de su lugar de origen, memorias de lo que dejó atrás en busca de una nueva oportunidad. Un joven de cabello oscuro corre entre los callejones del País del Fuego, agarrando con fuerza su único sustento contra el pecho mientras intenta dejar atrás a los tediosos perseguidores que, un día más, han aparecido a mitad de su inocente espectáculo para acecharle con preguntas y amenazas; el origen de los trucos que utiliza en su stand; la inexistencia de licencia alguna para ejecutar su espectáculo; y por supuesto la sospecha, verídica pero injusta, de que su origen no es el "adecuado". Él sólo quería comer, quizás incluso conseguir algo de agua purificada, lejos de la agria agua "natural" de las fuentes de aquel distrito; pero en su lugar su boca únicamente sentía, nuevamente, el sabor del polvo y la arena.

- Creo que los hemos dejado atrás - Murmura al bulto que lleva en brazos, pegado a su pecho, justo antes de torcer el gesto, consciente de que ha vuelto a hablarla directamente.

Entonces desenvuelve el paquete que con tanto apremio ha intentado conservar, hasta el punto de huir de la guardia cuando estos amenazaron con quitársela, a ella; su única compañía; su fuente de ingresos; su único recuerdo del pasado... Y es así como al ser retirada la última venda, una muñeca de tonos azulados ve la luz entre sus brazos. La que podría ser una vista extraña para el espectador externo, debido a lo extraño que suele resultar al ojo del desconocedor la posesión y atesoramiento de una muñeca por parte de un joven ya bastante crecido, no podría importarle menos al extranjero, que comprueba con sumo cuidado que nada le haya pasado a la pieza de "juguetería", mientras continúa hablándola directamente.

- Madre siempre decía que el momento en que uno de los nuestros empieza a hablarle a sus marionetas es que todo está perdido... - Mueve las articulaciones de la muñeca con cuidado, buscando cualquier imperfección que pudiera haberse producido durante la huía - Y no seré yo quien la lleve la contraria, pero tampoco tengo nadie mejor con quien hablar.

Sonríe con tranquilidad, habiendo comprobado que su tesoro está en perfecto estado, y vuelve a envolverla en sus trapos protectores, antes de guardarla en una bolsa de tela vieja que cuelga a modo de mochila improvisada de su espalda. Hecho esto, rebusca dentro del saco hasta extraer un telar algo más pequeño, acordonado con un grueso hilo de color rosado, síntomas de un tono carmesí perdido con el desgaste del tiempo, que desata para poder ver el contenido del mismo... Unos pocos Ryos, que con suerte le servirán para comer durante dos días.

- Podría ser peor - Murmura entre dientes, con una confianza tan inexistente, demostrando que ni si quiera el mismo se cree sus palabras - Supongo que tendremos que comer fideos de nuevo.

Vuelve a cerrar el pequeño saco y se lo hecha al bolsillo, retomando su camino de vuelta a las concurridas calles del comercio, dispuesto  a buscar algún puesto de comida que, con suerte, esté dispuesto a no ofenderse, o escupir en su plato, cuando trate de regatearle el precio de su comida. No está siendo un buen día para Sam.
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Otro día la misma mierda de siempre, desperté en uno de los tantos callejones donde podía encontrar descanso durante la noche, estirando mis manos entrelazando mis dedos comenzando estirarme, bostezando mirando al cielo azul era verano el sol golpeaba a todo lo que podía desde el principio del día con los rayos del sol, me levante guardando mis pocas pertenencias que tenia para dormir en una bolsa detrás de un basurero, era mi lugar seguro donde podrían estar todas mis cosas, era un almohada muy sucia y una pequeña manta que me ayudaba a no morir de frio en las noches, los guardias no se metían con gente como yo por lo general claro siempre y cuando no les diera problemas.

Me dirigí al centro de la ciudad me dolía el estómago un poco habían pasado algunos días desde la ultima vez que comí y el agua sucia que bebía de vez en cuando de los lugares que podía encontrar no era muy nutritiva que digamos "Ojala hoy encuentre un buen plato de cerdo tirado por algún lugar jaja." Algún pensamiento tonto rodio mi mente intentando ser positivo o quizás intentando engañarme que seria otro día sin que pudiera comer algún bocado, sin ningún ryo a mi nombre me tenia que aventurar a la misión de siempre, conseguirlo de cualquier manera para poder lidiar con mi hambre.
Después de unos minutos llegué al centro de la ciudad como siempre totalmente atiborrado de cualquier tipo de gente y claro los malditos guardias observando, manteniendo el orden del pueblo y mas de gente como yo, pero no iba a ser un impedimento para mi objetivo, llevaba mucho tiempo en este negocio y sabia como evadir a algunos guardias, comencé a caminar tranquilamente por las calles mirando a todos lados, mis ojos anaranjados buscaban a su primera víctima del día. "Maldita sea todos siempre están alerta últimamente a este paso me tendré que cambiar de zona, pero a mi me gusta este lugar, espero que no llegue a pasar eso." Puse mis manos en la parte trasera de mi cabeza suspirando esperando que el escenario que estaba figurando en mi mente no llegara a ocurrir.

Tran un rato caminando vi a un joven que me llamo la atención, me lo quede mirando unos segundos había algo en el que me estaba llamando la atención, su ropa era algo llamativa sin llegar a lo extravagante, no estaba nada mal esos patrones tampoco parecían ser de aquí, no sabía de donde eran, pero definitivamente no era de nada de lo que había robado en el país del fuego.

No podía ignorarlo así que lo seguía con cautela, también se veía algo perdido, su aspecto y un poco de su desorientación fue como si mis ojos comenzarán a brillar de la emoción, este iba a ser alguien fácil ahora solo queda esperar  cual de todos los movimientos iba a usar para quitarle su dinero, de seguro solo era una facha para distraer a la gente, pero yo era mas inteligente y de seguro era un extranjero con mucho dinero en su bolsillo, una pequeña sonrisa de travesura se dibujo en mi cara era momento de actuar.

Me acerque despreocupadamente hacia él, cuando estaba cerca corrí lo más rápido posible y choque como si hubiera sido un accidente – Hey cuidado ustedes los extranjeros se creen con derecho sobre la buena gente que vive aquí.- En la confusión aproveche para sacar una pequeña bolsa que esperaba que fuera su dinero y le saque la lengua para irme corriendo rápidamente apretando con todas mis fuerzas la pequeña bolsa que tenía en mi mano.
-Hablo- "Pienso" Acciones/Narración
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Pasan varios minutos hasta que el marionetista logra encontrar un lugar en el que sentarse; la mayoría de los puestos de comida tienen precios demasiado elevados como para poder alimentarse de los mismos durante más de un día, y a fin de cuentas el joven no sabe cuanto tiempo tendrá que durarle sus ahorros. Sería mucho más barato comprarse algo de comida y hacerla por si mismo, pero esto tiene la implicación de necesitar un techo y un fuego, algo de lo que ahora mismo no dispone "Siempre podría volver al bosque..." chasquea la lengua con amargura y aparta los pensamientos derrotistas de su cabeza.

Busca entre sus ropas nuevamente y toma el saco de monedas que lleva consigo, vaciándolo de monedas (Si bien dentro quedan algunas cuentas de metal que usa para sus espectáculos) y manteniendo las monedas en sus manos mientras las cuenta, calculando mentalmente cuantas comidas podrá permitirse antes de quedarse sin nada, y por tanto cómo de apurado por conseguir más dinero está "No puedo volver a hacer representaciones en este barrio, ya me conocen y no tardarán ni cinco minutos en personarse a arruinarlo todo" es entonces cuando, mientras va a sacar de nuevo el pequeño saco de monedas para introducir los Ryô sobrantes en el mismo, antes de pagar al tendero, pero un chico se estrella con el antes de que esto ocurra.

Las palabras del muchacho son claramente insultantes, faltantes de respeto y lo más alarmante... Forzadas. El estaba quieto en aquel lugar, por lo que es el chico el que se ha estrellado, y por más purista que pudiera ser, es raro que un pordiosero muestre tal aversión por un extranjero. Sin dudar se levanta de la mesa, rebuscando entre sus ropajes hasta confirmar sus sospechas; acaban de robarle la bolsa de monedas. Y es cierto que no tenía dinero dentro, por que aún lo lleva en la mano, pero el problema es que le tiene casi tanto cariño a ese saco como a la muñeca que ahora mismo tiene escondida en su equipaje; así que sin dudarlo ni un segundo guarda las monedas apresuradamente en un bolsillo con cierre de solapa, para que no se caigan, y empieza a correr en la misma dirección por la que ha desaparecido el muchacho.

Debería haber sido una persecución sencilla, es cierto que no es el hombre más rápido del mundo, ya que incluso cuando entrenaba, lo hacía para mejorar su flexibilidad y destreza, pero no deja de resultarle desagradable que un chico que no debe de llegar ni a los ocho años esté logrando mantenerse tan por delante de él.

No es hasta varios minutos más tarde que logra alcanzarlo, o más bien a acorralarlo en una especie de callejón, aprovechando la parada para retomar el aire mientras se aparta el cabello con su otra mano, manteniendo en todo momento la compostura.

- Chico, haznos un favor a los dos. Comprueba el contenido de esa bolsa y devuélvemela, no te sale a cuento buscarte más problemas por un contenedor vacío - Skuld cruza los brazos, esperando, mientras mantiene las distancias para no forzar ningún tipo de combate callejero con un mocoso, a que el chico haga lo que se le ha pedido y compruebe que dentro del saco solo hay algunas cuentas de metal - Hasta donde yo sé eso no te servirá de nada, sirven para representar tesoros en representaciones de teatro, o para hacer algún que otro truco de trilero... Pero no te las cambiarán ni por un vaso de agua. Sin embargo le tengo cariño a la bolsa, es un recuerdo importante... No me obligues a luchar por ella - Termina por sentenciar en, ahora sí, un claro tono amenazador.
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Vaya esto se estaba poniendo interesante, no pensé que este chico tuviera tanta agilidad, ¿acaso tendría algo de valor en esta bolsa?, tenia algo importante para el dentro de esta pequeña bolsa, una dibuja se dibujo en mi cara, para mí era una competición a veces robar y encontrar objetos valiosos de otras personas. Ahora había nacido una curiosidad muy grande en mi quería saber que había dentro de esa bolsa no podía dejar que me atapara tan fácilmente.

Comencé a esquivar a todo un grupo de personas con mis brazos – abran paso, abran paso- le decía mientras con mis pequeñas manos intentaba quitarlos de mi camino, por estatura es mas pasaba debajo de sus piernas de algunos, conocía bien este sector de la ciudad si seguía en línea rectaba y daba una vuelta a la izquierda podría esquivarlo al meterme mas a los suburbios, no tendría ningún problema de vender lo que tenía dentro.

Seguí mi ruta de escape, pero al llegar me quede con cara abierta al ver que había un callejón cerrado, ¿me había confundido?, ¿Era la derecha?, maldita sea tenia muchos pensamientos en mi cabeza y sentí su presencia de aquella persona detrás de mi y solté sola una sonrisa nerviosa – jeje hola- levante mi mano mirándolo buscando una ruta de escape con mi mirada, pero no encontraba ninguna otra opción y suspire a veces teníamos que admitir cuando perdíamos y esta vez no lo había conseguido.

Levante una ceja algo sorprendido por su actitud por lo general si te atrapaban siempre venia acompañado por una paliza, siempre era así, pero con este chico era diferente, no perdí el tiempo y abrí la bolsa mi cara cambio con una expresión de desilusión bajando un poco mis labios, suspirando, me puse a jugar con los pedazos de metal que estaba dentro de la bolsa.

-Pensé que tenía más valor o que seria algo de oro- puse una de mis manos en la cadera mientras ladeaba la cabeza – perdón por lo de extranjero, se nota que no eres de aquí solo quería distraerte un poco- le dije mirándolo a los ojos con mi tono de voz normal un poco despreocupado y me acerque y tome su mano para dársela – si es importante cuídalo más- le dije dándole una palmadita en su mano aunque yo era mas pequeño tenia honor entre ladrones – por cierto no estarás dando una recompensa ¿por que te regrese tu tesoro? – comencé a reír sabia que yo era el responsable en primer lugar de haberle robado su bolsa, pero no perdía nada tenia hambre, en esa época hasta se notaba unas pocas manchas en mi cara que era por aparente desnutrición -Eres muy rápido corriendo casi nadie me atrapa, solo pocas veces los inútiles de los guardias de la ciudad jaja , pero con el tiempo he aprendido a que no tengo que robar en ciertas partes de la ciudad, pero tengo que buscar una nueva área- suspire mirando el piso pateando un poco de tierra desilusionado por la situación.
-Hablo- "Pienso" Acciones/Narración
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Samuru va recuperando poco a poco el aliento mientras el ratero comprueba con cierta cautela que sus palabras son ciertas, vaciando la bolsa de monedas, en la que no queda mucho más que alguna cuenta de metal suelta. La desilusión es evidente en su rostro, pero parece tomárselo con bastante calma, posiblemente a causa de que no estar recibiendo una paliza.
 
Como puedes ver, no mentía - Por su puesto el titiritero oculta la parte de que en realidad sí que le habría robado dinero de haberse "estrellado" con él un minuto antes o un minuto después; pero no es algo que el chico deba saber.
 
Las palabras del pequeño mientras le devuelve su bolsa desorientan ligeramente al marionetista, que, pese a la disculpa que se le ha ofrecido, no deja de pensar que el muchacho es demasiado jovial para acabar de ser atrapado después de un robo. "En Suna hay quien le habría cortado la mano". Pero intuyendo que seguramente se trate de algún tipo de defensa psicológica ideada para normalizar la desgracia y su condición de rata callejera, decide no darle más importancia.
 
- Reconoceré que no estaba todo lo atento que debía, pero tenía mis razones - Mientras recupera su bolsa de monedas, que se guarda con intención de rellenar más adelante, Samuru observa lo delgado que está el brazo del muchacho "Visto de cerca, incluso su rostro está flaco... ¿Este pellejo con patas es el mismo que me ha costado atrapar?"
 
Dejando a un lado la vergüenza de casi haber sido dejado atrás por un crío muerto de hambre, en la mente de Samuru empieza a formarse una idea, que toma forma cuanto más escucha las palabras incesantes del pequeño. Es evidente que, pese a su corta edad, ya está introducido a las dificultades de la calle, y además, tiene varios conocimientos de los que el marionetista podría sacar provecho. Zonas más vigiladas por los guardias; sectores a evitar; la suficiente carisma o estupidez para enrollarse hablando de surgir un problema... Y pese a su cabello, es evidente que se trata de un habitante del País del Fuego. "Quizás merezca la pena arriesgarse".
 
Chico, tengo un trabajo que proponerte. No es nada ilegal... Técnicamente hablando. Pero podría venirme bien tener a un rostro de este país que pueda ser la cara visible para evitar las revisiones raciales. - Mientras habla, el joven rebusca entre sus ropas, volviendo a sacar la bolsa que anteriormente le había sido robada, y las monedas sueltas que había guardado en su bolsillo, demostrando tener algo de dinero - Por supuesto no será gratis, y podría decirse que el pago es por adelantado... ¿Hace cuanto que no comes nada? - Concluye mientras agita el infame saco de tela, ahora con algo más que cuentas metálicas.
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-Vamos tienes que admitirlo un poco más y te hubiera ganado- le dije con una sonrisa en mi cara realmente quizás hubiera sido el hambre lo que me confundió, pero bueno ahora solo quedaba aceptar mi derrota con la mejor cara posible, lo mire directo a los ojos para comenzar a examinarlo era difícil leer sus intenciones, pero por el momento parecía que no me quería atacar ni hacerme nada así que baje mi guardia durante unos momentos, mientras no dejaba de moverme caminando a su alrededor.

Abrí mis ojos en el momento que escuche su propuesta y puse mi mano sobre mi barbilla -mhm- comencé a examinarlo mas a fondo y suspire dejando de caminar mientras me rascaba la cabeza, entonces no me había equivocado era un extranjero últimamente había mucho mas extranjeros, realmente no me molestaba mientras no me molestaran a mi algunos venían con muchas cosas para poder robarles y poder tener algo de comer, pero también había gente como nosotros que apenas tenían algo donde caer muertos,  también los guardias se habían tornado un poco mas racista con personas como el y era algo que odiaba realmente, todos necesitábamos comer y todos hacíamos nuestro mejor esfuerzo para poder sobrevivir día a día.

Mi estomago rugió con lo de la comida – 3 o 4 días – suspire mirándolo – los guardias son una patada en las bolas ¿no? – me quede pensando unos segundos – ¿cómo estoy seguro que no me he engañaras? O ¿ qué es alguna trampa? No quiero acabar en un laboratorio bajo tierra jaja- intentaba tomar con humor la situación, pero mis preocupaciones eran algo reales -podemos discutirlo con un rico plato de fideos ¿no? - al final no podía resistir si no comía algo en un rato acabaría mal y ya no soportaba el dolor seria capaz de comerme una rata o cualquier animal callejero que pudiera encontrar, en estos momentos mi mejor esperanza para poder comer algo era aquel joven extranjero que tenía frente a mí, quería ver hasta donde podríamos llegar.
-Hablo- "Pienso" Acciones/Narración
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El titiritero mira a su alrededor mientras guarda a buen recaudo las monedas de su saco, lejos de cualquier punto que pueda ser robado nuevamente por el mismo o un nuevo ratero. Al mismo tiempo, y mientras espera la respuesta del muchacho, camina con tranquilidad a lo ancho del callejón, dejando una zona por la que "escapar" al chico si así lo desea; procurando mostrarle que al final es solo su elección el quedarse o huir una vez más.

- Voy a ofrecerte un plato de comida de un local callejero. me sería imposible hacerle algo a tu comida... Pero tampoco seas iluso - Una maquiavélica sonrisa se extiende por el rostro de tez marfil del joven - No será una comida copiosa, no puedo desperdiciar tanto dinero... Solo lo suficientemente nutritiva como para que aguantes una tarde de trabajo. Sin embargo, si tras este pequeño aliciente... - Guarda silencio, dudoso de si el chico podrá entender palabras complicadas con su edad - O dicho de otra manera, si después de este premio a tu valor, aceptas ayudarme. La recompensa al final del día será una cena mucho más cuantiosa. Y confía en mí, si haces bien tu trabajo, ganaremos suficiente dinero como para que comas más de lo que probablemente hayas mordido los últimos siete días.

Lejos de cruzarse de brazos, el titiritero descuelga el viejo saco de viaje de su espalda y deshace el cordón deshilachado que lo cierra, rebuscando en el interior del mismo con un objetivo claro. Unos segundos más tarde, saca del mismo un paquete de dimensiones medianas, que tras desenvolver con sumo cuidado, muestra a la muñeca que hace solo unos minutos examinaba en busca de cualquier desperfecto ocurrido durante su primera huida. La deja tumbada sobre el suelo y, apartándose un paso de ella, extiende su mano en el aire, como si lanzara un hechizo invisible sobre la misma.

Marioneta


- Que no te engañen las apariencias - Su voz, especialmente su tono, cambian y pasan a sonar con su mejor estilo de cuenta cuentos - Es cierto que soy un viajero extraño... Pero precisamente por eso es que puedes esperar cualquier cosa de mí.

Y como si respondiera a una orden invisible, la muñeca se levanta con lentitud, como si acabara de despertar de un profundo sueño. Hace el amago de bostezar y tras unos segundos se pone en pié, sacudiendo el polvo de su falda, producto de haber sido dejada sobre el suelo. Entonces, una vez ha terminado de acicalarse, levanta la mirada hacia el pequeño ladrón y, levantando ligeramente su falda, realiza una perfecta reverencia hacia el mismo... Justo antes de volver a caer al suelo completamente sin vida.

Samuru recupera a su compañera de espectáculo y vuelve a envolverla con sus trapos, guardándolo inmediatamente después entre su equipaje. Entonces se gira, indicándole al chico con un suave gesto de mano que le siga.

- Vamos, te explicaré el resto mientras comemos - Pero antes de dar un solo paso, se detiene de golpe y chasquea los dedos, como si acabara de recordar algo muy importante, girándose inmediatamente hacia el muchacho - Oh, y si se te ocurre intentar robármela tienes que saber dos cosas... Primero, para cualquier persona que no sea yo no es más que una muñeca sin especial valor; Segundo... Más te vale correr más que la última vez, o no volverás a tener que preocuparte de pasar hambre... Por que estarás muerto - La sonrisa amigable con la que acompaña a sus palabras, no hacen más que empeorar el tono de las mismas - Y ahora vamos a buscar algún sitio medianamente decente.
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Me daba un poco de tranquilidad ver que me estaba dando una vía de escape no sabía que pensar, podría ser una trampa o alguna jugarreta pero la mejor opción para comer el día de hoy parecía ser aquel joven, uno que me había llamado la atención por su apariencia pero al mismo tiempo ahora me llamaba más la atención por su actitud, parece que los dos nos íbamos a necesitar mas de lo que pensábamos, quizás esto seria el inicio de alguna amistad o bueno en mi locura y necesidad por un plato de comida esos sentimientos estaban comenzando a nacer en mí, ojala no me equivocara.

-Mira cualquier cosa seria mejor que comer un rata o algún insecto que de seguro me encontrare por algún lugar- suspire sosteniendo mi vientre sobándolo un poco por el dolor que sentía -  Bueno parece un buen trato no te preocupes mientras no sea matar a alguien podría hacerlo , pero bueno si quieres matar a alguien también puedo decirte donde conseguir alguien que lo haría, pero si te doy ese tipo de información mas te vale darme algo de comida- le dije con una sonrisa, ahora que ya sabia un poco de él no lo dejaría escapar tan fácilmente sin que me entregara un plato de comida – Solo tengo una condición y espero que la aceptes, porque no te ayudare si no lo haces- me lo quede mirando fijamente, sin apartar mi mirada de el -Siempre he querido probar una hamburguesa, ¿podríamos comer una hamburguesa?-  reí un poco era de las cosas que siempre quise comer pero que no podía por el costo que tenía.
 
Di un salto para atrás cuando vi que descolgó lo que fuera que trajera en su espalda me había preocupado un poco que fuera un arma o algo por el estilo, pero mi preocupación se disipó rápidamente y pude respirar de tranquilidad. Me acerque lentamente a lo que parecía una muñeca y comencé a tocarla a la su vez que la olía un poco no parecía algo que hubiera visto antes, no parecía tener mucho valor mas que lo sentimental. Di otro salto para atrás de manera sorprendida casi se me había salido el corazón al ver como la muñeca cobro vida frente a mis ojos, hasta el tono de voz del joven extranjero había cambiado fui hipnotizado de golpe por los movimientos de la marioneta y su voz, era algo que nunca había visto.
 
-Eres genial, esto esto te podría hacer rico que haces en nuestros barrios bajos tendrías que estar dándole un espectáculo a los mismos señores feudales- le dije algo sorprendido por lo que había visto, fue como magia nunca había visto algo como eso en mi vida y ahora este chico tenía mi atención por completo. – Bueno esta bien vamos como te dije hare lo que sea mientras no sea matar a alguien- le dije con una sonrisa y me detuve mientras escuchaba las ultimas palabras que me dirigía – Bueno lo tomare en cuenta-  reía de manera nerviosa mientras me rascaba la cabeza y suspiraba – Por cierto- me levante un poco el vendaje que tenía el brazo derecho para dejar el tatuaje de tinta roja con contornos negro – las personas que me encontraron me dijeron que significaba Riku y este el nombre que me pusieron, así que un placer mi nombre es Riku- estire mi mano, para poder estrechar la suya también intentando sellar nuestro pequeño contrato – y si vamos a trabajar juntos necesito también saber tu nombre-
-Hablo- "Pienso" Acciones/Narración
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Las adulaciones del joven ante la visión de haber contemplado a la marioneta moviéndose logran arrancar una pretenciosa sonrisa de satisfacción del rostro del marionetista, que ahora camina dos pasos por delante del muchacho. En su cabeza sigue sopesando los pros y contras del plan que está intentando llevar a cabo, pero al haber sido tratado durante tanto tiempo como un artista de barrio bajo, los halagos sentidos son algo que logran levantar su moral; quizás incluso de hacerle bajar levemente la guardia.

- Por desgracia la última persona que me preguntó por mi nombre fue un guardia de la zona para tenerme registrado... Así que tengo que tener cuidado de cómo utilizarlo - Suspira con resignación, en gran parte fingida, pero mirando de soslayo a su compañero, decide darle algo de lo que agarrarse - Pero supongo que debo hacer excepciones para que esto funcione... Así que llámame Samuru.

Sus pasos les llevan primero al exterior del callejón, en donde la luz del mediodía otorga una agradable calidez a la que el joven originario del desierto no tardó en acostumbrarse. Mira a su alrededor, analizando cada uno de los puestos del lugar, hasta fijar sus ojos directamente sobre un puesto callejero de arroz, alzando su mano derecha en dirección al mismo, indicando a Riku que ese será el lugar en el que comerán.

- La carne es cara- Con la mano aún alzada, frota los dedos índice y pulgar, subrayando el problema del dinero - El arroz es una de las mejores fuentes de energía, llena el estómago y, por qué negarlo, es increíblemente barato. Pero si es una hamburguesa lo que quieres... Si haces bien tu trabajo esta tarde no solo podrás tener lo que quieres, si no quizás incluso puedas acompañarla de una bebida caliente. ¿Te parece justo?

Samuru no es un ingenuo; está haciendo literalmente un trato con un muerto de hambre, lo último que le interesa es darle la mejor parte de su trato antes de siquiera establecer las normas del mismo. No. Primero debe tentarlo, ofrecerle algo fácil de cubrir en caso de que al final se eche atrás; puede recuperar la inversión de un plato de arroz en menos de una hora, pero una comida elaborada con carne de por medio es un riesgo demasiado grande en su condición actual. A fin de cuentas nadie le asegura que el chico no valla a huir una vez que tenga algo más que polvo y saliva en su estómago.
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-Entonces eres Samuru, no te preocupes no usare mucho tu nombre y disculpa por lo de hace rato de extranjero en realidad no pienso eso, si no que he oído mucho a los guardias de esta situación, estoy un poco desconecto como veras del mundo exterior así que realmente es algo que no sepa mucho y  aparte para robar no necesitas leer, bueno es lo que siempre me decían- suspire un poco recordando eso ultimo – pero bueno , bueno no te preocupes soy muy discreto con mis tareas así que no te llamare por tu nombre por si acaso, te diría mmm no se ¿Samu? , ¿Ru? Creo que alguno de esos nombres te podrás identificar por si quieres guardar mas la discreción- le dije con una sonrisa sincera a Samuru.

Lo seguí para llegar al exterior del callejón seguía siendo buena hora para almorzar algo, los rayos del sol seguían iluminando a toda potencia, era algo común en esta época del año el clima del país del fuego era algo cálido, solo pude estirarme un poco mientras lo seguía parecía que era un puesto de arroz, por fortuna no había tenido ningún inconveniente con los dueños de estos locales antes, por lo que podríamos comer de manera tranquila.

-Se que es cara, pero es algo que siempre he querido cumplir en mi vida, ¿aparte no te gustaría tener un pequeño lujo? - le dije con una sonrisa y abrí un poco mis ojos con lo que digo una te o algo por el estilo se me hacia agua la boca – wow esta bien no te preocupes todo saldrá bien, no te decepcionare Samu- le dije con una sonrisa.

Me senté en una de las sillas que tenia el local era sencillo para la zona donde estábamos un par de sillas de madera y el local era de madera, teniendo ruedas para poder desplazarlo con mayor facilidad de seguro un día estaría aquí u otro allá dependiendo de la demanda que tuviera, el hombre que lo atendía tenia aproximadamente unos 40 años de edad, se veía duro pero mientras le pagáramos creo que no tendríamos algún problema, así que espere que mi benefactor pidiera la comida el tenia el dinero y sabría lo que podría gastar o no.
-Hablo- "Pienso" Acciones/Narración
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Pese a ser solo un niño, a ojos del titiritero Riku seguía hablando demasiado para alguien a quien acababa de conocer. Desconocía si lo hacía para intentar sentirse tranquilo, para desviar la atención, o si sencillamente era alguien demasiado hablador que había pasado demasiado tiempo sin nadie a quien bombardear verbalmente; pero resultaba sorprendente. Y realmente tampoco le desagradaba "Es más sano que hablar con una muñeca sin vida".

No tardaron más de unos segundos en superar la distancia restante hasta el puesto ambulante. El primero en sentarse fue Sam, que dejó sobre la mesa algo de dinero antes incluso de que el tendero terminara de girarse hacia ellos: Se trataba de un hombre algo desaliñado; de aproximadamente 50 años de edad; pelo canoso; piel tostada, posiblemente por haber trabajado toda su vida bajo el sol y mirada agotada. La vista del cocinero se posó primero sobre el dinero, pero inmediatamente rotó hasta posarse sobre el pequeño ratero. No llegó a echarlo, posiblemente por sus muchos años de experiencia, pero con un solo gesto de cabeza indicó al titiritero que "algo" se le había acoplado, claramente esperando algún tipo de contestación.

- Viene conmigo, pero yo pediré por él - Estirando su brazo, tomó un maltrecho menú mientras decía aquello, girándose mientras leía el contenido del mismo hacia el muchacho - No es nada personal, pero acabas de decirme que no sabes leer... Dime si te gusta la comida más o menos especiada y yo elegiré por ti.

Mientras esperaba a que Riku se decidiera por qué tomar, o más bien que explicara brevemente sus gustos alimenticios, Sam tomó aire profundamente de manera nasal, tratando de captar cada uno de los aromas del puesto, en busca de alguno que le fuera ligeramente familiar... Habían varios olores y especias conocidos, pero le llamó la atención un leve aroma agridulce que parecía salir de una olla cerrada; aquello parecía ser salsa de curry, su favorita por varias razones. Así que tras confirmar que lo que su olfato percibía estaba respaldado por el maltrecho menú, decidió que ya tenía clara su preferencia.

- Ponme algo de arroz con especias y salsa de curry; puedes ahorrarte la carne - el extra de salsa era relativamente barato, pero la carne era un tema distinto - Y para el chico...
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Todo olía delicioso, después de tantos días que no pude haber probado bocado no me hubiera molestado hasta el arroz solo, que, aunque no sea mi plato favorito cualquier cosa seria buena, sostuve mi estomago con mi mano derecha frotando en círculos, el hambre ya era algo insoportable y mas al estar tan cerca de un olor tan delicioso, relamiendo mis labios mientras pensaba que podía comer. Pero me saco de mis mundos de fantasías culinaria con su voz, reí nerviosamente por haberme distraído un poco.

-No te preocupes , no es algo que me ofenda mucho- puse mi mano ahora sobre mi barbilla , acariciándola y haciendo una mueca de pensar – pues no soy muy exigente sabes?, mientras tenga un poco de carne me dará la energía para soportar todo el día, así que yo creo que algo tipo estofado y si tiene alguna papita que le pueda agregar sería muy bueno, si creo que especiada me gustaría mucho, por favor- todos esos pensamientos de comida me estaban haciendo babear como si nunca hubiera comido,  agüite mi cabeza para volver a la realidad o si no iría de nuevo a mi mundo de fantasía imaginándome comiendo un plato de arroz gigante o algo así.

Mientras esperaba que nuestro pedido saliera mire a Samaru – Oye Sama tú eras algún noble o ¿algo por el estilo?, se que no es de mi incumbencia pero la mayoría de la gente que vive aquí su rostro esta más maltratado, algo más rasgado, no sé cómo explicarme- hice un pequeño sonido intentando ordenar mis ideas – bueno no se si me di a entender vamos- realmente tenia mucho tiempo que no había hablado con una persona y me gustaba poder platicar tan siquiera de otras cosas que no fuera de robar cosas o de intentar conseguir algo, era agradable poder hablar con alguien, pero una parte mía sentía que también lo podría llegar a cansar, seria prudente callarme y mejor completar el trabajo por el que me había traído aquí -¿Cuál es el trabajo?- le pregunte con un tono más calmado, no quería fallarle en lo que me fuera a asignar.
-Hablo- "Pienso" Acciones/Narración
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Por un breve instante, el hastío se refleja en el rostro del titiritero ante la nueva mención a carne, pero en menos de tres segundos desaparece, volviendo a su expresión normal y dejando la ilusión de que ha sido un simple espejismo. Samuru comprende que debe tener paciencia, a fin de cuentas, está ganándose a un trabajador ilegal con literalmente un plato de arroz; nadie dudaría ni un segundo en señalarlo como explotador.
 
- Recuerda, nada de carne hasta la noche, es cara, primero debes ganártela - Reitera con una sonrisa paciente - Pero si es por los sabores... Entonces tengo la solución - Y dando dos toques sobre la mesa, deja el pago por los dos platos que van a tomar al tiempo que completa su orden anterior - Será el arroz al curry que he pedido antes y un bol de arroz con especias y salsa estofada... Ambos sin el extra de carne o verduras, gracias.
 
El hombre al otro lado de la barra asiente, aún algo escéptico ante los clientes que tiene en frente. Nadie le culparía por dudar de los mismos, a fin de cuentas, tienes a un joven de edad dudosa y claramente extranjero al lado de un niño del País del Fuego de cabello rubio y rostro manchado, delatándose como vagabundo. "Bien pensado no sería de extrañar que alguien pensara que estoy intentando abducirlo... Claro que por desgracia tampoco creo que a nadie le importara lo suficiente como para interceder". Y confirmando sus pensamientos, es cierto que, pese a que el no lo sepa, no sería la primera vez que un niño sin padres es secuestrado por un hombre de rostro pálido en la historia del País del Fuego.
 
Mientras esperan a ser servidos, Riku vuelve a iniciar un nuevo hilo conversacional, esta vez referido al trabajo que van a realizar por la tarde. Esto ilumina el rostro de Samuru, pues le hace pensar que el chico está completamente implicado; e independientemente de que sea por honor o simple gula ante la promesa de un banquete nocturno, no es una oportunidad que pueda o quiera desaprovechar.
 
Vamos a realizar un espectáculo de marionetas - Señala con cierta euforia en la voz - No es la primera vez que lo hago y siempre que me han dejado acabarlo ha ido bien... El problema son los guardias. Son un poco... - Samuru chasquea la lengua, molesto - En fin creo que lo sabes perfectamente. El caso es que casi nunca me dejan terminar mi espectáculo, ya que en cuanto llegan más de cuatro al lugar, siempre acaban sospechando del extraño extranjero que mueve muñecas por arte de magia... Y en parte lo entiendo, a fin de cuentas, es innegable que se trata de una variedad de Ninjutsu.
 
Mientras Sam habla, el aroma del arroz friéndose empieza a flotar en el ambiente, al tiempo que el cocinero mezcla en dos sartenes separadas los ingredientes de cada uno de los pedidos que le han hecho.
 
Tu tarea es sencilla, intentar que la gente se acerque lo suficiente como para ver mi marioneta y ser la cara oficial del espectáculo. Yo iré enmascarado, de modo que, si todo sale bien, podré centrarme en fascinar a los espectadores y esperar que, con un poco de suerte nos den el suficiente dinero como para progresar. Así que, resumiendo, tu trabajo será llamar a todo el que parezca un objetivo realista del baile y asegurar a los guardias con tu perfecto acento del Fuego que no somos extraños... El mío será realizar el espectáculo y rezar.
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-Lo se lo sé, eso es caro pero algún día podremos costearnos esos gustos- era una pequeña esperanza que siempre tendré de tener algún día mucho dinero, no lo sé no quería ser una persona muy exigente simplemente quería vivir de manera tranquila, mi mayor avaricia en estos días era tener algo de comer, pero quizás son mi nuevo compañero podríamos conseguir algún trabajo en común.

Me quede mirando un rato el hombre que nos estaba sirviendo, era raro esta situación de seguro para el ver a dos vagabundos en su puesto, estábamos en el barrio bajo pero no significaba que éramos el primer, ni el ultimo de nuestra clase de que vería, pero en mi cabeza en ves de gobernar un sentido de sensates o algún otro pensamiento gobernaba un sentimiento de comer, ya quería que llegar mi plato, no podía evitar perderme en esos granos blancos de arroz intentando no babear mas de lo apropiado antes de ser pateado como un perro callejero.

Comencé a escuchar todo el plan de Samuru atentamente, cerrando los ojos poniendo mi mano sobre mi barbilla pensando en todas las posibilidades que podrían pasar, desde que un guardia nos descubriera o hasta que alguien viniera a corrernos, parece ser que en estos momentos nos necesitábamos mas de lo que pensábamos, mi mente trabajaba más rápido cuando se trataba de hacer este tipo de actos, era divertido para mi sentir esa adrenalina, sentir correr toda esa energía por todo mi cuerpo. Una pequeña sonrisa se dibujo en mi rostro reflejando algo de malicia a su vez que seguridad - ¿hoy es el quinto día de la semana no? - estaba casi seguro que así era observe al hombre que preparaba el arroz así que no tendríamos inconvenientes de hablar ya que el sonido del aceite saltando. – Hoy hacen un cambio de turno cuando se oculta el sol, pero espera hoy el día donde la mayoría se salta su turno y se va a divertirse un poco, después de todo quien se preocupa de algunos asuntos tan mundanos como los nuestros en una tarde como esta?- puse mi mano sobre el tablón donde estaba el menú y seguí hablando del plan – podemos hacerlo cerca de la fuente del centro, los guardias están tan distraídos divirtiéndose que no se darán cuenta, ¿tendremos unos 30 minutos libres?, unos 5 minutos ¿cuanto es eso 1 hora?- eso ultimo lo decía con algo de inocencia por que realmente no sabia muy bien cuanto tiempo tenia la hora, ni tampoco mucho de matemáticas.

Era una misión algo sencilla pero como en todo se tenia que pensar un poco – no te preocupes será uno de tus mejores espectáculos que nunca hubieras tenido- estaba con una sonrisa que reflejaba mi seguridad, pero a su vez inseguridad no sabía que podría salir bien o mal, podía lograrlo no iba a acobardarme iba a comer mi primera hamburguesa el día de hoy.
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Última modificación: 28-04-2023, 04:16 PM por Skuld Samuru.
Tras terminar de explicar su plan para aquella tarde, Samuru guardó silencio, posando sus ojos sobre la sartén del cocinero, en donde el arroz frito combinado parecía ya estar casi terminado. Al tiempo que preparaba a su estómago para aquel plato, escuchaba a Riku divagar al respecto de lo que le había dicho.

Curiosamente, según avanzaban los argumentos del pequeño, más iba llamando la atención del titiritero, quien en un principio pensaba que sus hambrientas palabras solo le llevarían a más charla sin fundamento, como cabría esperar de un niño en su situación actual. El resultado final del análisis del pequeño resultó fascinante a ojos del artista "Quizás sea de más ayuda de la que esperaba en un principio... No pierdo nada por seguir su consejo" Al final no le quedó más remedio que sonreír con agradecimiento ante el último cumplido del muchacho, especialmente considerando todo lo que había aportado, consciente o inconscientemente, antes del mismo. Y como si fuera una acción controlada, dos platos de comida aparecieron ante ellos, acompañados de un gruñido por parte del cocinero que bien podía ser un quejido o un "que aproveche"; parecía un hombre peculiar.

- Por ahora dejemos de pensar y centrémonos en la comida - Acompañó sus palabras con un ademan casual de su mano, entregándole al pequeño unos palillos y una cuchara - Buen provecho.

Después de aquel último comentario, solo quedaba centrarse en el plato ante ellos, para conseguir toda la energía que pudieran para el espectáculo que les quedaba por delante aquella tarde. Como tercer detalle inesperado del día, el arroz estaba hecho a la perfección, y el sabor era impresionante para haber sido preparado de manera sencilla "Por ahora las cosas no están saliendo del todo mal".

Continuarían comiendo durante un rato, en el cual al menos Samuru mantendría el silencio, acostumbrado a esto por su pasado; centrándose principalmente en disfrutar de su plato.
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Brote mi mano en cuanto recibimos el platillo de comida y todas mis papilas gustativas comenzaron a bailar de emoción por lo que venía a continuación, relamí mis labios con emoción de comer algo tan rico después de tantos días, si no le hubiera robado a Samuru el día de hoy creo que estaría comiendo algún insecto o animal rastrero que hubiera encontrado por las calles, me sentía feliz de poder darle bocado a algo de comer después de día. Gentilmente recibí los cubiertos que me había proporcionado el joven extranjero, mirándolos un poco curioso siempre había visto a otras personas comer con estas cosas, pero para mi era algo que nunca había conocido o probado anteriormente -Buen provecho- le dije juntando mis manos y agradeciéndole al igual que el hombre que nos había servido.

Se notaba mi torpeza y poca delicadeza que tenía al comer a comparación de mi compañero, intentaba imitarlo un poco pero los platillos se me dificultaba, así que terminaba usando la cuchara en mi pequeña desesperación pro comenzar a comer y llenar de algo mi pequeño estómago, en cuanto  los primeros granos de arroz entraron a mi boca junto a la peculiar salsa que habían preparado no pude evitar derretirme y puse mi mano sobre mi rostro notándose la felicidad que sentía en esos momentos, nunca había probado un arroz tan rico y tan bien servido. Bueno era producto quizás de mi estomago y mente hambrienta en esos momentos, pero no podía dejar de disfrutar el arroz como si me hubieran servido el mangar mas exquisito de mi vida.

Termine de devorar mi plato de comida y me recosté suavemente sobre la silla suspirando de satisfacción, no era mucho, pero con esto tendría energía y con esto también comprobé que mi compañero era de confianza, cumplió su primera parte del trato ahora solo quería esperar que cumpliera la última parte, yo también lo ayudaría a hacerlo. Esperé que mi compañero terminara de comer después de todo el era el benefactor de este pequeño alimento y no quería molestarlo mas de la cuenta, puse mis manos sobre en el banquillo donde estábamos sentados y comencé a mover mis pequeñas piernas mientras tarareaba alguna melodía que había escuchado por algún lugar y continuar con nuestro plan.
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Samuru parecía tomarse con tranquilidad el momento de la comida, terminando bastante más tarde que su joven compañero. La razón era sencilla, habían varias razones por las que los espectáculos de títeres nunca atraían gente cerca de la hora de comer: La gente tenía cosas mejores que hacer, como comer; quienes estaban desocupados y en la calle solían tener algún destino en mente, impidiéndoles parar a ver ninguna clase de espectáculo; quienes estaban allí por casualidad, en días calurosos como aquel, nunca se iban a parar bajo el sol de las 3 de la tarde por nada del mundo. En definitiva, le convenía esperar un poco antes de marchar a la plaza indicada por Riku.

- Bien, en cuanto el sol deje de estar en el punto más alto podremos empezar el espectáculo, pero mientras tanto, ¿Qué te parece si nos vamos moviendo? - Samuru dijo aquello mientras se levantaba de la silla, haciendo una leve reverencia al cocinero, como gesto de que su comida le había agradado y empezando a caminar tras aquello. 

Giró levemente el rostro para comprobar que el muchacho le seguía, indicándole con la mano que se pusiera algo por delante de él; a fin de cuentas era el pequeño el que conocía a la perfección la zona mencionada anteriormente.

- En cuanto lleguemos montaré un pequeño escenario con los abalorios que llevo en mi saco - El tono del titiritero era más serio, indicando que estaba diciendo algo importante - Mientras hago esto no tienes por que hacer nada, puedes ayudarme o descansar, lo que prefieras. Tu trabajo comenzará cuando tenga casi terminado el escenario, en ese momento deberás empezar a intentar llamar la atención a la gente para que se acerquen. Ya me encargaré yo de causarles intriga.

Sin nada más que decir, Samuru guardaría silencio el resto del camino, empleando aquel precioso tiempo en pensar en que consistiría la representación de aquel día "Tengo que aprovechar el cambio de aires y el contar con un elemento distractor para intentar hacer algo distinto... Aunque es complicado pensar en nada demasiado elaborado con una sola muñeca." Su rostro se mantuvo pensativo hasta el último momento, cuando finalmente pusieron un pie sobre el lugar indicado.

- ¿Es aquí?
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Después de haber comido y esperar un poco a mi compañero bajamos de la silla me limpie la cara con una servilleta que nos había dejado el señor y no quería tener una mala impresión para uno de mis trabajos mas importantes que hubiera tenido en mi corta vida, pero estaba preparado para lo que viniera. Nos despedimos del hombre con una reverencia y comencé a guiarlo a un punto céntrico, pero también sabia donde no nos verían los guardias, la ventaja que tenia en el escenario que había pensado – pasare por unas cosas y nos vamos, después de hoy no creo poder quedarme aquí- le dije lleno al callejón por mi costal de tela que tenía mis poquitas cosas que había reunido en estos años, me la puse en la espalda y me levante – Vamos - le hice una seña con mi mano para irnos a la plaza.
 
-Es aquí- en cuando llegamos al lugar le enseñe donde ibas a llevar acabo el espectáculo -Claro no te preocupes, yo te esperare pero tenemos que estar listo tengo un pequeño plan- le dije con una sonrisa era una de las tantas plazas centrales que tenían los diferentes barrios de la ciudad, tenia una pequeña fuente central rodeado de varias bancas de color negro, el piso era de piedra labrada y unas farolas que todavía no estaban encendidas para la hora del día en la que estábamos a esta hora todavía no había mucho flujo de personas pero sabía que más tarde se iba a llenar – el país del fuego ha crecido demasiado, a veces es una ventaja y una desventaja- le mencione a mi compañero con ambas manos en mis caderas y superando ladeando la cabeza – ¿Oye Ru tu tienes algo que ver con los ninjas?- le pregunte curioso ya que nunca había visto a alguien con sus habilidades – que piensas de ellos? Yo creo que podría ser interesante pero que podría hacer alguien como yo jaja- sabia mis capacidades y nunca me imaginaria como un ninja o algo como el estilo.

Pasaron las horas y cuando estuvimos listo cuando el sol estaba en su punto le hice una seña a Samaru – estoy listo y estamos listos toda la gente saldrá de trabajar, tenemos que montar el espectáculo de nuestra vida, el mejor que hayamos hecho- estire mi mano para darle un puño la gente comenzaba a moverse mas y nos quedaba poco tiempo – comenzare no te preocupes se como llamar la atención y me ganare esa hamburgesa- 
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En el camino a su destino, tomaron un pequeño desvío que parecía importante para el niño. Se trataba de una casa que había sido abandonada muchos años atrás, dentro de un barrio que, para sorpresa de Samuru, no parecía mala zona a pesar de ese abandono "No sé demasiado de edificación y vivienda, pero... Juraría que este tipo de lugares abandonados suelen ser reconstruidos con rapidez cuando se les puede sacar provecho económico ¿Acaso es un terreno sin dueño alguno?" . Aquella duda quedaría suspendida entre sus pensamientos cuando Riku volvió a aparecer a su lado, cargado con algunos nuevos enseres de viaje, puesto que optaría con apartar por el momento a su constante búsqueda de respuestas por no incomodar al muchacho "No sería correcto preguntarle sobre este lugar que claramente usa como guarida. No le conozco casi en nada".

Asintiendo ante la nueva indicación del pequeño, Samuru retomó el ritmo de paseo hacia el lugar en el que prepararía su espectáculo. La verdad era que, salvando ciertos detalles inevitables debido a la inevitable hiperactividad inherente a casi cualquier niño, Riku le estaba sorprendiendo para bien; sobre todo considerando que, al principio, solo pensaba usarle como una distracción básica y ahora, salvo que todo saliera horriblemente mal, parecía haber mejorado las posibilidades de poder dar un buen espectáculo después de tantos días fallando irremediablemente.

Solo unos minutos más tarde ya habían llegado a su destino. Nada más hacerlo, Samuru escaneó la plaza y eligió el que parecía el mejor lugar para empezar a montar la pequeña carpa que siempre portaba a sus espaldas; Un a esquina a la vista de cualquiera que entrara en la plaza, pero apartada del que esperarías que fuera el recorrido inevitable de todo el que entrara en la misma; el lugar era perfecto para llamar la atención, pero no demasiado céntrico como para que a nadie le resultara molesto "Debería servir"

Mientras empezaba a montar su stand, clavando varias estacas al suelo, Riku se decidió a retomar la conversación con varias preguntas que parecían estar completamente encaminadas a saciar su curiosidad.

- Es innegable que mis habilidades podrían estar relacionadas con el Ninjutsu, pero no, no tengo nada que ver con los ninjas - Aquella respuesta era, en parte, una mentira encubierta; después de todo, había aprendido el arte marionetista de su madre, una antigua Kunoichi de Sunagakure; y no era la única habilidad ninja que conocía. Aunque incluso el gennin más débil sería capaz de darle batalla, dado el escaso entrenamiento que había realizado en los últimos años y la inexistencia de una marioneta de combate con la que defenderse - Si mis habilidades pudieran ser comparadas con las de un Shinobi, me habría sido mucho más fácil atraparte antes, ¿no crees? - Una nueva verdad a medias, dado que Samuru había quedado sorprendido ante el potencial físico del muchacho, especialmente para ser un muerto de hambre. El chico tenía potencial.

Una vez resuelta aquella charla, el stand teatral estaba complétamente terminado, y en la calle empezaban a haber más personas que en las últimas horas, el momento se acercaba. Samuru recogió una tiara de la cual colgaba un telar facial en el cual solo podía verse gravados los Kanji "運命" (Destino); muy cercanos al significado no oriental de su apellido; que usaría para cubrir su rostro y convertirse así en el clásico "fantasma" que siempre dirige a las marionetas.

- Bien Riku, es el momento de empezar. Recuerda que debes llamar amistosamente la atención de las personas hacia el hecho de que mi muñeca se está moviendo sin hilos que la manejen, en cuanto desvíes su atención hacia mí, yo me encargaré del resto... Y una vez que tengamos suficientes espectadores tu tarea pasará a ser intentar evitar que la guardia se acerque. ¿Estás listo?

Y sin más dilación la pequeña maqueta de Karasu, que había sido dejada ante el escenario, se puso en pie y empezó a moverse con timidez; pasando los siguientes minutos (preparación del consiguiente espectáculo) apartando algunas piedrecitas, barriendo con un pincel el suelo y en definitiva terminando de preparar el escenario en el que se representaría la obra; mientras Samuru disimulaba no estar haciendo nada con ella, apoyado en una pared mientras canturreaba una canción popular, ocultando bajo las largas mangas de su kimono los controladores y precisos movimientos de su mano.
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Desde mi perspectiva era como si se montara un gran espectáculo , había visto los cines, las obras de teatros que a veces venia a la ciudad, nunca había podido ver uno de este tipo de show, era una sensación linda en cierta parte formar parte de esto, era algo austero pero no importaba era algo que nosotros dos estábamos montando, me lo quede mirando un rato sin querer intervenir para mí era muy cierto el dicho que se escuchaban de algunos ancianos, mas ayuda el que no estorba, pero mi mirada no dejaba de ser curiosa examinando cada acción de mi compañero, se notaba que ya sabia que hacer, clavando cada estaca en los lugares claves para poder mantener el equilibrio de la estructura.

Escuche la respuesta a lo que le había preguntado hace algunos momentos, pero creo que me causaba un poco más de dudas que respuestas, pero no era el momento de investigar en su pasado, no quería perder mi hamburguesa por llegar a desesperar a mi compañero-Entiendo- le respondí a mi compañero era algo curioso solo los guardias eran los únicos que me habían llegado a dar problemas en mis desventuras pasadas, no pensé que algún ciudadano normal iba ser el que me alcanzaba, no pensé que alguien con su contextura fuera el que me fuera atrapar, cometí uno de los errores mas grandes de los ladrones no juzgar a un libro por su portada, pero dentro de todo lo malo me estaba divirtiendo. – Quizás tenías hambres, parece que la suerte no nos sonríe a ambos últimamente- reí un poco – pero acepto mi derrota ante ti- era parte de mi orgullo callejero, pero al cesar lo que es del cesar el día de hoy él me había atrapado y aceptado mi derrota, si fuera a haber una próxima vez no caería en lo mismo.

En cuanto termino  su stand sabia que el trabajo pronto comenzaría, vi la preparación de Samuru y sonreí escuchando sus intrusiones al pie de la letra – Claro que si capitán- puse mi mano derecha sobre mi cabeza en posición recta para hacerle una señal de que había entendido sus intrusiones perfectamente, conocía a la gente de aquí era mas abierta a ciertas cosas, era más fácil de llamar la atención y de seguro nunca habrían visto algo como esto, si yo me sorprendí todos ellos lo harían fácilmente.
 
-Bueno Ru listo para lo que viene por que tendrás al mayor público- cerré mi puño con una sonrisa que mostraba determinación y me puse en medio de toda la gente – Gente, Gente del país del fuego, ustedes que creen haberlo visto todo se quedaran sorprendido con este espectáculo nunca antes visto- gritando con gran entusiasmo y gran animo elevando mis brazos al aire para llamar a todo lo que pudiera – el gran espectáculo que se llevara aquí será algo nunca antes visto, ustedes creen que es una simple muñeca, pero ella guarda un secreto mas profundo de lo que nadie de ustedes podrían imaginar, están dispuesto a ¿descubrir que es eso?- era una ladrón y había sido criado por estafadores de primera, sabia como llamar la atención, los gesto, la seguridad lo eran todo en este negocio, la seguridad que reflejaba era algo que tenia que reflejar, me acerque a una chica joven de no más de 17 años de cabello blanco y ojos azules tome su mano delicadamente para ir con ella hasta su stand -Señorita venga y descubra algo que nunca ha visto por estas tierras- al ser pequeño podía tener algo de ternura todavía y aproveche eso, confió en mi y la acerque al stand de Samuru, si ella caía todos los demás comenzarían a caer como moscas ante él.
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