Samuru Gaiden: Métodos de supervivencia
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Por ahora, el trayecto ha sido tranquilo. Ya había perdido la costumbre de viajar solo, pero poco a poco la ha ido recuperando. Buscar su propia comida y que los descansos no sean tan tranquilos, pues nunca se sabe cuándo se puede recibir un ataque mientras se duerme. Sin embargo, en la actualidad, ya con una fuerza superior a la de hace unos meses, la confianza en él ha incrementado. De hecho, han sido inevitables los enfrentamientos contra algunos grupos de bandidos o ladrones. No tuvo problemas para derrotarlos, lo cual le hacía rebosar una confianza que nunca había tenido. Si bien aún no logra dominar el chakra Kujaku, maneja técnicas de rango viento que extraoficialmente se les diría de rango C. No es mucho, pero un avance sí es. Recordemos que Samuru no tuvo una educación ninja. Todo lo va aprendiendo desde cero.

En sus manos no tenía un mapa ni nada. La misión que tenía en su entrenamiento era simplemente sobrevivir, por lo que iría hacia donde su instinto lo lleve. Su primer paradero fue el Reino de los Acantilados. Al llegar, no tardó mucho en darse cuenta que era un lugar diferente a todos los que visitó en el pasado. Se veía un lugar muy próspero para vivir. No se veían problemas ni nada. Las edificaciones mantenían en color azul y blanco, le gustaban. Incluso llegó a pensar que hubiera sido increíble nacer ahí. Probablemente no habría tenido que sufrir la pérdida de su familia ni la persecución que viene experimentando desde hace mucho. 

Sin embargo, por mucha paz que irradie el ambiente, en el fondo seguía teniendo esa preocupación de que en cualquier momento uno de esos tipos lo encuentre. Si ni siquiera en una cárcel estuvo seguro, aunque suene raro, ya Samuru se espera cualquier cosa. Solo le queda seguir con su práctica en las artes ninjas para que llegue el momento en donde él sea más que suficiente para proteger su vida.

Lo primero que llamó su atención en concreto respecto a la gente fue una multitud agrupada en un rincón de la ciudad en que estaba. Se acercó y con esfuerzo se coló para llegar al frente. Una mujer de cabellos morados estaba frente a un hombre en posición de combate. Los separaban cinco metros. En la pared había un cartel que decía que, si pagabas 1000 ryos y derrotabas a la luchadora, podrías llevarte el triple de eso. Debe ser el típico caso en donde hacen eso porque saben que la persona no será derrotada. La peculiaridad es que la fémina sostenía un arco. Cuando el tipo se lanzó hacia ella para golpearla, una flecha en el pecho le hizo detenerse. Luego una más en cada muslo lo hicieron caer. La velocidad y puntería con la que disparaba eran dignos de admirar. — Hay que ser muy rápido para esquivarlas. Quizás bloquearlas es la mejor opción. 

Cuando sacaron al caído, Samuru se presentó ante todos. Llevaba un pequeño bolsito y lo dejó a un costado. Sacó el dinero correspondiente y lo depositó en una bolsa que había en el piso con lo recolectado. La cara de la mujer lo dijo todo, no se creía que un muchacho tan joven se atreviera. Aunque ella no atacaba a matar, el daño era letal. Le incomodaba utilizar su fuerza contra quien consideraba un niño, así que intentó advertirle.

Ey, esto no es un juego. Admiro tu valor, pero si no te retiras, te aseguro que no me contendré.

No se preocupe. No piense en mí como alguien joven, solo como un oponente.

Se escucharon muchos murmullos entre el público durante unos cuantos segundos, pero luego los protagonistas fueron los gritos de apoyo debido al valor que estaba demostrando Samuru. La cara de la fémina estaba seria. Ella es muy recta, directa, con valores concretos. Sin embargo, nunca dudaba al momento de actuar. Tenía objetivos que cumplir y conseguir dinero era necesario. Solo afirmó con su cabeza y Samuru se paró a los cinco metros que estaban delimitados con rayas en el suelo. Lo curioso es que no adoptó ninguna pose combate. La mujer llegó a pensar que la subestimada era ella, pero no permitió que esto la desconcentre.

Cuando un hombre dio el silbido que iniciaba el combate, la arquera disparó en una ráfaga increíble tres flechas. Las tres hacia diferentes zonas del cuerpo de Samuru. Este no dudó. Un leve movimiento de sus manos creó una corriente de aire que desvío las flechas y de inmediato contrató con un puñetazo directo al rostro de ella. Kujou, como la llamaremos desde ahora, quedó anonadada con eso. Reconoció de inmediado el uso de ninjutsu, pero era la primera vez que aparecía un shinobi a enfrentarla ahí. Esto hizo que se tragara el golpe en la mejilla, aunque pudo soportarlo. El que Samuru se haya pusto en un combate de rango cercano le impedía disparar, pero, para desgracia del muchacho, ella también sabía pelear. Le lanzó un contraataque con la zurda a la mejilla, pero este pudo bloquear con el brazo. — Es fuerte. — Lo que no se esperó fue el segundo ataque desde el mismo costado, una patada a la zona de las costillas que lo hizo volar dos metros hacia la pared. Tras el impactó cayó al piso. 

En la frente de Kujou, por primera vez, se vio una gota de sudor cayendo. A una distancia prudente de ahí, una figura se encontraba viendo el enfrentamiento, uno que recién comenzaba, pues Samuru no tardó en comenzar a levantarte. La fémina apuntó con su arco. 

Ríndete. — Si él enseñaba más trucos, podía meterla en problemas.

¿Qué hará nuestro protagonista?
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Samuru no necesitó mirar para percibir el peligro en el ambiente. Tragó saliva sin moverse. Estaba inclinado, casi a medio pararse. De pronto, una leve sonrisa apareció en su rostro y de inmediato fue Kujou fue la que experimentó la sensación de duda. Disparó sin pensar su flecha, pero nuevamente una corriente de aire desviaría el arma, provocando que, en ese momento de sorpresa, el joven recortara distancias buscando nuevamente un golpe. Ya tanta presión sobre ella la hizo perder por completo la calma y rompió la promesa que hizo de solo utilizar sus flechas para combatir. Su brazo derecho se vio rodeado por un rayo con tintes rojizos, el cual golpeó el pecho de Samuru, mandándolo a volar lejos mientras sufría quemadura en la zona y la descarga eléctrica. Un grito de dolor escapó de sus labios mientras el público miraba atónito la escena. Durante semanas vieron los desafíos a esa mujer, pero era la primera vez que presenciaban ese nivel de técnicas y agresividad. Un espectáculo increíble, pero duro de ver, sobre todo considerando que veían al herido como si fuera un niño.

Sin embargo, Kujou aún no tenía la certeza de haberse llevado la victoria. Nuevamente su arco se alzó y las flechas que apuntaban hacia su oponente también estaban cubiertas del chakra de electricidad. No solo una, ni dos, sino tres. Una en cada pierna y la tercera en la zona de las costillas. Samuru fue brutalmente derrotado y se quedó quejándose de dolor en el piso. Recién ahí, al ver que no era capaz de levantarse, la fémina entró en pánico. Corrió hacia él y lo tomó en sus brazos, para llevárselo lejos de ahí.

Las horas pasaron y se vio a la muchacha de antes sentada en el salón de espera del hospital. Se le notaba nerviosa, preocupada. De la nada apareció una nueva mujer, de mayor porte y usando un kimono donde predominaban los colores morados. En sus manos poseía la bolsa con el dinero que Kujou ganó, la cual había olvidado. — Qué descuidada eres. Menos mal estaba vigilando. — Mencionó utilizando un tono severo, autoritario.

Discúlpeme, señorita Aeval. Entré en pánico al ver lo que hice.

Ese niño aún es un novato en el control del chakra. Solo que no esperabas que apareciera uno que pudiera usarlo. Normalmente solo enfrentas a tipos ordinarios. De todos, sabes que es un error que pierdas la calma en un enfrentamiento. Que no vuelva a suceder, ¿entendido?

Sí, señorita. Le prometo que no volverá a pasar.

Se notaba que le tenía mucho respeto al nuevo personaje en escena. Su diálogo se vio interrumpido porque el buen Samuru apareció ante ellas. No se veía ya que estaba vestido, pero debajo tenía vendas en todas las zonas donde recibió los flechazos eléctricos, además de algunos parches producto de la quemadura que le aplicó aquel elemento. Con el tiempo desarrollará una mejor resistencia a los ataques, pues hasta el momento en su entrenamiento solo peleó con Tabit, y claramente este nunca tuvo la intención de atacarlo con la intención de lastimarlo.

¿Cómo te encuentras? De verdad lamento mucho haberte atacado de esa forma. Nunca busco herir de gravedad a quienes me desafían.

No seas exagerada, Kujou. Él quiso pelear y debe abstenerse a las consecuencias.

Sí, señorita.

Definitivamente no le llavará la contraria y acatará todo lo que diga. Es una relación cuanto menos graciosa.

No te preocupes. Si no puedo sobrevivir a eso, no duraré mucho en este mundo. 

Esas palabras calaron hondo en ambas mujeres, quienes, de un modo u otro, se sintieron representadas en ese pensamiento, en esa forma de ver las cosas. Esto hizo que Aeval sintiera cierto interés por Samuru y tomara la decisión de invitarlo a ir con ellas.

Síguenos. Después del desastre de Kujou, lo mínimo que podemos hacer es darte algo de comer. Se nota que no eres de por aquí.

Sus palabras fueron dichas luego de voltearse y darle la espalda, mientras el tono continuaba siendo ese severo, serio, propio de ella. Comenzó a caminar mientras que los otros dos siguieron tras ella. El camino no fue tan duradero, además de ser llevadero por la conversación entre Samuru y Kujou. Tan solo compartieron datos irrelevantes. Nombres, edades, lo básico. La mayor de los tres guardó silencio durante todo el trayecto.

Al llegar, Samuru fue invadido por el sentimiento de sorpresa. Juzgando la forma en que se comportaban las dos féminas, creyó que vivirían en un sitio grande, cómodo, con lujos. Todo lo contrario, más que casa, parecía un humilde cuarto que, al entrar vio que no se equivocaba. No vivían con lujos, sino con lo justo. Ahora tenía más sentido que Kujou trabaje recibiendo desafíos por dinero. Además, juzgando su fuerza, probablemente con el paso del tiempo, cada vez menos personas se atrevan a combatir con ella. El trabajo no debe estar pasando una buena racha.
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Al ingresar, Aeval simplemente se sentó en el sofá grande, cruzándose de piernas. Kujou pasó de largo, sin antes decirle con una seña a Samuru que tome asiento. Este no lo hizo al lado de la fémina de mayor rango, sino que en uno individual. Desde que vivía en su aldea de origen que no entra al domicilio de alguien más. La situación es bastante extraña para él y se notaba su nerviosismo, puesto que no soltaba ninguna palabra y el silencio fue el protagonista de la escena.

Merodeamos seguido las calles, pero nunca antes había visto. ¿Acabas de llegar?

Así es. Recién estaba conociendo la ciudad cuando me encontré con Kujou. Creí que podía ser divertido. Supongo que también la subestimé al ver que solo derrotaba a personas normales.

No terminaste tan mal entonces. Subestimar a Kujou es muy peligroso, no por nada es mi guardiana. En el momento en que se puso algo seria, te venció sin penarlo.

Tiene razón.

No le gustó mucho ese comentario, le dolió un poco en el ego, pero obviamente prefirió no decir nada. Tan solo el silencio reinó de nueva cuenta y en cuestión de unos 15 minutos se escuchó la otra mujer desde el fondo de la casa, la cual era pequeña, diciendo que ya estaba lista la comida, que podían pasar a la mesa. Samuru se levantó y fue, seguido de Aeval. Ella se sentó en la cabecera, mientras que los otros a dos a cada lado. Como el viajero supuso, no vivían con los lujos. Los alimentos no eran muy variados y parecía que apenas tenían para sobrevivir el día a día. De todos modos, la comida sabía delicioso, por lo que en ese sentido no se podía quejar.

¿Y bien? ¿Qué es lo que puedes decir de Kujou luego de haberte enfrentado a ella?

En un principio creí que solo tenía habilidad a larga distancia, pero cuando logré entrar en un rango cercano, me demostró que tiene una fuerza increíble. Sus habilidades son de ninja, ¿no es así?

Kujou guardó silencio. Nuevamente quedó en evidencia el respeto que le tenía. Aunque se hable de ella, dejaría que su jefa mantenga la conversación.

Fue educada en las artes ninjas desde pequeña. No perteneció a una aldea shinobi, pero fue entrenada bastante bien. Cuando la conocí, ya tenía el nivel cercano a una chuunin. Ahora, su nivel debe estar cercano al de un jounin.

Vaya, sí fue un error entonces enfrentarla. Yo empecé a aprender ninjutsu apenas hace unos meses. Digamos que soy un principiante. Solo manejo un par de técnicas de viento, pero el viajar y sobrevivir es parte de mi entrenamiento. Así lo pidió quien fungió de mi maestro.

La cena terminó e invitaron a Samuru a pasar la noche ahí. Se quedó durmiendo en el sofá mientras ellas se quedaban en las habitaciones. La noche fue tranquila y el viajero aprovechó para descansar todo lo posible. Ya llevaba tiempo durmiendo en la tierra o en árboles. Sin embargo, cuando abrió los ojos, Aeval estaba encima suyo. Esto lo sorprendió, pero la fémina le cubrió la boca con la mano derecha mientras con la zurda le hacía una seña de guardar silencio. Una vez este asintió, la otra se apartó y le pidió que la siga. En la ventana de la parte de atrás se encontraba Kujou vigilando a través de la cortina. En el exterior se veían personas extrañas rodeando la vivienda.

Usa las de humo, Kujou.

La nombrada se acercó a la puerta, la abrió con fuerza y arrojó dos bombas de humo al piso. Esta salió corriendo, seguida de Aeval, quien jalaba del brazo a Samuru. Los tres huyeron a gran velocidad de la zona. ¿Qué era lo que sucedía? No se entendía nada. — ¿Habrán venido por mí? — Se preguntó.
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No dejan de seguirnos. Son varios. Por la forma en que nos fueron a buscar, no diría que sean muy peligrosos, pero lo mejor será encargarnos de ellos fuera de la ciudad. Si armamos problemas, luego podríamos tener líos para seguir viviendo tranquilas en ese lugar. Ya me estoy acostumbrando.

No mencionó nada acerca de quiénes podrían ser los perseguidores ni sus posibles motivos. Samuru al escucharla menos ganas tuvo de mencionar la teoría de que podían estar yendo tras su vida. Esto significaría que metió en problemas a ambas mujeres sin quererlo, además de que ya vio en prisión de que uno de ellos podía ser muy fuerte y tener ciertas conexiones que le permitían controlar masas de personas. En aquel entonces, todos los prisioneros se pusieron de su lado.

Señorita, ¿cuál es el plan? Ya casi salimos.

Dame tu sombrero, niño. Iré por la derecha, ustedes por la izquierda. Si me siguen, acabaré con ellos. Si los siguen a ustedes, sobrevivan hasta que los alcance.

Un momento, eso no puede...

Antes de que Samuru pudiera negarse a la idea, su sombrero fue quitado por la mayor y se separó a gran velocidad de ellos. Volteó la mirada hacia Kujou, quien le devolvió una leve y confiada sonrisa. Al parecer, ella no tenía miedo de lo que le podía pasar a la otra. Sin embargo, el joven no mencionó ninguna palabra. Si algo malo llega a suceder, se sentiría extremadamente culpable. 

En cuanto a los perseguidores, no eligieron un solo camino. Al ser varios, se separaron en dos grupos. La velocidad que tenían era alta, sobre todo en comparación a Samuru. Esto dejaba ver que estaban entrenados, al menos físicamente. Aunque Samuru haya tenido prácticas en el arte del ninjutsu, su cuerpo aún no era el de un shinobi. Tampoco el de una persona normal, pues recibió ciertos entrenamientos por parte de su padre antes de fallecer, además que, al ser un viajero, algo había mejorado.

Están cerca. Sé que tienes habilidades, pero no te separes de mí. Lo mejor es que los mantenga a raya a la distancia y, si se acercan, tú me cubres. 

Ese sería el plan a seguir. En pocos minutos se voltearon y en cuestión de segundos un grupo de cinco personas los alcanzó. No reconocía a nadie, menos al tipo importante de la otra vez. No importa, ahora lo crucial era sobrevivir. Kujou disparó flechas hacia ellos, pero crearon un muro de tierra para bloquearlas. Ninjutsu, así que todos eran ninjas. El siguiente movimiento de la fémina fue cargar electricidad en sus flechas y dispararlas, aunque esta vez fue una corriente de aire la que las mandó a volar, seguido de unas risas por parte de ellos. Se estaabn confiando.

Ya veo, no son novatos como tú. Entienden que el Fuuton es más poderoso que el Raiton. Estoy en problemas. Puedo utilizar Suiton, pero a muy baja capacidad. Su Doton lo frenará por completo. Eso que significa...

Que yo debo tomar protagonismo.

Tomo del piso una de las flechas de Kujou y le transfirió su elemento viento, lanzándolo hacia ellos. Este movimiento sorprendió a uno que intentó esquivarla, pero el arma iba más rápida que lo común, por lo que esta se incrustó en su pecho. El resto se enfadó y se lanzaron a atacar con Taijutsu a sus dos presas. Nuestros protagonistas se pusieron en posición de pelea, aunque Kujou llenó sus brazos de electricidad. Dos contra uno, así se separarían para combatir. Kujou podía manejarlos, aunque se notaba que no iba tan sobraba como para llevarse una victoria fácil. Samuru, en cambio, se estaba llevando varios golpes que no podía bloquear. Aguantó alrededor de 20 segundos, pero un puñetazo en el rostro lo dejó mal parado, para luego recibir una patada en la boca del estómago que lo dejó en el piso.

Mierda, Samuru, levántate. No quiero verte morir. Además, no podré contra los cuatro yo sola.

La situación se complicó más de la cuenta. Kujou decidió usar el plan de emergencia. Lanzó la última bomba de humo que le quedaba para tener tiempo y realizar sellos de mano. Aunque escuchó que uno de los hombres le gritó que no se mueva o lo lamentaría, esta realizó sellos manuales para disparar un rayo que derrotó a uno tras alcanzarlo, e inmediatamente rebotó venciendo al otro. Sin embargo, al momento se escuchó un grito desgarrador. Sí, provenía de Samuru. Al disiparse el humo, vio en su dirección y se encontró al muchacho revolcándose en el piso mientras se tomaba el hombro. Su brazo fue dislocado.

Malditos.

Ustedes dos lo trajeron con ustedes. Les hemos dicho que las haremos pagar a ustedes y a todo el que las rodea. Solo cumplimos con nuestra palabra.

Eso al menos entregó la respuesta necesaria. El equipo ese no ibas tras Samuru, sino tras el dúo femenil.
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La situación parecía estar totalmente perdida. Kujou deshizo su arco y se colocó de rodillas mientras posicionaba las manos detrás de la cabeza. Si desobedecía, Samuru perdería la vida. Este yacía en el suelo emitiendo quejidos de dolor. Su brazo no estaba en su posición y el sufrimiento que le hacía experimentar era terrible. Una leve sonrisa de resignación invadió el rostro de la fémina, entendiendo que quizás ese era su final. Ese grupito las venía persiguiendo con la intención de quitarles la vida. Simplemente bajó la cabeza mientras el tipo que habló antes se acercaba sosteniendo una espada con la mano derecha. Iba a decapitarla. Alzó los brazos sujetando por el mango con ambas manos, queriendo descender con la fuerza necesaria y necesitar un solo corte.

Espero haberle servido bien, señorita.

¿Desde cuándo yo te enseño a bajar la cabeza frente a alguien que no soy yo, Kujou?

Esa voz era imposible de no reconocer. La arquera estiró el cuello hacia arriba y vio como su maestra apuñalaba el corazón de ese malnacido. En su mano se veía ese poderoso chakra relampagueante. Porque sí, finalmente se rebeló que Aeval era incluso más fuerte que Kujou, mucho más. Su nivel debe estar a la par de un jounin o quizás hasta por encima. Por sí misma ha sobrevivido desde que abandonó su tierra natal y nunca ha sufrido problemas. Nunca estuvo en peligro real.

Me haré cargo de todos. Toma a Samuru y regresen a la ciudad. Los alcanzaré pronto.

Sí, señora.

Obedeció de inmediato. Se levantó y corrió hacia donde estaba el muchacho a punto de perder la conciencia. Todos los bandidos que intentaron impedirle el paso comenzaron a ser derribados pro Aeval a una velocidad increíble. El viajero la veía por el rabillo del ojo, sin poder creer lo que veía. De hecho, llegó a pensar que estaba soñando. Pero no era así. Cuidadosamente fue cargado en la espalda de Kujou y transportado lejos de ahí. De fondo, a sus espaldas, los gritos de los enemigos siendo derribados eran música orquestal.

Pasó el tiempo y a Samuru le tocó nuevamente abrir los ojos. Estaba boca arriba, recostado en una cama. Reconocía el techo. Volteó hacia los costados. A un lado una ventana, también conocida para él. Estaba oscuro, ya era de noche. Eso significa que lleva una buena cantidad de tiempo ahí. Al otro lado, pudo reconocer a Kujou. Dormía sentada en una silla con los brazos cruzados. De a poco fue recordando el muchacho lo que sucedió. Antes de cerrar completamente los ojos, estaba en la espalda de ella.

Me contó lo que sucedió. Tardé demasiado en ir por ustedes, pero al menos pude llegar a tiempo.

Lo lamento. Ella casi...

No seas ingenuo. En ningún caso ella habría muerto por tu culpa. Yo fui quien la metió en todo esto y es mi responsabilidad asegurarme de que siga con vida. Si el resultado hubiera sido otro, yo habría cargado con la culpa.

Pude ver un poco. Eres realmente fuerte. ¿Quién eres?

Era una kunoichi de Konoha. Digamos que no me gusta que me quiten mi libertad, así que aquí me tienes, siendo libre. Conocí a Kujou luego de eso.

Los que te seguían no eran de Konoha. No portaban bandanas.

Para sobrevivir en este mundo es necesario hacerte tanto amigos como enemigos. Sé que lo sabes. Alguien te vigila, siempre. Pero mantiene la distancia. Iba a avanzar hacia ti, pero cuando me mostré, desapareció. ¿Me dirás qué es lo que sucede contigo? O más bien, estás obligado a revelar tu secreto.

No, yo... No hay forma de decirle que no, comprendo.
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Samuru le contó toda su historia a Aeval durante esa noche. Aunque ella aún fuera joven, era sabia. Pudo reconocer al instante que el muchacho no le estaba mintiendo, y lo invitó a pasar un tiempo con ellas. Así también podría aprovechar para ayudarlo con su entrenamiento y enseñarle algunos trucos. Durante unas semanas tuvo que vivir con el brazo inmóvil en lo que se recuperaba de su fractura, pero tomó ese tiempo para adquirir conocimientos teóricos sobre el cómo ser un ninja. Tabit le enseñó sobre el chakra y el ninjutsu, pero solo eso. Aeval literalmente le dio clases básicas, intermedias y avanzadas que le ayudaron a comprender mucho mejor un mundo que se le estaba abriendo y era completamente nuevo para él. 

El tiempo pasó y no fue justamente poco. Varios meses pasaron en donde Samuru entrenó con ambas mujeres. Las prácticas fueron duras, pues Aeval no se andaba con jueguitos. Siempre llevó por encima el discurso de que en todo lo que hacía buscaba la excelencia, por lo que para él y Kujou solicitaba lo mismo. Samuru no se quejaba, sino que incluso esto le motivaba. Sintió cómo su crecimiento fue muy exponencial, llegando a ser muy diferente en comparación a cuando las conoció. Fue expuesto a situaciones de peligro e incluso tuvo que pelear con su maestra provisional en gran cantidad de ocasiones. Ella no se contenía mucho, usando la excusa de que en una pelea real, el enemigo jamás tendrá piedad.

Ya desde antes tenía un primer acercamiento con el elemento tierra, el cual avanzó en el nivel de uso, pero de la mayor también adquirió la capacidad de usar el elemento rayo. En casi un año de entrenamiento pudo adquirir la capacidad de utilizar tres elementos. Aún le faltaba camino, pero esto indicaba que el talento y la materia prima estaba, solo quedaba seguir trabajándola.

Mañana te vas, ¿no es verdad? No creas que no me he dado cuenta. Sabes que si no te despides, no te lo perdonaré.

Las despedidas son duras. He aprendido que cuando suceden, son para siempre.

Y claro, él tuvo que despedirse en milésimas de segundo de toda su familia al momento en que fueron asesinados sus integrantes.

Aunque estamos cómodas aquí, debo aspirar a más. Así que probablemente nos volveremos a ver allá afuera algún día. Espero que ahí no tenga que llegar a salvarte.

Cuenta con eso. Aún debo seguir haciéndome fuerte para vengarme.

Ya veo. No quieres ser la presa para siempre. Una persona normal diría que la venganza no es buena, pero yo solo creo que cada quien debe hacer lo que debe. No hay más. Acaba con ellos.

Dalo por hecho.

Y así fue como al siguiente día, la despedida llegó. Obviamente con Aeval no fue muy emotiva. Ella no era mucho de mostrar expresiones o sentimientos, aunque en el fondo sentía algo de cariño por su hasta ahora alumno. Kujou, aunque era recta en su comportamiento, era más cálida. Ella sí mostró más tristeza al separarse de su compañero, pero ya sabía desde hace tiempo que tarde o temprano llegaría el momento. Samuru ya no era el mismo niño que conoció, pero le preocupaba que perdiera la vida contra los tipos que iban tras él. Durante este tiempo no se encontraron directamente con ellos, pero eso fue debido a que no quisieron desafiar a la mayor de los tres. En cualquier caso, siempre los estuvieron vigilando.

Samuru cambió. Ya no es el mismo. Y seguirá cambiando a medida que recorra su camino. 

Este tema ha sido cerrado.

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