Nación minera. Se dice que este lugar fue habitado hace siglos por animales gigantes que combatían entre sí hasta la muerte. Nadie sabe si esto es verdaderamente cierto ni los motivos que les llevaban a luchar, pero aún pueden encontrarse huesos y esqueletos completos tan altos como una montaña, siendo este su principal atractivo turístico. Al igual que la mayoría de Reinos del Sur, este país antaño perteneció al País del Viento, hasta que logró su independencia en algún momento durante la Paz Duradera. Su población se dedica a extraer diversos materiales de la tierra. Entre ellos, podemos encontrar minas de carbón, equipos de recolección de marfil de estos grandes huesos y pozos de extracción de petróleo y gas bajo el suelo. Todo esto, sumado a su neutralidad durante la Gran Guerra, han convertido a la nación en una de las más prósperas del mundo. Su población es abierta y muy amigable, aunque tienden a desconfiar de los habitantes del País del Viento.

Nación minera. Su tierra es árida y seca, y se podría considerar el segundo desierto más grande después del Desierto Infernal del País del Viento. Pese a su basta extensión, solo cuenta con una gran ciudad en el noreste de la nación y unos pocos pueblos repartidos por el resto del territorio. Lo más llamativo de esta nación es la presencia de un aeropuerto en su capital, desde donde parten dirigibles hacia el norte del continente. Esto permite el transporte y el comercio a gran escala, proporcionando gran riqueza a un país sin apenas flota mercante ni fronteras a otros países más grandes. La zona sur de la nación, adyacente a la costa, está plagada de pozos de bombeo que extraen aceite negro desde el fondo de la tierra, siendo esta su principal exportación. Al igual que el Reino del Marfil, obtuvo su independencia del País del Viento y reemplazó el sistema feudal por una monarquía hereditaria que se mantiene hasta nuestros días. A sus nobles se les conoce como sultanes, y al Rey como Sultán del Sur.

Nación turística y pesquera. De menor extensión que sus vecinos, el Reino de los Acantilados buscó en el mar su modo de subsistir. Tras su independencia dedicó gran parte de su economía a la creación de hostales y pequeñas villas hoteleras en la costa para atraer a inversores externos, así como una gran flota para comerciar con los Países del Mar y del Té. Al no estar involucrada en la Gran Guerra, este reino vivió un gran auge y goza actualmente de gran riqueza y fama a nivel mundial. Nobles y mercaderes de todo el mundo eligen sus playas y costas para veranear. Su principal competencia en este sector es el País de las Junglas, y recientemente ha habido disputas territoriales entre ambas naciones. Pese a todo, la convivencia con el resto de estados es buena y se considera la Joya de los Reinos del Sur. Algo característico de sus aldeas y ciudades que la mayoría de edificios están pintados de color blanco y azul, y al contrario que sus vecinos, está gobernado por dos Virreyes.

Nación selvática. Está formada por una gran isla y un pequeño islote al oeste, a mitad de camino de los otros Reinos del Sur. Más de la mitad de la isla central es considerada virgen, y solo las costas han sido pobladas. Su situación intermediaria entre el País del Mar y Getsu es clave, pues favorece el comercio entre estas y sirve de intermediario con el Reino de los Acantilados. Al igual que este último, dedica gran parte de su economía al turismo con un gran número de hoteles y bungalows repartidos en sus playas blancas. Además, en el centro de la isla se encuentra un gran volcán inactivo, y una fortaleza de piedra roja en el lado sur. La pequeña isla del oeste, llamada Genzan, está construida como una fortaleza flotante. Posee un sinfín de cañones escavados en la roca, búnkeres subterráneos y su propio puerto militar. Recientemente ha sido cedida al País del Mar a cambio de protección, y estos han edificado aquí un gran astillero militar, donde se dice que se están construyendo nuevos acorazados y cruceros rápidos.