Samuru Gaiden: Un viajero buscando sobrevivir
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Varios años atrás… [Monotema].

Solo, de un momento a otro. Desde hacía mucho que escapaba junto a los suyos y poco a poco los iba perdiendo, pero jamás pensó que ninguno sobreviviría. Han pasado seis meses desde que su madre dijo adiós y él no lo ha pasado nada fácil. Aquellos que se encargaban de perseguirlos y exterminarlos aún no se cansan. Él es el siguiente y el último. No descansarán hasta dar con su paradero. Por consiguiente, Samuru sabía que debía buscar formas de pasar desapercibido. Totalmente opuesto a lo que será en el futuro, simplemente se ocultó.

Esta historia nos lleva al Reino del Marfil. El muchacho no tiene un argumento concreto para ir hasta ahí, sus pasos azarosos eligieron su destino. — ¿Qué puedo encontrar aquí? — No tenía muchas pertenencias. Un bolso con algo de ropa y dinero escaso. Lo único que compró fue provisiones y una capa bastante humilde que le permitiera ocultar su figura. Se deshizo del conjunto que más utilizaba antes, pues lo reconocerían fácilmente. No creía que aquellos ya deben estar por los alrededores, pero probablemente no tarden en encontrarle y seguirle el rastro. Se trata de shinobis después de todo.

En pocos días que intentó sobrevivir en ese lugar dio con el sitio perfecto para establecerse. Encontró trabajo en una mina. Le costó conseguir el puesto ya que por su edad joven y físico delgado no le veían mucho futuro, pero tras largas conversaciones logró conseguir que lo aceptaran de prueba por lo menos un mes. Recién ahí decidirían su futuro contrato, pero eso poco le importaba. Cuando los ninjas lleguen, deberá volver a marcharse. Planear una larga estadía podía ser el mayor de sus errores.

Día siguiente, bien temprano por la mañana, el buen Samuru ya se encontraba bajo el sol con su pico. Era la primera vez que se desempañaba en una función por el estilo, así que era obvio que cometería errores de novato. Desde el principio comenzó a darlo todo y gastar toda su energía, por lo que al paso de una hora ya se le notaba cansado con un claro sudor en la frente. Ahí es cuando alguien tomó su antebrazo y le hizo detenerse.

Si sigues así, los guardias te molestarán al rato por tener que descansar. — La vida le ha enseñado a Samuru ser precavido y no confiar en nadie, así que de inmediato apartó la mano y retrocedió unos cuantos pasos. — Tranquilo, tranquilo, solo quería darte un consejo. — Se trataba de un muchacho rubio, joven, pero unos pocos años mayor que él. Cuando vio que no era peligroso, al menos a simple vista, bajó la guardia. — ¿No debo esforzarme? — Preguntó. Una risa escapó de los labios del otro. Le sorprendía primero encontrarse con alguien menor que él y encima tan inocente. — La jornada es larga. Trabaja con calma. Debes distribuir tus fueras para todo el día. Durante el almuerzo te daré más tips. Nos vemos luego. — Y se retiró.

La primera impresión que tuvo Samuru sobre él es que era alguien extraño. A pesar de que se mostró como alguien amigable, para nuestro protagonista aún no era información suficiente para estar del todo en confianza con él. Recordemos que está siendo perseguido por asesinos. En su mente está permanentemente el pensamiento de que en cualquier momento su vida puede correr peligro. Sin embargo, en el fondo está cansado de esto. Ya el tiempo tan tenso que vivió con su familia luego de escapar de su hogar fue horrible. Esperaba que todo se detenga algún día. Solo tiene 13 años. — Ojalá…
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Con el pasar de las horas fue poniendo en práctica el consejo que le dio el mucho de antes. No iba tan lento, pero claramente no se esforzaba. Además, aprendió a percatarse de la presencia de guardias, por lo que cuando no había ninguno cerca, menos hacía. Eso sí, su inexperiencia volvería a jugarle una mala pasada. Los compañeros no siempre son buenos, muchas veces intentan hacerle el mal a quienes les rodean para así ascender en la escala jerárquica de la institución. — ¡Ey, ey! ¿Qué haces que no trabajas? — Aquel individuo usó un tono de voz muy alto y todos los ahí presentes voltearon a ver. Esto hizo que el muchacho se avergüence, omitiendo cualquier palabra y solo dedicándose de nuevo a trabajar dando todo su esfuerzo.

Todos se llenaron en murmullos mientras Samuru solo bajaba la cabeza. Aquel tipo se metió con él específicamente porque cumplía dos condiciones que lo colocaron como objetivo, es el nuevo y además es muy joven. Tan solo se aguantó y cuando llegó la hora de almuerzo, en donde todos se retiraron de inmediato, se quedó ahí unos cuantos minutos más mientras descansaba sentado en el piso. Un ligero suspiro escapó de sus labios mientras miraba hacia el cielo. — ¿Por qué nunca me dijeron que trabajar era tan difícil? — De pronto, una pequeña risa comenzó a acercarse. Samuru no tardó en ponerse en alerta y levantarse.

Tranquilo, tranquilo. Soy yo. — El tipo rubio de más temprano. Seguramente fue espectador de todo lo ocurrido, lo cual le molesta al joven de cabellos azules. — Ese hombre era Frank. Digamos que no tiene muchos amigos aquí, pero es el más temido. — ¿Lo dirá porque posee alguna habilidad especial? Si es así, no sería correcto oponerse a él. Aunque Samuru tiene un potencial escondido, aún no ha sido capaz de manifestar correctamente su poder y mucho menos controlarlo. — Algunos dicen que es un infiltrado que se encarga de acusar. Cuando descanses, asegúrate de que él tampoco te vea, aunque probablemente esté cerca tuyo de ahora en adelante hasta que esté seguro de que no bajarás el ritmo. Con el tiempo te acostumbrarás. — Lo que significaba que no fue un hecho puntual, sino que un momento desagradable que se extenderá con el tiempo. Menos mal planea marcharse en no mucho tiempo, pero de todos modos será una verdadera molestia aguantarlo.

El forajido no respondió ninguna palabra, tan solo se calmó. Caminó por el costado del otro camino al comedor. Según lo que le dijeron al momento de la entrevista de trabajo, ahí le daban almuerzo a todos. Cuando llegó se encontró con la mayoría comiendo en distintas mesas, pero cuando apareció Samuru, todos voltearon a verlo. ¿Tanto les sorprendía que fuera un niño? Cuando se acercó al sitio en donde se pedía la comida, varios corrieron tras levantarse de sus asientos y se colocaron antes de él. — ¿Es una broma? — Primer día y ya estaba aburrido. No importa. Solo esperó. Sin embargo, ya llegaría lo peor de todo. Cuando tomó los cubiertos, sangre salpicó al piso y el tipo que estaba antes que él en la fila se arrojó al piso gritando de dolor. — ¡Él! ¡Él! ¡Me atacó, maldita sea! — De inmediato entraron los dos guardias encargados de la seguridad del recinto. Cuando intentaron agarrarlo para reducirlo llegaron a su mente aquellos recuerdos recientes de individuos queriendo capturarlo a él y a su familia, y casi sin quererlo, se resistió. Lo intentó, pero un fuerte golpe en la nuca lo dejó fuera de combate.

Todo se volvió oscuro, como si fuera de noche. ¿Cuántas horas pasaron? No se sabe. Despertó. Lentamente abrió los ojos y se percató de estar durmiendo en el piso. Rápidamente se puso de pie y miró a su alrededor. Una especie de cuarto con espacio reducido. Barrotes al frente, junto a él dos hombres. Uno grande, moreno y con musculatura. La cara que tenía daba miedo. El otro delgado, pero su rostro era adornado por una sonrisa bastante peculiar. Estaba sentado de piernas cruzadas sobre una pequeña cama mientras creaba una torre de naipes.

¿Dónde estoy? ¿Qué es este lugar? — Estaba demasiado perdido. — ¿No es obvio? — Cuestionó el gigante. — En un calabozo. — ¿En qué problema se metió nuestro protagonista?
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No puede ser. ¿Cómo es que llegué aquí? Yo no hice nada. — Qué frustrante estaba siendo la vida en el poco tiempo que lleva estando solo. Creyó que podría arreglárselas con las enseñanzas que su mamá le transmitió durante los meses que estuvieron escapando. Ella sabía que tarde o temprano partiría al otro mundo, así que intentó dejar al joven Samuru lo mejor preparado posible. Pues lamentablemente los resultados no están siendo los mejores. A pesar de su edad, ya terminó en la cárcel. ¿Qué se supone que hará para salir de ahí? Desconoce cuáles son los procedimientos que se utilizan en ese lugar. De todos modos algo olía mal en todo eso. ¿Tan grave habría sido cortar a un compañero en la mina como para que lo encierren de esa forma? Sospechoso.

Tan solo se sentó en el rincón de la celda y mantuvo silencio mientras miraba el puso. No podía hacer ni decir nada. Era frustrante. Desconocía si era noche o día, pero se quedó dormido. Al día siguiente lo despertó una fuerte alarma que resonó por todo el recinto. Cuando abrió los ojos vio como sus compañeros ya salían de la celda, ya abierta, y Samuru no dudó en levantarse y salir también. Los presos de toda la cárcel caminaban por los pasillos hacia un lugar en concreto, el patio principal. Todos armaron filas de forma muy ordenada. Al frente de todos había dos tipos, posiblemente los encargados. Viendo la reacción y comportamiento de todos, respetaban demasiado a esas dos figuras.

Bien, todos ya conocen las reglas, pero por si acaso la repetiré. — ¿Por qué aquello le provocaba un mal presentimiento? — Cada día durante la mañana, el último reo en ingresar debe combatir contra varios que tengas ganas de enfrentarlo. — Ahora sí Samuru se cagó de miedo. No tenía chance de sobrevivir en una pelea contra todos esos tipos. Sin embargo, todos los prisioneros que se lanzaron a pelear no lo atacaron a él, sino que a otra persona. Sin duda este reino no le ha traído más que sorpresas. Más aun fue la sorpresa cuando vio que eran el blanco de todos. El tipo rubio de la mina. ¿Qué hacía él ahí? Y lo más extraño no fue solo eso, sino que con movimientos bastante hábiles comenzó a derrotar sin mucho esfuerzo a la mayoría que se atrevía a hacerle frente. — Qué fuerte. — 

Sin embargo, el tipo grande que compartía celda con Samuru le dio más pelea. Aunque el otro fue más rápido, parecía que si el moreno acertaba un puñetazo, lo destrozaría. Aquel enfrentamiento duró más de lo debido y el guardia detuvo todo, felicitando al nuevo tipo. Dio el permiso de que todos se retiren a desayunar para luego comenzar a trabajar. Debido a la multitud no fue capaz de acercarse al rubio, pero luego de estar con su bandeja buscó entre todas las mesas hasta dar con su paradero. Dejó su comida a un lado del otro y le habló sin siquiera tomar asiento. — ¿Qué diablos haces aquí? ¿Y cómo es que eres tan fuerte? — Lo primero que recibió como respuesta fue una risa. No podía ser menos.

Al fin logro que me hables. Pensé que jamás lo conseguiría. ¿Te impresioné? — La expresión de Samuru cambió a expresar un poco de molestia. — No cambies el tema. ¿Por qué estás aquí? — Un suspiro escapó de su parte. — Mi nombre es Tabit. Solo vine para hacerte compañía. ¿Tiene algo de malo? — Era desesperante, al menos ese era el pensamiento que atravesaba la mente del muchacho. Solo se calló, se sentó y comió sus pobres alimentos. Porque sí, es la cárcel, no se desayuna un festín. Durante los distintos trabajos que le hacían hacer a los reos, Samuru se mantuvo al lado de Tabit, pero no sospechaba que eso molestaba al resto. Aquel tipo de cabellos amarillos humilló a varios de ellos y no podían dejar que se quede así. Si tenía un amiguito, él también sufriría las consecuencias. 

Llegó la noche, una que probablemente será larga y compleja. Cuando se apagaron las luces y todos debían estar dormidos. El ruido de su celda abrirse lo despertó. Vio las otras dos camas y sus compañeros no estaban. En su lugar, tres tipos cuyas sonrisas no transmitían confianza le pidieron que se levante. No tuvo que escuchar ni preguntar nada para entender. Ya llegó a ese punto en donde debe usar la fuerza para intentar sobrevivir.
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¿Sería capaz de enfrentarse a ellos? No, aunque no fueran los más fuertes de la prisión, la verdad que los pocos de entrenamiento que tuvo con sus padres no deberían ser suficiente para encargarse de ellos. Un ligero suspiro para calmarse. Si se desesperaba, no podría moverse bien. Espero a que ellos atacaran y uno lanzó un puñetazo a la altura de su rostro. Con velocidad Samuru esquivó y aprovechó el tiempo de contraatacar para darle una patada a la altura de la cabeza. Al tomarlo con la guardia baja lo derribó, pero esto enfadó a los otros y se lanzaron al mismo tiempo. El muchacho lo dio todo para defenderse, pero terminó siendo imposible. Se llevó una paliza que le dejó la cara hinchada y con moretones. — Mierda… — No tenía ni fueras para mantenerse de pie, pero lo obligaron a caminar. Todos los prisioneros estaban fuera de sus celdas, ¿dónde diablos andaban los guardias?

Lo hicieron llegar hasta el exterior de una jaula en particular. En el interior estaba encerrado su nuevo amigo rubio. Aparentemente le estaban exigiendo que salga, pero no lo hacía. — ¿No pueden abrir ellos? Ya veo, mi celda fue abierta por mis compañeros. Maldición. — Fue arrojado al piso y le dieron una patada en las costillas. Samuru se quedó quejándose en el piso mientras su respiración se agitaba. Ya anteriormente recibió buen daño como para que siguieran emocionados con él.

Ya deberías saberlo. Si no sales, él morirá. Estamos consciente de que entraste aquí por él. Nuestro jefe nos lo dijo. — ¿Acaso dentro de la prisión hay un jefe? Eso sí que no se lo esperaba. Estaban casi todos ahí, así que si alguien los controlaba, debía tratarse de una persona realmente extraordinaria. — N-no… — Con voz baja y difícil de entender, Samuru habló. — No salgas… No vale la pena. — Todos quedaron atónitos ante sus palabras. ¿Es que acaso no le importaba su vida? Recibió una patada directamente en la cabeza que le acomodó varias ideas, provocándole un mareo. Pero eso no fue todo. Para lograr que Tabit saliera, recurrirían al método de la tortura.

En cuestión de segundos Samuru fue obligado a recuperar la conciencia por el dolor que le hicieron experimentar. Un pisotón en su mano lo obligaba a no dejar de gritar. En toda la prisión se escuchaba ese sonido que pronto fue acompañado de llanto. — Este es solo el comienzo. Solo depende de ti. — La expresión tranquila y amable que siempre mostraba Tabit desapareció, poniéndose serio. No recitó ninguna palabra. Caminó hacia la celda y abrió como si nada. El tipo que pisaba a Samuru se lanzó a atacarlo pero de una patada en el rostro fue mandado a volar lejos. Enseguida tres más se abalanzaron sobre él, pero ninguno fue capaz de tocarlo. Todos mandados a volar.

De un salto se colocó entre medio de un gran grupo de presos. Tras sellos manuales todos fueron despedidos por una fuerte ola de viento. — ¿N-ninjutsu? — Samuru no era capaz de creer lo que veía desde el piso. Aún quedaban muchos prisioneros agresivos, pero no se atrevían a dar un paso al frente luego de ver la técnica de Tabit. Este tomó a Samuru en brazos y descendió hasta el primer piso de la cárcel. Como de costumbre a estas alturas, había más gente ahí. Sin embargo, nadie se movió, y el único sonido que hizo ecos en los oídos de todos fue un aplauso. El rubio miró en la dirección de donde provenía, y ahí emergió la figura de un hombre enmascarado. — Vaya, vaya. El chico sobreviviente del Kujaku Myohou y su nuevo guardia. Premio doble. — De mal en peor. Los ojos se Sumaru se abrieron más que de costumbre al escuchar. Era uno de sus perseguidores. — Mierda. — ¿Qué sucederá?
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En ningún momento pasó por su cabeza que uno de sus perseguidores lo seguiría hasta la misma cárcel y, más encima, pondría a todo mundo a su merced. Aquel tipo soltó una ligera risa, molesta, irritable. Lo peor de todo es que Samuru sabía que se estaba riendo de él. Lo desesperaba. Aunque toso este tiempo haya estado huyendo de él y su pandilla, en estos momentos que lo tiene tan cerca, era capaz de sentir un profundo odio brotando dentro de sí. Quería matarlo. Él y los suyos le quitaron todo, todo. Es consiente de que nunca recuperará a su familia, su vida, nada. Esto provocaba que sus emociones se intensificaran y un extraño chakra color lila brotara de su cuerpo. Esto llamó la atención de todos los presentes, pero solo provocó una nueva risa por parte del maldito.

Quién iba a pensar que tan pronto emanaría de ti ese chakra tan peculiar. Es un gran poder, pero lo que no sabes, es que un gran poder siempre tiene una parte negativa. Debes sufrir para lograr obtenerlo. — Y sí. Sin darse cuenta, Samuru comenzó a sentir dolor por todo su cuerpo y no era capaz de entender el motivo. Tabit se agachó a su lado e intentó hablarle, diciéndole que se calme, que debía controlar sus emociones. SI seguía así, terminaría matándose a él mismo.

No tiene sentido que lo ayudes. Él sabe perfectamente que su destino es el mismo que para el resto de su familia. Nosotros decidimos cuál es la página final del libro de su vida. Él no tiene ningún poder de decisión. — Tabit se levantó y se colocó delante de Samuru, cubriéndolo. — No tienes derecho a decidir sobre la vida de los demás. Me encargaré de ti y lo sacaré de aquí. Después de todo, no vine a este lugar tan horrible solo para verlo morir. — ¿Acaso ambos individuos se enfrentarían? La teoría indica que debe ser un combatazo, pero lamentablemente no se desarrollará. Una fuerte onda de viento fue lanzada por el rubio, para la cual el otro se defendió rápidamente creando un muro de tierra en frente de sí. Una vez estuvo a salvo y lo deshizo, observó como Tabit y Samuru habían desaparecido. Dio la orden de que los buscaran por toda la prisión.

¿En dónde se metieron nuestros amigos? El rubio cargaba al más joven en su espalda mientras corría a gran velocidad por un camino oscuro y misterioso. — ¿En dónde estamos? — Preguntó Samuru, con un tono de voz bastante bajo. A estas alturas su chakra ya se había controlado, pero las secuelas de ello y de la paliza de antes seguían presentes. — Supe cómo entrar y sé cómo salir. Ese tipo te sigue para matarte, ¿verdad? Entonces debes huir. Te ayudaré. — Sinceramente, el muchacho agradecía mucho la ayuda, pero le preocupaba el detalle de que ese tipo no debe andar solo. Sin embargo, temía que si revelaba ese dato, fuera dejado debido al peligro inminente. Prefirió callarse y poner su vida como prioridad.

En cuestión de minutos salieron al exterior de toda la locación. Desde el interior se escuchaban las alarmas y gritos por la búsqueda de los fugitivos. Nuestros protagonistas no se detuvieron ahí y siguieron avanzando. Debían abandonar toda la ciudad. Si ese tipo fue capaz de entrar y controlar la cárcel como si nada, todo el sitio podía ser usado a su favor. El traslado lejano era la mejor opción. Durante mediodía, no se detuvieron. Recién cuando encontraron una vieja cabaña en un bosque, muy alejado de donde estaban, cesaron. — Uf, creo que ya estamos fuera de peligro. — A estas alturas Samuru ya estaba un poco mejor, por lo que pudo mantenerse de pie. ¿Cómo seguirá desde ahora esta historia? Una nueva amistad se había creado.
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Ya ha pasado una semana desde que escaparon de prisión. Los moretones de los golpes que recibió ya desaparecieron, pero aún tenía la mano vendada, aquella que fue pisada violentamente por el bruto ese. Incluso estando lastimado, Samuru le pidió a Tabit que lo entrenara. Al verlo combatir despertó en él un sentimiento de admiración que obviamente no reconoció abiertamente, pero que claramente su petición la dejaba entrever. Podríamos decir que aquí comenzó un entrenamiento “ninja” para él. Se esforzó bastante y le dedicó una gran cantidad de horas al día. Aprovecharon la cabaña abandonada para quedarse ahí un tiempo. Solo tuvieron que limpiar y acomodar todo. Había objetos en perfecto estado. Su compañero le indicó que probablemente la persona que vivía ahí huyó de algún peligro. En este mundo no se está seguro en ningún sitio y Samuru lo sabía muy bien. No importó el lugar al que huyó con su familia, siempre fueron encontrados y el destino de su familia fue inevitable. Por esto mismo es que él quiere hacerse fuerte, porque sabe que moverse y esconderse no le proveerá de una vida larga.

Tú conoces acerca de mi chakra, ¿verdad? No me creo que por arte de magia haya puesto tu atención en mí. 

Digamos que soy más astuto de lo que crees. Tan solo quiero ver el potencial de esa técnica que posees, aunque primero debemos lograr que la actives. Ya diste un primer paso expulsando el chakra, pero no fue intencional. Al menos pareces tener habilidades con el ninjutsu. Las técnicas básicas las estás dominando muy rápido.

Mi padre decía que los ninjas que se iban de su aldea, eran perseguidos. Tú tienes habilidades ninja. ¿Te han perseguido alguna vez? 

No necesariamente debes permanecer a una aldea ninja para dominar el chakra y el ninjutsu. Hoy en día, aunque los conocimientos son limitados para algunos, siempre te la puedes arreglas. Digamos que desde pequeño estuve en lugar indicado.

Las respuestas que daba no convencían a Samuru, así que dejó de preguntarle. Ya seguiría con el interrogatorio en esta ocasión. Un mes ya pasó desde que empezaron el entrenamiento y afortunadamente no han sido encontrados. No recordaba haber estado tanto tiempo sin la necesidad de huir porque aquellos asesinos van tras su rastro. Entrenaba gran parte del día, pero los tiempos de descanso los aprovechaba como nadie. No había camas en la cabaña, pero sí un pequeño sofá que obviamente Samuru nombró como suyo. A Tabit no le molestó.

Un mes más pasó. El muchacho ya dominaba una gran variedad de técnicas, incluso aprendió que su naturaleza de chakra era el viento. Sin embargo, ya llegaba el momento de intentar algo más intenso, el chakra de su clan. Lo intentó, intentó e intentó, pero solo fracasó. Solo lograba que se exteriorizara la energía, pero en cuanto a control no obtuvo ningún progreso. Lo peor de todo es que cada vez que lo intentaba, su cuerpo resultaba herido. Sin duda es verdad la frase que indica que un gran poder conlleva una gran responsabilidad.

Pero, todo lo que inicia, debe terminar.

Ya te he enseñado todo lo básico. Desde ahora lo importante es que sigas realizando tu entrenamiento básico y lo pongas a prueba en el mundo. Al menos avanzarás más rápido a que si vivieras pacíficamente en una aldea. No ignores todos los peligros, o no te harás más fuerte, pero intenta que tu prioridad sea sobrevivir. Seis meses, quiero ver qué tanto has progresado en ese tiempo. No tienes que buscarme. Cuando llegue el momento, yo daré con tu paradero.

Y así fue como tras tres meses, un Samuru completamente distinto abandonó la pequeña zona de confort que creó ese momento para enfrentarse a los peligros que le traía el mundo ninja. Aún es joven, por lo que no tiene prisa en lograr su venganza. Tiene mucho tiempo para mejorar antes de dar un paso agresivo. El camino del futuro monarca recién comienza.

Este tema ha sido cerrado.

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