Maestro de Serpientes
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-Te pareces mucho a nuestro anterior sannin, el sabio de la serpiente cree que eres una reencarnación. No sólo físicamente eres muy similar, sino que también en tu forma de ser ¿lo has pensado?- dijo Ichikishimahime, una chica de piel pálida, vestida con una especie de kimono blanco y una tiara de oro sobre su frente. Tenía rasgos de serpiente.

Yo seguía meditando en la cueva, aprendiendo más sobre las serpientes de la cueva Ryuchi, en especial las serpientes blancas. Había oído hablar de ese antiguo sannin, incluso, nuestro clan descendía de él, o eso creíamos, así como de las serpientes blancas.

-Quizás, pero no me importa mucho-dije mientras meditaba. Era como un descanso a mis estudios de biología y genética-sigo creando mi camino y mis planes, planeo ser inmortal y no tener que volver a reencarnar, si ese fuera el caso, pero como dije, no me interesa mucho ahora.

La chica me miraría con cautela. Se aproximaría a quererme morder, sintiendo una gran acumulación de chakra, sin embargo, notaría en medio de mi pecho un rombo de chakra que comenzaría a tomar forma. Eso la distrajo pero enseguida supo de lo que se trataba.

Al seguir acercándose para morderme, vio un orbe oscuro frente a su rostro, con forma de átomo.

-¿Te parece apetitoso ese chakra?- le cuestioné. La chica serpiente, sonriendo, retrocedió para no recibir ese impacto que pudo romperle el craneo.

-Anda, cargando el Byakugo, pero ¿que no iba en la frente?- me cuestionó.

-Puede ir en donde sea. Normalmente es en la frente, pero en el pecho me parece más discreto-le dije mientras seguía concentrado. También, la princesa serpiente se dio cuenta de que mientras me concentraba, realizaba unos rezos hacia una deidad serpiente.

-Eres raro, tu clan es raro y lo que haces es raro... me gusta-dijo la princesa serpiente, para luego alejarse y dejarme solo en medio de la caverna. Podría salir por mis medios, pero por ahora quería seguir ahí y estar en comunión con las serpientes.

-Por cierto, el sabio me preguntó si ya hay nuevos firmantes- me dijo la chica desde la distancia. Negué con la cabeza.

-Estaré atento por si eso sucede, pero por ahora, no hay nuevos-le dije mientras continuaba meditando.
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Como otros días, Ichikishimahime me observaba, curiosa, mientras yo canalizaba mi chakra en el rombo de mi pecho. Me rodeaba y aunque seguía ponderando en la posibilidad de morderme para succionar mi chakra, prefería mantenerse al margen.

Había estado concentrando chakra, pero además de eso, había estado escuchando a las serpientes, a las doncellas serpientes y a las invocaciones que por ahí vagaban.

Aunque no entendía del todo sus siseos, con los días había oído lo suficiente.

-Ichikishimahime, ¿que sabes de Hebi Hime?- le cuestioné.

Ella se detuvo de estar a punto de morderme y se reincorporó como si no hubiera intentado nada. Carraspeó su garganta y se puso a pensar, con su mano en su barbilla.

-Hebi Hime sama ¿como sabes de ellas?- me cuestionó.

-¿Ellas?- le contesté.

-Responde mi pregunta- me respondió seria y con las manos en su cadera.

-Oí a las invocaciones mencionarla- dije.

-Conque eso- dijo entrecerrando los ojos- bien. Las "princesas serpientes" son pertenecientes a la nobleza de las serpientes. Son fuertes y son capaces de realizar jutsus, pero a diferencia de otras invocaciones, como Nagini, ellas son capaces de recordar muchos más jutsus... ¿planeas invocarlas?

Sonreí.

-Quizás- le dije.

Me dió un golpe con su cola en la cabeza.

-Anda, no sabes apenas nada de ellas ¿crees que te obedecerán?- me cuestionó.

-Soy el maestro del pacto de serpientes, Nagamushi y alto miembro ninja. Sé que si les demuestro mi valía me permitirán invocarlas- le dije a la chica serpiente. Ella sólo sacudió la cabeza, sonriendo.

-Te van a comer antes de que yo lo haga... pero está bien, inténtalo- dijo la chica serpiente, dandome vueltas- ¿sabes siquiera como llegar a ellas?

-Le preguntaré a Nagini o a mis invocaciones, supongo que el precio de que me lleves será dejarme morder... así que lo haré por mi cuenta- le respondí, mirándola a los ojos.

Ella, sonriendo, cerró los ojos y se encogió de hombros.

-Como quieras, no digas que no te lo advertí... como sea, será divertido, para variar- dijo la chica serpiente, quien se quedó aún alrededor de mí.

Yo también sonreí, y seguí meditando, concentrando chakra en el rombo de mi pecho mientras pensaba en cómo llegar a las princesas serpiente y las habilidades que podrían ofrecerme.
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Tras invocar a Nagini, a Sanhebi y adentrarme con en las profundidades de la cueva Ryuuchi, aquellas serpientes aparecían por doquier y se me acercaban, pero al ver a Nagini y a Sanhebi, me reconocían como el maestro del pacto y me dejaban pasar.

-¿Sabes algo de la princesas serpientes?- le pregunté a Nagini. Ella movió la cabeza, negando.

-Ni yo ni Sanhebi la hemos visto, pero sabemos donde encontrarlas. Las demás serpientes murmuran respecto a ellas, y ellas ya saben que vas a verlas- dijo Nagini, quien avanzaba a mi lado. Detrás de nosotros, Sanhebi nos escoltaba, intimidando a cualquier serpiente que se le pasara por la cabeza cortarnos el paso.

-Ya veo, era obvio. Debí traerles un presente- dije mientras continuaba caminando. Ichiskishimahime nos seguía no muy lejos, más bien divertida de las desventuras que pudieran presentársenos.

Nagini me advirtió de un montón de feromonas inundando el aire, creando una nube que aunque invisible, me daba la sensación de que mis sentidos se adormecían. Saqué mi lengua para olfatear y activé mis sensores.

-Tienes razón, y viene del corredor del fondo de esta cámara- dije avanzando. De pronto, varios hombres serpiente se aparecieron, armados con espadas y escudos. Nos rodearon. Sanhebi y Nagini se pusieron a la defensiva, pero yo activé mi Kai, dejando de ver aquellos seres.

-Es un genjutsu- les dije- tan solo pasen de largo. Las princesas nos esperan.

Tras decir esto, me adentré en el corredor de roca al final de la cámara de roca, entrando a una enorme bóveda repleta de esculturas de serpientes, tesoros y figurillas de oro de serpientes.

Desde el techo, una chica cayó enfrente de mí.


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-Jajajaja ¿ha venido la comida a mí, eh, maestro del pacto?- dijo aquella chica con voz burlona- te tragaré completo antes de darte una muerte lenta

-Perfecto, ¿de casualidad sabes donde están las princesas serpiente?- le cuestioné.

-Aquí, vamos, entra- dijo la chica en tono sarcástico, abriendo sus fauces como si fuera una serpiente.

-Ella es una de las guardianas. Es poderosa, aunque no tanto como las princesas- dijo Nagini, poniéndose en guardia detrás de mí.

Tomé de entre mis ropas una sanguijuela y la hice morderme. 

-Una serpiente traidora, a tí también te mataré-dijo la guardiana.

Apunté con un dedo hacia ella, pero al ver la escama filosa que tenía por uña, rápidamente se envolvió en una cúpula de chakra. Mi disparo rebotó contra su escudo.

Enseguida, tras unos sellos, yo saqué desde mis mangas unas serpientes mientras ella vomitaba un muro de serpientes vivientes. Las serpientes de mis mangas intentaron alcanzarla, pero ella las aplastó con un golpe de sus uñas largas, afiladas y venenosas.

Desde su boca emergió una enorme serpiente blanca, la cual se abalanzó hacia mí a gran velocidad. Logré esquivarla, pero engulló una de las estatuas y luego regreso a la boca de la guardiana. Esa serpiente había sido la lengua de la chica.

-¿Se tragó una estatua completa?- cuestioné mientras disparaba mis agujas envenenadas hacia ella. 

-Cuidado, Nakai, de haber acertado no sólo te estaría digiriendo, sino que estarías paralizado- dijo Nagini.

Corrí hacia la chica, realizando un sello. Estiré mi puño contra ella, pero ella logró estirar sus brazos para inmovilizarme. Yo había generado una especie de átomo negro en mi mano. Aunque la chica intentó estrujarme, le era imposible aplastarme.

-¿De que demonios estás hecho?- me cuestionó- no importa, puedo contigo.

Tras estirar su cuello, su boca se deformó y comenzó a abrirla como lo haría una serpiente. Se lanzó hacia mí con su boca abierta y sus colmillos venenosos apuntándome, pero estiré mi brazo para golpear su cuello con el átomo negro.

Tras una potente explosión, la chica regresó el cuello a la normalidad, gritando de dolor, retrayendo sus brazos para sujetarse el cuello. Vomitó sangre y se puso de pie de nuevo.

-Eso te debió romper los huesos, por suerte tenías huesos extras al momento de estirarte- le dije a la chica, avanzando hacia ella. Tras realizar los sellos, generé desde mi tobillo una serpiente que reptó rápidamente hacia ella antes de abrir la boca y disparar miles de escamas filosas. La chica extendió los brazos y se pudo proteger el impacto con la cúpula de chakra.

-Dime donde están las princesas serpientes- le cuestioné, generando en mi mano ese átomo oscuro, seguido de otro orbe en la otra mano. Rápidamente, impacté con ambos orbes la cúpula de chakra, rompiendo esta y alcanzando a la chica, la cual salió rodando por el suelo tras el impacto.

-Como maestro de pacto, no tengo ninguna intención en matarte. Me debes la vida a partir de ahora- le dije a la chica, ofreciendo mi mano para ayudarla a levantarse. Golpeó mi mano y mostró su rostro llorando con frustración.

-¿Como puede un ratón mostrar compasión a una anaconda?- me cuestionó, tratando de ponerse de pie. El impacto del orbe y el átomo negros había dañado sus costillas.

-Te equivocas, soy la serpiente mostrando piedad a un ratón- le respondí. Sanhebi se aproximó, a la vez que Nagini. Si intentaba algo, estas dos serpientes la acabarían.

La chica sonrió y giró el rostro.

-Bien, supongo que puedes pasar a ver a las princesas- me dijo con una sonrisa pero con mirada de coraje.

-Espero que algún día nos llevemos bien y, quién sabe, podrías ser mi nueva invocación- le dije.

-Jeje, vete al diablo. Pasa antes de que me recupere y me de hambre- me dijo sonriendo.

Había ganado una amistad rivalidad nueva. Le hice un gesto a las serpientes para que me acompañaran.
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No salió como esperabas, verdad?- Me cuestionó la chica serpiente. Había estado curando sus heridas durante varios minutos, con un resplandor verdoso en mis manos. Solo sonreí-Es dificil controlar a las princesas serpientes, tienes suerte de que pudieras usarlas tan siquiera para ello.

-Ya casi termino de curarte, podrías ser más agradecida- le respondí. No me sentía ofendido, sino sentía satisfacción al saber que una princesa había accedido a apoyarme como una especie de invocación momentánea.

Tsk, como si tuviera que serlo. Soy una guardiana de las princesas, y tú ya deberías estar en mi estómago- respondió la chica, aún algo gallarda.

Sanhebi y Nagini estaban a mi lado, y si eso no fuera suficiente, podría volver a vencerla e, incluso, invocar a una princesa serpiente que la estrangulara.

Sacudí la cabeza levemente mientras sonreía aún.

-Nunca cambies, eres una gran guardiana- le respondí. Ella solo alzó una ceja.

-Bakka- respondió la guardiana, con un tono rudo.

-Quizás algún día te utilice en mis invocaciones- le respondí, sonriendo mientras terminaba de reparar sus costillas.

-Quizás algún día te comeré- dijo ella sonriendo. Era una especie de amistad y rivalidad.
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Tras invocarme de regreso a la caverna Ryuuchi, llegué con un enorme saco color rojo y un gorro rojo.

Las serpientes me observaron extrañadas, sobre todo la guardiana, las princesas y el mismo sabio.

-¿Que es todo esto?- me cuestionó Hebi Hime, la princesa serpiente que recién había convencido de ayudarme en batalla tras invocarla.

-Se acerca navidad, traje regalos- le respondí a la princesa.

-El sabio ni nosotras necesitamos tus regalos- dijo Hebi Hime, pero el sabio avanzó entre ellas y se colocó frente a mí.

-Navidad ¿eh? Interesante. Esa celebración donde se dan regalos y comparten cena ¿que me trajiste, joven maestro?- me cuestionó la serpiente blanca.

Busqué entre mis cosas y saqué un regalo con envoltura blanca y listón rojo.

-Puros, vino y ropa- le dije, dándole el enorme regalo al sabio. El sabio alzó una ceja y analizó el paquete, después lo recibió.

-Nunca viene mal más vino, tabaco y algo de ropa- dijo el sabio, haciendo una leve reverencia. Respondí haciendo una reverencia.

Hebi Hime dudó un poco, alzó una ceja y tomó su regalo.

Dentro, había joyería y vestidos japoneses de distintos colores.

-Jum, ¿crees que me puedes comprar con cosas? De todos modos, gracias, supongo-respondió la princesa.

Repartí más regalos entre las princesas y los guardianes, esperando que mis obsequios agradasen. Quizás era el primero en dar regalos de navidad a las invocaciones.
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-¿Que haces aquí?- cuestionó el sabio de las serpientes. Tras el Kuchiyose no Jutsu, aparecí de nuevo en la caverna Ryuuchi. El sabio bebía sake junto a sus 3 guardianas, y así mismo, las "princesas" serpientes compartían un banquete.

-Vengo a visitar al sabio de la serpiente blanca, hace tiempo que no vengo y me pongo al tanto- dije mientras hacía una reverencia.

-Es el científico loco- dijo una de sus guardianas.

-¿El loco del ADN?- cuestionó otra de las princesas. Algunas Sanhebi también yacían ahí, así como otras serpientes que merodeaban por allí.

Invoqué mi "Odoroki no Habi" y de ella saqué una botella de Sake y puros, se los entregué al sabio.

-Vaya, sake del País del Fuego y puros del País del Viento, te has lucido, chico- dijo el sabio, aún bebiendo del sake que ya estaba tomando.

Tras esto, caminé un poco hacia la caverna, lejos de su banquete, y me senté en posición de loto. Inhalé y exhalé.

-¿Que sucede, intentas acceder a un modo sabio?- me preguntó el sabio.

-¿Que es eso? ¿Modo sabio?- le cuestioné. El sabio sonrió y siguió bebiendo.

-Ya veo... el modo sabio es un estado al que no cualquiera puede acceder, supongo que en su momento podrías intentar acceder a él, pero por ahora, te recomiendo dejar eso de lado- respondió el sabio.

-Yo busco inspiración ahora mismo- le respondí.

-¿Inspiración? ¿Viniste solo para eso?- me cuestionó.

-Ya sabes, nuevos jutsus, técnicas y conocimiento- le dije.

-Eres raro, chico. Haz lo que quieras pero no interrumpas nuestro banquete-dijo el sabio.

Las princesas serpiente se me acercaron con curiosidad. Las serpientes que yacían en el suelo, avanzaban sobre mí sin reparar en mí, y sus tres guardianas sólo me veían.
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Habían pasado horas, quizás el día, y ahí seguía yo, sentado en medio de la caverna sin moverme. Comenzaba a sentir algo, no sabía que, pero era seguro que algo estaba logrando.

-Ese chico ¿quiere ser un sabio?- cuestionó una de las princesas serpiente.

-No lo creo, el entrenamiento es algo diferente, y él no sabe lo que significa ser un sabio... sin embargo, es cierto que para algo está usando la energía de la caverna- dijo el sabio de la serpiente blanca.

Mi piel se tornó escamosa, convirtiéndola en miles de escamas blancas que cubrieron mi cuerpo.

-Esto es el Hebi No Uroki, no sirve, no es lo que quiero- dije, deshaciendo la técnica.

-¿Buscas crear escamas?- me cuestionó una de las Hebi Hime.

-Busco crear una armadura o una transformación- le dije, sin voltear a verla y siguiendo concentrado. Las serpientes que reptaban por el suelo subían y pasaban sobre mis piernas, y el sonido del siseo era lo único que se escuchaba por horas.

Volví a hacer crecer las escamas, pero repetía la misma técnica.

Decidí dejar activa la técnica unos momentos, activé mis sensores térmicos y seguí meditando. En algún momento dejé de gastar chakra y volvieron a la normalidad.

Necesitaba más concentración, así que simplemente me recosté en el suelo, junté las manos y me dispuse a meditar.
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