[Priv.] Escolta al mercader
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El amanecer en Konoha, la aldea escondida entre las hojas era un espectáculo que parecía sacado de un cuento de hadas. A medida que el sol comenzaba a elevarse sobre el horizonte, los primeros rayos de luz teñían el cielo con tonos rosados y dorados, iluminando suavemente los tejados de las casas y los árboles que rodeaban la aldea. El sonido de los pájaros cantando se mezclaba con el suave susurro del viento entre las hojas, creando una atmósfera de paz y serenidad.

La bruma matutina se elevaba lentamente sobre los campos verdes y los jardines cuidadosamente arreglados, añadiendo un toque de misticismo al paisaje. Los habitantes de Konoha iniciaban su día, y las calles a llenarse de actividad. El aroma de las comidas mañaneras se filtraba por las ventanas abiertas, inundando el aire con deliciosos olores. Algunos shinobi’s y kunoichi’s comenzaban a entrenar en los campos de práctica, aprovechando la frescura de la mañana para mejorar sus habilidades.

En este momento mágico, Konoha parece estar impregnada de una energía renovadora, lista para abrazar un nuevo día lleno de posibilidades y aventuras. En el caso de Kaname, había sido citada para encontrarse en las puertas de la aldea con otro jounnin para realizar una misión por fuera. Justo ahora, que había decidido reincorporarse a las líneas shinobi a pesar del disgusto que causaba a su familia. Tenía además de esto un tema pendiente que había decidido esquivar. ¿Qué mejor forma de hacerlo que irse?

Suspiró hasta que a lo lejos notó a alguien acercarse. ¿Sería él? Poco a poco, hasta terminar frente a ella y entonces con una sonrisa tranquila empezaría su misión.

Un gusto, soy Kaname. ¿Eres… Denji, cierto?— dijo en medio de una reverencia mientras se presentaba y posterior a la respuesta, pasaría a indicarle los detalles de la misión. Buscarían la mejor forma de llevarlo a cabo.
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Alguien como él, impaciente por salir al campo de batalla. Estaba presente desde temprano en las puertas de la aldea. Lo riesgos de escoltar a un mercader adinerado, eran bastante elevados. Pues, claramente despierta el interés de bandas delictivas, algunas afiliadas a las triadas del País del fuego. Conocía los detalles a la perfección, así como el camino, alguna vez en su vida viajó hacia el Coliseo Sabakugani, entrando por la frontera entre el País del Fuego y Viento. Una vez allí, estás solo, todo se terminó. El desierto infernal y ciertas áreas, están infectadas depersonas malvadas, capaces de cambiar a sus familias por dinero. Esa era la cruel realidad. 


Lejos de todo eso, interactuó con varios Shinobi y Kunoichi, eran temas habituales y comunes, de hecho, muy pocas veces se tocó algún tema relacionado a labores y encargos para la hoja. Eran esos pequeños momentos, donde el dolor y preocupación, no existe. Las conversaciones continuaban, hasta que cada miembro presente, se despedía y se iba sin más. Una pequeña parte regresó a sus posiciones tácticas, Denji solo apoyó la espalda en un árbol, bajo una gran sombra. El susurro del viento haciendo danzar las hojas, era ciertamente tranquilizante, le recuerda cuando solía pasear con sus padres en el Bosque Sakura, localización con un exceso de población de árboles.



En la lejanía, logra identificar ciertos rasgos físicos de la Kunoichi, según la descripción que le habían dado en el informe, era exactamente tal cual como la describía. Pero antes los ojos de Denji, le pareció una dama bastante hermosa. Sin embargo, no tenía porque darle un trato diferente, para el de ojos cian una misión lo significa todo. Desde hace años, en la Hoja no se toleran que Shinobi y Kunoichi de alto rango por encima de los Chūnin, fallen una misión. Él se acercó a ella con aquel habitual andar desinteresado y tranquilo, hasta que se detuvo a unos cuantos metros, lo suficiente para entablar una conversación sin alzar tanto el tono de voz, tal vez serían tres o cuatro metros.

— Sí, soy Denji. Aunque puedes referirte a mi como el Dios del Rayo. — Denji siendo Denji, irrespetuoso y engreído.


Con una sonrisa, camina junto a la Senju en búsqueda de los detalles, pero decide sacarle conversación, teniendo totalmente en cuenta que causó una mala impresión. — Sabes dicen que eres verdaderamente fuerte, pero para mí todos son débiles. — Claramente, la incitaba a demostrar de lo que es capaz de hacer y a raíz de eso, analizar si es la persona adecuada para escoltar al señor Tanosuke. No duda de la elección de la Hokage, pero él es la clase de persona que comprueba la determinación por si mismo. — Así que a partir de ahora, yo estaré a cargo de la misión, si no te molesta. Creo que hasta podría terminarla solo. — Mientras habla sin parar, la mira por el rabillo del ojo, atento ante una reacción.
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La idealización de desconocidos era una tendencia común entre las personas, ya que se tendía a formar impresiones a primera vista basadas en la apariencia física, en el lenguaje corporal y en la forma de comportarse. La idealización podía llevarnos a percibir a los desconocidos como seres perfectos, llenos de virtudes y cualidades admirables, sin tener en cuenta la complejidad y la realidad de sus vidas. Era natural que la mente busque llenar los vacíos de información con suposiciones positivas, pero era importante para Kaname siempre, recordar que estas impresiones iniciales podían estar sesgadas y no reflejar la verdadera naturaleza de la persona.

También sabía de sobra que las primeras impresiones solían estar influenciadas por sus propias expectativas y deseos. Cuando conocía a alguien por primera vez, solía proyectar en ellos sus propias aspiraciones y anhelos, creando una imagen idealizada que no necesariamente se ajustaba a la realidad. Esta abstracción podía llevarnos a sobrevalorar las cualidades de los desconocidos y a ignorar sus defectos, lo que a su vez podía generar decepción cuando descubría que no cumplían con nuestras expectativas.

La Senju tenía como lema de vida ser consciente de la tendencia a idealizar a los desconocidos y a cuestionar sus propias impresiones iniciales. A tomarse el tiempo para conocer a las personas más allá de su apariencia física y sus primeras impresiones permitiéndose tener una visión más equilibrada y realista de quienes eran realmente. Al recordar que todos somos seres humanos complejos con virtudes y defectos, podía evitar caer en la trampa y relacionarse con los demás de manera más consciente.

Un gusto, Dios del rayo— dijo tranquila mientras empezaba a caminar con el chico hacia las afueras de la aldea. La fachada, y la primera impresión empezaba a concretarse, el chico empezaba a pasarse de listo y a quedar como presumido. Kaname no diría mucho más. Hasta que volvía a mencionar un par de cosas haciendo que la Senju se detuviera.

¿De qué vas?— dijo seria y cortante. —No me conoces, ni te conozco. Decir que eres más fuerte o débil o entrar en la discusión de si puedes o no hacer la misión solo creo que no son cosas que un ninja de tu rango debiera decir, así que, ahorrate tus comentarios, que nadie aquí los ha pedido.— hizo una leve pausa. —Además, ¿No son los jounin de konoha personas sensatas, cautelosas y sabias? Porque estás dejando mucho que desear en ese sentido.— suspiró —Ah, y algo más, si fui asignada a esta misión es porque tu solo no podrías hacerlo, por más que presumas que no necesitas a nadie más.

Nuestro cliente está esperando a unos metros de aquí, espero puedas estar a la altura, porque con este inicio... acabas de sepultarte.— sonrió de una forma falsa y sin más empezó a caminar de nuevo rumbo al carromato del cliente.
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El actual equipo, continuaba aquel camino directo a las aldeas. En los alrededores, se podrían apreciar más civiles y Ninjas saludandose entre sí, así como también entablando cortas conversaciones. La sensación orgánica en el ambiente era genial, una de las mejores cosas a apreciar en las Aldeas Ninja, es su población, tanto civil como Shinobi. Pero entre tanta luz, siempre hay una sombra, o mejor dicho una pizca de oscuridad. Nuestro amigo de ojos cian, es la clase de persona que naturalmente cae mal al principio y no es la clase de chico que causa una buena impresión. Su actitud egocéntrica, engreída, creer que nadie es más fuerte que él, para otros resulta ser bastante molesto. Sin embargo, es más estúpido tomar en cuenta las locuras que suele decir a diario. A primera vista, se nota que no es un individuo normal. ¿Quién demonios tiene relámpagos púrpuras debajo de los párpados? Y constantemente, su cuerpo deja escapar cargas eléctricas.


— No. Los Jōnin no son las personas más sensatas, cautelosos y sabias. ¿En qué época vives, Kaname? Lo eran hace ciento cincuenta años.— Una sonrisa se dibujó en los pálidos labios del de cabellos cian. —Cierto... No sería capaz de cargar con esta misión, no soy muy fuerte. — No hacía falta tener un detector de sarcasmo, para percibirlo en las palabras de Denji. — Heh, me gusta ese carácter. ¡Pero eres aburrida, baah!. — Por un breve momento, volteó a verla cerrando los ojos y sacando su lengua en señal de burla, y luego volver a ver el camino. El suave aroma que desprendía la fémina, provocaría que el Jōnin olisqueara el aire y moviera la nariz, como si de un roedor se tratase. — Oye, que bien hueles. — A diferencia de Denji, desprendía un olor a tierra muerta, es un saqueador de tumbas. 


Kaname y Denji, llegaron al carromato del cliente. Denji por su parte, continuó haciéndose el estúpido. — Va a ir bien acompañado, señor Tanosuke. Kaname la acompañará, me encargaré de proteger los alrededores. — Miraría a la joven Kaname — Hey, rositas. — Hacieno referencia a su aroma y delicado aspecto físico, claramente no lo decía como burla. — Será un largo viaje, imagino que los caballos necesitarán beber y alimentarse en unas ocho horas, cuando caiga la noche acamparemos y tomaré la primera guardia. — En eso, Tanosuke se asoma por la ventanilla del carromato y visualiza a ambos Shinobi. — Hagan lo que tengan que hacer, el material valioso que estoy llevando a mi País es muy deseado por bandidos. — El típico burgués poco educado, que sólo vela por sus propios intereses. Los ropajes que vestían eran de la mejor calidad, y ni hablar de sus brillantes prendas que destellaban ante la mínima exposición a los rayos del sol. Tanosuke se acomodó, bebiendo un poco de Sake y esperando el ingreso de Kaname. Cuando eso suceda o si sucede lo contrario, el carromato inicia su trayecto rumbo a la frontera con Kaze no Kuni. A medida que se avanzaban, la gran muralla de la Hoja se hacia menos visibles y los árboles de gran volumen, que adornan los costados del camino arenoso, se hacen más presentes. En cuestión de más tiempo, sólo se verán pasar otros carromato y vida silvestre.
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La actitud de aquel chico la sacaba de casillas, eso, a pesar de tener solo varios minutos de haberle conocido y es que claro, aquella forma estridente de ser, egocéntrica y demás, no terminaba de caer bien a la Senju. Sin embargo, negó decepcionada, creyendo que lo mejor era no prestarle atención, así que, esbozaría al tiempo de su negativa, una sonrisa.

Suelo bañarme a diario— respondió con una sutil sonrisa al tema de su aroma.

Le había hecho gracia, pero más que eso, le inquietaban cosas sobre el otro que sin más empezó a preguntar. —Puedo saber… ¿Por qué emites cargas eléctricas sin razón y por qué Las marcas en tus ojos? Me parecen curiosas— comentó mientras seguía caminando —Esto como tal es aburrido— comentó guiñándole el ojo. No era muy chévere ir detrás de un carromato por horas y mucho menos ir a pie.

Normalmente los camino ninja se hacían más cortos, la velocidad corriente solía ser mucho más elevada que la de un caballo y lejos de eso, el ello de poder ahorrarse camino y esfuerzo con cada zancada avanzando por medio de los árboles, seguro era mucho mejor que caminar. Como fuera, las palabras de Denji volverían a presentarse. Ella obviamente escucharía atenta y aunque había amado ir sentada, las palabras de aquel hombre, bebedor de sake además, le habían hecho inviable cualquier propuesta de compartir espacios.

Protege lo que quieras Denji, si quieres puedes adelantarte o retrasarte, yo me quedaré aquí, no me hace falta ir dentro, o bueno, si quieres ve tu…— sentenció. Su mirada no era para nada una broma, se notaba muy seria y era preciso que el chico asumirá su posición. —La guardia podemos compartirla, sin problema— comentó nuevamente mientras seguían avanzando.

Con el pasar del tiempo, la noche empezaría a caer y tal cual lo había propuesto Denji, era hora de detenerse. Los caballos debían descansar para poder retomar el camino con la misma fuerza con l que habían iniciado, puesto que no era un secreto que el ritmo de los animales con el pasar de las horas había disminuido.

Busquemos un lugar seguro, no en medio del camino, así podremos armar una estrategia para evitar el robo. Y por cierto, Denji, tengo un par de comidas, ¿trajiste para comer tu?— le era imposible no preocuparse por el otro, así que, sus preguntas eran genuinas y su intención también.
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Los ojos y cabeza de Denji, se voltean ligeramente en un semblante dudoso. — ¿A diario? Heh, estás mintiendo. — Sólo era un intento más para seguirla mosqueando.  La Senju, por supuesto que le cae bien a Denji, él da un trato muy distinto a quien realmente le caiga mal... — Hace diez años, un rayo me cayó encima. Mis padres estaban ahí, trataron se cubrirme y murieron en el intento. — Hizo una pausa pateando una pequeña roca, aunque el tono de voz sonaba tranquilo. — Me quejaba mucho, de lo perfecta y aburrida que era mi vida, durante mi niñez y fui castigado por un Oni. Estas marcas y este chakra electrificado, es el precio. Podría ser más específico, pero dudo que creas en los espíritus malignos. — Mantenía cierta distancia con Kaname, pero también era la distancia adecuada para intercambiar palabras. — ¡Heh! Al fin concuerdo contigo en algo. Sin embargo, para estos nos pagan. Aunque si te duelen tus delicados pies, mejor ve al carromato con ese mercader de mierda, así no pasas el resto del camino quejándote como una niñita. — Agrega una carcajada de risa al final e introduce las manos en sus bolsillos.

Sólo tenía que proteger lo que quisiera, pero pese a la personalidad tan egocéntrica que posee el de ojos cian, en alguna parte de su retorcida y fría alma, hay un cálido verano. — Oye, sólo estoy preocupándome por ti. Aunque si es de tu preferencia ir caminando conmigo, tampoco está mal, heh. — Guiñó un ojo a Kaname, en forma de "broma", y luego giraria la cabeza para prestar atención en el camino. La noche ya estaba cayendo y los pobres animales, estaban comenzando a tener hambre y sed.

— Como quieras, guardia compartida entonces. — 
Pronto, volvería a escuchar la voz de la fémina. Tenía toda la razón, pero en lo que preguntaba por provisiones, Denji se adelantó con un salto mortal, que lo dejaría aterrizar en el techo del carromato. Hizo una señal de manos, cerrando el puño y el carromato frenó en seco. Tras una intensa búsqueda visual, que le tomó minutos, escucharía el soniteo de un riachuelo, una zona acuífera, y se acercaría a hablar con el encargado de controlar la dirección del carromato, da dándole las especificaciones. El "chofer", haría caso omiso y se metió por un sendero que lo guiarian al riachuelo.

Denji por su parte, regresa hacia Kaname de un salto y la toma de su antebrazo. — Ya encontré mis provisiones, vamos. Las había perdido ¿Sabes? Ahora las acabo de encontrar, extrañamente muy cerca del riachuelo a donde llevan los caballos a hidratarse. — Una mano de Denji tomaría sin fuerza el antebrazo de la Senju, y saltaría para guiarla al árbol de duraznos, hasta que finalmente llegarían. A un lado, verían los caballos bebiendo agua bajo la luz de la luna, junto al señor Tanosuke y su chófer, contando historias y bebiendo algo de Sake juntos. — ¡¡Siempre me alimento con frutas y cosas ácidas o picantes!!  Le hacen muy bien a mi chakra electrificado. — Diría en un tono eléctrico y rápido. Luego, como si de un mono se tratase, escaló el árbol y comía las frutas. Kaname podrían presenciar como se movía de un lado a otro, muy rápido, lo que recordarían a esas típicas escenas graciosas Anime, donde los personajes desaparecen y aparecen en distintos puntos.

Pero, ellos no lo sabían, estaban siendo acechados desde las sombras, por entidades que esperan su momento perfecto para iniciar el atraco.
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Esbozó una sonrisa. Llevaban solo cinco minutos de conocerse y Denji era capaz de hacerla salir de casillas y hacerla sonreír de un minuto a otro ¿Estaba bien? —Puedes creer lo que quieras— dijo siguiéndole la corriente al tema del baño y a lo demás, suspiraría —Lo lamento… por tu pérdida.— Ese tipo de historias, desafortunadamente eran muy comunes en la vida de los ninja, aunque sus padres solían morir en guerras de otros, también estaban los que perdían a sus familias por eventos fortuitos. Ella, sin embargo, aún tenía a los suyos con vida y agradecía en parte que fuera así.

— siguió escuchándolo —¿Castigado?— ladeó un poco la cabeza confusa —No no, no es que no crea en ellos, es más bien que me causa intriga— comentó. Ciertamente de ese mundo conocía poco y ella no era precisamente la chica religiosa y devota entregada a las creencias de su familia, que de hecho, ahí varios lo eran. Su forma era más, llevada hacia ser creyente de que las energías lo movían todo. Denji se había abierto en cierta forma con ella, ahora le agradaba la forma del chico.

Su entrecejo se arrugó, había ido demasiado bien para ser cierto —Pues soy una niñita, ¿no ves?— arqueó su ceja mientras seguía caminando. —Estoy bien aquí…— comentó bajito justo después de mirar hacia el lado opuesto de Denji, como quien resopla y no quiere ser escuchado. Estaba perfecto así, la compañía era agradable y la conversación seguramente haría el viaje más corto.

A veces reniego de este tipo de misiones. Si fuéramos a nuestro paso tardaríamos mucho menos que ir acompañando el carromato— dijo con cierto aire de aburrimiento. La noche empezó a caer, poco a poco, las estrellas en el firmamento fueron apareciendo, pronto sería momento de detenerse. Afirmó despacio al tema de la guardia. Estaban empezando a entenderse y estaba bastante bien ahora.

Denji parecía tener una idea, había saltado al carromato para darle indicaciones a quien lo conducía. Ella solo esperó, sabía que, a pesar de todo, podía confiar en él. —Estás loco…— dijo en medio de risas mientras se dejaba tomar por el antebrazo del otro. Saltaría con él hasta el árbol frutal y afirmaría en señal de escuchar lo que le decía. —Bueno, yo como cosas diferentes— comentó sacando una ración de pan integral y cosas más “nutritivas” que no por eso mismo tenían el mejor sabor del mundo.

Estas cosas… ahmmm, las compré en una tienda. Se llaman Tsampa. Básicamente son una unión de varios granos con gran aporte proteico… Aunque, no saben muy bien— su cara se hizo un tanto amarga y es que, efectivamente aquella bola de cosas se comía con miel o con otros acompañantes que ocultaran su sabor original. —¿Tienes pensado… quién podría atacarnos? Digo, nunca pasa nada en este tipo de misiones. Siempre escoltamos al tipo equivocado, ¿no crees?— dijo tranquila en medio de risillas por la forma en que se movía Denji.
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