Tras invocar a Nagini, a Sanhebi y adentrarme con en las profundidades de la cueva Ryuuchi, aquellas serpientes aparecían por doquier y se me acercaban, pero al ver a Nagini y a Sanhebi, me reconocían como el maestro del pacto y me dejaban pasar.
-¿Sabes algo de la princesas serpientes?- le pregunté a Nagini. Ella movió la cabeza, negando.
-Ni yo ni Sanhebi la hemos visto, pero sabemos donde encontrarlas. Las demás serpientes murmuran respecto a ellas, y ellas ya saben que vas a verlas- dijo Nagini, quien avanzaba a mi lado. Detrás de nosotros, Sanhebi nos escoltaba, intimidando a cualquier serpiente que se le pasara por la cabeza cortarnos el paso.
-Ya veo, era obvio. Debí traerles un presente- dije mientras continuaba caminando. Ichiskishimahime nos seguía no muy lejos, más bien divertida de las desventuras que pudieran presentársenos.
Nagini me advirtió de un montón de feromonas inundando el aire, creando una nube que aunque invisible, me daba la sensación de que mis sentidos se adormecían. Saqué mi lengua para olfatear y activé mis sensores.
-Tienes razón, y viene del corredor del fondo de esta cámara- dije avanzando. De pronto, varios hombres serpiente se aparecieron, armados con espadas y escudos. Nos rodearon. Sanhebi y Nagini se pusieron a la defensiva, pero yo activé mi Kai, dejando de ver aquellos seres.
-Es un genjutsu- les dije- tan solo pasen de largo. Las princesas nos esperan.
Tras decir esto, me adentré en el corredor de roca al final de la cámara de roca, entrando a una enorme bóveda repleta de esculturas de serpientes, tesoros y figurillas de oro de serpientes.
Desde el techo, una chica cayó enfrente de mí.
-Jajajaja ¿ha venido la comida a mí, eh, maestro del pacto?- dijo aquella chica con voz burlona- te tragaré completo antes de darte una muerte lenta
-Perfecto, ¿de casualidad sabes donde están las princesas serpiente?- le cuestioné.
-Aquí, vamos, entra- dijo la chica en tono sarcástico, abriendo sus fauces como si fuera una serpiente.
-Ella es una de las guardianas. Es poderosa, aunque no tanto como las princesas- dijo Nagini, poniéndose en guardia detrás de mí.
Tomé de entre mis ropas una sanguijuela y la hice morderme.
-Una serpiente traidora, a tí también te mataré-dijo la guardiana.
Apunté con un dedo hacia ella, pero al ver la escama filosa que tenía por uña, rápidamente se envolvió en una cúpula de chakra. Mi disparo rebotó contra su escudo.
Enseguida, tras unos sellos, yo saqué desde mis mangas unas serpientes mientras ella vomitaba un muro de serpientes vivientes. Las serpientes de mis mangas intentaron alcanzarla, pero ella las aplastó con un golpe de sus uñas largas, afiladas y venenosas.
Desde su boca emergió una enorme serpiente blanca, la cual se abalanzó hacia mí a gran velocidad. Logré esquivarla, pero engulló una de las estatuas y luego regreso a la boca de la guardiana. Esa serpiente había sido la lengua de la chica.
-¿Se tragó una estatua completa?- cuestioné mientras disparaba mis agujas envenenadas hacia ella.
-Cuidado, Nakai, de haber acertado no sólo te estaría digiriendo, sino que estarías paralizado- dijo Nagini.
Corrí hacia la chica, realizando un sello. Estiré mi puño contra ella, pero ella logró estirar sus brazos para inmovilizarme. Yo había generado una especie de átomo negro en mi mano. Aunque la chica intentó estrujarme, le era imposible aplastarme.
-¿De que demonios estás hecho?- me cuestionó- no importa, puedo contigo.
Tras estirar su cuello, su boca se deformó y comenzó a abrirla como lo haría una serpiente. Se lanzó hacia mí con su boca abierta y sus colmillos venenosos apuntándome, pero estiré mi brazo para golpear su cuello con el átomo negro.
Tras una potente explosión, la chica regresó el cuello a la normalidad, gritando de dolor, retrayendo sus brazos para sujetarse el cuello. Vomitó sangre y se puso de pie de nuevo.
-Eso te debió romper los huesos, por suerte tenías huesos extras al momento de estirarte- le dije a la chica, avanzando hacia ella. Tras realizar los sellos, generé desde mi tobillo una serpiente que reptó rápidamente hacia ella antes de abrir la boca y disparar miles de escamas filosas. La chica extendió los brazos y se pudo proteger el impacto con la cúpula de chakra.
-Dime donde están las princesas serpientes- le cuestioné, generando en mi mano ese átomo oscuro, seguido de otro orbe en la otra mano. Rápidamente, impacté con ambos orbes la cúpula de chakra, rompiendo esta y alcanzando a la chica, la cual salió rodando por el suelo tras el impacto.
-Como maestro de pacto, no tengo ninguna intención en matarte. Me debes la vida a partir de ahora- le dije a la chica, ofreciendo mi mano para ayudarla a levantarse. Golpeó mi mano y mostró su rostro llorando con frustración.
-¿Como puede un ratón mostrar compasión a una anaconda?- me cuestionó, tratando de ponerse de pie. El impacto del orbe y el átomo negros había dañado sus costillas.
-Te equivocas, soy la serpiente mostrando piedad a un ratón- le respondí. Sanhebi se aproximó, a la vez que Nagini. Si intentaba algo, estas dos serpientes la acabarían.
La chica sonrió y giró el rostro.
-Bien, supongo que puedes pasar a ver a las princesas- me dijo con una sonrisa pero con mirada de coraje.
-Espero que algún día nos llevemos bien y, quién sabe, podrías ser mi nueva invocación- le dije.
-Jeje, vete al diablo. Pasa antes de que me recupere y me de hambre- me dijo sonriendo.
Había ganado una amistad rivalidad nueva. Le hice un gesto a las serpientes para que me acompañaran.