Bueno, en donde iba… ah sí… Satoru, el intrépido ninja se aproximó lento pero seguro a la base de esos policías rebeldes, mientras que, por otro lado, Riku volaba sin muchos ánimos a ver nuevamente las costas de este reinado, hasta que, por asares del destino, pudo ver una pequeña mancha blanca en el cabello de uno de los transeúntes – porque si, 30 metros no es tan alto como para no ver esa clase de cosas eh… y por cierto… ¿Por qué no lo vería Satoru? – si… Satoru también lo pudo ver, con mayor facilidad incluso que Riku, sin embargo, él tenía un objetivo claro y era imperante que lo terminara y deje que su compañero tenga algo de rol – si si, como no…
Aquel hombre de pelo blanco y con la cara cortada iba caminando por la costa, en compañía de uno de sus compañeros, su paso era relajado, iba en dirección del faro, su intención era clara, quería ver que la operación haya salido con éxito… su camino iba bastante recto y seguro, hasta que de repente, en una de las esquinas, una joven enamoradiza de la mano de una princesa de Konoha llegaron a esa intersección, mirando a sus alrededores solo para comprobar que nadie fuese a chocar con ellas por un descuido, sin embargo, la mujer de cubre bocas – ósea yo – cruzo la mirada con aquel hombre… aquel ser que cumplía con toda la descripción… - ¿y porque Satoru no nos dijo que era un militante rebelde? Coño… hubiese sido más fácil ¿no? – Ulti… para de molestar a los participantes… ya no importa.
La aparición repentina de aquel hombre a escasos metros de Ulti y Kaname solo fue opacada por la vista de aquella ave de arcilla por sobre sus cabezas, Ulti levanto un brazo y aviso a su compañero en las alturas, pues era lo mejor en estos momentos… no podían increpar a un policía, así como así. Ahora es momento de pensar para Riku, tiene que ver la forma de abordar la situación de la mejor manera – si joven Riku, piensa piensa, hay un policía rebelde frente a mí, tienes pruebas que hablan sobre lo sucedido hoy y además, tienes un testimonio de antiguos trabajadores, para más remate, yo le vi la cara al romperle su máscara, es tu momento de brillar.
Por otro lado, aquel clon de Satoru se encontraba en un predicamento final, se enfrentó ante unos imperiales, o mejor dicho, les hablo con humildad – respuesta correcta – a lo que aquel hombre de brillante armadura contesto con la misma cortesía – oh, muy bien, joven Hyuga, he oído rumores sobre su linaje – diria aquel hombre – es cierto, hemos solicitado apoyo con esta situación, tenemos a un grupo de rebeldes que atacan nuestro faro, al parecer es por culpa del alto comercio que recibimos, la buena cosecha del país del Té llega a nuestro puerto a través del mar, nosotros lo redistribuimos a la nación de la Roca a través de un paso fronterizo, pero últimamente, el deseo de estos rebeldes sin causa es generar caos, destruyeron nuestro faro e interfieren con su reconstrucción – decía aquel hombre, totalmente convencido de sus palabras… sin embargo, algo no cuadraba en su relato… según la información que tenían, no se sabía quiénes eran los causantes de este embrollo… no… no lo sabían…
Satoru, el grande, el real, este caminaba a paso lento pero seguro en dirección a este cuartel de policías, sin embargo - un pensamiento inyectado por tu narrador – no dejabas de ver cada uno de los lugares claves de esta misión… aquel “policía rebelde,” aquel imperial que se encontró con tu clon, aquel camerino de los rebeldes, aquel camerino imperial… fue entonces cuando pudiste percatarte que… los rebeldes que salían del camerino rebelde, se dirigían a las sucursales imperiales… fue entonces cuando viste que el emblema real que tenía aquel hombre en el mercado, el caballero imperial, era igual a uno que tenía aquel hombre de mechones blancos bajo su bufanda, fue entonces cuando viste que todos ellos, todos los imperiales lo portaban, y como muchos de los rebeldes distribuidos en toda la ciudad también lo portaban… por favor, que alguien haga algo.