Dos portadores que nunca se vieron [Musacus]
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14 de Junio, D.K
Arbol Ginseng.
Oh...Como extrañaré este lugar.Con un suspiro que lo llevaba el viento, un joven cercano más a los 30 que ser un adolescente la verdad. Había transcurrido sus últimos años en vivir en esta isla, algo que hace varios años le parecía imposible, por unos momentos largos era su casa. Pues aunque iba a Konoha periódicamente, vivía más con Mokutongo, su mejor amigo. Y la tribu en una de sus comarcas. No era alguien que deslumbraba o era de conocer fácilmente ya que se ubicaba todo su tiempo en un rango corto, y ayudaba en otras cosas que no generaba reputación a los simples monos de la isla. Su relación con los sabios fue decente, solamente había relación de respeto, y si necesitaba ayuda él estaba, no obstante, vivir en estos lares era un paraíso de tranquilidad. 

Aunque podría tomarse más tiempo o renunciar a su trabajo como chunnin. No era lo que esperaba él, su legado, y su maestro. Este paraíso se volvió más una intranquilidad. Necesitaba explorar las tierras que él vivió, y exploró en su corta vida. La adrenalina se había dormido por unas largas temporadas, sus rivales eran simios, necesitaba algo más de dificultad en su vida, aliviar su corazón ayudando a personas, dar esperanza, es lo que necesitaba el Sarutobi. Ahora mismo, sé había vestido como lo que le habían entregado hace años de la mano de Kojiro, maestro del combate. Un uniforme de combate, saco largo oscuro, con una camisa por dentro roja carmesí, un cinturón de tela anaranjado, y pantalón suelto aunque ajustado en la parte cercana a su pies color negro, y zapatos simples. Pues esa sería su nueva  vestimenta por ahora, puede ser usarla seria una forma de representar su vestigio de humildad, valores, y progreso conseguido. Estaba con la espalda ancha mirando el árbol con una leve sonrisa, su placa de Konoha brillaba reluciente. Su cara levemente hacía arriba, notar la flora que estaba, y sus últimas horas en ese lugar hermoso.

Espero que no me mate...Senra, debería avisarle que me iré, mejor cuando llegue a Konoha...Cuando haga una misión bastante lejos donde no me pueda buscar... y así me pueda salvar de sus sermones por un tiempo.– Completaba sus palabras en voz baja hasta que sintió una presencia, sus ojos se volvieron blanco, y sintió un agujero en su corazón. Estaba el viejo Senra largando humo por sus orejas cómicamente. –¿Ahora quién te va a salvar de los sermones, y de los bastonazos ahora mísmo?– Senra era alguien fácil de expresar lo que pensaba, opinaba o sentía. Su cara de cabreado, sus cejas fruncida que con la tensión generaban al musculo volverse una roca. agarró del cuello al Sarutobi, y lo empezó a revolver su cabello a lo loco, él que estaba lejano de ahí, se podía escuchar gritos que ya sobrepasaban lenguaje humano. 


Después un rato que estaban peleando, lo pudo soltar el  simio viejo al humano. Los dos amigos quedaron en silencio, Kazu ordenaba su cabello, y el simio cruzaba sus brazos. –Creo que entendí...Pero bueno, discúlpame por no avisarte con anterioridad, sin embargo, me llama mis antes pasados para cuidar Konohagakure.– Expresó con una voz calmada, aunque agitada su voz por esa mini pelea. Son no pudo sostener una respiración triste, y dejándola que se vaya, sacando un cigarro con yerbas verdosas para pedirle a Kazu que utilice su técnica, asi lo prende. Llenando sus pulmones de ese humo con olores medicinales, que tapó su nariz el Sarutobi. –Nadie te detiene...Aunque no podré hacerte trabajar como esclavo.– Sonrío levemente mientras lo decia, un tono de molestia, y de ya extrañarlo teniendolo a su lado, aunque no era muy demostrativo Son Senra. –Creo que eso me da motivos de irme unas temporadas. Creo que debo cumplir mi deseo, algún día me verás con una gran capa blanca con kanjis rojizos.– Levantando su puño con un orgullo en su cara, pues estaba bastante confiado. Senra solamente chocó los puños, y desapareció como si el humo era ya el pasado, y desapareció sin dejar rastros. El Sarutobi no quiso irse aún, parece algo lo detuvo. Solamente miraba al árbol, pidiendo un deseo para sí mismo, para cumplir lo que él le prometió a su maestro.
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Otra mañana más en la visita de Satoru para con sus queridos amigos los Saru. En esta ocasión Satoru había tomado la decisión de recolectar las semillas del Ginseng que se juntaban bajo su copa. Según su tutor, Kenta, tenían usos medicinales, lo que vendría bien juntar algunas provisiones. Además recorrer los alrededores de aquel árbol traía cierta calma y una sensación de bienestar, algo difícil de explicar pero que es agradecido.
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Una tarea sencilla que desempeño con calma y cuidado, siempre preservando la naturaleza. Pasaron unos veinte minutos mientras rodeaba el Arbol Colosal, y aprovecharía para visitar la otra zona del Tronco que no conocía. 


Unos gritos a los lejos pusieron en advertencia el instinto de Satoru. Pero fue un sonido extraño, no parecía de animal, sino más de bien de una persona. Ante el asombro Satoru se movió, de forma sigilosa, unos treinta metros, entre el espeso bosque.
Un Shinobi? Pensó

Hasta ese momento pensaba que era el único de su especie en ese lugar, estaba claro que los ancianos le habían jugado una trampa a Satoru al no advertirle sobre este, siquiera sobre sus intenciones.

El joven Sennin pensó por unos minutos con calma mientras lo observaba. Si esta aquí, significa que es de los nuestros. Pensó
Entre los interrogantes, Satoru llegó a la conclusión que debería descubrirlo, estaba claro que aquel joven escondía cierto misterio, allí posado frente al Ginseng.

La resolución fue amable, lo más sencillo sería preguntarle directamente.

Satoru salió desde el interior del Bosque asciendo ruido con la maleza intencionalmente para que le oyera venir, tampoco quería asustarlo ni mucho menos.

Hey!
Me cuesta creerlo!, Exclamó Satoru mientras se acercaba lentamente hacia el joven.

Acaso eres un firmante? Preguntó, aunque rápidamente se corrigió por su falta de presentación.

Oh Disculpa, estoy algo asombrado...
Mi nombre es Satoru y soy el Maestro de Pacto, dijo Satoru amablemente mientras inclinaba su Torso.
pero al verte tengo mis dudas, los ancianos no me dijeron nada

Satoru tomó confianza y se acerco, llevaba consigo una canasta con semillas y una caña en su espalda, lentamente el joven ermitaño, vestido de monje con su clásica túnica blanca, prendas de seda azul por su interior con un taparrabo atado a su cintura. Como de costumbre caminaba descalzo, en aquel lugar había perdido la poca dignidad que le quedaba, el senin acompañaba sus pasos con  serenidad y calma.
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Los últimos instantes del Sarutobi en la isla lo quería tener bastante vivido en su mente, pues muy pocas veces pasaba por este gran árbol que chorrea de historia. su mente sé mantuvo ocupada observando la belleza de este paisajes hasta que una voz lo interrumpió, levantó sus cejas con incertidumbre hasta darse la vuelta. Ver a un humano, ¿Quién era? ¿Un firmante?. Por su forma de llevar su caña, y su cesta, pues, para un firmante no necesita vivir acá...o depende quien le hace la misión, eso recuerda su ritual de tener su pacto de monos...maldito mono que decidió escribir con su caca mi camiseta azul, espero algún día encontrarlo. Él chico avanzó hacía mí, parecía sorprendido por mi presencia, hasta que se presentó el hombre; Satoru. Un nombre peculiar, y más allá de eso, era el que tenía el pacto, y su pergamino, abrí mis ojos sorprendido al igual que él. –¿Maestro del pacto? Creí que los que tenían ese título eran los monos que invocabas para el examen...que interesante.– 

Apoyó su mano izquierda sobre su mentón, recordando que nunca conoció a alguien que era un maestro de algún pacto...o bueno, dudablemente en sus últimos 15 años en este lugar con pocas apariciones en Konoha para que no lo vean como un desertor. Divulgaba en su mente que lo acompañó y lo guió con sus recuerdos, lo miró de pie a cabeza, apoyó su mano sobre el pecho con la palma abierta sonriendo levemente. –Pues...no soy alguien muy conocido más allá de mis ante pasados en estos lugares, vivo más allá del centro, en una tribu de una comarca. Muy alejado la verdad, seguramente por eso nadie te avisó, maestro del pacto.–Hablando de forma respetuosa, aunque con esa voz levemente gruesa. –Pero siempre es mejor conocerse  cara a cara que escuchar historias de alguien más...Me llamo Kazuki Sarutobi, pues cuando vine a la isla a mis 15 o 16 años...lo completaba con "Heredero de la voluntad de fuego, y bisnieto del 3er Hokage", pero creo que me tomarías de tonto y niño si lo repito actualmente.–Completaba su presentación riéndose de forma corta, y baja recordando sus viejas palabras. Aunque generando una nueva confianza así su contrario no sea muy respetuoso con sus palabras. 

¿También vives acá por la cesta? Es mejor buscar cercano a la playa, crecen bastante frutas. Pude plantar papa, y batata por esos lugares...¡Crecen demasiado rápido!–Enseñándole con la mano, apuntando con mi dedo índice. pues podría de ser muchísima ayuda para él, hasta donarle sus plantaciones, aunque hay que ver si el líder de la tribu; Son Senra se lo permite, él es un amante de la papa cocinada. Apoyé mis manos en mi cadera, parece que se entusiasmó  demasiado El Sarutobi en poder hablar con un ser humano más allá de alguien que no sea un simio o su familia. Le entró un poco de vergüenza por dentro por su grandes ganas de charlar y ayudar sin que se lo pidan, ahora esperaba como reaccionaba él sobre esto.
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Última modificación: 08-10-2023, 09:05 PM por Musacus.
El encuentro fue efectivo y amistoso, ambos sujetos se encontraban bajo el Ginseng que desplegaba, en ocasiones, cientos de  hojas por doquier, dejando zonas colapsadas del verde y amaríllento matiz. Un lugar fortuito acompañado de la indomable presencia de aquel Colosal Árbol.

Como era de esperar, el joven saludo amablemente a Satoru, dándole la confianza para dialogar, tenia muchas preguntas por hacerle.

Lo se.. Es extraño
Supongo que los Ancianos saben cosas que yo no... Respondió Satoru

Luego escuchó atentamente al joven presentarse, lo que le dejaría otro gran interrogante, ¿Acaso este joven era la herencia de los Sarutobi? No había dudas, mientras escuchaba lentamente, el gesto se torno de sorpresa y admiración.

Kazuki Sarutobi?? Exclamó sorprendido
He estado esperando mucho tiempo encontrarme a alguien de su Clan
No es ninguna tontería, al contrario
Creo que debemos hacernos cargo de nuestros ancestros Dijo amablemente mientras apoyaba su mano en el corazón

Aunque su linaje no era lo más llamativo, sino el hecho de que haya vivido en la Isla tanto tiempo, sin duda una gran hazaña y más para un niño.

Debo admitir que mi cabeza esta llena de preguntas en este momento..
Creo que este encuentro no es para nada casual...

Una breve presentación vasto para poner en sintonía a los dos mayores representantes de la Isla para con el mundo exterior, ¿Acaso eran parte de un Plan de los Ancianos? En la mente de Satoru,  Kazuki era una leyenda viva, tanto tiempo de haber leído historias, cuentos y documentos sobre clanes antiguos como el Senju y el Sarutobi, hoy el universo había conspirado a su favor, la voluntad de fuego se presentaba ante El, no podía dejar pasar esta oportunidad de conocerlo.

No quiero importunarte, que te parece si almorzamos algo?
Me gustaría preguntarse sobre tu vida, no me imagino lo que habrá sido vivir aquí tanto tiempo
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Sé sintió un poco avergonzado por su cara de admiración, tuvo que mirar a un lado con una sonrisa para procesar que también ese chico era alguien similar de expresiones que él mismo, así que podía soltarse un poco más. –¡Nada más y nada menos que un Sarutobi!–Expresó con una gran sonrisa, expandiendo su pecho y apoyando sus puños en su cintura, como si fuera un "héroe" o eso imaginaba con las palabras lindas, y sorprendidas de Satoru. 

Parecía el chico necesitaba más respuestas, que lo invitó a almorzar, casi iba a comentar algo El Sarutobi, salió un Tss... de él antes de cerrar la boca. Sonriendo un poco menos, pero avergonzado de que debe irse pronto, lo estaban esperando para llevarlo a Konohagakure, sin embargo, tenía una de las mejores posibilidades en demostrar como cultivó su corazón y mente, mostrarlo a alguien que se interesa por él. –Tengo poco tiempo, pero puedo acompañarte en el almuerzo, Satoru. ¿Cúando fuiste o te coronaron como maestro de pactos? Debe ser un orgullo, y te hablarán muchas mujeres.– Sonreía de forma pícara a sus últimas palabras, seguramente bromeando, su carisma no había cambiado a los 15 años hasta acá. 

Después de varios minutos habíamos caminado por una de las calles de tierra, El Sarutobi miraba a todos lados creando recuerdos que deseaba sigan vivos hasta el día de su muerte. –Pues...uno de mis exámenes para ser fuerte era traerme acá...sin localización de nada, perdido en una supuesta playa, intentar llegar a alguna tribu pasando una gran selva, fueron días que con suerte comía frutas,  y me traje mis botellas de agua o hubiera muerto...Me arropó el lider de una tribu, algún descendiente de Enma, la invocación de mi bisabuelo. Todo eso a los...14 años.

Había un lindo paisaje para tomar unos segundos parados, pues El Sarutobi eran sus últimas horitas, guardaba su mano en su espalda, su mano izquierda agarraba de su otra mano la muñeca. Tomaba aire por su nariz y lo soltaba ampliando levemente su sonrisa. –¿Qué te gustaría saber?
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Última modificación: 11-10-2023, 12:57 AM por Musacus.
El encuentro resultó fortuito, en aquella breve presentación, aquel nuevo compañero Saru proporcionaba claridad a las preguntas de Satoru.

Increíble! Respondió
De hecho estuve con los Ancianos hace cinco días...
Me hicieron tomar algunas pruebas y recorrer la Isla
No me dieron alternativa Dijo Satoru rascando su nuca.
Me dijeron que a partir de ese momento sería el encargado de mantener los mundos comunicados
omitieron el detalle de que había otro firmante.
Aún sigo buscando una respuesta...

Al parecer sería un encuentro breve, debido a la urgencia del Sarutobi, pero eso no quitaba que pudieran compartir un pequeño almuerzo en aquella Isla que amablemente los recibía.

Oh ya veo!
No quiero demorar tu asuntos.. 
Una comida puede estar bien...

Los Firmantes caminaron lentamente por el Bosque admirando su belleza y compartiendo algunas palabras mientras a sus espaldas, el Ginseng, empezaba a distanciarse.

Debo admitir que me asombra que no te hayan elegido a ti...
Pero por lo que me dices empiezo a comprender.
Creo que tu estas destinado a algo más grande Comentó con ánimos reflexivos.
En cambio a mi, me han colocado como guardián e intercomunicador
Realmente no lo sé, tu que crees?
Los ancianos nos ocultan algo?

Al cabo de unos minutos de paso moderado encontraron una pequeña planicie que serviría como sitio para almorzar.

Parece un buen sitio. Dijo mientras se sentaba en el suelo.
Por favor acompáñame. Con un gesto amable lo invitó a sentarse

Satoru hizo un sutil despliegue de semillas y frutas que tenía en su canasta y colocó también una pequeña cantimplora con agua, para conformar de esta manera un ligero almuerzo con frutas y semillas de la zona.

A que te refieres con la voluntad de fuego? Preguntó curiosamente.
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Escuchar sus palabras que lo hicieron sonreír al instante como calentar su corazón por sentirse que por unos pocos instantes estaba generando un gran vinculo con alguien, como al igual de poder demostrar lo que desea inspirar, sus manos siguieron en su espalda baja mirando el paisaje con un sentimiento de orgullo por unos instantes, hasta seguirlo por que lo pidió. Habíamos visto como alejábamos del gran árbol mientras sus orejas lo escuchaban. –Creo que el destino nos tiene preparado algo que no tenemos pensado...¡Puede ser que seas un integrante de los sabios!– 

Levantaba sus cejas, y ampliaba sus ojos comentándolo con mucha alegría. Mientras nos habíamos quedado ya en el punto del almuerzo. El Sarutobi se sentó en forma de indio, apoyando sus manos sobre sus muslos para ver  como acomodaba todo él. Sé sentía un poco malagradecido por no traer nada a este picnic. –En Konoha te invitaré a un almuerzo, jeje...–Lo expresaba con un tono de vergüenza por parte de él, pero, esperaba que él lo entienda. Mientras él ordenaba las frutas y semillas, preguntó algo que lo hizo sentir curioso a su pregunta, así que debía dar una respuesta acorde.   

Pues...–Agarraba con su dedo una de las semillas para masticarla, así saber conformar sus palabras con coherencia. –...La voluntad de fuego es una ideología más allá de las habilidades físicas o jutsus poderosos, no representa al poder ni al orgullo...¡Es el resplandor del espíritu humano!, la capacidad de actuar con compasión, empatía y coraje en beneficio de los demás.– Lo decía con una forma muy inspirada, sacaba pecho mientras la retina de sus ojos sé podía ver como los movía con movimientos cortos, sus recuerdos lo hacían volver a sus inicios, su maestro era el que inculcó sus grandes deseos, y poder soñar más allá de lo que él puede desde un inicio sin conocerlo. –Es donde cuando golpeamos nuestro límite, recordamos la causa del por qué apretamos nuestros puños. Recordar el por qué decidimos seguir estando de pie, y ese recuerdo nos lleve más allá de tu límite...Es eso la voluntad de fuego, Maestro Satoru.– Consumió sus últimas palabras agarrando algunas bayas para comerlas disfrutando su esencia, y su jugosidad. –¿Qué hay de ti, Satoru? ¿Cuáles son tus ideales
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Última modificación: 14-10-2023, 12:19 AM por Musacus.
Satoru quedo asombrado luego de que su nuevo compañero firmante coincidiera con su pensamiento. Sin duda no era casual el encuentro. En cuanto escucho a Kazu considerarlo como un Sabio se avergonzó un poco, no era costumbre que lo consideran Maestro, ni mucho menos se consideraba como uno.


Tu crees? Debo admitir que aun me queda un largo camino por recorrer. Respondió
Ah! eres de Konoha! no lo había pensado
Pues esperare con ansias esa invitación
En unos días estaré por allí...

En cuanto mencionaron Konoha Satoru recordó el "otro mundo" había cierto contraste entre los lugares y con ello también los diferentes conflictos entre facciones, aldeas y demás, prefirió no opinar sobre política y la inminente "revolución", eso sería para otra ocasión.

Escucho atentamente la explicación sobre la voluntad de fuego compartían en gran medida sus valores principales.

Comprendo, ahora que lo mencionas
Creo que tenemos los mismos valores... Respondió luego de su reflexión
Aunque debo admitir que me siento más motivado por defender la vida de la naturaleza y los animales
En ese sentido, anhelo un mundo de paz y conexión.
Sin dudas es nuestra voluntad la que guiara nuestros pasos

El cálido mediodía era acompañado por una suerte de conversación filosófica sobre propósitos y voluntades, donde dos desconocidos hacían amistad y celebraban el encuentro con un almuerzo.

Satoru se alimentaba lentamente de las frutas con alguna que otra semilla y unos sorbos de agua. Quedó más tranquilo luego de conocer a aquel sujeto. Una vez terminado el almuerzo Satoru se incorporó para seguir su camino.

Un gusto conocerte Kazu
Esto le da un cierto giro a esta hermosa Isla. Dijo Satoru dando pie a la despedida.
Por cierto, actualmente estoy convocando Shinobis
para reclutar firmantes, espero no te moleste
Te prometo que seré cauteloso, y si sabes de alguien
por favor envíalo conmigo.

Hizo una breve explicación de su cometido más cercano como Maestro Saru para luego despedirse estrechando la mano del Sarutobi.

Nos veremos pronto Sarutobi!! Exclamó mientras se perdía en el Bosque.
Salto de foro:

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