El nacimiento de un Jardín [Pacto Saru]
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Última modificación: 01-10-2023, 01:05 AM por Musacus.
Muten, uno de los venerables Simios Ancianos de la Biblioteca de la Isla Madre Nanpou, le entrego a Satoru con su mirada sabia  un pergamino antiguo de Aquella Isla. Este pergamino contenía información esencial sobre la historia y las peculiaridades de la isla, y Muten tenía la intención de entregárselo al Maestro de Pacto.

El anciano simio extendió el pergamino con cuidado, revelando caracteres antiguos y hermosos trazados en tinta sobre el papel amarillento. La caligrafía estaba meticulosamente realizada, como si cada pincelada contuviera siglos de sabiduría ancestral.
Satoru, con respeto y reverencia, aceptó el pergamino de las manos de Muten. Sabía que lo que estaba a punto de aprender sería invaluable, una ventana al conocimiento que podría cambiar la forma en que veía esta misteriosa isla.

Pero Muten no se detuvo allí. También le entregó a Satoru un libro antiguo y polvoriento, cuidadosamente encuadernado y adornado con símbolos que solo podían ser descifrados por aquellos que entendieran el lenguaje secreto de los monos. Este libro contenía los secretos más profundos de la isla, desde sus orígenes hasta sus peculiaridades naturales y las leyendas que la envolvían.

El Maestro de Pacto agradeció a Muten con una inclinación de cabeza y una sonrisa. Sabía que ahora tenía en sus manos un tesoro de sabiduría que podría compartir con otros y que lo ayudaría a comprender mejor el lugar al que había llegado.
Con el pergamino y el libro en su poder, Satoru se retiró de la Biblioteca de la Isla Madre Nanpou...




Cita:
Pergamino: Jardín de Esporas
En los archivos inmemoriales del tiempo, durante las eras olvidadas que yacen más allá del alcance de la mayoría, cuando las sombras de la amenaza se ciernieron sobre la Isla Madre Nanpou, tres venerables ancianos simios, conocidos como los Custodios del Edén, llevaron a cabo un acto trascendental de sacrificio y sabiduría que perduraría a través de los eones. Sus nombres, que resplandecen como estrellas fugaces en el firmamento del legado, están en los susurros del viento que susurran en los corazones de quienes honran su memoria.
En un intento desesperado por preservar la inmaculada belleza y la vida que florecían en su sagrado hogar, estos sabios ancestros emprendieron un ritual místico, una danza etérea entre lo divino y lo terrenal. Fusionaron su conocimiento ancestral con la esencia misma de la naturaleza y, con la magnificencia de su chakra, tejieron un tapiz de vida y poder. Convocaron las fuerzas primordiales del cosmos y, a través de ceremonias que atravesaron los siglos como las huellas de dioses, dieron origen al Jardín de Esporas que se alza como un monumento a su genialidad.
Este Jardín, un enclave donde los hongos y las setas gigantes se alzan como pilares de arte celestial, no solo es un manantial de maravillas para los sentidos, sino también un baluarte invulnerable contra la devastación. Las esporas, como guardianes etéreos de la Isla Madre Nanpou, atienden a la llamada de la amenaza. Cuando una sombra oscura siembra su presencia sobre este paraíso, las esporas se alzan como guardianes etéreos, absorbiendo el chakra de cualquier ser audaz que osara profanar la pureza de su suelo sagrado.
Este acto de protección es un tributo eterno a la incomparable belleza de la isla y una manifestación perpetua de la profunda unión entre sus hijos y la madre naturaleza. El Jardín de Esporas permanece como un recuerdo de la extraordinaria habilidad y el altruismo de estos tres sabios simios. Es un rincón de esplendor y peligro, un testimonio de la relación simbiótica entre la humanidad y la naturaleza. En estas escrituras, la historia de este lugar adquiere la dimensión de un documento sagrado, un testimonio eterno de los vínculos indestructibles que unen a la humanidad con la divinidad de la naturaleza y la expresión artística de su majestuosidad.
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Última modificación: 01-10-2023, 01:04 AM por Musacus.
El libro que Muten entregó a Satoru, llamado "Nanpou", es un tesoro que contiene historias que se remontan al origen de la Isla Madre. Aunque los códigos en los que está escrito pueden ser inicialmente un enigma, con el tiempo y el estudio meticuloso, Satoru podría descifrarlos y desvelar los secretos ocultos en sus páginas. Este proceso podría requerir paciencia y dedicación, pero el conocimiento que podría adquirir sería invaluable y arrojaría luz sobre los misterios y la historia de la isla.


Cita:
Capítulo 1: El Alba de Son Goku y la Caldeada de la Isla Madre Nanpou
En los archivos inmemoriales del tiempo, en eras olvidadas que se desvanecen más allá de la memoria común, cuando las sombras del destino se ciernen sobre la Isla Madre Nanpou, surge una crónica que resplandece como un sol antiguo en los cielos de la leyenda. En una era en que los secretos de la isla aún no se habían desvelado por completo, existió un maestro sin igual del arte del bastón, Son Goku fue su nombre.
Son Goku, el Maestro del Bastón, poseía un don divino: el Bo, un bastón mágico que podía crecer y encoger a voluntad, imbuido con el poder de la naturaleza misma. A través de décadas de arduo entrenamiento y profunda meditación, alcanzó una comunión con los elementos, y su chakra ardía como una llama interior.
En una era en que la Isla Madre Nanpou se encontraba amenazada por la destrucción, Son Goku llevó a cabo una danza de fuego que resonaría en la eternidad. Con su bastón en mano, canalizó el poder de los elementos y, con un aliento de energía, inflamó la isla misma. Las llamas danzaron a su alrededor, pero no abrasaron; en cambio, infundieron vida y vitalidad en la tierra, el agua y el aire. La isla, que había estado al borde de la perdición, se transformó en un paraíso de esplendor y misterio.
La danza de fuego de Son Goku persistió por días y noches, y su corazón ardiente y espíritu indomable guiaron cada movimiento. Los habitantes de la isla observaron maravillados mientras su hogar era transformado por este maestro del bastón. El fuego no solo otorgó vida, sino que también atrajo a los guardianes etéreos, espíritus de las llamas, quienes juraron proteger la isla de toda amenaza.
La crónica de Son Goku, el Maestro del Bastón, se convirtió en una leyenda que se transmitió de generación en generación. Su legado perdura en la Isla Madre Nanpou, donde el poder de los elementos y la danza del fuego siguen siendo parte intrínseca de su esencia. Esta narración es una ventana hacia su majestuosidad y un testimonio de la unión eterna entre la humanidad y la naturaleza en esta tierra misteriosa.
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Última modificación: 01-10-2023, 01:04 AM por Musacus.
Cita:Capítulo 2: Antigua Nanpou

Hace eones, en un tiempo en que la Isla Madre Nanpou era aún un fragmento del vasto continente, emergió un ser excepcional. En el seno de una naturaleza salvaje, nació un simio que habría de trascender las fronteras del tiempo. Este simio, que vendríamos a conocer como Son Goku en honor a las epopeyas que protagonizaría, llegó al mundo con indicios de grandeza desde sus primeros alientos.
Desde sus primeros momentos, las estrellas parecían danzar en sus ojos, como si portara en su mirada la sabiduría ancestral del cosmos. Su chakra, aunque aún en su infancia, irradiaba una energía que resonaba con los susurros de los dioses.
Este hijo de la naturaleza creció en la compañía íntima de los elementos primigenios. La tierra, el aire y el agua tejieron su existencia desde el momento de su nacimiento. Fue en este entorno donde Son Goku halló su verdadera esencia y su destino impreso en el lienzo del tiempo.
En su infancia, el pequeño Goku exploraba los dominios naturales con ojos de curiosidad inextinguible. Aprendió a ascender los árboles más altos y a descubrir las grutas escondidas en las profundidades de la tierra. Observaba los ríos y las aves con la certeza de que la naturaleza misma era su maestra, y el bosque, su aula de conocimiento.
Conforme crecía, Son Goku descubrió un don que le era otorgado por los dioses: la capacidad de comunicarse con las criaturas que compartían su mundo. Las voces de la naturaleza le hablaban en susurros, y él, con humildad, las escuchaba y comprendía. Este lazo sagrado con el reino natural se convertiría en el cimiento de su futura grandeza.
Los días del joven Goku estaban llenos de exploración y aventura. La antigua Nanpou, aún unida al continente, era un lugar de asombro constante. En cada rincón hallaba un misterio por desentrañar, una maravilla por descubrir. Y así, su vida se tejía con los hilos de la curiosidad y la admiración por el mundo que lo rodeaba.
Este capítulo de la historia de Son Goku, previo a la danza de fuego que inmortalizó su nombre, es un testimonio de su profundo vínculo con la naturaleza y la travesía que lo aguardaba. Su nacimiento en la antigua Nanpou fue el inicio de una leyenda que trascendería las eras, una epopeya que reverberaría en los corazones de quienes escucharan su relato.
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Última modificación: 01-10-2023, 01:03 AM por Musacus.
En las páginas amarillentas de aquel libro antiguo, se desvela el misterio de la Isla Madre Nanpou. En este capítulo, la narración nos guía hacia lo profundo, hacia un secreto guardado por la isla misma: el Río Subterráneo.
Mientras los ojos de Satoru siguen las palabras impresas, se sumergen en la oscuridad de la tierra, acompañando el flujo misterioso y etéreo de un río que se niega a ser comprendido. Este no es un río común, no corre bajo la luz del día ni en la superficie de la tierra, sino que fluye en los oscuros rincones de Nanpou, en las sombras de su historia.


Cita:Capítulo Tres: El Río Subterráneo

Las aguas del Río Subterráneo, claras y diáfanas como el cristal, trazan un camino misterioso bajo tierra, serpenteando por oscuros pasadizos que retumban con ecos desconocidos. Esta corriente no se somete a las leyes convencionales de la física; en su correr desafía las expectativas humanas, fluyendo tanto hacia adelante como hacia atrás en un baile perpetuo que contradice la lógica terrestre.

La Isla Madre Nanpou, un rincón sagrado de la naturaleza, está íntimamente ligada a este río enigmático. Las aguas que emergen de las profundidades alimentan la vida que se esconde en el interior de la isla, nutriendo un ecosistema exuberante y único. Pero este río no es meramente una fuente de vida; es un lazo con lo inexplicable, una conexión con el misterio que acecha en la sombra.
Los sabios monos que custodian los secretos de la isla han aprendido a emplear el río como un escudo, ocultando su cultura de invocación simia de los ojos curiosos del mundo exterior. La isla y el río están entrelazados en un pacto que ningún poder humano podría romper, una danza eterna que protege el enigma que reside en las profundidades de Nanpou. Las palabras de este capítulo inspiran un profundo asombro, recordándonos que, incluso en un mundo saturado de conocimiento, la naturaleza aún guarda secretos profundos, siempre listos para asombrarnos.
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Última modificación: 01-10-2023, 01:03 AM por Musacus.
Cita:
Capítulo Cuatro: La Danza de la Naturaleza
En lo profundo de los bosques de Nanpou, donde los árboles susurran secretos ancestrales y los riachuelos cantan melodías eternas, los habitantes de esta tierra han descubierto un arte perdido, una danza que les permite comunicarse con la naturaleza misma.
Esta danza sagrada, conocida como "La Danza de la Naturaleza", es transmitida de generación en generación. En ella, los bailarines se convierten en uno con el entorno que los rodea, imitando los movimientos de las hojas que caen, el fluir de los ríos y el crecimiento de las plantas. Cada gesto, cada paso, está lleno de intención y reverencia hacia la tierra y sus dones.
Los danzantes practican durante años para dominar esta técnica única. Se sumergen en la naturaleza, aprendiendo sus ciclos y ritmos, y desarrollando una profunda conexión con las plantas y los animales que comparten su hogar. A través de esta danza, pueden acelerar el crecimiento de las plantas a su alrededor, nutriendo la tierra y asegurando la abundancia para su comunidad.
En el apogeo de la primavera, cuando la naturaleza se despierta de su letargo invernal, los danzantes se reúnen en un claro del bosque. Visten túnicas tejidas con hojas y flores, y sus pies descalzos se hunden en la tierra húmeda. Al ritmo de tambores hechos de madera y cuero, comienzan su danza, sus cuerpos moviéndose con gracia y armonía.
A medida que avanzan, las flores brotan a su paso, los árboles crecen más altos y frondosos, y la vida silvestre se acerca para unirse a esta celebración de la naturaleza. Los espectadores quedan maravillados por la belleza de la danza y su poder para sanar y rejuvenecer la tierra.
La Danza de la Naturaleza es más que una simple tradición; es un recordatorio de la profunda interconexión entre los habitantes de Nanpou y el mundo natural que los rodea. A través de esta danza, honran la tierra que les brinda vida y prometen protegerla para las generaciones futuras.
Así, en medio de los misteriosos bosques de Nanpou, la danza se convierte en una expresión de gratitud y respeto hacia la naturaleza, una danza que nutre tanto el alma como la tierra misma.
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Última modificación: 30-09-2023, 11:44 PM por Musacus.
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Capitulo Quinto: Danza Kaze
En el crepúsculo de las antiguas montañas, donde los árboles guardan secretos susurrados por el viento, se teje la leyenda de la Danza Kaze. Hace un siglo, entre las sombras de los bosques eternos, un grupo de simios esculpió una danza que desafía la gravedad y se convierte en el suspiro del viento.
Cerrando los ojos, el danzarín se convierte en un eco de la brisa, un espejismo que se desvanece entre las sombras de la noche. Cada movimiento es un lamento melódico, una coreografía que emana misterio. La danza y el viento entrelazan susurros, y en la penumbra, la presencia del ejecutor se eleva como una sombra etérea.
La Danza Kaze es más que una técnica; es un hechizo tejido en los pliegues del tiempo. Las estrellas, testigos silenciosos, observan la danza como un ritual ancestral. En cada giro, en cada paso, se desvela la conexión entre el danzarín y la naturaleza, una sinfonía de misterio que invita a aquellos que escuchan a perderse en la danza eterna del universo.

Satoru se encontraba leyendo aquel semejante Libro, decidió experimentar con la Danza Kaze. Inspirado por las antiguas palabras del Libro Nanpou, cerró los ojos y buscó sentir la corriente del viento que acariciaba el claro del bosque. Sus movimientos, inicialmente torpes y titubeantes, comenzaron a fluir como las ramas mecidas por una brisa invisible.

De a poco y con práctica la danza se volvía un diálogo entre su ser y la naturaleza circundante. Cada giro era una reverencia al viento, cada paso una respuesta al susurro de las hojas. Satoru se dejó llevar por la cadencia del entorno, convirtiéndose en un reflejo de la armonía que resonaba en el corazón del bosque.

Bajo la sombra de los árboles ancianos, Satoru se convirtió en un intérprete de aquella danza antigua. Cada gesto estaba imbuido de un misterioso encanto, como si estuviera danzando en la frontera entre el mundo tangible y el reino de las sombras. A medida que se entregaba al ritmo invisible, el bosque parecía responder con susurros de aprobación, como si las hojas y los árboles fueran sus espectadores atentos.

Satoru había descubierto una técnica muy peculiar que permitía a su ejecutor sintonizar con el ritmo del viento y moverse al son de las ráfagas.
Satoru
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