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El nuevo destino se trataba del famoso País de los Acantilados y, aunque en situaciones normales llegar hasta él sería sencillo, esta vez pidieron extrema discreción. Por consiguiente, durante todo el trayecto se tuvo que optar por caminos que eviten ser vistos en todo momento. También debían percatarse de las barreras para no ser detectadas por ellas. A nuestro protagonista en particular le extrañó que tuvieran que hacer todo a escondidas del imperio. Se supone que el alto mando que los envió ahí pertenecía al mismo bando. Bueno, no es como que muchas de las decisiones que toman tengan mucho sentido bajo su lógica. Lo mejor era no cuestionarse demasiado las cosas y solo terminar el trabajo.
Un dato curioso que es clave acotar es que se les permitió llevarse el libro que le quitaron al viajo. Y a diferencia de la vez anterior que fue Katsuya quien lo transportó, esta vez se lo entregó a Arata, ya que demostró bastante interés en ese objeto desde el principio. Ya conocían su contenido, pero darle una repasada tampoco venía mal. Después de todo, cualquier dato que pudieran obtener les servía. No olvidemos que la labor en esta zona sigue siendo recolectar información. Aún hay muchos acertijos que descifrar, por lo que no es tan sencillo como decir que van a buscar al responsable de todo para vencerlo. Sería demasiado fácil en ese caso.
Como sea, pudieron llegar a su destino. Lo primero que pudieron averiguar, y porque no era algo considerado secreto nacional, es la existencia de las distintas plazas comerciales donde se podía encontrar básicamente de todo. Varios lugares que revisar para poca gente. Y por si fuerza poco, debían seguir con el plan de no llamar la atención. Ya con el hecho de ser forasteros podían resaltar en comparación al resto, así que más dificultad para ellos. — Les avisaré si doy con algo. — Ir todos juntos a cada sitio les tomaría mucho tiempo, además de que moverse en grupo podía alarmar aún más a guardias o vigías.
Así es cómo llegamos a la actualidad. Debido al clima frío, el taijutser portaba una especie de capa que también servía de abrigo. Este poseía un color gris. Claramente no llevaba una bandana ninja consigo, recordemos la orden estricta de pasar desapercibidos. Sus movimientos no fueron tan directos. Es decir, no caminó en línea recta al punto rojo que tenía en la mira. Se dio vueltas, se tomó su tiempo. Descansó en puestos de bebida o comida. Intentó aparentar ser una persona normal que disfrutaba el día en ese país. Tener visitantes no era raro, ya que se trataba de una zona turista y económica muy importante.
Por supuesto, no se puede obviar el hecho de los comentarios sobre desapariciones, pero, por lo que se les indicó a los shinobis al momento de recibir la misión, no era una información oficial que hubiera ascendido a ser de conocimiento general. — Niños. — Sí, ellos y las personas de tercera edad eran el principal foco. Como era de costumbre, en todos los países se podían ver infantes robando en este tipo de sitios donde circula continuamente el dinero, buscando atracar y sobrevivir.
Katsuya no querría dárselas de héroe recuperando lo robado ni nada por el estilo, pero necesitaba tenerlos en la mira. Así fue cómo se las arregló para que un niño que huía con su botín, choque con él y ambos caigan al piso. Cabe aclarar que ya se encuentran en un punto rojo. ¿Qué sucederá? ¿Qué podrá ver nuestro protagonista? La recolección de información finalmente empezó.
2. No camina directo a la zona indicada, sino que da vueltas, se toma pausas, finge ser una persona normal disfrutando del país turístico.
3. Al llegar al punto rojo, da con un niño que huía tras robar, asegurándose de interponerse “casualmente” en su camino, ocasionando que ambos caigan al piso.
4. A la vez, Katsuya observa a su alrededor, queriendo obtener información sobre qué se comercializaba en particular en ese punto rojo.
5. Dejo aquí abajito el mapa con una cruz especificando el punto rojo al que fue Katsuya.
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La tarea de infiltración, como era de esperarse, no fue para nada sencilla. El trío tuvo que ingeniárselas con maniobras, trucos y jugarretas para llegar al interior de los terrenos del País de los Acantilados. No fue hasta que llegaron a la zona donde "trabajarían" que Renji volvió a intercambiar palabras, esta vez con Katsuya, quien se disponía a realizar una investigación por su cuenta. Renji solo sonrió ligeramente y desvió su mirada mientras daba unas palabras al aire, tratando de mantener la menor relación posible entre ellos. — Bien, nos reuniremos aquí al acabar la investigación. Un sello al cielo para dar nuestra ubicación en caso de emergencia. — Musitó, esperando que solo Katsuya pudiera escuchar esa indicación, dada la corta conversación de espaldas al grupo. Luego, Renji se alejó en una dirección contraria a Katsuya, es decir, hacia el puerto...
Renji, al igual que muchos otros locales y visitantes, portaba una vestimenta mucho más opaca y oscura de lo habitual. La capucha cubría su llamativa cabellera y no había indicio alguno de su oficio como Shinobi. Obviamente, tampoco portaba ningún símbolo que lo pudiera conectar al País de la Tierra. El Rubio tenía una ventaja en el terreno al ser alguien acostumbrado a viajar a lo largo del País de la Tierra y, en pocas ocasiones, a otros Países lejanos.
La llegada de Renji al puerto quizá podría llamar la atención de muchos, pero él solo se enfocaba en su andar. Estaba dispuesto a comerciar o responder si alguien le dirigía la palabra o le ofrecía algo, manteniendo su imagen de "turista" perdido. Además, retiró una bolsa de comida que recolectó en un País lejano para afianzar más esa apariencia. — Vaya, qué animales tan interesantes. — Haciendo uso de su elocuencia natural, lanzó una frase al aire en dirección al desembarque de contenedores con pescados y algún que otro marisco, el olor era un tanto incómodo, pero nada que un Jounin no pudiese manejar.
-Narró las acciones generales del viaje y el tema anterior, nada relevante la verdad.
-Renji da una indicación o más bien un pequeño plan al resto de sus compañeros con cierto disimulo.
-Parte hacia la plaza ubicada al Sur de la Ciudad, en el puerto especificamente.
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Traía consigo el tan preciado libro que Katsuya le había entregado, y no dudaría en echarle un ojo una y otra vez cuando la comitiva tuviese la disposición de detenerse a descansar. Era importante saber con qué contaba, pues si buscaba venderlo al mejor postor tenía que saber cómo promocionarlo. Por ello lo leería de principio a fin, o al menos los fragmentos que pudiese entender. Por lo demás, su marcha sería constante con la de los otros dos y se detendría de vez en cuando a comer y descansar. En determinados tramos del trayecto tomaría una dirección más errática, cuando su intuición le decía que debía separarse del grupo y mantenerse como un viajante solitario.
Vestía para la ocasión, con un sobretodo de colores oscuros y ropa que recordaba aquella del desierto. Y esa era su tapadera, pues las mejores mentiras eran siempre las que incluían fragmentos de verdad en ellas. Fingiría ser un comerciante de la antigua suna, uno que parecía llevar eones viajando a través del desierto y que, esta vez, había llegado al país de los acantilados a hacerse con productos que llevar a sus tierras.
— Manténgase lejos de los problemas. — Diría, más para el violento que para el pacífico, mientras entregaba de nuevo un poco de arena a cada uno asumiendo que iban a aceptarla. Ya había pasado mucho tiempo desde aquella primera entrega y era necesario “refrescar” su técnica.
Luego de separarse del grupo el Jiki buscaría indicaciones de los locales, preguntando y curioseando acerca de las zonas entretenidas de la ciudad. Su norte serían los bares, aunque de haberlos preferiría ir a los casinos. Preguntaría a quienes luciesen como locales y no tuviesen aspecto de maleantes, algún mercader o tendero. Y señal tras señal, llegaría a donde el destino quisiese llevarle. Bien sea a la zona que buscaba, o a una que, al menos, estuviese lejos de la elegida por sus compañeros para cubrir más espacio. Independientemente del caso, entraría en algún establecimiento que se notase vivo y entretenido.
Entre sus pertenencias estaban las unidades de satetsu (2) que almacenaba en compartimientos pequeños ocultos en los pliegues de sus anchos ropajes. Un bolso de viajero con sus instrumentos ninja ocultos, que desde fuera se veía como mercancía no bélica, y por supuesto, el libro, que también llevaba oculto dentro del bolso.
- Durante el viaje le echará un ojo al libro, buscando detalles que pudieron habersele escapado antes a los otros.
- Una vez llega al pueblo entrega un puñado de arena a cada uno de sus compañeros, de nuevo, dado que habían pasado varios días.
- Toma rumbo a la zona de bares y casinos de la ciudad, entrando a alguno en caso de encontrarlo, preguntando por las calles en busca de direcciones.
Nota: Le dejo a narrador la tarea de ubicarme, iba a tomar la zona de la esquina superior izquierda del mapa, pero desconozco si allí habrán bares. Igual, si narrador quiere ubicarme en otro sitio, adelante.
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- Límite de 48 Horas por ronda, con prorroga de 12 horas en caso de ser solicitada.
- No sera utilizado el sistema de strikes durante la misión, en caso de no llegar a postear simplemente se perderá el turno con sus posibles repercusiones.
- Queda prohibida la manipulación de entorno/ambientación, oponentes y/o npc's a menos que se indique lo contrario.
- Podrán fijar stats en caso de utilizar técnicas.
- De preferencia hagan resúmenes al final de cada post.
- Esta misión tiene riesgo de muerte, pero no se busca asesinar o perjudicar su roleo por lo que pueden tomar la misión con tranquilidad hasta iniciar la batalla.
- El robo de ADN no esta habilitado a menos que alguna staff diga lo contrario.
- Al iniciar el combate el narrador sera el principal responsable de colocar el mapeado.
- En caso de tener dudas pueden mandarme un mensaje privado sin problemas, sin mas que añadir espero disfruten de la misión.
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Pudo ver perfectamente el momento en que el niño le robó a un tipo de aparente estatus social alto. Aquel choque le permitió ver la identificación del hombre y así enterarse de su conocida identidad. Si esa clase de individuo estaba por aquí, obtener más información de otros nombres le podría servir. Ya que luego al investigarlos debería lograr establecer conexiones que lo lleven a un punto en común y eso le ayude a resolver el misterio de su misión.
Así es que Katsuya logró interponerse en el trayecto del infante. Dejó deliberadamente una pequeña bolsa con un poco de dinero para que el ladronzuelo se la lleve. Aquella tenía una marca de su Hiraishin, así que mientras no se fuera de la ciudad, iría con él en un santiamén. Usó la diferencia de físico de ambos para que el hombre de alto dinero vea interrumpida su visión con el ninja de Iwagakure y así lograr que el pequeño se escabulla por las calles. Obviamente, no dejaría que desaparezca para siempre, por supuesto que no.
Se trata de un jutsu espacio-temporal usando un marcaje creado por el usuario como punto de aparición. El usuario marca cualquier cosa con su chakra en forma de un pequeño sello, y entonces el usuario se puede teletransportar a dicho sello. Para ello deberá tocar con la palma de la mano la superficie a marcar durante 1 segundo, manteniendo la concentración. El ninja puede llevar al combate hasta 3 kunais especiales marcados de antemano y poner un máximo de 7 marcas (de excederse, se borrará la primera).
El usuario será capaz de teletransportar también cualquier cosa que le esté tocando junto consigo mismo (pudiendo, por ejemplo, formar una cadena de gente a teletransportar) si lo desea. Por cada persona extra que transportes contigo, habrá que pagar un extra de chakra. Para realizar un teletransporte a más de 100m, será necesario canalizar durante 1 turno la técnica.
Nota: El sello nunca desaparece a no ser que lo anule el usuario.
Cuando el otro llegó hasta su posición, Katsuya se sacudió el polvo de la ropa tras haberse levantado del piso. Escuchó los gritos molestos y decidió iniciar un pequeño diálogo con él. — También me robó, por lo que veo. Qué muchachito tan perspicaz y molestoso. — Esperaba con el segundo adjetivo calificativo que dio crear una especie de opinión compartida con el empleado, logrando tal vez que él otro le responda de una manera que puedan seguir el diálogo. En estos casos, creyó que también serviría darle palabras de aliento, generando así un mejor ambiente entre ambos. Todos sabemos que el de ojos carmesí no es el mejor con las palabras, así que usaría oraciones cortas, dudando de si podría lograr su cometido o no.
— Seguramente los guardias lo han visto. No se preocupe. Espero también recuperen mi dinero.
Una parte de él confiaba en que un niño acostumbrado a trabajar de esa forma sepa como huir de la vigilancia. En caso de que no sea así, pronto iría tras él para ayudarlo a escapar. Ese tipo de infantes siempre eran una buena fuente de información si se les sabía utilizar.
Por ahora, Katsuya mantendría este diálogo con el otro afectado por robo para ver qué podía sacar de él. Tenía unos cuantos minutos aún. También existía la posibilidad de que ese hombre fuera todo lo que necesitara y pueda dejar al niño de lado. No es que le molestaba darle aquellas monedas para que tenga con qué comprar alimentos y así sobrevivir.
2. El dinero que el niño le robó está en una bolsa con una marca de Hiraishin.
3. Usó su cuerpo para cubrir la ruta de escape del infante, logrando que el empleado de la mafia no vea su escape.
4. Intenta establecer un diálogo amistoso con este último, ya que al ver su identidad pensó que le podría sacar información si la conversación se extendía.
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Eventualmente se encontraría en el medio de un camino muy transitado. Sintió algunos ojos encima de él, quizás más por propia paranoia que realidad, pues consideraba estar bien mezclado con el entorno y no había hecho nada -aún- que le hiciera resaltar. Quizás algún vigilante se lo hubiese topado, pero no temía por su disfraz. Cuando se dedicó a echar un ojo a los locales que le rodeaban, intentó buscar un lugar donde pudiese conseguir algo de beber, compañía y apuestas. Pero las frías -y cálidas al tiempo- manos del destino le sacaron de su trance.
Era una mujer relativamente joven. Además de su buena presencia y hermosura, su intención era clara al buscar tomar las manos del Jiki, quien lo permitió. El joven fijó los dos rubíes que llevaba por ojos en el rostro de la mujer, notando claros indicios de maltrato. — Clientes caprichosos… — Murmuró con un tono tan bajo que la otra, pese a su cercanía, probablemente no escucharía.
En una fracción de segundo la intrusa que había entrado en su campo de atención sin ser invitada le trajo de vuelta a la realidad, y por tanto, a su misión. No podía dejar escapar un cebo como aquel sin más, aún cuando el sonido de las lejanas tragamonedas le retumbara en los oídos. Por tanto, ideó un plan mientras ella le ofrecía compañía y más. Tardó un par de segundos en discernir hacia dónde llevar la conversación, y respondió con una sonrisa inocente. — Buenas noches, señorita. — Dijo, con tono amable. — De hecho estoy buscando a alguien. Soy parte de la caravana de un noble muy rico y se me ha pedido buscarlo. ¿Sabe dónde debería buscar? — La intención era darle un poco más de organización al mapa mental que tenía de ese sector y saber qué lugares frecuentaban los más adinerados. Enseguida sacaría de uno de sus bolsillos un par de monedas de alta denominación que, curiosamente, estaban llenas de un polvo plateado que no se despegaba del metal. Entregaría las monedas a la chica, como pago por adelantado por la información. — Prometo que si me ayudas a conseguirlo te pagaré el doble. — Sonrió otra vez.
Antes de que ella aceptase o no la propuesta, daría algo más de información queriendo arriesgar un poco el cuello. — A quien busco es un hombre muy religioso, casi como un fanático. — Con lo último trataría de bajar un poco el filtro. Si la mujer insistía en llevarlo al local aceptaría, y pagaría bebidas para todos los presentes con las mismas monedas impregnadas del polvo plateado.
- Al llegar al sector echa un ojo por toda la zona viendo los alrededores y todo lo que el pecado tenía para ofrecerle.
- Se dispone a buscar un casino cuando la chica le interrumpe el camino.
- Hace algunas preguntas y paga a la chica por información o ayuda, con un par de monedas de alta denominación llenas de polvo metálico. Pregunta por el lugar de reunión de los más adinerados y dice buscar a un noble fanático religioso.
- Si la mujer decide ayudar, la seguirá. Si aún insiste en llevarle al local, irá y pagará bebidas para todos los presentes, entregando las mismas monedas con polvo metálico pegado a ellas. Dentro del local, intentaria buscar información escuchando y preguntando lo mismo que fuera.
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Los cantos de los vendedores y el ir y venir de las personas le dieron la pista al rubio de que estaba, de hecho, en la plaza sur. Sus ojos no alcanzaban a ver más allá del borde del amplio y extenso puerto, marcando uno de los límites de la ciudad.
Aburrido y sin nada más que lo cautivase, Renji consideró la idea de dirigirse hacia otra plaza para explorar más a fondo. Sin embargo, su intención fue interrumpida por la llegada de un hombre de estatura impresionante y apariencia llamativa. Se preguntó qué podría querer este individuo mientras el fortachón se aproximaba.
— Eh, sí, claro. — respondió con una inocencia que posiblemente superaba sus propias intenciones. Renji se encontró envuelto en una extraña jugada por parte de uno de los vendedores, que sostenía un ejemplar más que envidiable. Sus ojos se abrieron como escaparate de tienda, y apenas pudo articular unas palabras acompañadas de respiración entrecortada. — Vaya. — Su asombro era sincero y evidente.
— En efecto, no lo soy. — contestó con concisión. — Es un animal extraordinario. Estoy dispuesto a pagar esa suma y un poco más si incluye el costo de transporte hasta la plaza central. — Hubo una pausa mientras intercambiaba su bolsa, ahora vacía de bocadillos, por otra, sin prestar demasiada atención a la reacción del vendedor. — Quiero dirigirme a esa plaza central y compartir un almuerzo con quienes se encuentren allí. Supongo que portando uno de estos podré unirme a la diversión, ¿no es así? — planteó mientras sacaba una cantidad precisa de Ryos de sus bolsillos.
El aroma persistente seguía flotando en el aire, y Renji esperaba una respuesta mientras mantenía su dinero listo.
- Un poco de interacción con el entorno en general, nada importante.
- Renji sigue al vendedor.
- Acepta la oferta y quiere agregar un poco más con la finalidad de ser llevado a la Plaza Central para participar del banquete.
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Su postura continuaba rígida y tensa, incluso su cuerpo temblaba en pequeños espasmos, algo muy visible para el forastero. — Lo dudó, parecen una maldita plaga no importa los que atrapen, siempre llega una nueva rata. — Hasta ahora el hombre estaba mas centrado en su irá que en el propio aspecto del desconocido tomando una rápida “confianza” efectuada por el enojo. Su respiración continuaba acelerada pues al parecer persiguió al niño varios metros y al tomar un descanso solo agitó más su respiración para descansar un poco
Finalmente se acercó para recoger sus credenciales e identificaciones ordenando todo de nueva cuenta, también vió algunos ryos regados por el suelo pero a este punto para el mafioso sería difícil deducir si eran de el o del recién hombre robado así que por el momento solo se centro en sus identificaciones. — Ese maldito si que me hizo correr. — Por fin notaba al turístico, pero no le dio importancia pues estás tierras eran bastante concurridas por desconocidos intentando vender o consumir diversos productos. — ¿Qué te trae al país? — Pregunto un tanto tajante, más por su asfixia que por educación. — Ten cuidado con esas pequeñas porquerías, viven en su mayoría en alcantarillas pues el drenaje de la plaza está conectado con la plaza noreste y así de mueven rápido. — Le aconsejo. — Podríamos dividir los ryos del suelo si te parece bien o comprar algo de alcohol para ambos. — Lo invito a seguir está conversación en un lugar más privado.
El hombre vendedor se sorprendió al ver que el desconocido ofrecía incluso más para que lo llevará hasta la plaza central junto al enorme atún rojo, por lo que casi considero una mina de oro al joven. — Ya veo, así que tú también tienes asuntos en centro. — No dijo más, los asuntos que se trataban en la plaza central no eran tocados o mencionados demasiados por los civiles y comerciantes fuera de la mafia, aquella plaza era dónde se encontraba la mayor parte de la mafia del país concentrada así que también era la más problemática en una buena parte.
Aunque Renji realmente no parecía ser parte de la mafia del lugar; tal vez, un mercenario o alguien contratado externo a la nación de los reinos del sur pues era bastante común el que esté tipo de personas los invitaran a menudo. — Muy bien. — Comentó para mover de nueva cuenta el atún, está vez a una carroza bastante grande la cuál contaba con espacio suficiente para que el ser acuático pudiese ser transportado con facilidad, aunque no menciono ningún precio en especifico. Esto era común al buscar que el alma caritativa diese lo que el considerase justo, cerrando momentáneamente su establecimiento para ponerse a los mangos de la carroza y empezar a tirar de ella.
Así pues comenzarían a recorrer las calles dirigiéndose a la plaza central, el hombre parecía bastante confiado en el trayecto por sus varias recorridas en diversas ocasiones. — Son muy f encuentres los forasteros por esta zona, espero no sea un problema todo esto, nadie sabe con certeza lo que ocurre en realidad. — Esperaba que con la charla le pudiese sacra algo de información al desconocido.
La respuesta del Jiki no fue lo que esperaba la mujer en primer lugar, con la guardia baja la chica respondió a la pregunta del turista. — ¿Poderoso y fanático religioso? Hmmm… en la plaza suroeste se encuentran los principales templos y débitos del lugar, pero suelen ser muy especiales con esas cosas en verdad. — La chica parecía bastante confiable, pues lo dijo con total naturalidad. — Aunque…. — Soltó al desconocido para llevar su diestra a su labio intentando recordad algo. — Creo haber escuchado que en la plaza central se hará una reunión, pero eso es todo lo que puedo decir al respecto. — La chica no era estúpida , sabía que algunos temas no debían de ser tratados pero por una buena paga tal vez diera lo suficiente.
Ahora se había arriesgado lo suficiente por las monedas de Arata, por último se acercaría un poco más al chico para dar una pequeña advertencia. — Pero deberías encontrar a tu jefe antes de ir a la plaza suroeste por qué esos fanáticos religiosos están algo locos. — Esperaba que lo escuchase pese susurrarlo, pero no perdería su vida de aquella manera en la que muchos se habían ido, espero un poco la respuesta del Jiki pero la verdad después de aquello no dijo mucho más interesante más que sus servicios y casa de compañía en la que trabajan.
Tomó el dinero del desconocido para finalmente hacer una pequeña reverencia y retirarse en seguida; por su puesto, parecía que la invitación al establecimiento fue cancelada por la información brindada pero ahora todo parecía quedar en manos del ninja ¿Dónde pensaba que sería mejor dirigirse, bajo que términos estaba la plaza suroeste para ser advertido por la mujer? Ahora todo se reducía a lo que se podría plantear con la poca información brindada.
- Límite de 48 Horas por ronda, con prorroga de 12 horas en caso de ser solicitada.
- No sera utilizado el sistema de strikes durante la misión, en caso de no llegar a postear simplemente se perderá el turno con sus posibles repercusiones.
- Queda prohibida la manipulación de entorno/ambientación, oponentes y/o npc's a menos que se indique lo contrario.
- Podrán fijar stats en caso de utilizar técnicas.
- De preferencia hagan resúmenes al final de cada post.
- Esta misión tiene riesgo de muerte, pero no se busca asesinar o perjudicar su roleo por lo que pueden tomar la misión con tranquilidad hasta iniciar la batalla.
- El robo de ADN no esta habilitado a menos que alguna staff diga lo contrario.
- Al iniciar el combate el narrador sera el principal responsable de colocar el mapeado.
- En caso de tener dudas pueden mandarme un mensaje privado sin problemas, sin mas que añadir espero disfruten de la misión.
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La presión que ejerció era considerable, y si el hombre tenía la capacidad de notar sutilezas o entender su posición, probablemente se percataría de la diferencia. — Estoy presente aquí y en todas partes, podría serte de ayuda en cualquier momento... Siendo un hombre sensato, no tendría problema en pagar lo que sea necesario para asegurarme de que estés cómodo. Pero me gustaría saber más acerca de esa frase que soltaste. — Renji soltó el agarre y se alejó, mostrando su expresión amigable y casi inocente. — Si todo sale según lo planeado, te llevaré fuera de este lugar. Tengo una oportunidad de trabajo mucho más beneficiosa para ti. — En su último comentario, su tono de voz cambió, transmitiendo sus verdaderas intenciones. Era una forma de dejar claro que no se cruzaría con él si no era necesario, incluso si eso implicaba amenazas veladas.
Finalmente, el hombre comenzó a hacer el transporte, arrastrando la carroza con el atún sobre ella. Durante el trayecto, Renji logró obtener cierta información útil a través de una conversación con el vendedor temporal. — ¿Han llegado muchos forasteros últimamente? ¿Se sabe de dónde vienen o cuál es su motivo? — Preguntó Renji, ampliando su búsqueda de información. — En realidad, soy bastante ignorante en lo que respecta a eso. A decir verdad, vengo de una familia acomodada y simplemente busco disfrutar de un banquete en la plaza central con los lugareños. — Renji viajaba en uno de los costados de la carroza, sentado junto al conductor para no tener que alzar mucho la voz.
Sus manos se deslizaron ligeramente sobre el atún, inyectando varias de las semillas que había preparado. Semillas que habían sido tratadas para crecer con la influencia de su chakra. Era un espectáculo en el que Renji tenía muchas esperanzas puestas. Si todo el acto habría sido de mucha sorpresa para el vendedor, ahora sería un poco más confuso, puesto que el rubio extendió su bolsa de comida a quien manejaba la carroza... — Toma, come un poco, te vendrá bien para reponer fuerzas. — Comentó, observando el camino que tenían por delante.
- Respondo a la mayoría de acciones del vendedor.
- Renji pone un poco de presión o intenta asustar al vendedor en la medida de lo posible. El agarre no es más que un apretón, solo que no estaba seguro de si lo entenderías al llamarlo como tal.
- Hace uso de su técnica, aunque de manera narrativa.
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— Tratemos de ser optimistas. — Fue conciso al recordar. Luego, ante la propuesta del hombre, nuestro protagonista asintió con la cabeza y se agachó para recoger la mitad del dinero. La verdad es que no le pertenecía, pero no es que sentiría mal por quedarse con capital económico de alguien de ese estilo, sino que todo lo contrario. Sin embargo, lo que le preocupaba ahora era la pregunta que le hizo. Necesitaba inventarle una historia creíble y que vaya acorde con su apariencia. Recordemos que se trata de un tipo alto y, aunque lleve un abrigo, se veía que no era un muchacho escuálido.
— Vine a ver si consigo trabajo como guardia de alguna tienda. Me dijeron que quizás aquí podía encontrar a alguien que busque empleados, pero no empecé con el pie derecho. — Refiriéndose al supuesto robo sufrido. Una vez contestado, se dispuso a seguirlo al sitio en donde podían beber algo y así seguir conversando. Uno de sus dos planes comenzó bien. Si lograba hacerlo hablar podría sacar información interesante, o al menos acercarse a más individuos de ese estilo.
La forma normal de proceder de Katsuya sería llevarlo a la fuerza a un sitio solitario e interrogarlo de forma agresiva, pero con tanta seguridad dando vuelta por cada esquina, aquello se veía como una misión imposible. — Soy el menos indicado para esto. A ver qué consigo… — Y claro, su don para mantener charlas amistosas no era el mejor. Cualquiera de sus compañeros obtendría un mejor resultado, pero no le quedaba de otra más que esforzarse. Lo peor de todo es que si era descubierto de alguna forma, estaría en peligro. Iniciar un conflicto bélico estando solo en un sitio como ese sería una derrota segura.
— Me sorprende que a estas horas haya tanta gente en las calles. De donde vengo, todos se acuestan temprano. — Comentó mientras seguía al mafioso. Esperaba que ese comentario lo muestre como alguien más humilde y así no levantar ninguna clase de sospecha. ¿Lo logrará?
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— Unas monedas bien invertidas… — pensó, mientras trataba de grabarse los detalles para sí y tratar de cortar la interacción lo más pronto posible, pues su plan consistía de varias partes y una de las más importantes iba a tener lugar pronto.
Una vez solo de nuevo, echaría un ojo a sus alrededores.Tenía información de la que tirar, un hilo que tomar y seguir hasta llegar al final, pero no podía evitar sentir que estaba en una zona gris. Algo le faltaba, y lo notaba al pensar en sus próximas acciones. El ardor que subía por su esófago le recordaba que la ansiedad ante el desconocimiento era real. Eso, y el malestar de comer comida de mierda durante el viaje. De cualquier forma esperaría a que la chica estuviese lo suficientemente lejos y de espaldas para hacer un gesto de manos curioso y al tiempo particular; como si estuviera atrayendo algo invisible. Algo que se encontraba algún obstáculo, naturalmente, pero con la suficiente suavidad impresa en sus movimientos lograría recuperar sus monedas sin que la chica pudiese percatarse, probablemente. Con suerte, las monedas viajarían en el aire, atraídas por un hilo invisible que en realidad era la misma arena magnética que estaba pegada al metal.
Ya de vuelta a sus labores, no le tomó más que un par de minutos de estudio discernir que tomar rumbo a aquella zona donde los fanáticos religiosos solían reunirse era descabellado y peligroso, pero mientras mayor el riesgo mayor la recompensa. Aprovechó que aún no había amanecido y el tránsito de gente era relativamente bajo para tomar rumbo a la plaza suroeste.
— Habrá que volver una vez acabe la misión. — Haciendo referencia a aquel distrito donde la diversión parecía estar encapsulada. Llevaba las manos ocultas entre su ropa, y andaba con la frente en alto. Poco a poco iba adaptándose a la gente que caminaba a su alrededor, tomando una posición que le permitiese pasar desapercibido, sintiéndose y viéndose como uno más.
- Trata de recuperar las monedas que le dió a la mujer.
- Se aleja hacia la zona suroeste, donde la mujer dijo que se reunían los fanáticos.
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