Las heridas no eran mortales, buscaron sus extremidades en todo momento, causando un severo daño que le impidiera al shinobi utilizarlas por un rato pero sin acabar de cercenarlas. Aunque el daño atroz ya se ocuparía de nublar su mente y oscurecer su mirada lentamente, mientras su cuerpo se precipitaba hacia el suelo al mismo tiempo que en la distancia se apreciaba un estallido de poder que crearía una amplia destrucción por la zona que haría llegar a Shitsuji y su recién abatido contrincante una intensa brisa de viento que arrastraría algo de polvo con ella, haciendo desviar la mirada del Boshoku hacia las otras dos contendientes mientras cargaba el cuerpo derrotado de Shujin a su hombro en lo que sus murciélagos desaparecían en un estallido de humo indicando la inconsciencia de su dueño - Tranquilo atormentado enmascarado, seria ilógico acabar contigo ahora mismo con todo lo que sabes, tu me ayudaras a ponerme al día de este mundo enloquecido - Como para no decir aquellas palabras ante el despliegue que estaba viendo ante él.
Recapitulando unos instantes atrás, aquel estallido de poder era producto del poderoso impacto de Bishamon contra el suelo. Un golpe que por el estado de pulverización en el que dejaría el sueño bajo su puño y las rocas partiéndose mientras eran alzadas como quien quiebra con el dedo una placa de hojaldre, demostraban que la potencia de aquella mujer seria suficiente para matar a una persona con un impacto directo. Se liberaría con el impacto una onda expansiva impactando contra los alrededores, equiparable a una bomba estallando, siendo lo que libero la ráfaga de viento que Shitsuji pudo percibir previamente. Pero quien recibiría de lleno aquella onda de destrucción seria el espectro de Amaya, que seria empujada unos pocos metros quedando a una distancia de apenas 8 metros de la rubia, aunque el siniestro heraldo de la muerte conservo la compostura revelando con su mano que ni aquel impacto fue suficiente para impedirle formar su mano relampagueante.
El espectro comenzaría a correr inmediatamente al mismo tiempo que lo haría su adversaria interceptando a la misma por la abrumadora diferencia de velocidad que existía entre ambas ahora que la fatiga por usar un poder no destinado a los humanos estaba causando sobre el cuerpo de la mujer. Amaya buscaría alcanzar de una zancada el pecho de Bisha extendiendo su mano relampagueante hacia el frente la cual por unos momentos daría la sensación de que los rayos de la misma formaban una garra alrededor de su mano, como la de un ave rapaz que se cierne sobre su presa, buscando acabar con la vida de la shinobi de la misma forma que la de su compañero. Mientras el cuerpo de Amaya rotaba ligeramente para extender más su brazo siguiendo la rotación de su torso, dejando retraída hacia su espalda por la cintura su brazo contrario mostrando una elegante y mortal pose digna de una bestia cazadora que cernía su brillante y cegadora garra hacia su presa iluminada por un segundo halo de luz desde su espalda, que junto su demoniaca figura y mascara creaban al mismísimo mensajero de la muerte reclamando una nueva alma.
Para ese entonces Shitsuji habría comenzado a caminar con paso seguro hacia las dos shinobi cargando con el cuerpo de Shujin. El individuo estaba sopesando varias opciones, pero tras deshacerse la cueva vio que estaba en un lugar que no conocía para nada. Y por sus pasadas vivencias sabia que aquella mujer de cabellos rubios era demasiado peligrosa para dejarla seguir con vida - Esa mujer fue un gran obstáculo en la Sexta Guerra Ninja, aunque la caída del Imperio del Rayo era inevitable, los resultados deberían haber sido mucho más atroces según mis pronósticos, pero ella intervino... - Una de las heroínas de la gran guerra, cuyas manos salvaron incontables vidas, su leyenda no pasaría desapercibida ni para un recuerdo de hace tres lustros.
Ya todo parecía perdido para la ultima superviviente de Yugure, el final de esta historia estaba escrito. O acaso del cielo vendría un héroe para salvarlos...