[Avanzada] Emergencia en el Nivel 5
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Kaizen descendio por aquel pozo oscuro, notando gracias a su katon que era mas bien como otro tunel por el que podia deslizarse si quisiera, pero no lo hizo, simplemente concentro su chakra en sus pies y descendio caminando hasta llegar al final, notando como poco a poco el camino se iba enderezando hasta desembocar en una nueva zona. "Esto parece un puto laberinto" Penso al ver que lo que le esperaba era... más pasillo. El pelirrosa siguio avanzando pero esta vez moviendose mas deprisa, comenzaba a sentirse inquieto ante tanto silencio y sin rastros de vida, sobretodo sin rastro de su objetivo, de paso la peste a sangre no lo hacia mas ameno.

Otra zona iluminada, para ser un laboratorio tiene muchos caminos ocultos ¿Para que carajos construirian un sitio como este? — Se preguntaba mientras tomaba una de las antorchas y se introducia en el pasadizo serpenteado que tenia mas adelante. Alli camino por unos pocos minutos hasta llegar al final, encontrandose una puerta la cual pudo cruzar sin problemas, al abrirla se encontro nuevamente con otro tunel oscuro, parecia mas alcantarillado. El olor a sangre alli era mucho mas intenso aun, provocando involuntariamente que Kaizen arrugase la nariz. Como queria salir de alli lo antes posible avanzo con mayor velocidad acelerando el paso, girando a la derecha siguiendo el camino, y escuchando un ruido que hizo que Kaizen se voltease bruscamente. Frente a él yacia un sujeto extraño, el cual parecia inconsciente y con una herida en la cabeza, Kaizen se acerco con cuidado a él y noto que la pared junto al tipo estaba ensangrentada, coincidia con la herida en la cabeza por lo que dedujo que ese tipo se habia dado esos golpes él mismo hasta caer inconsciente. Debajo del sujeto habia un circulo de sangre dibujado, aunque el Amagiri no pudo verlo bien con el cuerpo encima, asique lo primero que hizo fue rematar al sujeto con un Kunai aprovechando su estado de inconsciencia, y luego lo moveria de su sitio para observar el simbolo. Parecia un simbolo de rito pagano, tal vez una ofrenda a un demonio, no estaba seguro pero no veia relacion entre esto y el laboratorio, mas bien parecia obra de un culto. ¿Acaso el laboratorio era en realidad manejado por cultistas? Si se trataba de eso no entendia que relacion tenia el imperio con esto, pero tal vez esto explicaria mejor el porque las cosas terminaron asi y el origen de las anomalias.

Ahora Kaizen continuaria su camino, encontrandose con un desvio a su derecha el cual tomo y al llegar al final observo a otro sujeto de pie sobre otro circulo identico al anterior que habia visto, las condiciones de ese tipo eran parecidas a las del primero, aunque por alguna razon este se estaba dando de latigazos en la espalda toda ensangrentada. En ese momento Kaizen probaria comunicarse con él, tal vez era consciente de lo que hacia, tal vez quedaba algo de humanidad en este. — ¿Oye, estas consciente? ¿Quien eres? ¿Que estas haciendo? ¿Porque estas haciendo eso? ¿Que paso aqui? — Lo invadiria a preguntas esperando a que pudiese responder alguna.

Chakra: 775/780
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La batalla había dejado sus huellas en el suelo resbaladizo y polvoriento de aquel extraño laboratorio de la Fundación Desconocida. Ren y Kin, agotados pero satisfechos por la victoria, se adentraron en la habitación donde el eco de las anomalías gritonas aún resonaba en sus mentes. Las luces parpadeaban débilmente, proyectando sombras distorsionadas en las paredes cubiertas de extraños diagramas y notas desordenadas. Ren, con su cabello desaliñado y su ropa ligeramente sucia de polvo y sangre, se detuvo un momento para recuperar el aliento.

Kin, su compañero, se dejó caer sobre una de las frías mesas de operaciones, la superficie metálica resonando con un sordo golpe. Su mirada, normalmente clara y decidida, ahora reflejaba una mezcla de alivio y agotamiento. Ren la observó, sintiendo una profunda conexión con ella en ese instante. Ambos habían luchado y caído en un vaivén de emociones y desafíos, pero habían emergido juntos, como dos guerreros resilientes que se negaban a ser derrotados por las fuerzas oscuras que se cernían a su alrededor.

El silencio en la habitación era abrumador. La sensación de un momento de paz luego de la tormenta era casi tangible, y Ren permitió que un suspiro saliera de sus labios, como si aquello también pudiera liberar el peso acumulado en su pecho. Se acercó a Kin, sentándose a su lado, dejando que su agitación se apaciguara en la calidez de su presencia. Juntos, compartieron el instante, se prohibieron pensar en lo que aún podía acechar allá afuera.

Sin embargo, el alivio pronto se tornó en incomodidad. Un ardor repentino azotó el brazo de Ren, como si una serpiente de fuego hubiera decidido instalarse en su piel y arrastrarla a una vorágine de dolor. Se quedó mirando su brazo, pero no había nada visible. - Es solo el cansancio- se dijo a sí misma, pero el ardor se intensificó, radiante y punzante en su espalda. El recuerdo del latigazo -la sensación del golpe- resurgió como un espectro en su mente.

Ren, ¿estás bien? —preguntó Kin, con una preocupación sincera en sus ojos, entrelazando sus dedos con los de él.

Él intentó sonreír, pero su rostro no pudo ocultar la mueca de incomodidad. —No es nada, solo un poco de... —sin poder terminar la frase, cerró los ojos, inhalando profundamente. Sabía que había una forma de mitigar el ardor; un poder que siempre había llevado en su interior, una habilidad que había desarrollado a lo largo de sus batallas. La invocación.

A través de la red de sus pensamientos, Ren canalizó su energía, evocando su pasiva de invocadora. Las llamas indomables de su esencia comenzaron a danzar a su alrededor, como un eco de lo que había sido su lucha, y un brillo suave se extendió por su cuerpo. Las corrientes de poder fluían hacia él, envolviéndolo con suavidad, desvaneciendo el ardor que le torturaba. La energía comenzaba a revitalizar sus músculos y serenaba su mente, como si una oleada de calma lo envolviera, llevándose consigo la presión de la batalla. Un circulo mágico se formo debajo de ambos, varias runas y Kanjis los rodearon para que la pasiva les ayudara a recuperarse, junto a eso se crearía un pequeño ambiente de descanso.

 A medida que su energía se restauraba, la conexión entre ellos se tornaba más profunda, cada destello de luz que emanaba de su ser resonaba en el corazón de Kin. Había algo bellamente vulnerable en esa forma de invocación, algo que desnudaba el alma de Ren ante ella, permitiendo que la luz y la oscuridad se entrelazaran y dieran forma a los instantes compartidos.

Con cada pulso de su magia, Ren sentía cómo el ardor se desvanecía, y una sensación de restauración lo envolvía. Cuando finalmente abrió los ojos, el brillo de su energía aún danzaba a su alrededor, pero el ardor se había desvanecido por completo, dejando lugar a una calma reconfortante. Se volvió hacia Kin, un destello de gratitud en su mirada, y la imagen de sus rostros iluminados por la tenue luz del laboratorio subrayaba lo que habían vivido juntos.

Gracias por estar aquí —susurró Ren. Ya solo les quedaba descansar el resto del rato.

Yobidashi


Vida: 289/420

79 + 210 (50% de vida máxima) pasiva Yobidashi
Chakra: 1040/1040

725 + 520 (50% de chakra máximo) pasiva Yobidashi
[Imagen: 8Dus9lA.png]
Pasivas

Hablar/Pensar/jutsus
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Última modificación: 28-07-2024, 10:37 PM por Kyoshiro.
Caos, polvo, muerte… el eco de una guerra no se apaga fácilmente, y aún resuenan las sombras de los que sucumbieron. En el teatro de la devastación, el desorden dejó su marca, y los vestigios de la batalla se confunden con la arena del tiempo. Pero al final, llegó el silencio, como un manto sereno que envuelve la sala donde la tragedia halló su culminación: una derrota estampada en el marcador, 4-1, en favor de los caminantes de la superficie. Este silencio, sin embargo, no es solo el fin de una contienda. Es también un silencio de liberación, un murmuro casi imperceptible para aquellos que lo han anhelado desde las sombras. Es el eco apagado de una victoria amarga para las cuatro mujeres que, al borde de la desolación, encontraron un resquicio de esperanza en medio del tormento. Su libertad, ese anhelo sublime, se materializa en una ironía cruel: para que puedan celebrar su emancipación, tuvieron que enfrentar la muerte, como una sombra inevitable que precede al amanecer de su nueva existencia.

Al recobrar la conciencia, Kin emergió de las tinieblas del tormento con una lentitud dolorosa, sus ropas destrozadas como el reflejo desgarrado de la furia que había enfrentado. La sala, un desolado campo de ruinas, estaba invadida por escombros y el silencio mortal de las mujeres caídas, sus enemigas vencidas en la danza macabra del destino. Un capricho de fortuna había jugado a su favor; la explosión, en su furia destructiva, había lanzado fragmentos de los muros que, al precipitarse, formaron una barrera fortuita. Este escudo accidental había protegido a Mei, cuya audición, aún ensordecida por el estruendo, había encontrado alivio en la improvisada defensa. Aunque su dolor se había mitigado, la inconsciencia y la proximidad de la muerte seguían amenazando su frágil existencia. Kin, con esfuerzo monumental, se levantó de entre los escombros, y se dirigió hacia Ren, su corazón palpitando con urgencia. Al hallar a Ren, su cuerpo extenuado se desplomó a su lado, absorbiendo el dolor de sus propias heridas para continuar con la misión de rescate. Ren, respirando entrecortadamente, estaba cubierta de polvo y sangre, una imagen viviente de la batalla que habían enfrentado. 

La habitación, ahora envuelta en un silencio sobrecogedor, ofrecía un raro y preciado respiro de paz. Sin embargo, en medio de esta serenidad, Ren sintió un ardor penetrante en su brazo, un dolor que se extendió como fuego hacia su espalda. Kin, con el ceño fruncido por la preocupación, le preguntó con voz temblorosa si estaba bien. Ren, a pesar del dolor que desfiguraba su rostro, intentó ofrecer una sonrisa, un gesto de fortaleza que apenas lograba ocultar el sufrimiento.

El aire en la habitación se volvió denso mientras los papeles empezaban a caer lentamente desde las estanterías destrozadas, cada uno flotando de manera caótica hacia el suelo, creando una lluvia de documentos que narraban historias perturbadoras. Uno de los papeles, desgastado por el caos de hace unos segundos, describía detalladamente la Anomalía 359, que ahora yacía tiesa en la mesa hexagonal o más bien, lo que quedaba de ella. Esta anomalía, conocida como la mayor de su tipo, formaba parte de una familia descubierta en una remota isla al norte, hace alrededor de 16 años, solo dos años antes de ser contenidas por la fundación. La isla, habitada únicamente por una tribu de mujeres, había sido un enigma para los investigadores. Estas mujeres, que parecían reproducirse sin la intervención de hombres, desafiaban las leyes biológicas conocidas. A medida que envejecían, perdían gradualmente el sentido de la vista y del tacto, pero en un extraño intercambio, sus otros sentidos se amplificaban notablemente, especialmente el oído. Sus cuerdas vocales también sufrían una transformación, tensándose de tal manera que les permitía emitir sonidos y frecuencias inaudibles para el oído humano normal, pero que tenían efectos desconocidos y potentes. La documentación revelaba que, en un esfuerzo por comprender esta anomalía, habían sido extraídas ocho mujeres de esta tribu para ser estudiadas en instalaciones secretas. Los estudios iniciales fueron intensos y polémicos, ya que se intentó entender la base de su reproducción asexual y las transformaciones sensoriales que sufrían con la edad.

Los investigadores se fascinaban y aterrorizaban a partes iguales con sus descubrimientos: las mujeres de la tribu desarrollaban capacidades auditivas extraordinarias, capaces de detectar incluso los más mínimos cambios en su entorno. Esta amplificación sensorial las hacía extremadamente sensibles a cualquier tipo de variación acústica, algo que los científicos apenas podían comprender. A través de pruebas y análisis extensivos, los estudios también descubrieron que estas mujeres utilizaban una forma de comunicación ultrasónica, lo que les permitía mantenerse en contacto a largas distancias. Sin embargo, el costo de estos estudios fue alto, tanto ética como emocionalmente, ya que las mujeres sufrían enormemente al ser separadas de su entorno natural. Los documentos, ahora dispersos por el suelo, eran testimonio de una ciencia que había traspasado los límites de la moral en busca de respuestas.

Mientras Kin y Ren se aseguraban de estar a salvo, otro papel aterrizó suavemente a su lado, destacando entre los escombros. Este documento hablaba de la Anomalía 93, una de la que solo habían visto sus manos. Era esta anomalía en conjunto, un grupo de adoradores de un culto jashinista que poseían la capacidad de extraer la sangre de otros y utilizarla para matarlos a distancia mediante un rito. Estos individuos habían sido retenidos por la Fundación Sin Nombre durante más de cincuenta años. Sin embargo, lo más sorprendente no era su devoción al culto, sino el hecho de que parecían tener más de doscientos años de edad, desafiando toda lógica y entendimiento humano. La documentación detallaba los experimentos que la fundación estaba llevando a cabo para descubrir cómo eliminar a estos adoradores, ya que parecía ser una tarea prácticamente imposible. Los métodos utilizados habían sido variados y extremos: desde ahogamiento y desmembramiento hasta incineración completa. No obstante, sus niveles de regeneración superaban cualquier expectativa, sugiriendo que la clave para su inmortalidad estaba fuera del alcance de la comprensión actual de la fundación. El documento ofrecía detalles impactantes sobre los intentos fallidos de destruir a estos seres, pero justo cuando la información prometía una revelación crucial, el papel estaba roto. El caos había cobrado de víctima la mitad de aquella importante hoja.

Lo que si podrían ver, en el reverso del documento, un anexo titulado "Víctimas", con fotografías espeluznantes de individuos que habían sufrido las heridas infligidas por los ritos jashinistas. Al examinar las imágenes, Ren se daría cuenta con horror de que las lesiones mostradas eran inquietantemente similares a las que ella misma había comenzado a sentir en su brazo y espalda. Las marcas y cortes eran idénticos, como si las fotos estuvieran prediciendo su destino. Aquella situación era aún más grave de lo que habían imaginado, y las heridas de Ren no eran coincidencia, sino una manifestación del oscuro poder que la Anomalía 93 ejercía sobre sus víctimas.

Y hablando de oscuro poder…

Kaizen descendió por el abismo de un pozo oscuro, su habilidad de katon proyectando una luz titilante que danzaba en las sombras del túnel. El agua, en su abrazo acolchado, suavizó la caída y le permitió alcanzar un pasillo sin más heridas que las del alma. A medida que avanzaba, el silencio opresivo y la desolación del lugar calaban en su ánimo, como un eco de soledad en un mundo olvidado. El pasillo, desprovisto de vida, lo condujo hacia una zona bañada por una tenue luz. Allí, tomó una antorcha, su llama parpadeante un faro en la penumbra mientras se adentraba en el serpenteante laberinto que se desplegaba ante él. El pasadizo, en sus curvas sinuosas, lo llevó a una puerta que se abrió a otro túnel, aún más oscuro y cargado de un penetrante olor a sangre.  Finalmente, descubrió a un hombre yacente en el suelo, inconsciente y con una herida sangrante en la cabeza. Kaizen comprendió que el hombre había caído víctima de su propia desesperación, golpeándose hasta perder el sentido. Cerca del sujeto, un círculo de sangre se extendía, y Kaizen, con una precisión fría, remató la escena con un kunai, no para hacer daño, sino para examinar el símbolo en la sangre.

Afortunadamente para Sazaki, el símbolo había caído fuera del círculo de sangre, desprovisto de su influencia maléfica. Kaizen siguió su senda, y pronto encontró a otro individuo, de pie sobre un círculo idéntico, atormentándose con golpes en la espalda. Sin perder tiempo, Kaizen intentó establecer contacto, formulando preguntas con la esperanza de desentrañar el misterio de la situación, su voz resonando en la oscuridad como un rayo de claridad en un tormentoso mar de incertidumbre.

El hombre de piel verde, imperturbable ante la presencia de Kaizen, percibió cada detalle con una calma casi sobrenatural. El eco de los pasos y el resplandor de la antorcha no eran sorpresas para él; el sutil aroma que delataba la llegada de compañía ya era conocido. Dándole sus espaldas a Kaizen, dejó caer la cadena que lo había auto-flagelado y murmuró con una voz enigmática: "Naze kore o hon'yaku shiyou to shite iru nodesu ka? Koko de jikan o mudanisuru no hayamete, yomi tsudzukerubekidesu." La risa, un sonido gutural y escalofriante, rompió el silencio, retumbando en las paredes del túnel y envolviendo el ambiente en una aura de inquietante amenaza.

Mientras tanto, en un rincón oscuro del laberinto de alcantarillas, una pareja de anomalías jashinistas intercambiaba sus roles en un ritual macabro. El azotado se transformaba en azotador, y el cultista "aliado" de Ren desató una lluvia de golpes con la cadena sobre la espalda de su compañero, quien había probado la sangre de Kaizen y ahora sufriría una tortura similar. Cada latigazo en el jashinista se convertía en un eco doloroso que se reflejaba a la distancia, abriendo heridas casi vivas en la piel de Kaizen, su espalda y pecho desgarrados por la cruel sincronía del sufrimiento compartido.

Jashin: gishiki


La bestia frente a él, un ser abominable vinculado a Mei, giró lentamente, sus ojos inyectados de sangre fijos en Kaizen, como si su furia se concentrara en él. Con un salto brutal, se apartó del círculo, pues quedarse en él para devorar otra vida ajena a la sangre consumida era un pecado imperdonable. Extendiéndose en un gesto feroz, la criatura lanzó un torrente de sangre desde sus palmas, un chorro poderoso que se desbordaba de su ser con una violencia primitiva, como si cada gota arrastrara consigo la esencia de la oscuridad misma.

Akajou


El líquido oscuro y viscoso se lanzó hacia Kaizen con una rapidez asombrosa, como si hubiera sido disparado desde una catapulta invisible. El fluido, que parecía una mezcla de sombras y veneno, lo envolvió casi por completo, cubriendo su cuerpo en una capa resbaladiza y maloliente. El impacto fue tan brutal que lo empujó hacia atrás, haciéndolo tambalearse mientras el dolor de sus heridas recientes se multiplicaba, intensificado por el ardor penetrante de la sangre corrosiva que se derramaba sobre su piel.

El laberinto en el que se encontraba había puesto a prueba cada uno de sus límites, obligándolo a enfrentar sus miedos más profundos. Sin embargo, el enigma que lo envolvía debía ser resuelto a toda costa. Frente a él, el ser que había desencadenado aquel rojo torrente de sangre comenzó a gritar con una voz que resonaba como una trompeta de advertencia. El estruendoso grito se propagó por los corredores oscuros del laberinto, alertando a todos los seres que se ocultaban en las sombras de que había un intruso en su territorio. Cuando el grito finalmente cesó, el eco de la risa macabra del ser se esparció por el túnel, llenando el aire con una sensación de maldad pura y cruel. La risa resonaba como un carruaje sin ruedas en un camino desolado, implacable y aterradora, mientras las paredes del túnel parecían vibrar con cada carcajada retumbante.


Stats enemigos #5 al #8
Resumen y Análisis
Posibles Daños
Edificio Desbloqueado hasta entonces

El tiempo para postear de 72 horas ya ha expirado.

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Una hora en el futuro, una científica de nombre Annie Wilkes explicaría lo siguiente a un grupo de personas que, para Kin, Ren, Kaizen y los demás, aún ni siquiera habían llegado a la fundación. En el futuro, en una hora, Annie habló: ."Miren... Hace años nos enteramos de... nuestra realidad. Los ancestros lo descubrieron y le llamaron una Fluctuación de Orígenes y Realidad Operativa," explicó, sus palabras casi perdidas en el caos que las envolvía. "Nosotros le dimos el acrónimo FORO. Son como rieles de tiempo divergentes, universos paralelos, matices de la existencia, líneas de tiempo, ramas de la realidad, multiverso. Y hay muchos FOROs, el nuestro es solo uno de ellos" Mientras hablaba, sus palabras parecían desmoronarse y mezclarse con el entorno, como si la realidad misma se estuviera escribiendo y reescribiendo en un libro de páginas invisibles.

El rostro de Annie se tornó aún más dolorido al hablar de los destinos de un FORO. "Toda Fluctuación de Orígenes y Realidad Operativa, es decir, FORO está condenada a uno de tres finales. El primero es la inevitable desaparición, cuando el FORO pierde su latido y se disuelve en la nada." Mientras describía esto, la desintegración se aceleraba, como si sus palabras fueran el eco de un destino inevitable.  
"El segundo destino es que el FORO se disuelve, pero las almas, o entidades, que habitan en él encuentran existencia en otros FOROs. Sus memorias se desvanecen, adquieren nuevas historias, nuevas vidas, pero su esencia sigue fluyendo en otras realidades." Mientras decía esto, las formas parecían perderse en un mar de luz difusa, como si fueran estrellas esparcidas en el crepúsculo.

"Y el tercero," continuó Annie, su voz cargada de tristeza, "es una Reconfiguración Estructural del Sistema Espacio-Temporal (R.E.S.E.T). El FORO, deseando renacer, se reinicia sobre sí mismo. Los seres que en él residen permanecen, pero con nuevas memorias, nuevas historias, una vida renovada." Mientras lo explicaba, todo se transformaba en una sinfonía de luz y sombra, un ciclo interminable de creación y disolución.

Mientras la explicación de Annie se desplegaba, el entorno se transformaba. Todo lo visible se desmoronaba en hilos de energía y luz, los objetos se evaporaban en destellos etéreos. Era un proceso de reconfiguración, un borrón de lo conocido, transformándose en un lienzo nuevo y vacío.

Annie, con lágrimas en los ojos, se volvió hacia los presentes y dijo: "Lo siento mucho. Las anomalías que hemos estado tratando son residuos de otros FOROs. La fundación intentaba erradicarlas porque representan un riesgo para la tela misma de la realidad. Pero ya es demasiado tarde para detener esto."
Mientras todo a su alrededor se desvanecía, Annie explicó cómo este evento había comenzado hace unos meses. "El R.E.SE.T comenzó hace unos meses. Quisimos detenerlo, pero no pudimos. Si las escrituras son ciertas, estos meses desde que inició el R.E.S.E.T serán borrados, y será como si nunca hubieran existido. Ustedes, nosotros, o mejor dicho, todo lo que pasó en estos últimos meses, será como si nunca hubieran existido. No recordaremos nada de esto. En cambio, nuestras versiones de hace unos meses vivirán la Reconfiguración Estructural del Sistema Espacio-Temporal."

Finalmente, mientras el caos alcanzaba su clímax, la realidad se desmoronaba en un lienzo en blanco, donde cada fragmento y sombra se disolvían en la penumbra de lo desconocido. Annie se quedó allí, con una última mirada llena de tristeza, mientras el mundo a su alrededor se convertía en un susurro de nada, desvaneciéndose en la vastedad de un nuevo comienzo.

Y así, se deshizo. Sin dolor, sin sangre, solo dejó de existir. Estos últimos meses dejarían la realidad y la Reconfiguración Estructural del Sistema Espacio-Temporal comenzaría.




A medida que la línea del tiempo empezaba a descoserse, los últimos meses se desvanecían como un sueño en la bruma de la mañana. Desde una hora en el futuro, una ola de distorsión se cernió sobre Kin, Ren y los demás, envolviéndolos en un manto de disolución. La realidad a su alrededor comenzó a desmoronarse en hilos de luz y sombra, como un tapiz que se desintegra en el viento. Cada objeto, cada forma, cada rincón del espacio se deshacía en partículas infinitas, mientras las figuras de los presentes se volvían vaporosas y etéreas, arrastradas por la corriente de un destino incierto.

Kin, Ren, Kaizen, Sazaki, Mei e Issei sentirían el peso de la distorsión en sus cuerpos, como si el tiempo mismo los estuviera desgarrando, pero sin dolor. Sus contornos se volvían borrosos, desvaneciéndose en una niebla de existencia deshecha. La ola de la Reconfiguración Estructural del Sistema Espacio-Temporal (R.E.S.E.T) los envolvía en un abrazo frío, llevándolos a una disolución gradual, como si la esencia de su ser se estuviera disolviendo en un mar de estrellas fugaces.

La realidad, en su último acto de transformación, se desmoronaba en fragmentos de luz y sombra. Los recuerdos y las experiencias de los últimos meses se deslizaban fuera de la existencia, como agua fluyendo por un desagüe invisible. Todo lo que había sido, todas las interacciones y emociones, se disolvían en un vacío silencioso. La línea del tiempo, en su giro final, se deshacía en una espiral de olvido, llevando consigo las memorias y la esencia de los presentes.

Las versiones de Kin, Ren, Kaizen, Sazaki, Mei e Issei que habían entrado en la fundación, ahora se desvanecían en el tejido del tiempo. Su existencia futura se convertía en una sombra de lo que había sido, borrada por la ola del R.E.S.E.T. Serían regresadas a varios meses atrás, sin el peso de los recuerdos de lo que había pasado. 

El futuro se desvaneció en la penumbra de un ciclo sin fin, dejando tras de sí una realidad que había dejado de existir. Los vestigios de lo que fueron se perdieron en la vastedad de la nueva configuración del tiempo, dejando solo el eco de un pasado que nunca volvería. La existencia de esos momentos y de sus vidas futuras se disolvió en la corriente interminable de la realidad reconfigurada, como un sueño que se desvanece en la bruma del alba.



Continúa en Evento Global: R.E.S.E.T
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