Última modificación: 08-09-2023, 07:46 PM por Skuld Samuru.
Horaime
Una vez obtenidos los alimentos, el resto de la "épica" travesía de Horaime parecía ir viento en popa. No pasaría demasiado tiempo antes de descubrir una tienda que vendía lo que parecían joyas de calidad y que, si bien no eran más que bisutería, cumplía con las condiciones que eran de esperarse para el dinero que le había sido entregado; a fin de cuentas, nadie está tan loco como para hacer descuento sobre el precio del oro y los diamantes.
El vendedor se quedó atónito al ver entrar a su último cliente; Llevaba a cuestas lo que parecían sacos de comida y a un pollo colgando de la parte frontal de su uniforme. Fué tal su desconcierto que, cuando el mismo seleccionó una serie de artículos ya marcados con un precio directamente de la estantería, no intentó subirlos o realizar ningún tipo de regateo... En su cabeza, si aquel sujeto era capaz de entrar en una tienda de joyas con una gallina cacareando como loca, no sería él el loco que intentaría presentarle problemas.
- T-tienes buen gusto muchacho... Por todo lo que te llevas, te los dejo con un descuento especial del diez porciento si te lo llevas ya mismo. oferta especial, lo tomas o lo dejas - Estaba asombrado, pero tampoco iba a "venderse" por poco dinero - Todas estas joyas que normalmente te valdrían 2.000 ryos, ahora te las puedes llevar solo por 1800 ryos.
El hombre no parecía preocupado de que algún otro cliente intentara pedirle un descuento similar tras aquellas palabras, después de todo no era el único alterado por la extraña escena que ocurría en su tienda.
Hao
Por su parte, Hao había decidido volver con las ancianas pese a no haber completado ni la mitad del encargo, quizás con la esperanza de que la mujer ya fuera lo suficientemente vieja como para que el Alzheimer la hubiera atacado sin piedad. No fue el caso.
- Estos perros... ¿A ti te parece que sean perros dignos de un valor total de 6.000 ryos? - El rostro de la mujer mostraba entre sus arrugas un claro atisbo de decepción. Los cachorros estaban empezando a perder el jovial chute de las drogas y su total falta de energía era más que evidente; además, tal y como decía la anciana, estaba claro que entre todos ni si quiera valían el precio que Hao había pagado por ellos, y ese precio era prácticamente el valor individual que la mujer buscaba en cada uno de estos, por separado - Además, ¿Dónde está mi papel?
La decepción de la mujer había escalado hasta alcanzar con celeridad la fina línea que la separaba de un ataque de ansiedad por estrés e ira; sin embargo se controlaría con rapidez, recordándose a si misma que el médico la había dicho que debía dejar de sulfurarse por todo o la acabaría dando otro infarto y que esta vez podría ser el último.
- ¡Bah! Los jóvenes de hoy en día solo se preocupan de acabar el trabajo rápido, aunque sea mal y a medias... ¡Ves a traerme algo de papel! Ya veré como me las apaño para recuperar algo de dinero con estos cachorros antes de que se mueran. ¡Y date prisa! Están a punto de cerrar.
La mujer indicó a Hao que se marchara con un además bastante poco respetuoso de su mano, mientras permanecía observando a los tres cachorros a sus pies, empezando a buscar con la mirada a algún pobre incauto al que venderle alguna de las crías.
Samuru
Mientras tanto, en la tienda de campaña de los animalistas por la paz, Samuru se encontraba en posición de meditación, realizando diversos ejercicios de respiración a la par que la pareja de hippies que llevaban; había comprendido que la única manera de salir de aquel lugar con un buen trato bajo el bolsillo (Y lo necesitaba urgentemente, ya que las tres cosas que le restaban por conseguir eran animales) era seguir el juego a los "mercaderes", y en aquel instante eso implicaba hacer como si le interesara su meditación, la cual para un ninja capaz de realizar una verdadera meditación por chakra era casi un insulto al método.
- Eso es, respiiiiira hondo. Tienes que sentir como tus chakras se libeeeeran por completo, como se fusionan y estaaaaallan a la altura de tus pulmones. Solo así sabrás que has alcanzado el nirvana.
Samuru evitó a duras penas que un tic empezara a tomar forma sobre su ojo derecho "Si algún día noto como el chakra me estalla en los pulmones estaré muerto, o más drogado que este palurdo ¡He visto ratones de laboratorio menos intoxicados que este...!" Controlando su respiración a la perfección, pues él si sabía meditar, Samuru reguló su flujo interno de chakra, pasando a ralentizarlo hasta niveles casi indetectables, en una meditación profunda y perfecta, tal y como había aprendido con Muki durante su estancia en el desierto.
- Bieeen, veo que lo vas pillando, si te sigues esforzando quizás estés en nuestro nivel de nirvana dentro de unos años.
Por suerte para el tendero, Samuru estaba verdaderamente relajado, o Karasu le habría arrancado la cabeza tirando directamente de su espina dorsal... O quizás sencillamente estaba dispuesto a hacerse con esas mascotas, por que el pensamiento de la sangre salpicando por todas partes le había dibujado una sonrisa de pura alegría en el rostro, lo que irónicamente hizo creer a su "mentor" que se estaba dejando llevar por sus enseñanzas.
Una vez obtenidos los alimentos, el resto de la "épica" travesía de Horaime parecía ir viento en popa. No pasaría demasiado tiempo antes de descubrir una tienda que vendía lo que parecían joyas de calidad y que, si bien no eran más que bisutería, cumplía con las condiciones que eran de esperarse para el dinero que le había sido entregado; a fin de cuentas, nadie está tan loco como para hacer descuento sobre el precio del oro y los diamantes.
El vendedor se quedó atónito al ver entrar a su último cliente; Llevaba a cuestas lo que parecían sacos de comida y a un pollo colgando de la parte frontal de su uniforme. Fué tal su desconcierto que, cuando el mismo seleccionó una serie de artículos ya marcados con un precio directamente de la estantería, no intentó subirlos o realizar ningún tipo de regateo... En su cabeza, si aquel sujeto era capaz de entrar en una tienda de joyas con una gallina cacareando como loca, no sería él el loco que intentaría presentarle problemas.
- T-tienes buen gusto muchacho... Por todo lo que te llevas, te los dejo con un descuento especial del diez porciento si te lo llevas ya mismo. oferta especial, lo tomas o lo dejas - Estaba asombrado, pero tampoco iba a "venderse" por poco dinero - Todas estas joyas que normalmente te valdrían 2.000 ryos, ahora te las puedes llevar solo por 1800 ryos.
El hombre no parecía preocupado de que algún otro cliente intentara pedirle un descuento similar tras aquellas palabras, después de todo no era el único alterado por la extraña escena que ocurría en su tienda.
Hao
Por su parte, Hao había decidido volver con las ancianas pese a no haber completado ni la mitad del encargo, quizás con la esperanza de que la mujer ya fuera lo suficientemente vieja como para que el Alzheimer la hubiera atacado sin piedad. No fue el caso.
- Estos perros... ¿A ti te parece que sean perros dignos de un valor total de 6.000 ryos? - El rostro de la mujer mostraba entre sus arrugas un claro atisbo de decepción. Los cachorros estaban empezando a perder el jovial chute de las drogas y su total falta de energía era más que evidente; además, tal y como decía la anciana, estaba claro que entre todos ni si quiera valían el precio que Hao había pagado por ellos, y ese precio era prácticamente el valor individual que la mujer buscaba en cada uno de estos, por separado - Además, ¿Dónde está mi papel?
La decepción de la mujer había escalado hasta alcanzar con celeridad la fina línea que la separaba de un ataque de ansiedad por estrés e ira; sin embargo se controlaría con rapidez, recordándose a si misma que el médico la había dicho que debía dejar de sulfurarse por todo o la acabaría dando otro infarto y que esta vez podría ser el último.
- ¡Bah! Los jóvenes de hoy en día solo se preocupan de acabar el trabajo rápido, aunque sea mal y a medias... ¡Ves a traerme algo de papel! Ya veré como me las apaño para recuperar algo de dinero con estos cachorros antes de que se mueran. ¡Y date prisa! Están a punto de cerrar.
La mujer indicó a Hao que se marchara con un además bastante poco respetuoso de su mano, mientras permanecía observando a los tres cachorros a sus pies, empezando a buscar con la mirada a algún pobre incauto al que venderle alguna de las crías.
Samuru
Mientras tanto, en la tienda de campaña de los animalistas por la paz, Samuru se encontraba en posición de meditación, realizando diversos ejercicios de respiración a la par que la pareja de hippies que llevaban; había comprendido que la única manera de salir de aquel lugar con un buen trato bajo el bolsillo (Y lo necesitaba urgentemente, ya que las tres cosas que le restaban por conseguir eran animales) era seguir el juego a los "mercaderes", y en aquel instante eso implicaba hacer como si le interesara su meditación, la cual para un ninja capaz de realizar una verdadera meditación por chakra era casi un insulto al método.
- Eso es, respiiiiira hondo. Tienes que sentir como tus chakras se libeeeeran por completo, como se fusionan y estaaaaallan a la altura de tus pulmones. Solo así sabrás que has alcanzado el nirvana.
Samuru evitó a duras penas que un tic empezara a tomar forma sobre su ojo derecho "Si algún día noto como el chakra me estalla en los pulmones estaré muerto, o más drogado que este palurdo ¡He visto ratones de laboratorio menos intoxicados que este...!" Controlando su respiración a la perfección, pues él si sabía meditar, Samuru reguló su flujo interno de chakra, pasando a ralentizarlo hasta niveles casi indetectables, en una meditación profunda y perfecta, tal y como había aprendido con Muki durante su estancia en el desierto.
- Bieeen, veo que lo vas pillando, si te sigues esforzando quizás estés en nuestro nivel de nirvana dentro de unos años.
Por suerte para el tendero, Samuru estaba verdaderamente relajado, o Karasu le habría arrancado la cabeza tirando directamente de su espina dorsal... O quizás sencillamente estaba dispuesto a hacerse con esas mascotas, por que el pensamiento de la sangre salpicando por todas partes le había dibujado una sonrisa de pura alegría en el rostro, lo que irónicamente hizo creer a su "mentor" que se estaba dejando llevar por sus enseñanzas.
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