El hombre avanzaría unos pasos por delante de Mercer, guiándole al principio por el camino principal donde podría ver un sin fin de tienditas, aunque la mayoría estaban desiertas y incluso en una el dependiente estaba dormido sentado en una silla─. Vivo aquí desde que nací, y tengo 25 años, así que imagínate ─le contestó sin frenar en ningún momento─. Me llamo Allen, ¿y tú?
Allen se mostraba como una persona bastante simpática, algo que distaba bastante de la descripción que había dado Asa sobre los habitantes de aquella isla, aunque quizá aquello simplemente tan solo se resumía en que tenía don de gentes y quería ayudar a su padre con el negocio─. ¿Qué te trae por aquí? No tienes el acento de aquí, y la verdad es que este pueblo no es muy atrayente para turistas ─preguntó con aparente curiosidad mientras señalaba con su barbilla los alrededores. En general Kamome estaba hecho un asco, probablemente no tenían ningún servicio de limpieza, y el aspecto de la mayoría de pueblerinos que se veían por ahí no parecía ser muy amigable.
Mientras charlaban, el hijo del posadero giró repentinamente para meterse por una pequeña calle y le hizo un breve gesto con la mano a Mercer para que le siguiera. Avanzaron por una calle secundaria, más pequeña y un poco más oscura, y después volvió a girar hacia la derecha para 400m después girar a la izquierda. Poco después de cruzar la última esquina, el ninja sería capaz de ver un edificio un par de pisos más alto que los demás, con un enorme cartel que tenía escrito los kanjis de "Hotel". Allen sonrió y se acercó a la puerta del establecimiento, aunque visto de más cerca por lo menos desde fuera tenía un aspecto muy destartalado, como si estuviera abandonado. El de ojos morados pegó un buen tirón, abriendo la puerta para después señalar el interior con su índice─. Ya hemos llegado. Vamos entra, que seguro que mi padre se alegrará un monton cuando te vea.
Si se asomaba antes de entrar, lo único que podría ver sería un largo pasillo que al final giraba a la izquierda. En el fondo, aparentemente había una maceta aunque las flores que deberían haber dentro estaban prácticamente momificadas. Por lo menos había luz, algo que indicaba que quizá el hotel no estaba abandonado.
Mientras se alejaban de la zona del río, el shinobi de Konoha podría ver cómo era aquel pueblo por dentro. Aparentemente era bastante humilde, con edificios algo antiguos y deteriorados por el tiempo. Al principio lo único que se veían eran pescaderías, pero después de avanzar unos 300 metros la calle se bifurcaba y si continuaban por la derecha, podrían empezar a verse algunos pequeños restaurantes e incluso una cafetería, aunque tenía colgado un cartel de "Cerrado". En general por aquella zona no parecía haber mucha gente, apenas algún borracho que balbuceaba cosas al aire.
Justo cuando Muken acabara de leer el cartel, tendría la sensación de que alguien estaba trasteando con la mano en su bolsillo─. ¡Mira, es ese de ahí! ─gritaría la más alta mientras señalaba un bar bastante feo que estaba a unos 50 metros de ahí.
Asa asintió firme con la cabeza cuando Killua le propuso entretener a los cocheros mientras él se metía en el carro y rebuscaba dentro, haciendo también el símbolo de "ok" con sus dedos para dejarle su respuesta clara. El Yotsuki dio media vuelta para rodear el carro y ponerse frente a él─. ¡Eh, cuidado! ─gritaría el hombre que llevaba las riendas mientras tiraba de ellas, obligando a los caballos a frenar, aunque a nada estuvieron de atropellarle. Acto seguido se levantó de su asiento, con un rostro bastante taciturno─. Me importa una mierda donde tengas que ir, hay un cartel cerca de aquí así que guíate por eso ─contestó bastante molesto, mientras miraba a cada lado un poco paranoico─. Quita de en medio, tenemos prisa.
Mientras ocurría aquella escena, el Kenju habría aprovechado para subir con cuidado a la parte trasera del carro, sin hacer ruido. Desde ahí el ninja de Kumo no podía ver nada de lo que estaba pasando, pero por el momento no tenía pinta de que fuera a salir, así que tendría que ingeniárselas para ganar un poco más de tiempo.