Isla del Oeste, País del Agua - 01:28 p.m
El Imperio del Agua había hecho un buen trabajo formando el escuadrón que se aventuraría en el rescate de dos miembros de Kirigakure y la detención del grupo criminal que los había secuestrado. En total eran tres miembros, todos contratados de distintas partes del continente. Confiaban en que cumplirían su tarea sin demasiados problemas, ya que se habían asegurado de juntar a personas habilidosas; aunque al final, todo dependería de sus decisiones.
A lo lejos, mientras el barco avanzaba contra la fuerza del océano, comenzaría a vislumbrarse la silueta de la Isla del Oeste. Aunque esta no se veía con demasiada nitidez por culpa de la niebla, tampoco era lo suficientemente densa para opacar todo—. Os acercaré un poco más, pero el resto del camino tendréis que hacerlo en barca —alzó la voz el capitán, un cuarentón bastante fortachón con el carácter digno de un hombre que su día a día se basaba en enfrentar los desafíos del mar. Soltó algunas órdenes a gritos, y sus marineros sin pensárselo dos veces comenzaron a preparar la barca de madera; se pasaron un minuto discutiendo porque no encontraban los remos, pero al final casualmente tropezaron con ellos ya que estaban perdidos debajo de una tela—. Mira que sois imbéciles, os he repetido mil veces que tengáis cuidado con donde guardáis los remos —les replicó el hombre, para después volver a prestar atención al grupo de ninjas—. Os están esperando en una cueva que hay en la costa, creo que antes la usaban los piratas. No tiene mucha complicación llegar, solo tendréis que seguir recto hasta llegar a la isla; la entrada es bastante grande, no os costará verla, aunque tened cuidado con las rocas si no queréis mojaros y pillar un catarro.
Después de unos 10 minutos todos los preparativos estarían listos, así que los tres podrían montarse en la barca y dar comienzo a su misión. El capitán ni siquiera se preocupó en si sabrían manejarla o no, él ya había hecho su trabajo así que deberían de arreglárselas. Ya cuando estuvieran todos sentados, los marineros aflojarían lentamente las cuerdas que la mantenían en alto para bajarla hasta el agua. Para entonces ya podrían comenzar a remar, y cuando se alejaran lo suficiente el barco viraría para dirigirse a su destino original.
Siguiendo las indicaciones, el trío avanzaría hasta que después de un rato, finalmente la costa estaría a unos pocos metros de ellos. Todos habrían podido ver la gran entrada de la cueva, la cual estaba conectada directamente con el mar; por suerte no habían casi olas, así que podrían entrar directamente con la barca. A su alrededor, verían grandes estalagmitas que surgían de las profundidades, las cuales debían esquivar para seguir introduciéndose en la caverna. Al final, verían como el tramo de agua llegaría a su fin y de pie, les esperaba un hombre pelirrojo con la indumentaria de un Jounin de la Niebla—. ¡Dios mío, por fin habéis llegado! Pensaba que me iba a volver loco aquí solo —intentó sonreírles, aunque no fue capaz debido a todo el estrés que llevaba encima—. Podéis bajaros aquí. Ataremos la barca a una roca para no perderla y ya está —se acercó para ofrecerles ayuda para salir de la barca, extendiendo su brazo—. Soy Asa Kenju, Jounin de Kirigakure. Como os podréis imaginar, soy el tutor de los dos muchachos que fueron secuestrados.