¿enserio te vas a ir? – entiéndelo… no puedo vivir encerrado toda una vida… debo extender mis alas, hay un mundo por recorrer - ¿y que será de mí? – nena… yo te amo, pero no puedo ser egoísta con todas esas nenas que me ven parado en una esquina, debo ser libre como el viento – me juraste tu amor eterno – calla mujer, fuiste una buena compañera, pero ya no más, mi destino esta fuera de estas rejas… entiéndelo, debo seguir mis instintos animales – ¡¡¡noooooo Tatsuoooo yo te amoooo!!!
Tras una noche de pasión entre un gallo y una gallina, nuestro protagonista Tatsuo no pudo conciliar el sueño... se mantuvo pensativo, expectante y analítico, el era un gallo blanco de las montañas, y así sin más, emprendió su viaje, rompiendo las rejas de aquel gallinero, liberándose de las ataduras de la vida mundana en las granjas de las afueras y atravesó la valla, antes de marchar, hizo un llamado a toda gallina que buscaba un mundo libre, algo más que solo comer y ser comidos, un mundo donde a sus hembras no las encerraran a empollar huevos y que la carnalidad de sentir las plumas rosar con otras plumas no sea monógama, quería el sueño de todo gallo de batalla, pelear con otros gallos, luchar por sus alimentos y ligar con tanta pollita como sea posible. Tatsuo quería vivir el sueño del Chiken.
… ese día… ese fatídico día, fue conocido como el día en que las gallinas se fugaron en busca de un mundo mejor, desde ese entonces y por generaciones, los gallos y gallinas relataran historias sobre este preciso momento, al que nombraran “Chicken RUN” en honor a los sucesos ocurridos este mismo y preciso día… pero… ¿Qué es lo que vieron los humanos cuando ocurrió esto?
Un joven granjero llamado Juan había olvidado cerrar el corral ese día, un error de novatos podrán creer, pero simplemente fue un despiste. Al amanecer al día siguiente pudo ver como la gran mayoría de sus gallinas habían escapado, una dentro de un gallinero cacareaba de una manera extraña, hasta parecía estar llorando, un gallo oscuro en cambio era el único macho que se había quedado de la parvada, otras gallinas revoloteaban por el granero y comían las semillas a montón… este joven granjero diría – oh… deberé llamar a los Shinobis… si, que ellos se encarguen, PEDRO! – gritaría, para irse a cambiar un sombrero y partir hacia la ciudad.
Un encomendado llegaría entonces a diversos ninjas que en viajes y misiones terminarían llegando al apuro, entre ellos, Yuna, la joven Kunoichi de Kumogakure, quien portaba su kimono negro tradicional florado y sandalias de madera estaba emocionada, era la primera misión que les encomendaba su nueva nación. Con emoción, la joven kunoichi llegaría de día a esta ciudad, en busca de lo que parecía ser el encargado de entregar la información. Un tal Pedro… pero bueno… simplemente llego a la granja y empezó a buscar a alguna persona… ya iba a ser el medio día cuando la jovencita pudo llegar al auxilio... sabia que habían muchos ninjas que viajaban por los alrededores, a lo mejor alguno pudo dar con el comunicado de auxilio...