Última modificación: 15-01-2024, 02:06 AM por Musacus.
Otra tarde en aquel paraíso, al borde de la costa viendo como aquella isla deja un surco marítimo a medida que traza los mares, recientemente había descubierto el misterio de aquella Isla andante, resulto ser una Tortuga Gigante con cientos de años de antigüedad. El mundo no paraba de sorprenderlo con su belleza y majestuosidad, en los pensamientos de Satoru: la idea de cuanto tiempo llevaba con vida esa tortuga y cuantas cosas habrá visto.
Era cuestión de juntar coraje y hacer las preguntas adecuadas para conseguir un poco de información que le proveería aquel semejante Ser, siempre con el mismo anhelo por el conocimiento, la curiosidad era por mucho su patrón de vida, allí donde haya un misterio y buenas historias El estaría o por lo menos lo intentaría.
Unas horas cruzando el Bosque hasta alcanzar la Casa de los Monarcas o simios ancianos. La oscuridad era acompañaba del despliegue de campamentos preparándose para la hora del descanso, mientras algunos simios hacían unos últimos encuentros en Familia otros se retiraban a sus hogares en lo alto. Satoru sabía que por aquellas horas los Jefes se juntaban a idear y conversar en el Gran Salón.
La Casa de los Monarcas
El Gran Salón de la Casa de los Monarcas se alzaba majestuoso ante Satoru. Las columnas de madera tallada sostenían un techo de hojas entrelazadas, y el aire estaba impregnado de la historia de generaciones. Los ancianos simios, los guardianes de la isla, se reunían allí para idear estrategias y conversar sobre los asuntos de la comunidad.
Satoru se inclinó ante la entrada, sintiendo la energía sagrada del lugar. Los monos se movían con gracia y solemnidad, sus ojos penetrantes observando cada movimiento. El joven shinobi sabía que debía mostrar respeto y humildad ante aquellos que habían vivido tantos años y acumulado tanta sabiduría.
El anciano Gorila A, el líder de los Monarcas, lo recibió con una mirada profunda:
-Satoru, hijo de Shinobis, sigue los vientos vientos y permanece con el Rayo Rayo... ¿Qué te trae a nuestra morada?
Satoru tragó saliva, consciente de la importancia de sus palabras
Noble Maestro, he venido en busca de conocimiento. La tortuga andante me ha revelado secretos que mi corazón no puede ignorar. ¿Qué historias alberga esta isla? ¿Qué verdades se esconden en sus raíces y sus mareas?
El anciano Gorila B, con una sonrisa enigmática, extendió una uva hacia Satoru:
-“Las historias son como las uvas, pequeño Maestro. Dulces y jugosas, pero también con espinas. ¿Estás dispuesto a saborearlas todas?
Satoru asintió, sintiendo la piel rugosa de la uva entre sus dedos:
Lo estoy. Mi sed de conocimiento es insaciable y mi corazón late al ritmo de ello...
El Gran Salón se llenó de murmullos, Satoru sabía que su viaje estaba lejos de haber terminado. Aquí, entre los ancianos simios, encontraría respuestas que cambiarían su destino para siempre.
Era cuestión de juntar coraje y hacer las preguntas adecuadas para conseguir un poco de información que le proveería aquel semejante Ser, siempre con el mismo anhelo por el conocimiento, la curiosidad era por mucho su patrón de vida, allí donde haya un misterio y buenas historias El estaría o por lo menos lo intentaría.
Unas horas cruzando el Bosque hasta alcanzar la Casa de los Monarcas o simios ancianos. La oscuridad era acompañaba del despliegue de campamentos preparándose para la hora del descanso, mientras algunos simios hacían unos últimos encuentros en Familia otros se retiraban a sus hogares en lo alto. Satoru sabía que por aquellas horas los Jefes se juntaban a idear y conversar en el Gran Salón.
La Casa de los Monarcas
El Gran Salón de la Casa de los Monarcas se alzaba majestuoso ante Satoru. Las columnas de madera tallada sostenían un techo de hojas entrelazadas, y el aire estaba impregnado de la historia de generaciones. Los ancianos simios, los guardianes de la isla, se reunían allí para idear estrategias y conversar sobre los asuntos de la comunidad.
Satoru se inclinó ante la entrada, sintiendo la energía sagrada del lugar. Los monos se movían con gracia y solemnidad, sus ojos penetrantes observando cada movimiento. El joven shinobi sabía que debía mostrar respeto y humildad ante aquellos que habían vivido tantos años y acumulado tanta sabiduría.
El anciano Gorila A, el líder de los Monarcas, lo recibió con una mirada profunda:
-Satoru, hijo de Shinobis, sigue los vientos vientos y permanece con el Rayo Rayo... ¿Qué te trae a nuestra morada?
Satoru tragó saliva, consciente de la importancia de sus palabras
Noble Maestro, he venido en busca de conocimiento. La tortuga andante me ha revelado secretos que mi corazón no puede ignorar. ¿Qué historias alberga esta isla? ¿Qué verdades se esconden en sus raíces y sus mareas?
El anciano Gorila B, con una sonrisa enigmática, extendió una uva hacia Satoru:
-“Las historias son como las uvas, pequeño Maestro. Dulces y jugosas, pero también con espinas. ¿Estás dispuesto a saborearlas todas?
Satoru asintió, sintiendo la piel rugosa de la uva entre sus dedos:
Lo estoy. Mi sed de conocimiento es insaciable y mi corazón late al ritmo de ello...
El Gran Salón se llenó de murmullos, Satoru sabía que su viaje estaba lejos de haber terminado. Aquí, entre los ancianos simios, encontraría respuestas que cambiarían su destino para siempre.