[Evento Navidad] Cambio de Paradigma (Privado Kin)
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Eran fechas ya muy cercanas a la Navidad, el ambiente festivo se extendía por la ciudad con las luces y las decoraciones variadas. Toda la aldea mostraba perfectamente el reflejo del júbilo y alegría que se esperaba en aquellas fechas y el mismo se transmitía a la gente. Todas las personas lucían más animadas que de costumbre y con cierta alegría e ilusión; sobre todo en los niños, pero también ocurría en múltiples adultos que aguardaban con ilusión aquellas fechas o que tenían unos hijos con los que querían celebrar la festividad.

Pero no todos estaban igual de contentos y felices, había dos sujetos caminando por las calles que se mostraban claramente fastidiados por algo. Uno de ellos era la pequeña Yuta, que portaba una extensa lista con múltiples cosas que comprar apuntadas. Y por otro lado estaría Kin, a quien se le dejó al mando de las compras de última hora y de paso debía servir como tesorero en la operación gastando su dinero en las compras para que Akami le acabara de perdonar por el susto de muerte que le dio el otro día.

Akami, quien era la maestra tanto de Kin como de Yuta, estaba muy ocupada en casa cuidando a los gemelos y acabando de montar los preparativos para las fiestas. Así que optó por delegar algunas tareas en los demás medianamente capaces y responsables de la casa; concretamente en sus aprendices. A quienes dejó la larga lista de juguetes que quería que buscaran para los gemelos y algunos ingredientes que necesitaba para cocinar el pavo y se le habían acabado.

— Ay Kin, debemos darnos prisa para que no se termine algo — Le diría con algo de desgana.

Yuta normalmente no tendría problemas en acompañar a Kin o Akami de compras. Pero justo hoy no andaba igual muy por la labor. Estaba algo más mustia y decaída de lo habitual. Cualquiera podría pensar que se trataba de haber tenido que realizar ese encargo de una forma tan abrupta y repentina. Pero nada más lejos de la realidad, puesto que ella en verdad tenía ilusión de ser parte de los responsables de que los niños de la casa fueran felices aquella noche. Era así como ser una de las ayudantes de Santa para los niños, hasta se preguntó si conseguiría algún disfraz de elfo de la Navidad.

Pero aun con todo, algo parecía carcomer en estas fechas a Yuta. ¿Qué sería?
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Navidad, una bonita época del año en donde todas las familias se reúnen y comparten momentos, comida y regalos, una época llena de un ambiente festivo con muchas luces de colores y bastantes adornos navideños “adorando” a los principales personajes de la festividad. Pues justo esa época llenaba completamente al mundo Shinobi y a Iwagakure No Sato, la Aldea Oculta del País de la Tierra y lugar en donde se encontraba el recién ascendido a Chunin y ahora maestro de la espada, Kin, el cual había ido de visita a la Aldea de la Roca para ver cómo se encontraban Yuta, Akami y sus sobrinos ya que la Navidad estaba cerca y si no podía pasarla junto a ellos (Eso pensaba él) al menos quería darles una visita rápida y comprarles algo talvez.

El Uchiha se encontraba caminando por las calles del Nivel Superior de Iwagakure junto a la pequeña Onikuma, ambos ya bastante desesperados y aburridos luego de una larga sesión de compras, de lugar en lugar, buscando cada juguete que Akami pidió para los gemelos y claro, la pelirroja aún no terminaba de perdonar al espadachín y eso hizo que, para ser perdonado, el Uchiha tuviera que desembolsar el dinero para pagar cada regalo y cada ingrediente de las compras navideñas

(Que lío, las misiones de Chunin son aún más complicadas que las de Genin y si bien pagan más, de que sirve si Akami se gasta todo mi dinero… en fin… cosas…)

Kin caminaba con su cara de desesperación y aburrimiento, cargando con él una que otra bolsa de las compras, sumergido en sus pensamientos hasta que fue sacado de ahí por la chica Onikuma con sus palabras. Kin bajaría su mirada hacia ella para escucharla y poder responderle tratando de sonar lo más “emocionado” posible

- Lo sé, Lo sé, debes estar tranquila Yuta, ¡Nada arruinará nuestra Navidad! -

El Uchiha trataba de sonar contento y con ganas de seguir haciendo las tediosas compras pero a diferencia de él, Yuta parecía más desganada y hasta triste en cierto punto, Kin pudo notarlo y luego de pensar por algunos segundos volvería a mirar a Yuta

- ¿Estás bien?, Yuta… te ves decaída, si te pasa algo puedes decírmelo, estamos en confianza -

¿Qué sería aquello que tenía así a Yuta?, talvez también quería un regalo de navidad, extrañaba a sus padres, o podría ser otra cosa, fuera lo que fuera, Kin estaba decidido a descubrirlo pies no le gustaba ver a alguien tan tierna como Yuta triste y decaída, y el en lo personal, prefería a la Onikuma alegre que estaba acostumbrado a ver
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Yuta no pensaba en absoluto que esto fuera a arruinar la Navidad por falta de algo, los gemelos aún eran demasiado pequeños como para haber pedido algo o tener algún sentimiento de pérdida o ausencia. Así que no había nada de qué preocuparse en ese aspecto, el resto de los participantes en la fiesta ya tenían cierta edad como para saber comportarse si algo se había agotado. Aunque igual Haru era la única que podía resultar algo problemática al estar en una edad algo menor que la de Yuta y por lo tanto contar con una mayor inocencia.

Su preocupación y angustia iban más bien por otro lado. Eso era debido a una situación que se estaba planteando recientemente en casa. Lo cual no era culpa de nadie como tal, pero dejaba con ganas de más a Yuta hasta el punto de frustrarla un poco. Por lo tanto, estaba algo quemada cuanto más tiempo pasaba y alcanzaba ya tal punto que se moría por contarlo con alguien, y cuando Kin le dio pie para hablar, no se frenó.

— Pues... Es que Akami no tiene apenas tiempo... — Comentaría Yuta — Cuando me invitó a su casa, dijo que me entrenaría y me hacía mucha ilusión pasar tiempo con ella y aprender, quería que se sintiera orgullosa. Pero los gemelos ocupan casi todo su tiempo, muchas veces que hemos entrenado apenas me enseñaba las cosas una vez y luego me dejaba para que lo aprendiera por mi cuenta... Sé que es egoísta pedirle más tiempo en su situación, pero quiero que se sienta orgullosa de mí y poder mostrarle mis progresos para que vea que acogerme valió la pena... Pero yo sola por mi cuenta estoy muy estancada como para poder progresar por mi cuenta y tener algo que enseñarle, desde que aprendí el Kuchiyose no jutsu no he tenido progresos — Le acabaría diciendo.

Habría soltado toda su verborrea de palabras buscando desahogarse un poco, aunque no alzó la voz porque no estaba enfadada como tal, sino frustrada. Frustrada consigo misma por no poder mejorar más sin la ayuda de Akami y algo culpable de exigirle tiempo a su maestra cuando claramente con los gemelos no tenía tiempo para todo en esos momentos.

— Pero bueno, soy una tonta por querer esas cosas y preocuparme por aquello, siento estar poniendo mala cara, ahora me animo — Yuta diría, animándose.

La pequeña incluso forzaría una sonrisa para enseñar a Kin que todo estaba bien y que podían retomar las compras. Ya se había desahogado un poco al contarlo y se sentía mejor, en verdad su preocupación no estaba resuelta pero sabía que no podía ponerle solución ahora más que esforzarse para estar animada.
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El espadachín escucharía atentamente a la Onikuma, sin apartar la mirada de enfrente, caminando de forma lenta para seguirle el paso a Yuta quien se encontraba hablando y expresado su frustración por no poder hacer que la pelirroja se sintiera orgullosa de ella y el no poder hacerse más fuerte como seguramente tenía planeado. Un flashback pasó por la mente del Uchiha, un recuerdo en donde se encontraban él y la mencionada pelirroja, entrenando aquel Jutsu del Lobezno de Fuego, seguidamente otro recuerdo inundó su cabeza, el recuerdo de cuando la frustración se apoderó de él al no poder seguir los movimientos de espada tan hábiles de Akami, un sentimiento que hizo aparecer la tercera y última aspa de su Sharingan y por último, aquella ocasión en la que el Uchiha logró dominar su segundo elemento, el Rayo, claro, todo con ayuda de la pelirroja. Pero algo era obvio, la situación de Kin era distinta, Akami no tenía aún a los gemelos con ella y podía estar el máximo tiempo posible entrenándolo a diferencia de con Yuta, ahora tiene muchísimo menos tiempo pues como buena madre, tiene que cuidar a sus pequeños.

Cuando Yuta terminó de hablar forzó una sonrisa intentando parecer animada, aunque el espadachín sabía muy bien que la frustración seguía ahí, muy presente en Yuta, Kin no dijo palabra alguna mientras seguían caminando, aunque no tardó mucho en pronunciar algo, una idea que se le había ocurrido justo en ese momento

- Te entiendo Yuta… entiendo la frustración que has de sentir al pensar que no puedes poner a Akami orgullosa, en algún momento yo me sentí así, como bien sabes, soy parte del Clan Uchiha de Konohagakure, un clan que en la mayoría de las veces, siempre da Ninjas muy fuertes y talentosos, y sin embargo… yo nunca fui de esos, no fui un alumno ejemplar y el Ninjutsu era mi talón de Aquiles, me sentí frustrado al no poder enorgullecer a mi madre, hasta que llegó Akami… con ella aprendí mucho y logré volverme mucho más fuerte, si hiciera una comparación entre mi yo de ahora y el yo de antes, el de antes es un total inútil en las Artes Ninja -

Las palabras de Kin sonaban algo nostálgicas y a su vez un poco tristes, entendía como Yuta se sentía y quería hacer algo para remediarlo, pero primer tenía que hacer entender a la Onikuma que la comprendía totalmente antes de soltar su gran idea

- Es por eso que… si Akami no tiene el suficiente tiempo como para enseñarte… yo me ofrezco para entrenarte, no entrenarte como en otras ocasiones en las que solo te “entreno” en cosas muy básicas, hablo de tomarte como aprendiz oficialmente y enseñarte todo lo que sé. Además, tenemos una ventaja, Akami me entrenó y sería como si ella te entrenara, que dices Yuta, ¿Me aceptas como tu mentor? -

Nunca antes había entrenado a alguien de esa forma pues no se había atrevido aún a hacerlo, ciertamente, tenía algo de miedo de no cumplir las expectativas que sus posibles discípulos pudieran tener sobre él, pero al ver a Yuta así hizo que se armará de valor y se atreviera a instruir a alguien, ahora solo esperaba ver si Yuta lo aceptaba como mentor…
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Las palabras de Kin ayudaban a la pequeña Yuta. Al fin y al cabo, él también era un alumno de Akami y sabía bien lo que ella podía sentir en esos momentos. Aunque la pequeña oni tenía el factor extra de ser la hija adoptiva de la pelirroja, lo cual significaba que sentía una mayor preocupación por hacerla sentir orgullosa. Aunque él tiene una cierta relación como de hermandad con Akami, con la que sí debía tener cierta relación familiar aunque no fuera de sangre. No era la misma relación que ella, porque eran casos distintos, pero hacía que pudieran entablar lazos.

— Gracias, poder hablar de ello me va bien — Le respondería.

Él le contestó casi de inmediato, sin dejarle mucho margen de continuar. Pero luego seguiría escuchando la oferta que el Uchiha le haría. Consistía en hacerle él de mentor también, como tal era cierto que el Uchiha tenía mucho tiempo libre, en general cuando lo veía por casa no hacía nada. Y él no solo era un discípulo de Akami, sino que ya se había vuelto alguien de la confianza plena de la maestra, algo así como el alumno graduado. Con lo cual estaba despertando profundamente el interés de la pequeña oni.

— ¡En serio! ¿¡Lo harías!? — Exclamaría la pequeña.

Lo cierto es que le sorprendía la oferta. Estaba siendo un poco consentida en estos momentos, hasta tal punto que no se lo podía creer. Por un lado acababan de ofrecer adoptarla, darle un hogar y encima entrenarla, luego aparecía un segundo mentor del quien poder aprender. Tenía comida caliente como no había tenido en su vida, un techo construido no de roca. Y en estos momentos estaba haciendo algo tan inusual como ir de compras. Estaba en frenesí.

— ¡Sí, por favor, o sea, quiero poder entrenar y enseñarle a Akami que soy buena y que esté orgullosa de mí! — Estaba muy alarmada.

Lo cierto es que ha tenido muchas pérdidas en su vida la pequeña Yuta. Siempre tenía la vaga idea de que no era lo bastante buena y que en cualquier momento podrían dejarla de lado. Era una inquietud inconsciente, dado que el concepto de adoptar se le hacía similar a cuando con su padre los acogían durante unos días en alguna posada o templo pero acababan teniendo que marcharse.

— ¡Quiero empezar cuanto antes, vamos a terminar las compras! — Le respondería.

Yuta comenzaría a empujar a Kin para que llegaran rápido a la juguetería de la aldea para buscar las cosas que les listó Akami para los gemelos y algún detalle para Haru. Ella no era consciente si había algún regalo que fuera para ella, porque evidentemente no se lo dirían al ser una sorpresa. Pero como ese concepto de tener regalos también era misterioso para ella, no esperaba nada.
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El Uchiha había compartido una de sus experiencias y sentimientos personales en señal de confianza hacia la Onikuma pues él creía que ella también confiaba en él al contarle como se sentía con su situación actual. El Uchiha le ofreció ser su mentor para entrenarla y guiarla y ella de manera emocionada preguntaría si de verdad, Kin se atrevería a instruirla

- ¡Por supuesto que lo haría! -

Respondería el espadachín con el mismo sentimiento a la Onikuma mientras acercaba su mano libre para acariciar un poco su cabello sintiendo lo suave que era, ni en sueños Kin podría llegar a tener el cabello tan suave y bello como la Onikuma, a veces se arrepentía de no hacerle caso a su madre de cuidarse su propio cabello

- Akami estará muy orgullosa de ti independientemente de tus logros y yo también, ¡Ya lo verás Yuta! -

Kin estaba decidido a enseñar todo lo que sabía a la pequeña Yuta, confiarle las técnicas más secretas y poderosas de su aldea y creer que ella sabría darles un buen uso. Costara lo que costara, Kin haría que Yuta se sintiera fuerte y orgullosa de sí misma, ya que en el tiempo que habían compartido, en ocasiones la Onikuma daba señales de timidez y desaprobación para ella misma, y el Uchiha estaba decidido a cambiar eso, tal cual como Akami lo hizo con él en su momento.

- Si que estás emocionada por empezar, eso sí, te advierto que los entrenamientos serán rigurosos y difíciles, pero que eso no te desanime y sea un motivarte a seguir adelante -

El espadachín intentaba darle más confianza en sí misma a la Onikuma y se demostró con las palabras que le dijo antes de ser empujado por ella para poder apresurarse y dirigirse a la juguetería de Iwagakure, pero Kin no solo iba a comprar algo pata los gemelos, también quería comprarle algo a Yuta, pero al no conocerla lo suficiente estaba indeciso sobre que comprarle, pero eso no iba a impedir que le comprara algo, eso sí, iba a necesitar algo de tiempo para pensar y ver que podía comprar para la Kunoichi, por suerte, siempre tenía a la mano una técnica que le gustó desde que la aprendió, Kage Bunshin No Jutsu, pata encargarse de eso
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Última modificación: 19-01-2024, 11:37 PM por Shiga Yuta.
El Uchiha no solo estaba dispuesto a entrenar a la pequeña Oni, sino que posó su mano firmemente sobre la cabeza de Yuta y comenzó a darle unas caricias entre sus dos cuernos. Aquellas caricias eran esponjosas y suaves, daban una cierta calidez a la pequeña y cierto confort y seguridad como desde hacía muchos años no tenía. Solo su padre había acariciado así su cabeza para calmarla y tranquilizarla en ocasiones; pero también había ocasiones en las que lo hacía cuando se había portado bien o logrado algo. Era un recurso que funcionaba bien en ella y que había asumido como un buen gesto que hacer.

— Gracias, pero aun así quiero esforzarme al máximo — Dijo la sonrojada Yuta.

Lo más seguro es que lo que decía Kin fuera cierto. Independientemente de los logros y objetivos que lograra Yuta Akami y él mismo estarían orgullosos de la pequeña oni. Pero eso desde el punto de vista de ella era conformarse, ella quería demostrar que podían confiar en ella y que estuvieran genuinamente orgullosos de sus logros y avances. Hacía muy poco que la chica se había introducido en el mundo de los ninjas y no esperaba que la acogiera una familia de ninjas. Al fin y al cabo, hasta sus 14 solo había conocido una vida civil y religiosa con su padre.

Aunque al parecer Kin sí sería un instructor más presente y riguroso de lo que Akami estaba pudiendo ser a causa de sus quehaceres del día a día. Pero lejos de desmotivar a la pequeña o intimidarla en lo más mínimo, la chica se motivaba mucho más al saber que Kin estaría de verdad centrado en ponerla a prueba y darle margen para mejorar y pulir sus habilidades rápidamente. Akami y Kin eran muy buenos ninjas y por lo que escuchó de Muki, la prometida de Akami, aún lo era más de extraordinaria. Ella no podía simplemente gandulear y más con la edad temprana en la que había empezado.

— ¡Puedes dar por hecho que me esforzaré, empezamos cuando quieras! — Diría dando un brinco.

Aunque era consciente de que había que terminar de comprar los regalos para los pequeños. En cuanto a Yuta, ella no esperaba ni necesitaba realmente regalos, una buena comida caliente ya era algo que agradecería casi con lágrimas. Y aun así, si quisiera hacerse un regalo, cualquier cosa serviría, ya que ella, con los pocos regalos que pudo hacerse mutuamente con su padre, asimiló que lo importante es el acto de regalar algo con cariño que el regalo en sí. Aunque se sumaba el hecho de que no solo sería Navidad, al día siguiente de la festividad, el 26, sería el cumpleaños de Yuta. Pero tampoco le daba importancia.

Y con mucho ánimo y ganas de comenzar su entrenamiento, Yuta empujaba a Kin por el distrito comercial en busca de terminar las compras.

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