Una respuesta con la cual no le costaba nada estar de acuerdo, a falta de decir que compartía completamente el sentimiento. Incluso siendo seres de otra madre, de otra especie, una mascota podía llegar a formar una parte tan íntegra e íntima de la vida de una persona que se convertía en algo irremplazable.
El albo no tenía un conocimiento de primera mano con respecto al tema de conversación, pues a pesar del enorme cariño que tenía hacia los animales y ellos a él, las condiciones de su hogar nunca le permitieron tener un compañero cánido o un felino que se acostara frente a la chimenea de casa a recibir calor. Era extraño, pues conseguía sentir empatía por algo que no había experimentado en primer lugar. Pero si se ponía en los zapatos de otro, extremando un poco su ejemplo, lo relacionaba con perder a su hermana menor. Estaría devastado, a falta de mejores palabras.
El sorprendente exceso de confianza que Kin depositaba en él, o al menos eso parecía indicarle con su comentario, consiguió sonsacar una pequeña carcajada amigable de entre sus labios. No sabía si genuinamente había vistó más en Yukine de lo que era en ese preciso instante, o si solo estaba siendo amable con la espada a sueldo de tierras extranjeras, pero era incapaz de dar la espalda a la agradable sensación de escucharle mencionar su expectativa sobre el albo siendo capaz de realizar la técnica de clones de sombra. Ciertamente, al menos de momento, no era algo más que texto teórico flotando en su cabeza sin posibilidad de práctica alguna.
-¡Me halagas! Sería genial que pudiera ejecutar algo como eso, una técnica con la cual invocar múltiples pares de manos adicionales a demanda sería increíblemente útil para mis quehaceres, desde los básicos hasta los más complicados. Pero como podrás intuir... No es el caso. Conozco la teoría, conozco el sello de mano, pero la parte más abstracta de dar forma a un "nuevo" ser vivo a partir de la nada resulta... Complejo.- Curioso que lo mencionara, siendo que su maestro Samuru se había encargado de martillar conocimientos tan elaborados como lo era el Fuinjutsu. Y si podía con uno, tenía claro que conseguiría la solución del otro.
-¡De hecho! Si te sientes generoso, te aceptaría encantadísimo unos cuantos consejos con respecto a cómo ejecutarlo. Lo más concretos que sea posible, por favor. Ya en unas ocasiones he lidiado con consejos un poco más... abstractos, y no ha sido la experiencia mas agradable. A falta de decir digerible.- Sugirió como idea, a la vez que pedía afablemente sin intentar imponer obligación alguna. Una anécdota del pasado, con un Ronin que le encantaba explicar todo con una abundante cantidad de onomatopeyas y sonidos retorcidos que ni siquiera un transcriptor consagrado por asociaciones intercontinentales osaría meter en su lista de quehaceres diarios.
Con el asunto en manos de las fidedignas copias a carbón del reciente conocido, una parte de él consiguió relajarse. Parecía una buena persona, lo suficiente para depositar un grado de confianza en ella. Y para este punto, partiendo que la misión de la señora era más que nada una ayuda humanitaria con un pequeño pago adicional, podía estar tranquilo siempre que el pequeño peludo consiguiera reunirse con su familiar. Con eso en mente, podía bajar la guardia lo suficiente para seguir el tempo del nativo de Konoha a donde él quisiera enseñarle de la villa.
Siguió el paso, y la primera parada fue la única que seguramente se limitarían a ver de lejos: Un monumento tallado en la gigantesca muralla que doblaba como mural en la aldea. Múltiples rostros asumirían forma en la titánica obra de arte que un equipo se habría tomado su sagradísimo tiempo en elaborar, a tal punto que las facciones eran reconocibles a pesar de la poco despreciable distancia que existía entre los transeúntes y el enorme lienzo finalizado.
-Mmm... Es sorprendentemente cuanto menos. Les ha de haber tardado una eternidad sacar cada una de las caras tan a detalle, y demuestra todo el respeto que pueden llegar a tenerle a una figura de esa categoría. No estoy muy familiarizado con el concepto por estar completamente exento de todo este sistema de villas, pero... Admito que sería agradable aunque sea tener la experiencia.- Comentó, tentativo a pesar de la dificultad de tal tarea. Como sistema cerrado que era, entendía la dificultad que presentaba el proponer ser parte de una villa. Y si pasaba a ser cruelmente honesto... Dubitaba si, de ser presentado con la oportunidad, estaría dispuesto a entregar su envidiable libertad con tal facilidad. Solo el tiempo diría.
Su último comentario tardó poco en tornarse a una fuerte risa que probablemente habría llamado la atención de más de un civil pasando por el área si no fuera por la notable ausencia en esa específica zona. Inevitablemente, escuchar tal falta de preocupación por el asunto consiguió sacarle la mejor risa que el albo había experimentado en un largo tiempo. -¿Cómo, no se te da bien la historia? Si te sirve de consuelo, yo a duras penas recuerdo lo que he desayunado la mañana anterior.- Complementó, buscando apelar al sentido del humor ajeno. Por conveniente que pudiera sonar, no mentía de ninguna manera. Era muchas cosas buenas, pero tonto como una piedra en lo que a historia se refería. El único conocimiento que no podía absorber como una esponja, casi asimilándose más a una especie de aprendizaje por osmosis que no podía invocar a voluntad salvo en contadas ocasiones. Vamos, que se le daba muy mal.
-Bueno... Para ser justos, lo más importante de una persona no es su nombre. El nombre te lo da el pueblo, quienes te rodean, y lo que más importa es lo que haces por ellos para darles una vida mejor. "Somos nuestros logros, y las vidas que podemos cambiar para bien. El resto llegará por mano propia, si has hecho bien en el camino." es algo que podría decirse en una situación así.- Una cita que hace mucho no arrojaba, y que le gustaba bastante. Incluso afirmaría que necesitaba escucharla, aunque fuese solo él mismo tarareándola a alguien más.
-¡Sea como fuere! ¿Que parada sigue? ¿Una de comida, quizá? Porque admito que me vendría genial pegar bocado de algo ahora mismo.- No se cortaba, y es que su inocencia le permitía mostrarse sin tapujos, con una confianza que muchos envidiarían y otros tantos rechazarían. De momento, todo lo que vagaba por su mente era una paz pasajera de visitar un lugar completamente nuevo, y la expectativa de comer la deliciosa comida callejera que había escuchado de rumores sobre Konohagakure.