Plaza de Encuentros. [Priv. Kin]
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Un día cualquiera en la “aldea oculta entre las hojas”, Konohagakure no Sato, la cual ciertamente el tiempo la había tratado muy distinto a lo que su nombre solía ser, pasando de verse como un humilde poblado a una gran ciudad con edificios tan altos como algunos riscos cercanos. Luces, asfalto, tantas cosas que fueron apartando a la antigua aldea a lo que propiamente debía llamarse metrópolis.

En una de las tantas plazas, especialmente una relativamente alejada del centro de la ciudad, múltiples personas parecían compartir con total normalidad, disfrutando en la medida que podían de sus tardes, de sus compañías y por supuesto, de la comida local que era ofrecida por varios comerciantes estratégicamente situados a lo largo de la plaza.

El ambiente era tal que cualquiera podría olvidar que la ciudad estaba siendo controlada por un bando que no tenía el interés de ninguno de sus habitantes en mente, una que incluso experimentaba con ellos o los hacía “desaparecer”, término bastante común en la boca de todos cuando de la noche a la mañana sus amigos o familiares no eran vueltos a ver. Tal era el control de esas figuras de gran poder que incluso bajo todos esos rumores y miedos, las personas seguían haciéndose los ignorantes y seguían intentando vivir sus vidas en lo mejor que podían.

La hora del día era cercana a las cuatro de la tarde, con las luces de la urbe poco a poco relevando la del sol, que empezaba a ocultarse entre los árboles y montañas de muy lejos. La cantidad de personas era la suficiente como para que casi cualquier conversación pasase desapercibida; en uno de los tantos bancos de asientos, no muy lejos de varios locales de entretenimiento de todo tipo, un moreno vestido con ropa “casual” se encontraba disfrutando de un platillo exquisito de distintos sushis con toppings variados.

Su mente para ese día era de relajo, había decidido salir a pasear por la ciudad sin pensarlo mucho, saliendo con lo básico, pero nunca olvidando su equipamiento, por muy extraño que se viera a ojos ajenos. ¿Quién diría que ese día crearía un nuevo lazo? Habían pasado muchas cosas en los últimos meses, cosas inesperadas cabía destacar, así que en este momento nada le sorprendía.
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Un nuevo día comenzaba en Konohagakure No Sato, la aldea oculta del País del Fuego. Los rayos del sol ya traspasaban las cortinas del cuarto del joven Uchiha cayendo directamente en sus ojos aún cerrados, no pasaría mucho para que esto comenzará a molestarle y apretando un poco los párpados y moviéndose ligeramente, finalmente abriría los ojos y se levantaría de la cama girando su cabeza hacía un lado para mirar su ventana, por fuera se podía ver la luz de la mañana opacando la intensa oscuridad de la noche, el joven daría un pequeño suspiro y comenzaría a estirar su cuerpo antes de levantarse de la cama y caminar lentamente hasta el baño para lavar su cara con un poco de agua y poder quitar ese sueño que aún tenía, luego de remojar su cara y manos, saldría del baño y bajaría lentamente las escaleras que conectaban ambos pisos para tomar un ligero desayuno.

Al finalizar el desayuno, Kin subió nuevamente las escaleras, pero esta vez solo sería para poder vestirse, se colocaría su típica ropa, un Montsuki y encima su capucha verde aunque no solía usarla para ocultar su cabeza o rostro cuando andaba por las calles de Konohagakure ya que, al menos ahí, no era necesario mantener un perfil bajo o directamente ocultar su identidad. Cuando Kin ya se encontraba listo para ir a realizar su rutina diaria de entrenamientos pudo ver una pequeña hoja de papel en uno de los muebles cercanos a la puerta principal de la casa, al acercarse supo de que se trataba, su madre Miko le había solicitado ocuparse de comprar una pequeña despensa cuando viniera de regreso de sus entrenamientos, Kin con un suspiro decidió abandonar su hogar para comenzar a caminar por las calles de Konohagakure y alejarse cada vez más del centro y poder llegar a esos lugares vacíos y muy aptos para el entrenamiento, un lugar en donde casi nunca se aparecía gente.

Luego de algunas horas de entrenamiento era hora de volver y comprar la pequeña despensa que su madre le había encargado, el Uchiha recogió sus cosas, las guardó en su mochila y comenzó a adentrarse nuevamente al centro de Konohagakure. Kin se encontraba un poco cansado por lo que primero pasaría por alguna de las grandes plazas a sentarse y relajarse un poco antes de ir y ocuparse del pequeño encargo de su madre, al llegar, se podía visualizar a la gente ocupándose de sus asuntos y tratando de vivir sus vidas tranquilamente, rápidamente, Kin buscaría un lugar en donde sentarse pero debido a la hora el tráfico de gente era bastante y la mayoría de lugares para sentarse ya estaban ocupados por otros, luego de unos minutos de búsqueda pudo ver a lo lejos una pequeña banca con un espacio libre, solo resaltaba que en uno de los extremos de ésta, un chico de piel morena y ropajes casuales se encontraba sentado y disfrutando de un platillo que no pudo visualizar muy bien de que se trataba, sin más, el Uchiha decidió caminar hasta esa banca con lentitud, a medida que se acercaba una pequeña sonrisa aparecía en su rostro y una vez llegó, se sentó a varios centímetros del moreno colocando su mochila a un lado de él, unos segundos pasaron antes de que Kin decidiera hablar

- Buenas Tardes y buen provecho chico… -

Diría el Uchiha en un tono amable mientras le daba una sonrisa al moreno, luego recargó completamente su espalda en el respaldo de la banca y soltó su cuerpo debido al ligero agotamiento del entrenamiento que había tomado y había finalizado hasta hace unos momentos
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El platillo en sus manos casi llegaba a su fin, había sido una buena distracción y disfrute en aquel día libre de charlas sin sentido y de entrenamientos arduos. Huh, debo admitir que no debería saltarme un día de entrenamiento... Se dijo a sí mismo, notando pocos segundos después como un joven, aparentemente cansado de su día, se sentaba al otro lado banco, dejando caer su cuerpo en el espaldar.

Un salido vino de él casi de inmediato, Tobias asintió con lentitud, quedándose atrapado en como fue llamado, el joven junto a él no parecía ser mayor en edad, pero aun así había usado una expresión comúnmente usada por los ancianos en la vida del moreno, uno de sus ojos sufrió un pequeño espasmo, recordando a aquellos viejos y sus conversaciones que buscaban hacerle sentir inferior.

—Gr-gracias, chico… —Le respondió, notando que se había tardado un par de segundos en hacerlo, no quería parecer extraño, aunque falló en darse cuenta de que había utilizado la misma expresión. Mierda. Un segundo más tarde, su cerebro procesó las palabras que había soltado, haciendo que girase el rostro con un poco de velocidad, mirando al joven. —Pareces cansado, ¿día duro de trabajo? —No podía encontrar nada más de qué hablar, pero podía sacar conversación y así pasar de aquel momento incómodo.

Quién sabría si aquella interacción llevaría a algo, quizás había encontrado un nuevo compañero de entrenamiento, un enemigo, un amigo, un rival, la lista de posibilidades era larga con cada encuentro que el moreno tomaba, después de todo, su vida como ninja acababa de comenzar y aún tenía que acostumbrarse a que en cada esquina se ocultaba un nuevo secreto y un nuevo reto.
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La forma en la que el Uchiha había saludado al joven moreno parecía haber causado cierto grado de incomodidad o enojo quizás?, fuese como fuese, Kin sonrió mientras veía las expresiones de aquel chico, si bien no era mucho de llevarse con desconocidos, aquel joven le parecía alguien amable y divertido, aunque quizás se estuviese adelantado

- Y vaya que sí… hasta hace poco estaba entrenando a las afueras de la Aldea, después de todo, los Ninjas deben mantenerse fuertes no? -

Dijo el Uchiha en el mismo modo tranquilo que acostumbraba a usar al hablar con extraños, unos segundos pasaron en los que ninguno mencionó ni una palabra y aquello podría ser incómodo para los dos, para romper el hielo, Kin decidió hacer una pregunta muy sencilla pero vital para poder entablar alguna relación, no solo con el moreno, si no con cualquier persona

- Y… cuál es tu nombre?, yo soy Kin, Genin de Konohagakure, un gusto… -

Aquel chico parecía más un noble de la aldea que un Ninja, pero como siempre dicen por ahí, “Las apariencias engañan” y posiblemente ese sea el caso y el joven sí que era un Shinobi. Mientras esperaba su respuesta, el Uchiha levantó un poco su cuerpo del respaldo de la banca y tomó su mochila para de ella, sacar unas pequeñas barras energéticas sabor galleta, Kin tomó una y la acercó un poco al moreno

- Quieres una?, no es lo mejor en comida, pero de igual manera, las disfrutas de algún modo… -

Si el chico no aceptaba la barrita, Kin simplemente sonreirá y la devolvería de nuevo a su mochila esperando poder seguir conversando con el chico y conocerlo…
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