En el camino hacia el País del Agua Satoru se encontraria con un pequeño cambio en el ecosistema, esto debido a la cercanías con la costa. Luego de dos horas a paso Shinobi ya pasaba por el bosque de la muerte y le daba la espalda. No tenía demasiado tiempo para frenar a descansar por lo que siguió su paso veloz. Pasaron 4 horas desde su Salida hasta dar con su primer parada, un cause de Río que desembocaba en las Aguas del Sur, allí aprovecharía a comer algo y descansar un poco.
El sonido del río y el susurro del viento eran como una melodía tranquila que acompañaba su breve pausa. Sin embargo, Satoru estaba consciente de que el tiempo seguía avanzando y que debía continuar su viaje. Después de un breve momento de descanso, se puso de pie, empacó sus cosas y se preparó para continuar su camino hacia el País del Agua, donde la misión lo esperaba con nuevos desafíos y aventuras por delante.
Finalmente, después de unas horas más de caminata, Satoru llegó a un punto donde el bosque se abría y ante él se extendía una vista impresionante: el puerto costero. Grandes y pequeños barcos se alineaban en el muelle, balanceándose suavemente con el movimiento de las olas. El agua cristalina del mar se extendía hasta donde alcanzaba la vista, y en el horizonte, el sol comenzaba a hundirse, pintando el cielo con tonos cálidos y dorados.
El puerto estaba lleno de actividad, con marineros y comerciantes yendo y viniendo, cargando y descargando mercancías de los barcos. Satoru podía sentir la energía y el bullicio del lugar mientras se acercaba al muelle. Se detuvo por un momento para observar el movimiento y la vitalidad del puerto, impresionado por la diversidad de personas y embarcaciones que convergían en ese lugar.
Con su objetivo a la vista, Satoru se dirigió hacia el muelle, listo para embarcarse en la siguiente fase de su misión en el País del Agua. El puerto estaba lleno de gente y oportunidades. Allí lo esperaba una confiable embarcación encomendada por un familiar cercano a Satoru.
El sonido del río y el susurro del viento eran como una melodía tranquila que acompañaba su breve pausa. Sin embargo, Satoru estaba consciente de que el tiempo seguía avanzando y que debía continuar su viaje. Después de un breve momento de descanso, se puso de pie, empacó sus cosas y se preparó para continuar su camino hacia el País del Agua, donde la misión lo esperaba con nuevos desafíos y aventuras por delante.
Finalmente, después de unas horas más de caminata, Satoru llegó a un punto donde el bosque se abría y ante él se extendía una vista impresionante: el puerto costero. Grandes y pequeños barcos se alineaban en el muelle, balanceándose suavemente con el movimiento de las olas. El agua cristalina del mar se extendía hasta donde alcanzaba la vista, y en el horizonte, el sol comenzaba a hundirse, pintando el cielo con tonos cálidos y dorados.
El puerto estaba lleno de actividad, con marineros y comerciantes yendo y viniendo, cargando y descargando mercancías de los barcos. Satoru podía sentir la energía y el bullicio del lugar mientras se acercaba al muelle. Se detuvo por un momento para observar el movimiento y la vitalidad del puerto, impresionado por la diversidad de personas y embarcaciones que convergían en ese lugar.
Con su objetivo a la vista, Satoru se dirigió hacia el muelle, listo para embarcarse en la siguiente fase de su misión en el País del Agua. El puerto estaba lleno de gente y oportunidades. Allí lo esperaba una confiable embarcación encomendada por un familiar cercano a Satoru.