[Simple - D] - Responsabilidades
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Aquella era una mañana helada, como lo eran todas las mañanas de Kiri.

Gyojin había invertido las primeras horas del día en las aulas de clase, que a pesar de haber obtenido el ascenso a Genin un par de meses atrás, seguía cargando con el peso de las labores rutinarias de un estudiante. Pese a no tener quejas respecto a responsabilidades como Genin, pues podía pasar más tiempo junto a sus amigos, la vida de ninja no se parecía en nada a lo que sus hermanos le habían contado durante tantos años. ¿Dónde estaban los combates a muerte? ¿Las persecuciones de renegados? ¿Salvar un pueblo en llamas? No se le había presentado una verdadera aventura ni una sola vez. En cambio, pasaba gran parte de las tardes limpiando las aulas de clase, ordenando libros en la biblioteca o conversando con los ancianos de la aldea. No estaba ni cerca de convertirse en uno de esos héroes de sus historias.

Sigo sin entender qué hago acá —exclamó Gyojin mientras trapeaba una de las aulas de la academia.

Junto a él se encontraba el tercer hijo de su familia, y uno de sus tres hermanos mayores: Gogetsu. Se trataba de un joven de veinticinco años, esbelto y de cabellera blanca como la del pequeño Gyojin, aunque mucho más larga, alcanzando la parte baja de su espalda. Era un ninja de rango Jounin e instructor de la academia que, en esta ocasión, estaba encargado de supervisar tanto a su pequeño hermanito como un puñado de Genin durante una misión de rango D. La supervisión se debía más a confirmar que los jóvenes ninja cumplieran su tarea que otra cosa, en especial porque las actividades asignadas a estos nunca implicaban un riesgo físico para ellos.

Tus responsabilidades, Gyojin —respondió el mayor—. Todos los ninjas de la aldea han pasado por lo mismo.

¿Incluso tú? —preguntó el menor, curioso.

Incluso yo —aseguró Gogetsu, sonriente.

Durante sus tiempos de estudiante, Gogetsu era un revoltoso y buscapleitos que se había ganado cientos de castigos muy parecidos a esa misión en la que se encontraba el pequeño Gyojin. Él comprendía a la perfección el disgusto de su hermano, pero también sabía que aquello era necesario para su educación. Con el tiempo, esos castigos y misiones de bajo rango le ayudarían a convertirse en la persona que era.

Durin dice que saldrá de la aldea la próxima semana para trabajar en una misión de rango A —dijo Gyojin, retomando la conversación al cabo de varios minutos.

Durin es un Genin, al igual que tú —explicó Gogetsu, cruzado de brazos—. Está muy lejos de poder tomar una de esas misiones. Se irá durante un par de meses para visitar a sus familiares en otra aldea, Gyorin, no para trabajar en una misión.

Es Gyojin —corrigió el joven, disgustado con aquel apodo.

Lo siento, Gyojin —agregó el Jounin, soltando una pequeña risa.


Tras aquello, Gyojin se comportaría con cierta indiferencia hacia su hermano, pero como en todas las rabietas del pequeño, se le olvidaría pasada la media hora. Durante el tiempo restante, tanto Gyojin como los demás Genin de su grupo se encargarían de limpiar un total de cinco aulas de clases. Limpiar era una actividad sumamente agotadora para Gyojin, en especial a nivel mental, puesto que se le hacía repetitiva y para nada exigente.

Ordenar los libros era mucho más divertido que trapear, sobre todo cuando se tomaba algunos minutos para chismear el contenido de algunos. La mayoría contenía información para ninjas de rangos avanzados que Gyojin no lograba comprender, pero le encantaban los dibujos que veía en ellos. Los ninjas de aquellas ilustraciones parecían muy fuertes. ¿Estaban inspirados en alguien real? Gyojin pensó que él podía estar presente en uno de esos libros, veinte o treinta años en el futuro.


La tercera y última tarea del día era más o menos interesante: limpiar el equipamiento ninja. Algunas de las armas que limpiaban estaban restringidas para el uso de ninjas de su rango, así que Gogetsu vigilaba de cerca a los jóvenes. Aquello hacía que tener las piezas de metal y cuero fuese más interesante para Gyojin. Pero, al igual que trapear, perdía todo el interés al cabo de diez o quince minutos. Para cuando habían terminado, Gyojin no quería saber absolutamente nada de kusarigamas y tantos.

Debes parar con todas esas quejas, Gyojin —sugirió Gogetsu tras finalizar la misión, de camino a casa junto a su hermano menor.

¡Eso no es cierto! —se quejó Gyojin, pero sabía que mentía.

Es mi trabajo evaluar su desempeño en cada misión —explicó el mayor, fulminando a Gyojin con la mirada—. Y no creas que ocultaré tu comportamiento por ser mi hermano.

¿De qué hablas? —preguntó el pequeño, frenando la marcha.

Que no te comportas como un ninja real, Gyojin —reclamó el Jounin, cruzándose de brazos—. No paras de quejarte de las tareas y de incitar a tus compañeros para perder el tiempo.

Gyojin bajó la mirada, avergonzado y sin argumento alguno para refutar las palabras de su hermano. Se sentía horrible.

Entiendo que tus misiones sean aburridas, pero eso no te permite ser un indisciplinado —le indicó a Gyojin, enojado—. Nunca te convertirás en un Chuunin actuando así.

Lo siento, Gogetsu —se disculpó el pequeño, aguantando las ganas de llorar.

No quiero que lo sientas, Gyojin. Quiero que te comportes acorde a tu rango —respondió el hermano mayor un instante antes de apretar los cachetes del pequeño.

¿Q-Qué haces? —preguntó, sorprendido—. ¡Suéltame!

Y sé que quieres llorar, aunque te esfuerces por ocultarlo —dijo Gogetsu, sonriente—. Está bien llorar, todos lo hacemos. Somos humanos después de todo.

Gogetsu soltaría las mejillas de su hermanito un par de segundos después, con una amplia sonrisa dibujada en el rostro.

Y antes de que lo preguntes... —interrumpió a Gyojin, quien se disponía a hablar —. Sí, incluso yo.
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Misión Finalizada

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