[Priv.] ¿Crees en las casualidades?
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La mañana se despertó apacible en Konoha con una suave brisa que acariciaba las hojas de los altos árboles que rodeaban la aldea. El cielo se pintaba de tonos cálidos mientras el sol se elevaba, disipando la frescura de la noche. Al caminar por las calles adoquinadas, se podía sentir la energía vibrante que fluía en el aire. Los puestos de mercado comenzaban a abrir, ofreciendo una variedad de productos frescos que llenaban el ambiente con sus aromas tentadores.

Las calles rebosan de vida, con shinobis y aldeanos yendo y viniendo en sus quehaceres diarios. Los niños corretean con mochilas a cuestas, emocionados por el inicio de un nuevo día. Los vendedores callejeros pregonan sus mercancías con entusiasmo, creando un bullicio alegre que se mezcla con el canto de los pájaros. Konoha se despertaba y sus habitantes daban inicio a una jornada llena de promesas.

Entre la multitud, se encontraban rostros familiares y otros nuevos. Ninjas entrenando en los campos de práctica, comerciantes preparando sus tiendas y ancianos compartiendo historias en los bancos del parque. Cada persona lleva consigo una historia única, tejida en el tapiz de la aldea oculta entre las hojas. Konoha finalmente era un crisol de diversidad, donde convergían pasados distintos entrelazados en el presente compartido.

Mientras la Senju paseaba por las calles, los pensamientos se deslizan hacia reflexiones más profundas. La existencia cobraba un matiz especial en este rincón del mundo, dentro de su cabeza.

¿Cuántas historias más quedan por descubrir entre estas callejuelas? ¿Qué significado tienen las conexiones que se forjan aquí? La vida en Konoha parece ser una amalgama de momentos fugaces, pero cada uno deja una huella imborrable en el tejido del tiempo. ¿Tiempo? ¿Qué es tal cosa? —. pensó.

La brisa matutina, la diversidad humana y los pensamientos introspectivos confluyen en un viaje que trasciende las simples calles de Konoha. La aldea se presenta como un microcosmos en el que la vida florecía en sus múltiples formas. Mientras el sol alcanza su cénit, las sombras de los edificios daban paso a una nueva perspectiva de la existencia, recordándole a la jounnin que en cada rincón, en cada calle, se tejía la esencia misma de lo que significa vivir en este vasto mundo shinobi.

No tardó demasiado, antes de que sus pies la llevaran a las afueras de la aldea. Se sentía saturada, como cansada, y sabía bien donde podía estar sin que todo el bullicio, por bueno que fuera, la ahogara. Pronto, llegaría a una especie de zona en la que solo había vegetación frondosa y una cascada con colores azules y verdosos preciosos. Ahí, buscó sentarse y nada más ver como el agua caía y pasaba a convertirse en un largo río que quitaría la sed de quien sabe cuantos.
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Hace unas semanas Rõgu se separó de sus padres, creía que dada a su edad debía formar su propia historia, tomar otro camino, marcar una diferencia en el mundo. Esta idea reforzada por una promesa vacía de unos desconocidos rebeldes de traer a la vida de nuevo a Sunagakure fue la causante de abandonar sus días como un simple nómada que trabajaba como repartidor con su familia.

Pero estaba equivocado, aquellas personas no eran tan nobles como él creía, pues tras fundar su organización con la primicia de liberar a Sunagakure del yugo de la Yakuza, su primera misión fue destruir Hoshigakure no sato. Según las noticias, la aldea de la Estrella fue atacada brutalmente teniendo múltiples bajas y una seria cantidad de daños estructurales en toda la aldea.

Familias enteras acabaron falleciendo ese día y los sobrevivientes no tenían un techo al cual acudir, los heridos eran muchos y la razón del por qué de todo ello era desconocido incluso para Rõgu. No podía perdonar a aquellos que llamó compañeros pero no era capaz de enfrentarse contra ellos, no solo. Por eso abandonó la base y se contactó con su familia para reencontrarse en Konohagakure no sato, pues para él no había lugar más seguro que ese.

Su naturaleza Jinsoku le permitió recortar el tiempo de viaje y no pensar demasiado en la comida o agua. Pero al llegar al País del Fuego sentía la necesidad del al menos saciar su sed y descansar un poco, no había dejado de pensar en como debió haber afrontado la situación, si tan solo se hubiera enterado del ataque antes de que sucediera pudo haber intentado de tener a la organización o al menos advertirle a Hoshigakure sobre la invasión. Ya 
no había nada que pudiera hacer ahora, solo reencontrarse con su familia y tal vez ir a aquella aldea a intentar ayudarla con algo aunque el joven tuviera que pagar un castigo por ello.

El caminar de Rõgu lo llevó hasta una pequeña catarata, estaba cansado, más mentalmente que físico pero pensó que quizás un baño le vendría bien, se quitó su mochila y ropa quedándose únicamente con su bóxer azul-Muy bien, espero sea profundo...-la verdad que saltar sin comprobar era algo descuidado de su parte pero bajar para luego subir de nuevo era medio pereza, arrojó su bolso primero para que cayera en la orilla y luego se lanzó él de bomba contra el agua. 

Un buen chapuzón y sintió la tierra tocar su trasero por un segundo antes de subir a la superficie, era lo suficientemente hondo como para que pudiera seguir saltando sin lastimarse, siempre y cuando no se tire de cabeza. El muchacho suspiró aliviado por la temperatura perfecta del agua pero cuando notó la presencia de aquella mujer sentada en la orilla se puso completamente rojo.

¡¿Eh?! Ah... ¡No la ví al saltar! ¡Lamento si la asusté o mojé!-se disculpaba con las manos cubriendo su rostro avergonzado.
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Estar ahí tenía su encanto, hasta ahora, sólo había podido compartir ese lugar con sus compañeros de equipo, Adan y Sakul, pero también era cierto que no era un sitio ultrasecreto. Sin embargo, su magia, era una magia que cautivaría a cualquiera que pasara por ahí.

El paraje natural era un exuberante oasis de vegetación densa, con árboles altos y frondosos que se entrelazaban para formar un dosel verde que filtraba la luz del sol a través de las hojas, proyectando patrones de sombra en el suelo.

La superficie estaba cubierta por una densa capa de musgo y helechos, y plantas trepadoras se enredan en los troncos de los árboles, creando un ambiente selvático y misterioso. En el centro del paraje, una cascada majestuosa se precipitaba desde lo alto de un acantilado, formando un arco iris de brillo iridiscente a medida que el agua caía con fuerza sobre las rocas.

El sonido ensordecedor del agua y el rocío que se eleva en el aire creaban una atmósfera de frescura y vitalidad. Pequeños arroyos serpentean a través de la vegetación, alimentando una diversidad de plantas y vida silvestre. El aire estaba impregnado con el aroma de la tierra húmeda, las flores silvestres y la vegetación profusa.

Este paraje natural era un santuario de tranquilidad, un lugar donde la naturaleza se manifestaba en toda su belleza y esplendor. Sin embargo, tanta dicha no duró mucho. Un chico apareció justo por el lado contrario a Kaname. Las siluetas y las sombras la habían ocultado sin querer a los ojos del chico que procedió rápido a despojarse de su ropa quedándose en interior.

La Senju, acostumbrada a los malos vicios de Adan y Sakul, solo había sonreído negando en medio de su melancólico recuerdo del difunto. Suspiró y esperó a que el chico saliera del agua. El chapuzón no había llegado a mojarla, a duras penas había logrado acercarse, así que al escucharlo, negó con tranquilidad.

Ni lo uno ni lo otro… ¿Qué tal está el agua?— indagó tranquila hablando con un tono de voz fuerte para ser escuchada.
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Dar ese salto de fé es algo que llena el corazón de cualquiera, la incertidumbre de no saber si acabará mal o bien hace que la adrenalina haga su magia, sientes el mundo más lento y te ayuda a percibir todo a tu alrededor más fácil como el calor de ese sol que apenas se alzaba en el cielo, esa suave brisa que te advierte de que quizás el agua esté fría, ese pequeño arcoiris a mitad de camino que a pesar de no regalar ningún sentimiento al tacto o al oído, si regala un curioso momento donde pareciera que te sumergieras en él.

El chapuzón al principio es frío por el cambio de temperatura pero luego se siente más cómodo y confortante. El muchacho lo había gozado, era divertido toda la experiencia aunque durara solo 2 segundos pero claro, como balde de agua fría la presencia de la mujer lo sacó de su burbuja. No tardó en pedir disculpas pero la mujer parecía no estar molesta sobre nada, fue amable y amigable al iniciar una conversación. Rõgu se quitó las manos de su rostro y la miró con un poco de timidez, simplemente no estaba acostumbrado a que lo vieran sin ropa aunque al menos no estaba desnudo.

El agua está agradable...-se acomodó su cabello hacía el lado derecho para que dejara de caerle gotas por los ojos-Por cierto, mi nombre es Rõgu, Rõgu Midoriya-se presentó para mantener la buena conversación, aunque sinceramente no sabía si seguir en el agua o salir, le daba vergüenza ambas opciones pero sentía que quedarse en el agua era un poco más prudente por ahora.
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Mientras el chico respondía, Kaname se centraba en la belleza de aquel lugar, oculto en lo más profundo de un exuberante bosque, rodeado por densos árboles que creaban una barrera natural que lo protegía de miradas indiscretas. El agua del lago refleja los árboles que tapaban parte de este y al mismo tiempo, parte del cielo como un espejo tranquilo, creando un efecto de serenidad. La Senju sonrió.

El acceso al lago oculto era a través de un estrecho sendero cubierto por helechos y musgo, que serpenteaba entre los árboles y daba la sensación de adentrarse en un mundo mágico y apartado. El aire estaba impregnado con el suave murmullo de la naturaleza, el canto de aves y el susurro de las hojas danzando con la brisa. A medida que se avanzaba por el sendero, el sonido del agua se hacía más presente, creando una melodía suave y relajante que invitaba a la contemplación.

Al llegar al lago, se revela un paisaje de belleza indescriptible: aguas cristalinas que reflejan el verdor del bosque circundante, creando una paleta de colores que parece sacada de un cuento de hadas.

Sabes, No esperé que este sitio fuera conocido por otras personas— dijo casi que pensando en voz alta —Ah y yo soy Kaname, Kaname Senju— repitió su nombre nada más para agregar el apellido.

En las orillas del lago, flores silvestres y plantas acuáticas creaban un tapiz de colores y texturas, atrayendo a mariposas y libélulas que revolotean en un ballet natural. Se quedó meditando un momento.

A lo mejor me animo a entrar…— agregó. No tenía ropa para ello y a decir verdad, hacía años no se bañaba allí, ¿pero que más daba?
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Mientras Rõgu se encontraba en el agua podía sentir la corriente que generaba la cascada al chocar con el lago, las diminutas gotas que aveces caían en su cuello u hombros y algunos pecesitos mordisqueando sus dedos de los pies por esa piel muerta. El muchacho movía sus dedos para intentar ahuyentar a los peces sin desviar su atención de la mujer, no quería ser grosero nuevamente pero admitía que le daba risa esa curiosa sensación de ser picoteado.

Bueno, a decir verdad es la primera vez que vengo. Es que me desvié un poco por qué quería refrescarme un poco, ví una corriente de agua y apenas ví la cascada decidí lanzarme-explicó mientras usaba su mano derecha para imitar a una persona (así mismo) caminar y posteriormente saltar al agua para hacer un pequeño chapoteo que no lograría ni mojarlo a él.

Después de explicarle eso escuchó el nombre de la mujer al presentarse y luego el apellido-Senju... mmm ¿Ese no es un apellido de Konoha? Me suena haberlo escuchado por esos lares-preguntó curioso, lo bueno de viajar y trabajar para otros es que conoces muchos nombres, caras y apellidos al igual que historias interesantes. El clan Senju pues era un clan que le sonaba al muchacho aunque desconociera sus habilidades.

El cuerpo del muchacho ha sido entrenado y llevado a grandes esfuerzos físicos que le han provocado varias cicatrices, estrías y claro, piel muerta que a simple vista ni él llega a ver pero los peces si, quizás usando más su olfato que la vista. Esos inocentes animales seguían si instinto y picoteaban la espalda, piernas y hasta pecho del muchacho obligándolo a moverse para sacudir un poco el agua y ahuyentarlos, desviando su mirada por un momento de la mujer hasta una libélula (o caballito del diablo para algunos) que revoloteaba por encima del agua ¿Acaba de nacer? ¿O estaría poniendo huevos?

Su mente se apagó un momento y aunque escuchó las palabras de la mujer simplemente respondió en automático-Oh bueno, pues debería saltar de la cascada. Es bastante divertido aunque creo que dejé mis zapatos allá arriba-se giró a ver la cima de la cascada, no lograba ver sus zapatos desde ahí pero estaba seguro que no los metió en su mochila (pues no caben) y tampoco los arrojó. Pero de pronto analizó un poco la situación y cayó en cuenta que aquella mujer estaba sugiriendo bañarse con él, se volteó a verla, no parecía tener un traje de baño a la mano y no creía que tuviera uno bajo su ropa. Su cara se puso roja de nuevo y empezó a negar de forma exagerada con sus manos y cabeza.

¡N-no es necesario q-que entre! ¡T-tal vez cuando me vaya! ¡Es más decente así!-Rõgu aunque ya tenía edad suficiente para conocer la conexión entre hombres y mujeres no se sentía listo para algo tan atrevido como una ducha junto a alguien del sexo opuesto menos si debía ser... Pues como llegaron al mundo. 

S sentía tan apenado que paso a hundirse en el agua creando algunas burbujas por encima de él, buscaba enfriarse la cabeza después de pensar en algo tan pervertido como ello.
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Imagina un lugar remoto y escondido en lo más profundo de una selva exuberante, donde la vegetación era profusa y los sonidos de la naturaleza llenaban el aire. Era natural que ese sitio, por como se conservaba, aún no fuera conocido por demasiados humanos. Carecía de pisadas dañando la vegetación, de basuras en sus alrededores y de la presencia mercantilista del humano, aquella que solía arrasar todo a su paso. Claro, el chico, así como muchos, seguramente, había llegado ahí por mera casualidad.

A Kaname le sacó una sonrisa de los labios cuando hizo aquella similitud con su mano. ¿Qué edad tendría aquel chico? Aún se le notaba inocente y carente de malicia. Sin embargo, conocer el apellido Senju no era algo que todo el mundo tuviera presente. Si bien aquellos datos eran conocidos por shinobi de altas esferas, la gente normal no conocía mucho del clan salvo remotas historias que hablaban de las hazañas de Hashirama, así que lo supo, el chico, posiblemente era shinobi.

Si, así es, de Konoha. ¿De dónde eres oriundo tu?— indagó para conocer de igual forma un poco al chico. Se sintió en desventaja. Conocer de que clan viene alguien de entrada ya expone parte de su repertorio, aunque no fuera algo que tuviera en mente usar ahora mismo. Al mismo tiempo, aquel chico parecía incómodo, cómo si dentro del agua hubiera algo o alguien de quien buscaba librarse.

Bueno, si me lo recomiendas así, posiblemente te haga caso en un rato, tal cual lo dices. Por ahora, seguiré disfrutando un poco más el sol.— comentó justo antes de poner la mirada hacia arriba. —Podrás ir por ellos luego, no creo que alguien venga a robarlos— agregó refiriéndose a los zapatos. Sin embargo, no pasó mucho antes de que Rogu hiciera una especie de pataleta, una que no hizo y que daba a entender que no había asimilado toda la información y lo que pasaría cuando Kaname comentó entrar al agua.

¿Sabes que si un cuerpo se queda sin aire, tiene más complicado flotar?— rio dada la forma rebuscada en que el chico habría intentado alejar esa idea de ella. —Ya te lo dije, me meteré en un rato… Por ahora, estoy tomando el sol. No te voy a ahogar, no te preocupes— mencionó la chica, inocente en este momento de los pensamientos del peliverde.
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Tantas veces que Rõgu a visitado a Konoha lo ha ayudado a conocer un poco de la gente que reside ahí así que escuchar el apellido Senju le ayudó a saber de dónde era aquella mujer que sin dudar afirmó su origen como nativa de Konohagakure no sato. La mujer curiosa decidió preguntarle a Rõgu sobre su procedencia pero no tendría una respuesta esperada-Mi familia y yo somos Nómadas. Poseemos un negocio de transporte por lo que nunca nos quedamos tanto tiempo en un solo lugar-desde que él tenía memoria así era la vida de aquellos Jinsoku, viajando de un lado a otro y disfrutando lo que cada aldea tiene para ofrecer aunque claro, perdiendo la comodidad de un hogar.

Me separé de mis padres hace unas semanas pero logramos comunicarnos y acordamos vernos en Konohagakure-mencionó al darse cuenta que había mencionado a sus padres y de que trabajan aunque ellos no estuvieran presentes en ese momento.

Por otro lado, los peces seguían molestando a Rõgu aunque por fortuna lograba disimularlo o al menos eso creía pues la mujer no hizo alguna pregunta por sus movimientos repentinos. La señorita Kaname está satisfecha con la idea de saltar desde la cascada pero que por el momento tomaría otro rato el sol, Rõgu sonrió amablemente por la buena idea de la mujer sobre buscar sus zapatos más tarde pues claramente no debían desaparecer y la poca posibilidad de que alguien se los llevará era mínima aunque tal vez un animal podría llevarse sus medias...

Pero ya que la señorita había mencionado lo de entrar al agua Rõgu acabó teniendo una imagen inapropiada en su cabeza por lo que se puso muy nervioso a tal punto de sumergirse en el agua para ahogar ese pensamiento aunque Kaname tenía razón, si no tenía cuidado capaz se ahogaba él. Rõgu subió a la superficie a tomar aire, respiraba agitado por no solo haber hecho su dramático buceo sino también por la vergüenza de la situación en sí aunque podía estar más aliviado al saber que la señorita aún no iba a bañarse.

Lamento mucho haber pensado aquello. Y lamento que tenga que esperar un rato para refrescarse en el agua-se echaba la culpa de todo ya que él había llegado a ese lugar secreto sin ser invitado mientras la mujer parecía haber venido ya varias veces y no la culpaba, el lugar simplemente tenía una atmósfera mágica como si hubiera Sido un lugar jamás mancillado por la presencia de un humano.
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Había escuchado de los nómadas, realmente no imaginaba tal cosa, aunque lo hubiera vivido en ataño. Si, Kaname había estado por años fuera de Konoha formándose como Kunoichi y justo ahora había decidido regresar. Si bien el regreso no había sido bajo la mejor de las circunstancias, ahora sentía que no podía eludir su responsabilidad y su camino como “nómada” había terminado.

Entiendo. Sé lo que es eso. Hace un par de meses pasé por algo similar… De hecho, estuve por años fuera de la aldea, nada más viviendo de un lado a otro. Pero, ¿de qué aldea vienes entonces?— mencionó con cierta tranquilidad mientras empezaba a introducir los pies lentamente en el agua.

Al primer momento, sintió el frío subir por toda su columna vertebral, erizándole cada vello del cuerpo. Incluso, en ese momento hizo un movimiento extraño, una especie de temblor eléctrico. Estaba realmente debatiéndose el tema de meterse en el agua. El sol había calentado su cuerpo perfectamente y todo ese calor podría perderse con apenas tener contacto con el agua, por mucho que Rogu hubiera dicho lo fantástica que estaba.

Se quedó meditándolo, justo mientras escuchaba al chico hablar y luego, este se había sumergido de forma graciosa. Kaname no lo entendió, simplemente se dedicó a posar la palma de sus manos en el piso, justo detrás de su espalda y alzó el rostro de cara al sol para sentir, de nuevo, como los rayos penetraban su ser y se conectaban con sus células. La Senju era una especie de planta, disfrutaba, así como aquellos seres, de la luz solar tal y como si hiciera fotosíntesis.

El chico saldría y diría un par de cosas sin sentido. Kaname no las entendió y claro, no iba a quedarse sin saberlo, así que, decidió preguntarlo.

¿El qué?— ladeó un poco la cabeza confusa. —No me meto no porque estés ahí, sino porque creo que me va a dar frío y la verdad, el sol está bastante bien.— esperaría respuestas del chico, le había hecho gracia aquel comportamiento y bueno, el tema del pensamiento aunque podría intuirlo, prefería escucharlo, más si eso le ponía incómodo.
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Fue interesante para Rõgu saber que aquella chica se había tomado algunos meses para abrazar el estilo de vida nómada, era muy bueno visitar otros lugares aunque seguro debía ser difícil pasar años fuera de tu hogar, quizás el muchacho no poseía ese sentimiento de pertenencia en un País pero si él sentimiento de hogar junto a su familia, con tan solo unas semanas separados ya sentía esa pesadumbre de volver a verlos.

Mis padres son originarios del País del Viento. Pero yo nací en el País de los osos-como ya había explicado el muchacho, su familia era nómada desde hace mucho y que él naciera en una aldea extranjera era "normal" al final de cuentas.

La mujer metió sus pies en el agua, su piel pálida se mezclo con el agua y la temperatura acabó erizando un poco su suave piel. La piel de gallina era algo cómico de ver normalmente pero esta vez por alguna razón no lo fue, fue más... ¿Raro? El muchacho no podía explicarlo pero verla sacudirse por la sorpresa al sentir el frío del agua fue curioso.

Tras los acontecimientos penosos por pensamientos de Rõgu, el muchacho decidió pedir perdón. Esto pareció ser algo innecesario pues la chica estaba de lo más cómoda tomando el sol y pues ella mismo dijo que la presencia del chico no era importante, solo el sentimiento de comodidad que ella estaba experimentando por ese fresco pero a la vez cálido clima.

Ah. Bueno. Eso es bueno. Yo... también debería tomar el sol, debo secarme para poder irme rumbo a Konoha-mencionó mientras miraba a la mujer ser bañada por la luz del sol, parecía brillar...
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Difícilmente Kaname hacía algún tiempo se habría podido considerar de un lado u otro. De hecho, aquello de las fronteras a ratos le parecía un sin sentido. Las personas crecían con pensamientos regionalistas, incapaces de ver que en el mismo mundo era normal y hasta importante que frecuentaran tantas costumbres como personas había. Saltaban unos a decir que el ramen era de una forma, y otros de otra, pero nadie jamás les dijo que ambas cosas eran ramen, y que no estaba mal comerlas de una manera u otra.

Ella había cambiado en eso, dejó poco a poco ese sentimiento regionalista en el que sentía que algunas cosas eran mejor en konoha que en Iwa o que en Kumo, dejó de sentir que sus costumbres eran las mejores, porque entendió que la disciplina de algunos sitios capaz era más fuerte e indicada que la de la aldea de la hoja y así, poco a poco fue deconstruyendo cosas para llegar a entender parte del mundo.

Que interesante…— dijo al oriundo de la tierra de los osos.

Sobre lo demás, el chico había ignorado completamente su pregunta y claro, sus mismas palabras, pero ella se había quedado con la intriga. Por más que le daba vueltas no conseguía entender que era aquello que el chico le había querido indicar. ¿Debía insistir? Si era algo malo lo mejor era dejarlo claro. Su intención no era dañarle ni mucho menos, de hecho, aquello no tendría sentido dado que ella estaba presente antes de su llegada, y si era algo bueno…¿por qué ocultarlo?

Resopló ante sus pensamientos sin poder evitarlo —Que tipo más raro… aunque bueno… ¿tendrá más de veinticinco?— pensó mientras le miraba. Ciertamente sus facciones aún eran como las de un chico muy joven, como las de un niño y por su eso fuera poco, sus acciones tampoco dejaban al aire que estuviera hablando con un hombre hecho y derecho, por lo que también podría asumir la edad del joven.

Bueno, si te están esperando, es mejor que te apresures— comentó con una sonrisa. —a mi aún me queda un rato acá y ahora más aclimatada, puede ser que acabe dándome un chapuzón pronto.— dijo tranquila

Ciertamente había llegado hace poco, y estar allá le presuponía, al menos, estar no menos de cuatro o cinco horas en ese lugar, nada más que disfrutando del ambiente, de la naturaleza, de sus sonidos. Esas horas se iban volando y antes de darse cuenta, le daba hambre, teniendo que volver obligatoriamente.
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La mujer resopló, lo miraba como si pensara en algo pero no le dijo nada en especial. Rõgu simplemente no sabía que más hacer y escuchó las indicaciones de la mujer, si, debía apurarse y dejarle tomar ese baño.

Tiene razón, mejor me alisto para irme-nadó hasta la cascada y buscó salir del agua, analizó el gran risco y tras cuadrar la distancia dió un salto, llegó hasta una roca para dar otro y por fin llegar hasta lo más alto. Tomó sus zapatos y volvió a saltar hasta la piedra y luego al suelo, no era para nada cómodo hacer eso sin zapatos.

Fue un placer conocerla. Espero verla después en Konoha o no, no sé si está de viaje o algo jeje-ya que estaba fuera de su aldea quizás estaba a punto de salir de viaje o algo así por lo que volver a verse no era algo seguro. 

Rõgu tomó su mochila y buscó irse, prefería vestirse cuando estuviera solo ya que primero necesitaba ponerse un boxer seco y apartar el húmedo en una bolsita, sin toalla para cubrirse de los ojos ajenos era mejor esperar a un lugar apartado con un gran árbol.
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Afirmó despacio. Realmente no tenía mucho más por hacer que ver como el otro se marchaba. Parecía ser un chico bastante aplicado y responsable con sus cosas y eso le daba una buena impresión a Kaname. Le sonrió justo antes de ver como salía del agua y subía de roca en roca hasta dar con la parte alta de la misma.

La ceja de Kaname se arqueó sin poder contenerlo —…¿Es shinobi?— hasta ahora, no había visto nada que le indicara que el chico lo fuera. De hecho, había entendido que era del país de los osos y que por lo mismo y por la actividad de sus padres no era sino comerciante. Todo parecía indicar que el chico tenía más escondido de lo que se ataba a la vista. Como fuera, se había ido y para la Senju no tenía mucho sentido buscar saber del otro.

Nos veremos, seguro que si. Cuídate mucho, y nada, ha sido un placer.— dijo tranquila justo antes de ver como se marchaba, aun sin cambiarse. Seguro buscaría un lugar solitario donde pudiera quitarse la ropa mojada y ponerse la seca y no lo suponía por nada en especial, sino porque ella misma lo haría y claro, no se imaginaba al chico corriendo colina abajo en ropa interior y mojado. En definitiva, buscaría un lugar para cambiarse, y esta bien así. Ella siguió allí, con los pies en el agua y nada más que recibiendo los rayos del astro rey, pronto, pasaría el tiempo sobre su cabeza y tal y como había dicho, iría a comer y a terminar su día.

Off. Perdoname la vida, este tema lo tenía reperdido, apenas noté que no te había contestado. Si quieres haz un último post y cierras. Entiendo que te vas (?).
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