[Evento Navidad] El Amanecer del Pavo (Misión C)
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El Amanecer del Pavo
Estábamos aproximándonos irremediablemente a una de las fechas más emblemáticas del año en la que toda la familia se reunía alrededor de la mesa para comer en paz y armonía. Para esas célebres festividades, una de las comidas más típicas y tradicionales era el pavo relleno asado con algún tipo de guarnición. Desde hace algunos años se estaba asentando en muchos lugares como una comida tradicional y se volvía cada vez más popular. Por lo tanto, era la época en la que más vidas de pavos se perdían, en especial dentro de unos pocos días en la víspera de la festividad, para que la carne estuviera lo más fresca posible.

Aunque este año todo parecía estar ensombreciéndose con un manto de oscuridad y preocupación. Por lo menos en el País de los Fideos, en el que hacía ya un par de días que las granjas de pavos estaban amaneciendo sin ninguna de las preciadas aves. Esto se había ido extendiendo por el país entero desde entonces, reportándose robatorios y desapariciones por toda la nación. Y había un patrón claro en que el responsable había estado barriendo el país desde el sur hasta el norte por la costa.

Justo en Momobami, una de las grandes poblaciones del país, al norte del mismo con la costa habían sido convocados los shinobis a los que se les había asignado la misión. Dada la ausencia de una aldea ninja en la nación, pero su gran poder adquisitivo por causa del comercio y los abundantes cultivos, siempre que requerían de tareas aptas para ninjas había que acudir a las aldeas vecinas para que enviaran shinobis a cambio de una buena paga, o incluso contratar mercenarios errantes que se vendieran al mejor postor. Todo acaba dependiendo un poco de la situación y el poder adquisitivo del demandante.

En esta ocasión habían tomado la tarea shinobis de procedencias muy dispares. Un recientemente ascendido a chunin que procedía de la villa oculta de la hoja; un shinobi errante que estaba en las proximidades de la nación; y una joven promesa del país del Agua. Tres jóvenes shinobi que unirán fuerzas para salvar las Navidades de toda una nación. O si no, tocaría pasar las navidades solo con sopitas.

El punto de encuentro donde se citaba a los shinobis, se trataba de uno de los almacenes más grandes de la ciudad, que al mismo tiempo ejercía de sede de la asociación de comerciantes, donde les había citado Yinchiro, el presidente de la asociación. En la entrada del lugar se podrían encontrar a diversos transportistas y comerciantes trayendo y llevándose productos hacia sus tiendas o el muelle de la ciudad, uno de los más grandes del país. También se podían apreciar algunos granjeros trayendo a vender algunos productos desde las granjas en las afueras de la ciudad al sur de la misma. Un pequeño eje comercial destinado a los mayoristas más que al gran público.
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(Ni si quiera en Navidad terminan los problemas, siempre hay por ahí algún chistoso que quiere arruinar este tipo de celebraciones)

Pensaba el Uchiha mientras sacaba sus prendas de ropa de un closet pegado a la pared. Había recibido una misión nueva, la asociación de comerciantes del País de los Fideos rogaban por ayuda para tratar con la desaparición en masa de los Pavos del País y entre esas solicitudes, una llegó a Konohagakure, aceptándola al instante y eligiendo a Kin como el representante de la Villa en aquella misión. Kin terminó de cambiarse en el momento en el que se colocó encima su Chaleco Táctico, se miraría un poco al espejo antes de suspirar y comenzar con su viaje hacia el País de los Fideos, pero obviamente, primero tenía que salir de Konoha, el espadachín tomó el Pergamino de Misión que se encontraba en una pequeña mesa a un lado de su puerta antes de salir y dirigirse a las puertas de la aldea para entregar su respectiva documentación y abandonar la villa

(¿Momobami? Según el mapa, el pueblo queda cerca de Ramenuma, debería ser fácil llegar)

El Uchiha miraba con atención el mapa de todo el País de los Fideos que había adquirido recientemente en una de las posadas de paso que había en el camino. Pasó un largo tiempo antes de que el Uchiha logrará pisar las tierras de Momobami, un bonito pueblo lleno de gente trabajadora y múltiples zonas de cultivos, así como granjas y establos, sin duda, un pueblo mercante o eso pensaba Kin con el primer vistazo a su llegada al Pueblo. Ahora tenía que dirigirse a uno de los almacenes más grandes de la ciudad pues ahí era el punto de encuentro con el solicitante de la misión, así como también, con sus otros dos compañeros de misión que según lo que se le informó, se trataba de un Ninja errante y un novato no tan novato del Kirigakure.

El Chunin llegó al lugar establecido, múltiples transportistas y mercaderes se encontraban en los alrededores del almacén, aquella escena le recordaba un poco a cuando Konohagakure tenía visitas de los mercaderes importantes del País del Fuego. Kin caminó hasta uno de los trabajadores para preguntar donde se encontraba Yinchiro y una vez con la información, siguió su camino hasta su ubicación
Pasivas

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El país de los Fideos, a lo mejor dada mi ubicación a las cercanías del destino de la nueva misión se me ha asignado y así ahorrar costes de pagarle el viaje a otro shinobi de Kiri cuando yo me hayo en el mismo pais a raíz de una misión que me había sido asignada días atrás, en Ramenura estaban desapareciendo gatos y una vez terminada la misión como es costumbre me he pasado un par de días por aquel tan pintoresco país visitando algunas aldeas y así inspirarme en mi viaje y conocer diferentes lugares y culturas.

Ahora mis pasos me guiaban hacia una de las grandes ciudades del país, Momomabi, se ve que en este país se ha puesto de moda la desaparición de animales, desde gatos hasta pavos y estos últimos próximos a unas fechas donde se suele consumir cada vez más dada a una nueva tradición que estaba calando en las comidas navideñas que era el pavo asado con relleno por ejemplo, pero está claro que el pavo estaba ganado protagonismo en las mesas de cada casa.

La diferencia es notable, de pequeñas aldeas y campos de cultivo como Ramenura y sus alrededores a una gran ciudad costera, la naturaleza se iba abandonando por acero y metal, por industria aunque siguen dedicándose a las mismas labores de crianza y venta que en el resto de país, el comercio es primordial para una pais sin una aldea ninja y por eso esta desaparición puede suponer un gran palo para el mismo, ya que a falta de ninjas recurren al dinero para contratar los servicios de las aldeas cercanas y así garantizar su seguridad y protección, sin ese dinero estarían indefensos a criminales y señores de la guerra.

En el informe que voy leyendo mientras recorro las calles hacia mi punto de encuentro se da un patrón en los robos, por lo visto empezaron por el sur y la escalada de robos iba subiendo hacia el norte por la costa, puede tratarse de algunos indeseables que están intentando hacer negocio con los pavos y usan alguna embarcación para sacar a los animales sin llamar demasiado la atención, al contrario que si lo hicieran por tierra, mover tal cantidad de animales robados es bastante probable que te acaben por descubrir, si se tratan de simples traficantes espero que las autoridades de este pais estén atentos a los mares de su zona.

- Vaya Kin, no esperaba encontrarte por aquí - sonrío al ver al Uchiha, ya conocido por aquel concurso de setas junto a Yuta, pasamos una noche bastante agradable en la fiesta y me parecía una persona recta - un placer -  le tiendo la mano.

Mientras el shinobi de la hoja estaba bien ataviado con su chaleco que daba a entender su rango de Chuunin, yo simplemente vestía mi característico kimono, con el pecho descubierto, sintiendo la brisa marina recorrer todo mi cuerpo, el olor a sal, el graznido de alguna gaviota indicando nuestra proximidad a los mares, el ruido de algún barco de transporte o pasajeros llegando a puerto, el estridente sonido de los trabajadores que no paran de ir de un lado a otro portando diferentes cosas, uno de ellos le indica a Kin donde se encuentra Yinchiro, el encargado y con quien debemos de hablar sobre la misión, por el momento el punto de reunión es donde nos encontrábamos, un gran almacén de recursos o eso parece a simple vista.
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A sus manos había llegado una asignación cuanto menos peculiar, comunicado por medio de una carta a su domicilio como era de costumbre cuando no era él mismo quien buscaba el trabajo de primera mano; la descripción de la misión era extravagante a falta de una mejor palabra, y si no fuera porque contaba con un sello legítimo sellando la apertura de la carta, el albo seguramente se lo habría tomado como una enorme broma que no valía la pena. Confirmarlo no era barato, al fin y al cabo. Un viaje hasta el País de los Fideos no salía de a gratis o sin esfuerzo; si bien no era la ubicación mas lejana de su hogar en el País del Fuego, era la zona limítrofe más apartada hacia el norte bordando el enorme cuerpo de agua en la misma dirección.

Pero nada de lo que leía del extraño guion de pelicula hecho realidad era mentira, o al menos eso intentaba calarse en la cabeza con inhumano esfuerzo. Un robo, o desaparición, masiva de todos los ejemplares aviarios cuidados en las granjas para su futuro consumo en las festividades venideras. Con el fundamento de la identificación difícil de falsificar en la cara correcta de la carta, aunque con suficiente escepticismo en la cabeza como para sostener ideas de preocupación rebotando en las paredes de su cabeza e invadiendo sus pensamientos sanos, preparó todo el equipo que siempre llevaría a la misión y no tardaría en emprender su viaje hacia Momobami.

Algo que en papel sonaba sin importancia, pero que en luz de todo cargaba con más peso de lo que parecía: Si la moral mantenía arriba a un pueblo, que les dieran la mala noticia de inexistencia con un alimento casi mandatorio en las fechas especiales era caótico por no decir más, además de ser algo que tan solo podría repetirse y remediarse hasta el año siguiente. Con la tontería, el problema resultó ser mas grande de lo que podía observarse a primera vista. 

Aunque no era ningún extraño a emprender viajes extensos -y por eso sabía mejor que muchos el fastidio que supondría llegar y encontrarse con carcajadas en vez de una misión oficial-, los Países del Mar del Norte eran algunos de los que menos conocía, dada la disminuida actividad criminal de alto rendimiento que se centraba en la zona por la inexistencia de una aldea que pudiera proveer gente capaz de expulsar torrentes de fuego por la boca como si soplaran una vela. Lo peor que podía encontrarse era un tío con problemas domésticos ondeando un cuchillo por el aire, y por ello usualmente bastaba cualquier persona con uniforme y una porra para inyectarle claridad de mente a base de, valga la redundancia, porrazos.

Su llegada inicial al sitio en el que se solicitaba su presencia junto a la de otros dos compañeros se vio de frente con incertidumbre; su mirada paseó por cada esquina del cuadro de visión que sus ojos podían recorrer, observando a las masas conformadas por personas recorrer el lugar de un lado a otro, entrecruzándose y formando un mar de individuos que casi emulaban una impenetrable muralla capaz de comerse al hombre más desprevenido. Por supuesto, su desconocimiento del lugar jugaba enormemente en contra, al no saber en qué dirección tomar en primer lugar. 

-¡Ah, disculpe!- Una palabra de perdón instintiva, cuando sintió que alguien chocó contra su hombro al dirigirse en su dirección con más prisa de lo que le permitía mantener control de su avance; soltó un sermón de cuatro páginas sobre tener cuidado por donde iba y tener los ojos abiertos, y luego se marchó con la misma esporádica energía con la que llegó en primer lugar. Yukine soltaría un suspiro tendido ante la extraña interacción, se rascaría la cabeza como una exteriorización de su molestia interna contenida y reuniría fuerzas para seguir adelante sin miramientos. -Definitivamente nunca me llevaré con los lugares así de concurridos...-

Sin perder más tiempo, tomó la solución mas viable: Pedir direcciones a uno de los locales, que seguramente le respondería con prisa pero con la suficiente coherencia para que el Shinobi pudiera encargarse del resto por sí mismo. Se acercaría a uno de los transportistas que parecían estar en medio de su descanso, con un tabaco a media carburación y recostado contra una carretilla de grandes proporciones sin ningún método por arrastrar. Si él era el dueño del implemento o no, eso no podía ser menos su asunto y meterse en medio de ello sería cuanto menos irrespetuoso.

-Disculpa, busco este almacén. ¿Me puedes indicar hacia donde queda?- Una seña indiferente con el dedo índice con un gesto facial equivalentemente indiferente provino del hombre con el tabaco sin entregar respuesta verbal alguna, señalando la dirección del almacén tal que se definía con facilidad cuál de entre los tantos presentes era, sobresaliendo por encima de las cabezas de la muchedumbre. El joven albo río ante el alivio de finalmente contar con una dirección fiable; a veces era mejor tener a la persona que te clavaba tres puñales con la mirada dando respuestas, valuaban su tiempo lo suficiente como para gastar el menor posible en nimiedades como jugarle una broma a las ovejas más perdidas en el camino. -¡Gracias! A ver si puedo llegar pronto al sitio, o al menos no después de la hora pactada.

Con la dirección en mente, no tardó en llegar hasta la zona pasando por en medio de la gente, haciéndose paso como bien pudiera hasta que finalmente arribara hasta el almacén y utilizando su capacidad física como Shinobi para utilizar pasos por los que una persona promedio no tendría acceso alguno, saltando entre tejados y cajas hasta llegar al punto acordado. 

Finalmente, arribó. Dos rostros ya estarían presente antes que él, uno de los cuales conocía del pasado. Al primero, Kin, le levantaría la mano en un enérgico saludo con una expresión jovial a juego. -¡Ey, Kin!- Un rostro desconocido parecía acompañarlo, y como bien demandaban sus modales, tardaría poco en presentarse ante el integrante cuya identidad desconocía. -Si tú estás en la misión, asumo que él es nuestro otro compañero, ¿correcto? ¡Yukine, un gusto!- Una expresión afable se dibujó en su rostro, y su mano se extendió hacia el hombre de cabellera grisácea. -Alto, ¿él es un Chunin? ¿O me vas a sorprender con que aprobaste el Chunin recientemente, Kin?- Se cruzó de brazos, aunque la cómica expresión que dibujó poco después hacía difícil tomárselo en serio; con toda la intención del mundo, pues lo último que quería sería tensión entre cualquiera de los tres. -Bueno, ya me contarás los detalles luego, por ahora la misión es prioridad.- Centrado a tierra, quien lo conociera lo suficiente conocía los estándares de profesionalismo que Yukine entregaba. Prioridades ante todo, vida personal para luego.
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El grupo de shinobis había llegado exitosamente y sin incidentes. Tanto el veterano Kin como Melessar, quien ya había realizado una misión recientemente en esos lugares, fueron los primeros en alcanzar el punto de encuentro designado para todos los shinobis contratados para aquella misión. Sin embargo, solo faltaba un miembro en el equipo, ya que la urgencia de la situación obligó a buscar candidatos disponibles rápidamente. Aunque esta misión no parecía peligrosa o importante para la mayoría de las aldeas, solo se encontraron tres personas caritativas dispuestas a ayudar a la gente en estas fechas idílicas.

El último miembro en llegar sería Yukine, un nómada que estaba visitando por primera vez esas tierras y había tenido algunos percances para llegar al lugar. En su camino hacia el lugar citado en el pergamino de la misión, se encontró con un transeúnte poco educado que iba apurado y continuó su camino hacia el norte de la ciudad. Cuando se levantó, aunque inicialmente no lo notó, al muchacho de tez pálida se le había quedado pegada en su ropa, en la zona del hombro, una pluma marrón.

Finalmente, el grupo logró reunirse a las puertas de la sede de los comerciantes locales, donde Kin no dudó en detener a uno de los trabajadores del lugar para encontrar a su jefe, como tenían programado. El hombre al que pararían en medio de sus labores era un hombre fornido que cargaba cajas llenas de papas, hasta cuatro cajas apiladas sobre su hombro, superando en altura a los tres shinobis. Se giró hacia Kin mostrando una anchura de hombros como un armario en la que podríamos incluir tanto a Yukine como a Melessar.

— ¿El jefe Yinchiro dices...? — Diría con una voz algo ronca y grave, y luego carraspearía un poco tosiendo — Ahh, pues sí, está justo en el piso de arriba. Subes por esas escaleras y lo encontraréis al final del pasillo — De golpe, su voz se había aclarado y suavizado, mostrando una cara amable.

Con el índice de su mano libre señalaba unas escaleras que había al otro lado del interior del almacén, que subían hasta la planta superior. En el camino, los ninjas encontrarían a múltiples trabajadores transportando mercancías y cargando cosas en pilas de palets y cajas; algunos almacenaban y otros se llevaban productos. Incluso se podía ver cómo algunos negociaban alguna transacción en tiempo real por allí.

Una vez subidas las escaleras, los shinobis encontrarían una serie de pequeños despachos donde seguramente se reunían diferentes grupos dentro de la asociación de comerciantes, utilizándose como salas de actas. Algunos de ellos podrían ser despachos debido a que tenían algún nombre en su puerta. Finalmente, aparecería el nombre de Yinchiro en la puerta del último despacho del pasillo. La puerta estaba abierta y, si los shinobis entraban, encontrarían a un hombre firmando algunos papeles, mostrando seguridad y virilidad.

Yinchiro


Al notar la presencia de los shinobis, y en especial al discernir el chaleco de Chunin de Kin, aquel hombre dejaría su pluma en la mesa y colocaría el último recibo que había firmado en una pila a su izquierda. El interior del despacho se veía muy ordenado y limpio, con una buena iluminación a pesar de no tener ventanas. En las estanterías se podían ver muchos archivadores y pergaminos enrollados.

— Supongo que sois los shinobis que aceptaron la misión. Un placer, mi nombre es Tokinada Yinchiro — Transmitía un tono relajado.

El hombre sacaría tres tarjetas de visita de un cajón y se levantaría para dárselas a los shinobis.

— Supongo que ya están informados por la información que enviamos con la recompensa, pero llevamos desde hace tres días recibiendo reportes de granjeros que reportan la desaparición de sus pavos. Empezaron por el sur del país y parece que los casos han ido escalando hasta el norte, siendo el último esta misma madrugada en una granja en las afuerzas de la ciudad al sur — Se puso un poco serio mientras decía aquello.

El hombre volvió a su mesa y se sentó de nuevo, cruzando sus manos y mostrando una expresión más ruda y seria ante la situación.

— El hombre que sufrió este último robo es Kawaguchi, un viejo amigo mío. Con él, oficialmente podemos decir que todos los pavos de la nación han desaparecido. Ya no solo peligra la comida de dentro de dos días en Navidad, sino que sin pavos no será posible criarlos para recuperar las pérdidas e incluso es posible que no haya opciones para el próximo año. Sin duda, las naciones vecinas especularán mucho con el precio. De hecho, no descartamos que alguna de ellas haya sido responsable — El asunto se veía serio.

El hombre encendió un cigarillo, dio una larga calada y suspiró, dejando escapar una pequeña ráfaga de humo hacia un lado para no molestar a los shinobis.

— No hay mucho más que pueda decirles sobre el asunto, pero estaré encantado de resolver las dudas que tengan... — Concluyó Yinchiro.
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Antes de sí quiera haber podido preguntar a algún carguero en donde se encontraba la oficina de Yinchiro, el Uchiha fue “emboscado” por un chico de cabellos blancos procedente de Kirigakure, un Shinobi ya conocido por Kin desde aquella misión de las Setas, se trataba de Melessar quien saludaba al espadachín y extendía su mano hacía él. Kin respondió el gesto con una sonrisa mientras apretaba la mano del Kaguya

- Un gusto volver a verte, Melessar -

Pero no sería el único conocido con quien se toparía en aquella nueva misión. Unos minutos después, otro peliblanco aparecería en escena, hasta parece que Kin sólo sabe rodearse de peliblancos. Se trataba de un Ninja Errante, un Shinobi que Kin conoció en Konohagakure en una situación un tanto peculiar pues ayudó al joven a cumplir con su encargo de un animalito perdido.

- Otra cara conocida. ¿¡Como va todo, amigo Yukine!? -

Al parecer, la nueva misión que estaba por empezar la haría en conjunto con dos personas que ya conocía de antemano y eso de alguna forma lo hacía sentir más cómodo que cuando no conoce a sus compañeros, pues nunca se sabe qué tipo de personalidades nuevas traerán y como podrían reaccionar a las diferentes situaciones

- Bueno, ya te diré los detalles más adelante pero sí, tiene poco que logré el ascenso a Chunin -

Diría Kin ante el comentario del albino antes de comenzar a caminar y buscar con quien solicitar información para encontrar al Señor Yinchiro. No pasaría mucho cuando los tres Shinobis se toparían con uno de los trabajadores del almacén que, a juzgar por su físico, se trataba de alguien extremadamente fuerte en cuanto a fuerza física se refería y las cuatro cajas sobre su hombro no hacían más que confirmarlo. El hombre de manera amable les indicaría el camino hacia la oficina de Yinchiro cosa que Kin agradecería haciendo una sutil reverencia.

- Es la del fondo, deberíamos ir -

Kin señalaba con su dedo índice la puerta del final del pasillo, la cual, tenía la placa con la inscripción del nombre del jefazo. Al ingresar, serían recibidos por un hombre bastante flaco y con un aspecto totalmente de un oficinista, Kin aceptaría la tarjeta de visita de Yinchiro con una sutil sonrisa antes de escuchar la situación por la que estaba pasando el País de los Fideos, si bien ya sabían algo por el Pergamino de Misión, nunca estaba de más recibir más información y que mejor que de la boca del mismo solicitante.

La situación era realmente preocupante y los festejos navideños corrían peligro con la desaparición a gran escala de todos los Pavos del País. Kin pensó durante algunos segundos con una de sus manos en su barbilla, analizando cada detalle dado por el Señor Yinchiro

- El Señor Kawaguchi, ¿Se encuentra lejos de aquí?, creo que lo mejor sería ir con ese hombre y preguntarle si sabe o vio algo -

Talvez la sugerencia del espadachín no era la mejor, pero fue lo único que se le ocurrió a sabiendas de toda la situación. Además, si Kawaguchi fue el último hombre al que se le robó un Pavo, posiblemente vio algo y sería de vital ayuda que pudiera dar su testimonio a los Shinobis
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Última modificación: 22-01-2024, 09:19 PM por Melessar.
Kin estrecha con gusto mi mano tras un saludo, sonrío ya que es una persona bastante amable y fuerte, además que esos ojos albergan un gran poder por lo que he escuchado y verlo en acción tiene que ser digno de ver, aunque no de frente si no a mi lado. No pasa mucho cuando aparece el que sería el ultimo integrante de nuestra misión, me quedo un tanto sorprendido por su aspecto, quitando las expresiones faciales y pequeños detalles somos casi iguales, tonalidad de piel, el pelo casi parecido y los ojos aunque él los tiene ambos azules al contrario que mi heterocromía.

- Un placer Yukine - estrecho su mano con una gran sonrisa - Melessar encantado

Se ve que Yukine y Kin son conocidos y a juzgar por las palabras del primero los dos son Chuunin aunque este lleva mas tiempo ya que Kin es recién ascendido, los dos son mis superiores visto lo visto, tal vez me han dado esta misión con ellos para ir aprendiendo poco a poco a pensar como un Chuunin ya que mi ascenso puede que sea dentro de poco, pero quien sabe, me queda mucho por aprender en mi opinión.

- Se ve que sois mis superiores, espero os comportéis como es debido ¿verdad Kin?

Miro al Uchiha ya que aunque es un buen ninja se que tiende a hacer ciertas fechorías o travesuras impropias de la seriedad que intenta transmitir, seguramente de pequeño haya sido el típico niño travieso que tendría a todos locos, no puedo evitar reírme ante mis palabras mirando a Kin con una sonrisa.

Tras preguntar a un trabajador cercano el gran fornido hombre nos indica donde se encuentra Yinchiro, la persona a la que tenemos que consultar sobre los detalles de la misión, tal vez tenga alguna pista sobre por donde podemos empezar a buscar, si se trata de una banda de traficantes no creo que tengamos muchos problemas teniendo a dos chuunin de la talla que tengo como compañía, intentaré no estorbarles demasiado y ayudarles llegado el caso, de eso no me cabe duda.

Tras ingresar en el almacén, gigante y repleto de diferentes productos, veo a un par de hombres negociando por unos pescados en las cajas, seguramente sean frescos del día y vayan a parar a algún restaurante de la ciudad, tras volver la mirada hacia mis dos compañeros me dirijo a subir las escaleras hacia las oficinas de arriba donde se supone que encontraríamos al encargado de esto.

En una de las puertas de las oficinas veo el nombre de Yinchiro escrito, medio abierta Kin no se lo piensa y ingresa él primero al despacho el cual estaba bastante ordenado para como pensaba que sería al ver tanto caos de papeles en algunas oficinas que he visto por el camino a través de las ventanas, pero en este caso todo está perfectamente colocado, sin lugar un buen ambiente para trabajar sin mucho estrés.

El hombre llamado Yinchiro al ver nuestra presencia termina de firmar un papel y se levanta dándonos una tarjeta de visita a los tres, con una media sonrisa la guardo en uno de los bolsillos.

- Un placer señor Yinchiro - hago una pequeña reverencia en señal de respeto.

Yinchiro empieza a contarnos sin esperar mucho la situación que acarrea todo el problema de la desaparición de los pavos, esta claro que si no llegamos a encontrar a los culpables las pérdidas pueden ser importantes, sobre todo para un pais que no posee una aldea ninja propia para defenderse en caso de una revuelta o invasión, tal vez algún pais vecino o señor de la guerra está intentando desestabilizar el propio pais con pequeños robos y altercados por diferentes puntos.

Por el momento nos da la pista de donde ha sido el último robo, encima esta misma madrugada y a un conocido del propio Yinchiro, tal vez debemos de acercarnos a la granja y echar un vistazo en busca de pruebas, de todas formas las palabras de sospecha de que algún país tenga algo que ver con todo esto no es del todo alocado.

- Estaría bien visitar al señor Kawaguchi y buscar pruebas en el lugar del crimen antes de que pase mas tiempo y se pierdan - miro serio al señor Yinchiro - aparte de esto ¿sospechas en concreto de alguna nación vecina como has dicho? tal vez también podemos tirar de ese hilo

Aun así estaría bien conseguir un mapa y mirar los paises vecinos a este, alguno que esté cerca de la zona de robos, tal vez incluso alguno con el que comparta alguna ruta marítima, ya que no descarto que los ladrones vayan por mar para tratar de mover esa cantidad de animales robados sin llamar tanto la atención.
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Última modificación: 25-01-2024, 06:54 PM por Yukine.
Una bienvenida cordial de parte de sus dos compañeros fue lo que lo recibió, una sorpresa inmensamente grata que recibiría con una visible sonrisa en su rostro, pues era reconfortante saber que contaba con manos no solo capacitadas para el trabajo sino además conocidos o personas dispuestas a darse a conocer; incluso si se tratase de personas menos capacitadas, la capacidad de demostrar disposición positiva desde el inicio era indispensable para lograr la meta presente en la mesa. 

Su saludo formal con Melessar fue bien recibido e incluso complementado con un grado de profesionalismo, e incluso incluyó una presentación que le permitió adquirir el nombre del tercer desconocido, un alivio que facilitaría enormemente hacer menciones específicas si en algún momento éstas eran requeridas, algo que era relativamente común en cualquier emprendimiento ninja involucrando un grupo. Fuera como fuera, tal energía positiva recibiría una contestación idéntica magnitud de parte del albo de cabello hasta el hombro.

-¡El placer es mutuo, Mel!- Respondió, reflejando la sonrisa que el contrario esbozaría y tardando poco en exhibir su naturaleza capaz de cerrar más distancia de la socialmente aceptable, asignando un mote tan pronto conocerlo. -Y no te preocupes, clarísimo que las celebraciones van para después de la misión. Si tu Senpai aquí presente se desvía, ya me encargo yo de reorientarlo.- Complementó a la broma anterior, con la última sección de sus verbalizaciones dirigiendo su mirada hacia Kin, una forma implícita de poner un sujeto concreto en la oración; si bien estaba exento de conocer el lado más travieso de su compañero Uchiha, y quizá subestimaba a lo que podía llegar si se nombraba a sí mismo capaz de centrarlo nuevamente en el objetivo a la mano sin tapujos, el día de hoy seguramente sería fiel prueba para mentir o desmentir sus palabras. 

Con una historia larga asignada para luego, y una posible celebración en honor a la subida de rango de ambos, emitió una carcajada corta al escuchar la confirmación de Kin con respecto a su sospecha: Un ascenso incluso a Chunin era un escalón importante en la historia de cualquier ninja, y era algo que no podía pasar desapercibido como si nada. Por supuesto, sabía que éste tan solo era el segundo escalafón a ascender o que cualquiera de los tres ascendería a su debido tiempo. -Entonces sí, me debes esa historia para después en medio de una fiesta. No te creerás que te lo voy a dejar pasar sin una buena tarde para descomprimirse, ¿no? Y con más razón que yo aún tengo pendiente la mía, así que nos combinamos el presupuesto en un único día para hacerlo el doble de entretenido. Por supuesto, también estás invitado si te parece bien, Mel.- Adelantándose en demasía y proponiendo mucho antes de que la idea naciera en el grupo, incluso avanzando tan lejos como para invitar a alguien que era un desconocido hasta hace unos minutos, tan solo quería aprovechar cada ocasión para que todos pudiesen ser felices y olvidarse aunque sea por una noche de los grisáceos tonos rodeando la vida del Shinobi. 

El inicio de su búsqueda por la figura que sería su primer paso a la misión los llevó hasta un trabajador robusto que rápidamente les indicó hasta la posición del solicitante de la misión, un paso que les sobresimplificó buscar direcciones en una tierra que aparentemente ninguno conocía mejor que un extranjero recién llegado. Siguió el paso que el grupo estableciera, pero en las escaleras, un asomo de color marrón en su periferia llamó su atención lo suficiente como para girar su cabeza entera en la dirección; una mancha extraña en su armadura, que resultó ser en realidad una pluma marrón de origen desconocido, ¿de hace cuanto había conseguido colarse ese pequeño y desubicado memento en su vestimenta? Arrugó un poco el entrecejo, aumentando su curiosidad conforme más dudas surgían al respecto. Al contrario que tan solo descartarlo, guardó la pluma en uno de los bolsillos secretos de su armadura de cuero teñida, extremando precaución para que las fibras del plumaje se desordenaran solo lo mínimamente inevitable. 

Su arribo fue bien recibido por una estancia impecable que contrastaba con el esperado desorden exterior al edificio; una oficina preciosamente organizada, iluminación que exhibía un presupuesto digno de envidiar al provenir de fuentes artificiales y una colección vasta de contenedores informativos como lo eran pergaminos y separadores que indicarían con claridad el contenido de cada ítem añadido en su respectiva sección. 

El briefing entregado por el hombre de apariencia empresarial fue efectivo, entregando toda la información pertinente al caso e incluso entregando un nombre específico que sería la última víctima de la oleada de robos que había sufrido el País. Sus palabras lo dejaron meditando por un instante, permitiendo que el grupo pudiera arrojar las dudas que necesitaran resueltas por voz del hombre así como cualquier petición en caso de que alguna idea llegara espontáneamente para favorecer la investigación. Durante este tiempo, un fugaz centelleo con la imagen del polizón que viajó inadvertido en su hombro vino a su mente, una conexión que admitió haber tardado más de lo que debía.

Se aclaró la garganta, llamando la atención del hombre de negocios en caso de accidentalmente cortar una conversación; emitiría cuantas disculpas fuesen necesarias después si se ameritaban, pero por ahora necesitaba la individida atención de Yinchiro. Si alguno de los miembros del equipo planeaba partir al exterior de la oficina inmediatamente, también contaba con la función de detenerlo para escuchar lo que el albo estaba a punto de deliberar. 

-Esta pregunta puede sonar un poco fuera de lugar y arbitraria, pero... ¿Por casualidad conoce el color del pelaje del último lote reportado como robado?- Una duda quizá un poco más específica de lo que debía para ser una primera pregunta, pero que pronto complementaría con más contenido además de un objeto físico. -Si usted o el señor Kawaguchi vieran el patrón de una pluma de las aves, ¿serían capaces de reconocerla como perteneciente al ganado aunque hubiese espacio a duda?- Comentó, para inmediatamente remover de su bolsillo la muestra mencionada y colocarla sobre el escritorio del empresario: La pluma que viajaría con él sobre su hombro, adherida por casualidad y que, de responder positivamente a su duda, seguramente los encaminaría en la senda correcta con enorme ventaja de salida. Como mínimo contarían con una pista enorme: Si pertenecía a uno de los pavos, la ruta por la que pasó Yukine también contenía a uno de los involucrados del incidente, victimario más que seguro.
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Las presentaciones estaban hechas y las cartas sobre la mesa. Lo cierto es que no había mucho más que decir en una primera instancia, salvo que los jóvenes shinobi fueran a preguntar para conseguir hilvanar alguna pista o solventar algún hueco en la historia que a Yinchiro se le hubiera podido pasar por considerar demasiado obvia o evidente.

Y, como era esperable para el hombre de negocios, todos y cada uno de los shinobi guardaba una cuestión para él. Por el respeto mutuo que se tenían los shinobi y buscando no avasallar al hombre con un exceso de preguntas de golpe que tuviera que gestionar de forma simultánea, dejándolo en la tesitura de tener que decidir a qué persona responder, tomaría el primer turno de pregunta Kin como líder de la operación, seguido de Melessar, puesto que Yukine, en lo que buscaba un objeto en su bolsillo, se demoraría un poco.

— Kawaguchi vino a primera hora de la mañana reportando el robo antes de ir a reportarlo a la policía local, es probable que a estas horas ya hayan llegado a su granja para investigar el lugar con los guardias. Si queréis ir a buscarlo, deberéis ir hacia el sur de la ciudad por el camino principal que corta la ciudad en dos, desde el puerto hasta las afueras de la ciudad. Siguiendo el camino en dirección contraria al puerto, a poco más de un kilómetro de la salida de la ciudad podríais encontrar su granja a la derecha del camino — Detallaría el hombre.

Mientras que la pregunta de Melessar iba más bien por otro lado, un poco más siniestro y preocupante. No tanto por la pregunta como tal, sino por el hecho de que una nación estuviera intentando boicotear a otra de forma tan directa, poniendo en riesgo el equilibrio comercial del norte del continente.

— Pues no lo sé, en principio no dudo del eje comercial que hemos formado los Países del Mar del Norte. De hecho, formo parte de esa coalición comercial en la que regulamos y tratamos algunos asuntos económicos para un mercado equilibrado entre estas naciones y no vernos superados por otras coaliciones. Pero nunca se sabe al 100% cómo todos los miembros de una nación podrían actuar. Más que un asunto de un país entero, estemos ante la obra de algún particular que busque desestabilizar nuestra economía o incluso puede venir el movimiento desde mucho más lejos, así que es difícil — Trató de responder con sinceridad.

Era una pregunta que no daba pie a una respuesta como tal, las posibilidades eran infinitas al no tener un enemigo definido, y al mismo tiempo ser enemigos comerciales de muchísimos. Pero justo cuando no parecía haber mucho hilo del que tirar, Yukine puso sobre la mesa la cuestión que podría brindar un poco de luz a la oscuridad, literalmente, al mostrar una peculiar pluma.

— Lo cierto es que no sé de qué color eran exactamente los pavos de Kawaguchi. Si estuviera él aquí, podría identificarlo en un instante sin lugar a dudas — El hombre tomó la pluma y la examinó — Pero no hay duda de que esto debe ser la pluma de algún pavo. En general, las únicas aves que tenemos en la costa no son más grandes que una gaviota. Por aquí, en las proximidades, las únicas aves con una pluma de este tamaño tendrían que ser pavos. Si has encontrado alguna pista junto a esta pluma, podría ser la mejor baza que tenemos ahora, puesto que si se están llevando las aves, el tiempo es contrarreloj — Culminaría el hombre.

Ya solo quedaba, al parecer, esperar a que los shinobi se organizaran y se movilizaran. Como Yinchiro había dicho, estaban en contrarreloj probablemente. Si el ladrón estaba buscando llevarse las aves a otro lugar o tal vez liquidarlas para que no pudieran recuperarse. Aunque era algo extraño, no debería ser fácil transportar tantas aves de corral tan grandes.
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Contrario a lo que se creía, los tres Shinobis ahí presentes tenían alguna duda o inquietud pata expresarle al hombre con facha de empresario empezando por Kin quien preguntó abiertamente si Yinchiro les podía dar información para dirigirse a la granja de Kawaguchi, mientras que Melessar sospechaba de un “ataque” por parte de una nación rival y finalmente Yukine, quien mostraría a Yinchiro una pluma de pavo que al parecer había tenido todo este tiempo en su espalda.

El Señor Yinchiro respondió amablemente cada cuestionamiento de los tres Shinobis, cualquier información que podría darles Yinchiro era de importancia así que luego de recibir la respuesta a su pregunta, el Uchiha se limitaría a escuchar la respuesta de las otras dos preguntas realizadas por Melessar y Yukine. Ya con toda la información en mente a quien se le ocurría algo que talvez sea obvio para el resto

- Muchas gracias por su aporte a la investigación Señor Yinchiro. además, creo que necesitamos visitar a Kawaguchi lo antes posible, si el Señor Yinchiro dice que talvez Kawaguchi reconozca la pluma, supongo él podría darnos más información, además visitar la escena del crimen nunca viene mal -

El Uchiha esperaría la respuesta de sus dos compañeros para comenzar a movilizarse y continuar con la investigación. Las misiones siempre eran tomadas muy enserió por Kin y por lo general, siempre trataba de cumplirlas con éxito, aunque eso no siempre sea posible.
Pasivas

Pienso / Narro / Hablo
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El señor Yinchiro escucha con atención a las palabras de los tres, todos tenemos preguntas y posibles sospechas, desde el visitar el ultimo lugar donde han robado el cual es hace nada como plantea el compañero Kin, a juzgar por las palabras de Yinchiro el señor Kawaguchi nos dará mas detalles ya que es el dueño de la granja asaltada esta misma noche.

Por mi parte no existe la sospecha de ninguna nación que intente desestabilizar la economía de este país ya que dice formar parte de dicha coalición de los países del norte, confía plenamente en ellos y seguramente tal y como dice sea obra de algún particular, una banda de ladrones o algo por ese estilo, pero lo verdaderamente revelador eran las palabras de Yukine, ya que parece tener una pista al mostrar una pluma la cual se afirma que es de un pavo, si pertenece al tipo de animal que el señor Kawaguchi tiene en su granja y lo reconoce como una pluma de sus posibles pavos robados el compañero Yukine podrá aclarar al menos el sitio por donde se han movido al toparse con aquella pista tan increíble, quizás haya estado en el momento adecuado cuando ni siquiera él tenía idea de lo estaba pasando.

- Viendo la pista aquí aportadas por el compañero Yukine tal vez debamos ir con premura hacia la granja del señor Kawaguchi - sonrío al tener la suerte de tener a alguien como Yukine con nosotros y haber encontrado dicha pluma

Por mi parte el señor Yinchiro ya nos había dicho todo lo que necesitábamos y podría darnos como información, no tiene ningún sospechoso al cual ponerle nombre, cara o algo más ya que tienen cierto patrón y la ubicación de la ultima granja afectada, si Yukine recuerda la parte del camino donde se ha encontrado dicha pluma ya que es bastante probable que se haya cruzado con los ladrones, al ser el único que se ha encontrado con la pluma de un pavo y encima sabiendo que los ladrones van subiendo desde el sur hacia la costa norte podemos trazar una posible ubicación e incluso el siguiente objetivo, lo primero es hablar con el señor Kawaguchi, preguntarle sobre la pluma y buscar pistas como huellas de carros o pisadas antes de que el tiempo y la gente borre cualquier posible rastro en la granja.


- Una ultima petición señor Yinchiro ¿podría dejarnos un mapa de la región mas detallado? obviamente se lo devolveríamos nada mas acabar 
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