Calor + Helado = Felicidad [Pasado/Priv. con Kin]
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Uno, dos tres... ¿Cuatro horas habían pasado ya? El paso del tiempo se le había escapado ya mucho antes de lo que pudo notarlo y prevenirlo, horas que había usado en su totalidad en localizar al pequeño peludo. Waffles, un Borzoi de pelaje negro con pequeñas pintas blancas que hacía de ojos, olfato y manos de una señora mayor que residía en la Aldea Ocultas entre las Hojas.

Dependía completamente del pequeño animal dada la reducción de visión que había desarrollado en su avanzada edad y su incapacidad para realizar cualquier acción física que implicara una ínfima cantidad de esfuerzo. Si veía lo que tenía en frente era un milagro, y aún ahora se preguntaba cómo narices es que esa octogenaria había conseguido escribir el anuncio con márgenes perfectos y una caligrafía envidiable. Ya quisiera él tener la mano que esa señora tenía para la escritura.

El calor era uno de los factores que más empujaban en contra a que la búsqueda se diera bien, y que el sol estuviera en su punto más alto solo exacerbaba esto. Se mantenía pálido frente a las tierras mas áridas como los terrenos que absorbía dentro de sí el País del Viento, pero el País del Fuego conseguía una temperatura promedio que era, para Yukine, lo suficiente para ser molesta. No solo agrandaba la dificultad de pensar racionalmente sin que sus pensamientos se desviaran a un buen tazón de cualquier comida que fuese 70% hielo con algo más, sino también hacía reconsiderar a los aldeanos el salir de sus cómodos hogares con aire acondicionado en primer lugar. Si no tenía a quién preguntar por pistas, de menos valía que se esforzara por dar con el pobre animal que no había vuelto a casa.

-¡Ah! Disculpe, ¿ha visto a este perro?- Preguntó Yukine nuevamente mientras levantaba un cartel del animal en dirección al interrogado, recibiendo su cuadragésimo "No, disculpa." de su pequeña desventura. Inevitable, sacó un suspiro completamente carente de energías o ánimo alguno. Se rascó la nuca con la mano en acto inconsciente de exteriorizar la frustración que sentía con respecto a la búsqueda, e intentó reconsiderar si valía la pena continuar con esto. Si bien la paga no lo valía en lo absoluto, le partía el corazón tener que volver a casa de la señora y decirle que no había conseguido nada para luego dejarla con su problema. -Espero que algo suceda para bien muy pronto, por suerte o lo que sea... O al menos que aparezca alguien con un kilo de hielo que ponerme en la cabeza.- Bromeó, intentando restarle importancia a la negatividad de la situación.
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A paso lento, el Uchiha abandonaba la sala de misiones de Konohagakure No Sato, parecía que, de momento, no había ninguna misión para él, aunque si que había misiones pero eran misiones sencillas, algunas de Rango D y otras pocas de Rango C, la razón de porqué a Kin no le habían entregado alguna de ellas era simplemente porqué los Jounins encargados consideraban que el Uchiha había alcanzado más nivel del requerido en la misión y por lo tanto, prefirieron no entregar la misión al Uchiha y en su lugar, asignarlas a algún otro Ninja Novato o Genin Recién Graduado de la Academia Shinobi.

Mientras el Uchiha caminaba por las calles de Konohagakure pensaba en en el comentario de los Jounins, y no era porqué aquello le molestara, no… era porqué, hasta hace unos años, nunca pensó en alcanzar el poder que ahora tenía y si bien era cierto que aún estaba lejos de ser como otros Ninjas o incluso tan fuerte como su madre, aquello era un indicio de que estaba avanzando.

Momentos después, pudo ver a lo lejos a un chico de cabellera plateada, con un cartón en la mano, parecía algo cansado y no le sorprendía, el calor en la aldea estaba que daba horror, pero Kin acostumbrado estaba. El Uchiha no era de los que se quedaban viendo y se iban, así que decidió acercarse al tipo mientras tomaba una pequeña cantimplora de su cinturón

- Te ves cansado… y no eres de por aquí cierto?, Toma… bebe un poco de agua, no te preocupes, esta limpia… -

Diría el Uchiha estirando su mano mientras sostenía la cantimplora esperando a que aquel sujeto la tomara, aunque si se negaba, poco podía hacer Kin para hacer que el chico cambiara de opinión

- Por cierto, podría preguntar… que estas haciendo?... -
Pasivas

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No se manejaba para nada bien con las zonas donde podía producirse calor excesivo, ésta era una debilidad que le había quedado clara desde hace tiempo atrás. Si bien usualmente no era un problema cuando podía darse el lujo de estar en constante movimiento o su cabeza estuviera sometida al suficiente estrés como para que sus pensamientos se desviaran completamente del entorno que le rodeaba -en un combate, por ejemplo-, el golpe de calor era una amenaza bastante real para el peliblanco y lo único que lo mantenía activo y concentrado en el momento era que no podía permitirse flaquear en su encargo.

Oh, como agradecía cada instante que no tenía que ir hasta el País del Viento. Eran pocos los trabajos que le enviaban u obligaban a transitar por el País del Viento por el suficiente tiempo como para que la temperatura le importara, y mucho más le afectara. Claro, "pocos" trabajos que para bien o para mal no reemplazaba con el vocablo "Ningún". Agradecía la moneda extra para llegar a fin de mes sin preocupaciones, pero a veces le hacía dubitar si podía permitirse ser mas quisquilloso con los encargos que finalmente aceptaba.

Pensó en dejarse caer al suelo en cuerpo completo, brazos y piernas estirados tan hacia afuera como podían permitirle sus articulaciones, no en señal de rendición sino como un respiro tan breve como restaurador para lo que empezaba a convertirse en una tarea sumamente tediosa. A este paso, consideraba que sería mucho más efectivo simplemente marcharse del lugar en busca del animal de la misma manera que rastrearía a una versión salvaje. Para nada parecido, y que estuviese domesticado irónicamente lo complicaba mucho más por la falta de rastros y pistas que pudiera dejar, pero si comparaba esa tentativa a solo recibir negaciones de los aldeanos todo el día... La metafórica balanza empezaba a inclinarse hacia la solución individualista.

O así hubiera sido, si no fuera porque sus plegarias fueron respondidas mucho antes de que pudieran ser arrojadas al viento. Una voz masculina desconocida se acercó a él, tardando poco a nada en ofrecer comprensión y una señal de buena fé en la forma de sagradísima agua para combatir el calor que hacía. Y aunque la persona promedio se negaría a aceptar el ofrecimiento del desconocido porque podía ser una trampa de turistas típica para engañar al chico de apariencia pueblerina, había dos enormes factores que le hicieron acceder con relativa facilidad: La primera era que el chico seguía siendo una papa de campo en el fondo, un ser cargado de inocencia que confiaba más de lo que le beneficiaba en las intenciones ajenas. Y la segunda, y más importante al momento, es que tenía demasiada sed como para ponerse a pensar en algo más que el tacto frío de la cantimplora una vez sus dedos se colocaron en el material que contenía el líquido. No tardó en empezar a beber del envase. Bendita ambrosía de los dioses.

-¡Fuaaaah! ¡Muchísimo mejor!- Le regresó el alma al cuerpo cuando el agua helada bajó por su garganta, y con ella todas las energías que antes no aparentaba, esto quedó mas que claro ante el repentino erguimiento de su postura y subida espontanea de volumen en su voz, aparte de un semblante que irradiaba mucha mas vida que antes. Si el chico tuviese aunque fuera dos o tres tonos de piel por encima de la palidez de la nieve, también podría mencionar que le habría regresado el color al rostro. 

Se dejó a sí mismo disfrutar de la sensación, antes de sacarse a sí mismo del trance y regresar la cantimplora a su dueño. -¡Oh, cierto!- Nuevamente centrándose en su imagen, lo primero que hizo fue colocar la referencia a rango visual del desconocido. -¿Has visto a un animal que se le parezca? Bastante grande, tanto en altura como en nariz. Sorprendentemente docil, según la señora.- Preguntó, aunque ya veía venir la respuesta. El enorme peludo era sorprendentemente elusivo para ser un gigante entre los suyos. 

-Intentando no extenderlo más allá de lo básico... Una señora me pidió buscar a su mascota que se extravió desde la tarde del día anterior, parece que un ruido fuerte asustó al peludo y empezó a correr sin mirar para atrás. He estado preguntando desde hace un tiempo si alguien tiene alguna información del animal, pero no ha habido suerte.- Dejó los detalles sin importancia por fuera, como la poca paga que la señora ofrecía, aunque sin malicia o avaricia alguna. Si el extraño decidía preguntar algo, respondería con gusto. La confianza era una moneda que él pagaba a cambio equivalente sin rechistar.

-Sea que sepas algo del... "Pequeño" o tengas alguna idea de dónde empezar a buscarle, sería de mucha ayuda sin importar qué sea; si hay suerte, quizá pueda reunirlos para el final del día.- Comentó, pausándose un momento para luego recordar que se olvidó de responder su primera pregunta, a lo cual procedería. -¡Ah! Y tienes buen ojo. Vivo en este país pero no nací en él. Soy originario del País del Agua, así que hay ocasiones en las que el clima puede ser... Difícil.-
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Una pequeña sonrisa se dibujaría en el rostro del Uchiha al ver que el chico de cabellos blancos aceptaba beber del agua que él le había ofrecido, tomando nuevamente la cantimplora una vez el chico bebió y se refresco para colocarla nuevamente en su cinturón.

Kin escucharía atentamente las palabras de Yukine mientras miraba con detenimiento la imagen del peludito que el chico le había puesto en frente

- Vaya, esa parece una misión de clase D… recuerdo que cuando recién me gradué de la Academia, me pusieron una misión similar… -

Dijo Kin a Yukine luego de escuchar los detalles de la misión que el chico tenía por delante

- País del Agua?, es donde se encuentra Kirigakure, no?, visité el país y su aldea oculta un par de veces, pero, en fin, ahora no estoy ocupado en nada, podría ayudarte a encontrar a la mascota, que dices? -

Diría Kin con una sonrisa en el rostro, demostrando amabilidad y sinceridad al querer ayudar al chico con la búsqueda de la mascota. Ciertamente, un sentimiento de nostalgia invadió al Uchiha al recordar una de sus primeras misiones como Genin recién graduado, por alguna razón, el Uchiha se veía reflejado en aquel chico

- Por cierto, que mala educación la mía, mi nombre es Kin, un gusto muchacho. Creo que deberíamos tomar otra alternativa que el estar preguntando por la mascota, por lo que veo, no te ha sido muy útil -

Diría el Uchiha soltando una pequeña risa nerviosa, si bien el método de Yukine no era malo, si que era uno de los métodos menos efectivos para buscar a una mascota perdida..
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Sintió un impulso de risa corta que nunca llegó a exteriorizarse mas allá de un pensamiento propio cuando escuchó la comparativa que el pelinegro hacía a la tarea. Nunca se paró un instante a pensar que aquel "encargo" tomado por el peliblanco no era más que una nimiedad, una tarea simple para los Shinobis de una aldea, al punto en que casi parecía una misión para sacarse a alguien del medio. 

Como fuera, seguía siendo un trabajo que Yukine había aceptado y permanecería firme a su palabra, aunque fuese en buena parte por la culpa de no corresponder a los deseos de una mujer que solo quería ver a su querida mascota una vez más. Le partía el corazón, y no quería vivir con tal culpa en su pecho por ahorrarse una tarde. Una que probablemente ya no le quedaban tantas a la pobre señora.

-Hmm... Puedo entender que no muchos estén con ánimos de realizar tareas así, son misiones bastante simples y tediosas, aburridas incluso.- Admitió. No es que menospreciara las misiones de rango más bajo o la labor que requería cada persona que colgaba una de esas misiones, pero tampoco podía soltar una mentira enorme y decir que estaba encantado de buscar el perro perdido de una señora desconocida. -¡Bueno, como fuere! No es un pensamiento que llegue a ningún lado, no el día de hoy.- Le restaba importancia como podía, nuevamente centrándose en lo que ya había iniciado.

Asintió a la pregunta que se le había hecho con respecto al País del Agua, y entendía perfectamente que el hombre preguntara al respecto. No eran muchos, a falta de decir que eran muy pocos, los que realmente querían visitar el País del Agua por elección propia. Un sitio lleno de violencia y carnicería, donde la primitiva ley del más fuerte seguía reinando entre los poblados más pequeños -y entre las sombras de los más grandes-, el mismo lugar que le enseñó a defenderse con la misma cantidad de violencia desde antes de su adolescencia. Caso contrario, él y su hermana seguramente yacerían en una caja diez metros bajo el piso. Un pensamiento para nada agradable, pero no por ello menos real.

No mucho después, escuchó algo que avivó sus expresiones, otorgándole el mismo brillo que se veía en el rostro de un pequeño a quien le había obsequiado algo que anhelaba de hace tiempo ya. El conocido desconocido estaba ofreciéndose a ayudarlo, algo que recibiría de muy buena manera. Un par de manos, un par de ojos, o hasta una nariz más sería al menos el doble de progreso y un tanque de ideas más para ofrecer ideas. -¡De hecho, te lo agradecería un montón! Como habrás podido intuir, el progreso no ha sido el mejor desde que empecé. Llevo un buen tiempo intentando dar con una pista del pequeño peludo, pero no ha habido suerte.- Nuevamente, "Pequeño" era inverosímil a más no poder, siendo que el bicho era enorme para un cánido, por precioso que fuera.

Recibió el nombre del contrario: Kin. Aunque no recibió su apellido, ésto era una información completamente irrelevante para él. De hecho, indicaba cierto grado de humildad el no llevar el nombre de un clan en la manga del uniforme, jactándose de una fama que solo tenía en su posesión por una lotería genética. No es que despreciara a los clanes en lo mas mínimo, tan solo le disgustaban quienes utilizaban el nombre y méritos de alguien más para sumarse lineas inmerecidas a los logros de vida.

-¡Yukine Yoriichi! Un gusto.- Un nombre por otro nombre, dejando su nombre completo como una formalidad originaria de su método de trabajo. Poco después extendió su mano hacia Kin, dando el tiempo necesario para que él correspondiera su apretón de manos. Como alguien que vivía de trabajo en trabajo, requería un mínimo de etiqueta que a veces salía inconsciente en las conversaciones más casuales. No le molestaba en lo absoluto, siempre que a la otra persona no estuviese de alguna manera en contra.

-A decir verdad, lo pensé más de una vez. Resultaría más sencillo e inmensamente más efectivo buscarlo a tierra, pero no estoy del todo familiarizado con esta aldea. Desconozco costumbres y zonas fuera de límites, y conozco ningún sitio donde un peludo pudiera ocultarse.- Argumentó su razonamiento. Si hubiera partido por su cuenta, lo más seguro es que acabara perdiéndose a mitad de camino, o sucediera una de estas cómicas escenas en la que él y el animal constantemente estarían por poco fuera del campo visual del otro. -¡Aunque! Con una persona local, esa desventaja se pierde completamente. Así que tu señala a dónde ir y te seguiré el paso.- Comentó, prácticamente asumiendo que el contrario aceptaría el plan, mas no partiría antes que él mismo diera el visto bueno.
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- Exacto, no son pocos los Genins que llegan a quejarse por realizar este tipo de misiones, restándole importancia a estas misiones que como sea, para alguien son actividades importantes, puede que para uno parezca algo trivial y aburrido, pero para la persona que lo solicitó, puede ser una actividad de vida o muerte, ya sabes… -

Kin se identificaba con sus propias palabras, en su tiempo, también llegó a pensar eso y hasta llegó a quejarse con sus superiores por la asignación de aquellas misiones, pero con el tiempo, se pudo dar cuenta de la “verdad” y el que el punto de vista de cada uno afecta de cierta manera las misiones, algo que aprendió de su madre.

- ¡Te entiendo completamente! Estos animales son muy escurridizos… -

El Uchiha recibiría el nombre del chico de cabellos blancos luego de presentarse, Kin sonreiría y alzaría su mano para estrechar la del contrario de forma amigable mientras una sonrisa se dibujaba en el rostro del Uchiha

- ¡Un gusto entonces Yukine! Ya verás que encontraremos al animalito -

Luego de las palabras de Yukine, el Uchiha se pondría a pensar por algunos pocos minutos alguna estrategia para comenzar a buscar al animal de la señora recordando que cuando el hizo esa misma misión, él y sus compañeros se separaron. Pero ahora eso no era algo factible debido a que Yukine era alguien nuevo en Konohagakure y no conocía tan bien las calles y callejones por lo que tendrían que buscar juntos.
Justo, se le prendió el foco al Uchiha, alzaría sus manos a la altura de su pecho para realizar un único sello de manos, único en su tipo haciendo que dos Kin, completamente iguales al Kin original aparecieran en cada uno de los lados del Uchiha

- Bien, ya saben lo que tienen que hacer, busquen en los callejones, basureros, cajas, todo lado en donde pudiera estar el animalito -

Los clones asintieron con la cabeza y de forma inmediata, se separaron del espadachín y del Uchiha, dejándolos solos nuevamente

- Bueno, mientras los clones buscan, nosotros podríamos hacer un pequeño Tour por la villa, ya sé que no es la forma más “limpia” de hacer la misión, ¡pero hey! ¿Tenemos que aprovechar nuestras habilidades no?, además, no estaríamos haciendo el vago, porqué mientras te doy el tour, ¡también estaríamos buscando! -

El Uchiha esperaría la respuesta del espadachín para comenzar a hacer el Tour, comenzando por llevarlo a las calles de la Zona Comercial de Konohagakure con tal de que conociera a detalle los puestos, objetos y comida que se podían encontrar en la aldea
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Asintió al son de las palabras que el pelinegro exteriorizaba, un comentario con el que se familiarizaba profundamente. Si bien entendía que los Genin eran ninjas recién salidos del cascarón que estaban impacientes por darse golpes con la vida, la realidad es que aún se requerían manos para las tareas que podían sonar más nimias que ninguna otra, en muchas ocasiones llegándose a requerir más personal habil del que una aldea tenía a disposición. Agregar la vanidad de los shinobis más jóvenes a la ecuación hacía que la operación aritmética se convirtiera en imposible de completar, por lo fantasiosa que sonaba en contexto.

Pero, como bien había mencionado antes, no era un pensamiento que se permitiera alimentar por demasiado tiempo más del estrictamente necesario para que abandonara su mente con la misma facilidad con la que entró. No significaba que no sintiera nada al respecto, o que no tuviera voluntad alguna de que ésta realidad fuera diferente e incluso -siendo muy optimista- totalmente opuesta a como era actualmente. Pero al final del día, era una espada en alquiler que no tenía afiliación alguna.

Ni una aldea ni un clan al cual llamar un hogar, carecía de experiencia de primera mano con respecto a jerarquías y responsabilidades mayores que mantener bien alimentada a la única familia que le quedaba en el mundo. Y en parte, se sentía completamente aliviado de llevar tan poca carga sobre sus poco visionarios hombros.

El gesto de respuesta de Kin sería muy bien recibido de parte de Yukine, quien apreció el buen trato que recibió a pesar de cuán poco conocía del otro. Mas aún, que se tratara de un extranjero completamente desconocido en su aldea. Apreciaba cuando no mostraban hostilidad o reluctancia a su presencia, siendo que nunca cargaba con él un protector metálico al no representar ninguna aldea incluso en su mas mínima expresión. Admitía, para sí mismo, que la idea le llamaba la atención, por más que fuese una idea de un futuro lejano y como mucho una posibilidad.

-Espero que así sea... No quisiera imaginar que alguien lo tomara por error, o intencionalmente. Puedo imaginar el dolor de perder una mascota para una persona que no tiene a nadie más.- Comentó, empático ante la situación de la señora que solicitó la misión. Apegado como podía llegar a ser con los animales, sabía que había personas dispuestas a tomar animales para cumplir con su propia agenda, o incluso que el animal simplemente fuera incapaz de regresar a casa y por ello se separara un vínculo tan fuerte como el de un peludo y su familia humana.

Pocos instantes después, el recién conocido se mostró dubitativo, algo que Yukine se limitó a observar como si intentara entrar en su mente y entender lo que transcurría en ella. Una acción que no vió fruto sino hasta que el propio Kin demostraría lo que sería la solución a sus problemas: En una única seña manual que no reconoció, dos siluetas idénticas al pelinegro se manifestarían a su lado y, tras una corta tanda de órdenes a seguir, se retirarían siguiendo las lineas indicadas por el primero.

-¡Ooooh~! ¡Puedes hacer clones!- Fue las únicas palabras que se le ocurrieron hasta el punto de casi aplaudir -pero sin llegar a hacerlo mas allá de un pensamiento perdido-, un arco reflejo de observar con ojos propios una técnica Shinobi que requería cierta habilidad, no un pináculo pero sí lo suficientemente avanzada para demostrar que la persona frente a él tenía experiencia en su cinturón. ¿Con quién se había encontrado? fue una pregunta que rebotó en las paredes de su lóbulo frontal, pendiente de realizarla en el momento correcto.

Justo antes de que su pensamiento de partir tras los clones para apoyar la búsqueda fuese una realidad, se detuvo. Mencionaba un tour... Aunque en situaciones normales hubiese decidido asignar prioridad casi inflexible a la misión en mano, no tardó mucho en entender que sería para poco. Un vistazo a la velocidad de los clones le dio a entender que eran mas rápidos que él, y sin conocimiento alguno de la zona, había poco a nada que pudiera aportar en el equipo de búsqueda que no aportaran ya los clones de Kin. Su par de manos se habían convertido en algo mayormente irrelevante para este punto, y francamente, la idea de recibir un tour de un ciudadano de la aldea no sonaba para nada mal en estos instantes.

Lo meditó en un inicio pero luego asintió con la cabeza, señal de aprobación por su parte. -Mmm... ¡Seguro! Suena como una buena idea, además de venirme muy bien tomármelo con calma y moverme un poco luego de estar de pie por tanto tiempo en el mismo sitio sin suerte al preguntar.- Si tenían suerte, los clones darían con el cánido y podría aprovechar el tour para visitar sitios agradables de un sitio que claramente no conocía suficiente. -¡Te sigo el paso entonces!.- Comentó, regresandole la sonrisa que le había entregado durante el intercambio de nombres.
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- Vaya que sí, perder a una mascota cuando es lo único que se tiene puede ser muy doloroso, aveces, ese tipo de gente solo tiene eso como su familia, su mascota, y sí se pierde, es ahí donde entramos los Ninjas, pata rescatar a la pobre mascotita y regresarla sana y salva a casa -

Fue la respuesta del Uchiha de ojos color ámbar ante las palabras de Yukine. El chico de cabellos blancos parecía ser alguien empático y muy amable, y obviamente, le estaba agradando mucho pasar un rato con él al Uchiha.

- Es una técnica avanzada cuando eres principiante, pero cuando ya tienes más habilidad, es como hacer una técnica tan simple como caminar por las paredes o caminar sobre la superficie del agua. Pensé que tú también podrías hacerlo -

Una sonrisa enmarcó la cara del Uchiha en cuanto sus clones se dispersaron para buscar al animalito perdido. Kin sabía que hacer clones no era una técnica tan engorrosa y era realmente sencilla de aprender una vez se tiene cierta experiencia lo que le generaba el pensamiento al Uchiha de que talvez el Shinobi que tenía frente a él se trataba de un Ninja no tan experimentado, y sí bien, el Uchiha tampoco era un maestro de las artes ninja, si parecía tener más habilidad que el Espadachín Peli Blanco.

- Entonces no esperemos más, caminemos un poco por las calles cercanas, pero primero quiero explicarte eso de allá -

El Uchiha elevaría una de sus manos, cerrando todos sus dedos a excepción del dedo índice para señalar una gran estructura natural de piedra y tierra que se alzaba sobre Konohagakure, se trataba de la Montaña Hokage, una montaña que tenía esculpidos los rostros de todos los Gobernantes de la aldea, desde el primero hasta el onceavo, sin duda alguna, una estructura clásica de Konohagakure

- ¿Lo ves?, eso es lo que llamamos, La Montaña Hokage, ahí están tallados en sus rocas los rostros de todos los gobernantes de Konohagakure, desde el primero hasta la actual Onceava Hokage, Aiko Nezu -

Serían las palabras del Uchiha mientras movía su dedo, empezando por apuntar al primer Hokage, Hashirama Senju y siguiendo su dedo hasta llegar al rostro de la actual, Aiko Nezu

- Talvez para la aldea sea una ofensa o no sé, pero te voy a contar un pequeño secreto, no me sé los nombres de todos los Hokages, solo el de la actual, en la Academia Shinobi nunca nos hablan de ellos. Pero mis padres cuentan que ellos llegaron a escuchar historias sobre ellos, y vaya que eran Shinobis bastante poderosos -

Las palabras del Uchiha tenían cierto sentimiento de admiración hacía los anteriores líderes de su Aldea. Su sueño siempre fue convertirse en algún Ninja legendario y ser recordado por las generaciones posteriores como un héroe, tal cual como el ahora lo hacía.
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Una respuesta con la cual no le costaba nada estar de acuerdo, a falta de decir que compartía completamente el sentimiento. Incluso siendo seres de otra madre, de otra especie, una mascota podía llegar a formar una parte tan íntegra e íntima de la vida de una persona que se convertía en algo irremplazable.

El albo no tenía un conocimiento de primera mano con respecto al tema de conversación, pues a pesar del enorme cariño que tenía hacia los animales y ellos a él, las condiciones de su hogar nunca le permitieron tener un compañero cánido o un felino que se acostara frente a la chimenea de casa a recibir calor. Era extraño, pues conseguía sentir empatía por algo que no había experimentado en primer lugar. Pero si se ponía en los zapatos de otro, extremando un poco su ejemplo, lo relacionaba con perder a su hermana menor. Estaría devastado, a falta de mejores palabras.

El sorprendente exceso de confianza que Kin depositaba en él, o al menos eso parecía indicarle con su comentario, consiguió sonsacar una pequeña carcajada amigable de entre sus labios. No sabía si genuinamente había vistó más en Yukine de lo que era en ese preciso instante, o si solo estaba siendo amable con la espada a sueldo de tierras extranjeras, pero era incapaz de dar la espalda a la agradable sensación de escucharle mencionar su expectativa sobre el albo siendo capaz de realizar la técnica de clones de sombra. Ciertamente, al menos de momento, no era algo más que texto teórico flotando en su cabeza sin posibilidad de práctica alguna.

-¡Me halagas! Sería genial que pudiera ejecutar algo como eso, una técnica con la cual invocar múltiples pares de manos adicionales a demanda sería increíblemente útil para mis quehaceres, desde los básicos hasta los más complicados. Pero como podrás intuir... No es el caso. Conozco la teoría, conozco el sello de mano, pero la parte más abstracta de dar forma a un "nuevo" ser vivo a partir de la nada resulta... Complejo.- Curioso que lo mencionara, siendo que su maestro Samuru se había encargado de martillar conocimientos tan elaborados como lo era el Fuinjutsu. Y si podía con uno, tenía claro que conseguiría la solución del otro. 

-¡De hecho! Si te sientes generoso, te aceptaría encantadísimo unos cuantos consejos con respecto a cómo ejecutarlo. Lo más concretos que sea posible, por favor. Ya en unas ocasiones he lidiado con consejos un poco más... abstractos, y no ha sido la experiencia mas agradable. A falta de decir digerible.- Sugirió como idea, a la vez que pedía afablemente sin intentar imponer obligación alguna. Una anécdota del pasado, con un Ronin que le encantaba explicar todo con una abundante cantidad de onomatopeyas y sonidos retorcidos que ni siquiera un transcriptor consagrado por asociaciones intercontinentales osaría meter en su lista de quehaceres diarios. 

Con el asunto en manos de las fidedignas copias a carbón del reciente conocido, una parte de él consiguió relajarse. Parecía una buena persona, lo suficiente para depositar un grado de confianza en ella. Y para este punto, partiendo que la misión de la señora era más que nada una ayuda humanitaria con un pequeño pago adicional, podía estar tranquilo siempre que el pequeño peludo consiguiera reunirse con su familiar. Con eso en mente, podía bajar la guardia lo suficiente para seguir el tempo del nativo de Konoha a donde él quisiera enseñarle de la villa. 

Siguió el paso, y la primera parada fue la única que seguramente se limitarían a ver de lejos: Un monumento tallado en la gigantesca muralla que doblaba como mural en la aldea. Múltiples rostros asumirían forma en la titánica obra de arte que un equipo se habría tomado su sagradísimo tiempo en elaborar, a tal punto que las facciones eran reconocibles a pesar de la poco despreciable distancia que existía entre los transeúntes y el enorme lienzo finalizado. 

-Mmm... Es sorprendentemente cuanto menos. Les ha de haber tardado una eternidad sacar cada una de las caras tan a detalle, y demuestra todo el respeto que pueden llegar a tenerle a una figura de esa categoría. No estoy muy familiarizado con el concepto por estar completamente exento de todo este sistema de villas, pero... Admito que sería agradable aunque sea tener la experiencia.- Comentó, tentativo a pesar de la dificultad de tal tarea. Como sistema cerrado que era, entendía la dificultad que presentaba el proponer ser parte de una villa. Y si pasaba a ser cruelmente honesto... Dubitaba si, de ser presentado con la oportunidad, estaría dispuesto a entregar su envidiable libertad con tal facilidad. Solo el tiempo diría. 

Su último comentario tardó poco en tornarse a una fuerte risa que probablemente habría llamado la atención de más de un civil pasando por el área si no fuera por la notable ausencia en esa específica zona. Inevitablemente, escuchar tal falta de preocupación por el asunto consiguió sacarle la mejor risa que el albo había experimentado en un largo tiempo. -¿Cómo, no se te da bien la historia? Si te sirve de consuelo, yo a duras penas recuerdo lo que he desayunado la mañana anterior.- Complementó, buscando apelar al sentido del humor ajeno. Por conveniente que pudiera sonar, no mentía de ninguna manera. Era muchas cosas buenas, pero tonto como una piedra en lo que a historia se refería. El único conocimiento que no podía absorber como una esponja, casi asimilándose más a una especie de aprendizaje por osmosis que no podía invocar a voluntad salvo en contadas ocasiones. Vamos, que se le daba muy mal.

-Bueno... Para ser justos, lo más importante de una persona no es su nombre. El nombre te lo da el pueblo, quienes te rodean, y lo que más importa es lo que haces por ellos para darles una vida mejor. "Somos nuestros logros, y las vidas que podemos cambiar para bien. El resto llegará por mano propia, si has hecho bien en el camino." es algo que podría decirse en una situación así.- Una cita que hace mucho no arrojaba, y que le gustaba bastante. Incluso afirmaría que necesitaba escucharla, aunque fuese solo él mismo tarareándola a alguien más. 

-¡Sea como fuere! ¿Que parada sigue? ¿Una de comida, quizá? Porque admito que me vendría genial pegar bocado de algo ahora mismo.- No se cortaba, y es que su inocencia le permitía mostrarse sin tapujos, con una confianza que muchos envidiarían y otros tantos rechazarían. De momento, todo lo que vagaba por su mente era una paz pasajera de visitar un lugar completamente nuevo, y la expectativa de comer la deliciosa comida callejera que había escuchado de rumores sobre Konohagakure.
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