Última modificación: 04-08-2023, 04:49 AM por Muki Chikamatsu.
Era tarde, casi la noche, el ocaso había llegado y temprano ese día, Kumoko se sacaba los mocos y Muki trabajaba en una de sus creaciones, aún estaba absorta en esto, pero no importaba de gran medida, simplemente tenía que terminar… eran los últimos ajustes, las mejoras definitivas para su marioneta, pero aun nada funcionaba… ya estaba que arrojaba la toalla, su prototipo del cinturón de Orión era cada vez más y más lejano a ser real, sin embargo, se sentía confiada en que esto podría funcionar en algún momento.
Ya el sol se estaba yendo, cuando de entre las herramientas de Muki, una simple y solitaria araña llegaría ante ella, era negra como su alma, con un adorno rojo en su cavidad trasera, media menos de la mitad de lo que Kumoko y esta arañita, muy linda y coqueta, se sentó a hablar – Muki-sama, la reina le ha estado buscando – diría la arañita, mientras empezaba a realizar sellos de manos. La joven pactante simplemente se sorprendería y empezaría a moverse con rapidez – no no espera, deja que me prepare – pero ya era demasiado tarde… nuevamente había sido mandada allá sin ningún arma ni nada por el estilo. Kumoko, su amiga y compañera había quedado en casa, durmiendo, como siempre, lo más probable es que ni notara la ausencia de Muki.
La reina araña era una de una personalidad bastante extraña, la convoco nuevamente para hablar con ella a solas, y Muki, aun temía de esta reina. Al menos esta vez la había pillado con algo de ropa, traía una polera blanca sin mangas y unos shorts deportivos negros con líneas rojas, iba descalza, no era primera vez que llegaba sin zapatos ante la reina… pero eso ya no le importaba, la muchacha se puso a la defensiva ante la reina, pero esta, esta simplemente le observo atentamente – he notado tu progreso, Muki, la viuda negra – diría esta, agachando su cuerpo para hablar más de cerca con la joven invocadora – me agradas.
Las palabras de la reina resonaban en Muki, esta se puso nerviosa y retrocedió un poco - ¿acaso ya me vas a comer? – pregunto, asustada – como se te ocurre, eres una invocadora – dijo la araña, sonriendo y ladeando la cabeza… claro… las arañas no tienen parpados… de seguro intento pestañear, pero esta cara ahora parecía más la de alguien desconcertado que la de alguien intentando ser amable – pocas personas pueden verme a la cara sin poner una de pánico – diría, alegre – y quien dice que no tengo miedo… - murmuraría la marionetista – oh, pero aun así, me ves como si fuese otro humano.
La conexión entre las arañas y Muki había sido un poco extraña… desde su infancia hasta la actualidad, casi no tenía contacto con ellas, las ignoraba en su totalidad, en el desierto no habían arañas… de hecho, tras conocer a Kumoko, se sorprendió mas al ver que no todas las arañas podían hablar, también se sorprendió al ver que la gente les temía por su letalidad, pero para ella… bueno… estaba acostumbrada a que Kumoko corriera por su cuerpo… a veces hasta dormían juntas…
La reina araña, feliz de ver a Muki le dijo – me apena pensar que tu vida no es tan longeva – diría, preocupada por Muki – algún día morirás, de vieja o por tu estilo de vida – dijo nuevamente, para luego tocar la cabeza de la kunoichi con cariño usando una de sus patas – no quiero perder a tan gran aliada.
Hey reina, no soy tan frágil como parezco – diría, mientras recibía la caricia con algo de recelos – me he enfrentado ya a la muerte y otros han sido los que han viajado con Kamisama – diría, para alejar la pata de su reina.
Sí, eso lo se… sin embargo, no escaparas de la muerte solo con eso. Aun puedes fallar, aun puedes perder… aun puedes caerte y perder tu vida, tu tan preciada vida… así que, perdóname – diría, para golpear con fuerza la cabeza de la Kunoichi.
Muki caería inconsciente, era algo que no había previsto, pero más que eso, lo que vendría a continuación fue algo que en sus pesadillas hubiese imaginado… menos mal estaba inconsciente, pues desde su espalda, todos sus órganos y huesos fueron reemplazados, uno por uno, todo mientras la mantenían con vida y sedada con venenos somníferos, todo esto para luego rellenar su cuerpo como si fuese un muñeco de trapos con unos hilos que vida tenían, que vida cobraban… era… una carnicería muy meticulosa.
Pasados los días, la Kunoichi ya no sentía tanto dolor de su espalda, aun no entendía lo que había pasado, quien le opero fue tan prolijo que curo hasta el último rastro de cicatriz, ella… ella lo sentía todo diferente, pero no sabía que ni porque… no lo sabía, pero su cuerpo había cambiado… su corazón ya no latía como siempre, ahora se movía a donde ella menos esperaba, pero no se daba cuenta de lo que pasaba.
La reina araña había hecho un ritual, algo satánico, sí, pero por un gran cambio en la joven kunoichi, la había convertido en una Jiongu a la fuerza, la había hecho un ser sema inmortal, quería mantenerla viva a toda costa, no le importaba si su piel y carne se podrían o cambiaban por otros, solo le interesaba que la misma Muki de siempre fuese quien continuase con vida hasta el fin de los tiempos, quería sentirse amiga de una humana, aunque esta misma humana la odiara por cambiar su bella figura por la de un muñeco de trapos.
A partir de ese entonces, la joven Kunoichi vivió ignorante de sus nuevos poderes, vivió presa de su propio destino y como una mujer que ya no lo era más… que ya era solo un experimento de una mente retorcida, de una vieja araña que no había recibido el cariño que se merecía y que esperaba algún día esta joven kunoichi pueda darle, luego de perdonarle tan atroz acto en contra de su ser.
Ya el sol se estaba yendo, cuando de entre las herramientas de Muki, una simple y solitaria araña llegaría ante ella, era negra como su alma, con un adorno rojo en su cavidad trasera, media menos de la mitad de lo que Kumoko y esta arañita, muy linda y coqueta, se sentó a hablar – Muki-sama, la reina le ha estado buscando – diría la arañita, mientras empezaba a realizar sellos de manos. La joven pactante simplemente se sorprendería y empezaría a moverse con rapidez – no no espera, deja que me prepare – pero ya era demasiado tarde… nuevamente había sido mandada allá sin ningún arma ni nada por el estilo. Kumoko, su amiga y compañera había quedado en casa, durmiendo, como siempre, lo más probable es que ni notara la ausencia de Muki.
La reina araña era una de una personalidad bastante extraña, la convoco nuevamente para hablar con ella a solas, y Muki, aun temía de esta reina. Al menos esta vez la había pillado con algo de ropa, traía una polera blanca sin mangas y unos shorts deportivos negros con líneas rojas, iba descalza, no era primera vez que llegaba sin zapatos ante la reina… pero eso ya no le importaba, la muchacha se puso a la defensiva ante la reina, pero esta, esta simplemente le observo atentamente – he notado tu progreso, Muki, la viuda negra – diría esta, agachando su cuerpo para hablar más de cerca con la joven invocadora – me agradas.
Las palabras de la reina resonaban en Muki, esta se puso nerviosa y retrocedió un poco - ¿acaso ya me vas a comer? – pregunto, asustada – como se te ocurre, eres una invocadora – dijo la araña, sonriendo y ladeando la cabeza… claro… las arañas no tienen parpados… de seguro intento pestañear, pero esta cara ahora parecía más la de alguien desconcertado que la de alguien intentando ser amable – pocas personas pueden verme a la cara sin poner una de pánico – diría, alegre – y quien dice que no tengo miedo… - murmuraría la marionetista – oh, pero aun así, me ves como si fuese otro humano.
La conexión entre las arañas y Muki había sido un poco extraña… desde su infancia hasta la actualidad, casi no tenía contacto con ellas, las ignoraba en su totalidad, en el desierto no habían arañas… de hecho, tras conocer a Kumoko, se sorprendió mas al ver que no todas las arañas podían hablar, también se sorprendió al ver que la gente les temía por su letalidad, pero para ella… bueno… estaba acostumbrada a que Kumoko corriera por su cuerpo… a veces hasta dormían juntas…
La reina araña, feliz de ver a Muki le dijo – me apena pensar que tu vida no es tan longeva – diría, preocupada por Muki – algún día morirás, de vieja o por tu estilo de vida – dijo nuevamente, para luego tocar la cabeza de la kunoichi con cariño usando una de sus patas – no quiero perder a tan gran aliada.
Hey reina, no soy tan frágil como parezco – diría, mientras recibía la caricia con algo de recelos – me he enfrentado ya a la muerte y otros han sido los que han viajado con Kamisama – diría, para alejar la pata de su reina.
Sí, eso lo se… sin embargo, no escaparas de la muerte solo con eso. Aun puedes fallar, aun puedes perder… aun puedes caerte y perder tu vida, tu tan preciada vida… así que, perdóname – diría, para golpear con fuerza la cabeza de la Kunoichi.
Muki caería inconsciente, era algo que no había previsto, pero más que eso, lo que vendría a continuación fue algo que en sus pesadillas hubiese imaginado… menos mal estaba inconsciente, pues desde su espalda, todos sus órganos y huesos fueron reemplazados, uno por uno, todo mientras la mantenían con vida y sedada con venenos somníferos, todo esto para luego rellenar su cuerpo como si fuese un muñeco de trapos con unos hilos que vida tenían, que vida cobraban… era… una carnicería muy meticulosa.
Pasados los días, la Kunoichi ya no sentía tanto dolor de su espalda, aun no entendía lo que había pasado, quien le opero fue tan prolijo que curo hasta el último rastro de cicatriz, ella… ella lo sentía todo diferente, pero no sabía que ni porque… no lo sabía, pero su cuerpo había cambiado… su corazón ya no latía como siempre, ahora se movía a donde ella menos esperaba, pero no se daba cuenta de lo que pasaba.
La reina araña había hecho un ritual, algo satánico, sí, pero por un gran cambio en la joven kunoichi, la había convertido en una Jiongu a la fuerza, la había hecho un ser sema inmortal, quería mantenerla viva a toda costa, no le importaba si su piel y carne se podrían o cambiaban por otros, solo le interesaba que la misma Muki de siempre fuese quien continuase con vida hasta el fin de los tiempos, quería sentirse amiga de una humana, aunque esta misma humana la odiara por cambiar su bella figura por la de un muñeco de trapos.
A partir de ese entonces, la joven Kunoichi vivió ignorante de sus nuevos poderes, vivió presa de su propio destino y como una mujer que ya no lo era más… que ya era solo un experimento de una mente retorcida, de una vieja araña que no había recibido el cariño que se merecía y que esperaba algún día esta joven kunoichi pueda darle, luego de perdonarle tan atroz acto en contra de su ser.
- Master of puppets, I'm pulling your strings -