La Academia Shinobi, era el lugar donde, además del entrenamiento con mis padres, me había forjado como Shinobi, tenía ciertas ganas de visitarla un día para recordar aquellos momentos que viví en ese lugar, aunque, en las clases, la mayor parte del tiempo me tenía que tragar la propaganda imperialista dada por mis profesores y en ocasiones, hasta por mis compañeros de clase, aún así, me la había pasado genial en la Academia.
Como cualquier día, me levanté muy temprano de la cama, caminé hasta el closet, saqué mi ropa y comencé a vestirme, cuando finalicé bajé las escaleras notando que mis padres como de costumbre no se encontraban en casa, mi padre era un comerciante que siempre salía de la villa y se tomaba viajes muy largos, por otro lado, mi madre al ser una Shinobi era normal que estuviera ocupada en misiónes, dentro o fuera de la aldea, sin darle mucha importancia decidí hacerme el desayuno y una vez terminé mi comida salí de mi hogar en dirección a la academia, las calles aún eran poco transitadas, algunos negocios apenas empezaban a abrir, y muchos estudiantes corrían para no llegar tarde a la academia, por mi parte, avanzaba a paso lento disfrutando de la tranquilidad de la mañana
Cuando llegué a la Academia Shinobi, muchos de los estudiantes ya estaban dentro y otros apenas iban llegando, en ese momento reí un poco para mi mismo ya que aquello me recordó a varias veces en las que llegue tarde a la academia por no levantarme temprano, aveces tuve que ir sin desayunar. Me acerqué a las puertas de la Academia e ingresé a ella, la academia no había cambiado mucho en estos dos años después de mi graduación, comencé a caminar por los pasillos de los salones de clases con cierta nostalgia, caminé por un rato más hasta que dí con los campos de entrenamiento, ahí ya se encontraba uno de los profesores dándole clases de Ninjutsu básico a sus alumnos, me quedé de pie un rato observando la clase de aquel profesor, todos sus alumnos parecían muy interesados en las palabras que salían de su boca, poco a poco, como era costumbre, el profesor comenzó a soltar un poco de la propaganda imperial a la que muchos profesores nos tenían acostumbrados, en ese momento, nuevamente me puse a pensar bien las cosas, era cierto todo lo bueno que decían del Imperio?, o todo era una vil mentira…
Aquel pensamiento era algo que en ocasiones me dejaba mucho rato pensando, escuchaba historias de mis padres, de los profesores y de muchos viajeros y la opinión estaba muy dividida, aún no tenía claro que pensar, pero lo que si tenía claro es que quería ayudar a encontrar esa paz en el mundo qie muchos buscaban y anhelaban y estaba dispuesto a hacer lo que sea para aportar mi granito de arena, sin más me retiré de la Academia Shinobi y comencé a caminar nuevamente hacía mi hogar con una sonrisa en el rostro, ahora tenía que prepararme pues mi rutina diaria también implicaba un poco de entrenamiento a las afueras de la aldea
Como cualquier día, me levanté muy temprano de la cama, caminé hasta el closet, saqué mi ropa y comencé a vestirme, cuando finalicé bajé las escaleras notando que mis padres como de costumbre no se encontraban en casa, mi padre era un comerciante que siempre salía de la villa y se tomaba viajes muy largos, por otro lado, mi madre al ser una Shinobi era normal que estuviera ocupada en misiónes, dentro o fuera de la aldea, sin darle mucha importancia decidí hacerme el desayuno y una vez terminé mi comida salí de mi hogar en dirección a la academia, las calles aún eran poco transitadas, algunos negocios apenas empezaban a abrir, y muchos estudiantes corrían para no llegar tarde a la academia, por mi parte, avanzaba a paso lento disfrutando de la tranquilidad de la mañana
Cuando llegué a la Academia Shinobi, muchos de los estudiantes ya estaban dentro y otros apenas iban llegando, en ese momento reí un poco para mi mismo ya que aquello me recordó a varias veces en las que llegue tarde a la academia por no levantarme temprano, aveces tuve que ir sin desayunar. Me acerqué a las puertas de la Academia e ingresé a ella, la academia no había cambiado mucho en estos dos años después de mi graduación, comencé a caminar por los pasillos de los salones de clases con cierta nostalgia, caminé por un rato más hasta que dí con los campos de entrenamiento, ahí ya se encontraba uno de los profesores dándole clases de Ninjutsu básico a sus alumnos, me quedé de pie un rato observando la clase de aquel profesor, todos sus alumnos parecían muy interesados en las palabras que salían de su boca, poco a poco, como era costumbre, el profesor comenzó a soltar un poco de la propaganda imperial a la que muchos profesores nos tenían acostumbrados, en ese momento, nuevamente me puse a pensar bien las cosas, era cierto todo lo bueno que decían del Imperio?, o todo era una vil mentira…
Aquel pensamiento era algo que en ocasiones me dejaba mucho rato pensando, escuchaba historias de mis padres, de los profesores y de muchos viajeros y la opinión estaba muy dividida, aún no tenía claro que pensar, pero lo que si tenía claro es que quería ayudar a encontrar esa paz en el mundo qie muchos buscaban y anhelaban y estaba dispuesto a hacer lo que sea para aportar mi granito de arena, sin más me retiré de la Academia Shinobi y comencé a caminar nuevamente hacía mi hogar con una sonrisa en el rostro, ahora tenía que prepararme pues mi rutina diaria también implicaba un poco de entrenamiento a las afueras de la aldea