Akío reconoció al rubio que había estado fumando, su visión se iba tornando menos borrosa por momentos, todavía se encontraba algo desubicado, y vio como se le acercaba para comprobar si estaba vivo o no. En aquél momento tensó su cuerpo y levantó su mano hacia Adan, o por lo menos lo intentó, porque no se movió más de medio palmo del trozo de roca en la que tenía apoyado el brazo para no caerse. Tosió mientras se acercaba y después de que le tocara la frente sintió una sensación muy extraña.
Empezó como un dolor de cabeza pero pronto se convirtió en información, o en imágenes más bien. Vio un lugar que no conocía, y luego imágenes del imperio experimentando con personas, enseguida supo que fue en Kirigakure, pero no sabía exactamente donde, aunque él nunca había estado allí. Cuando hubo visto todo lo que Deikum le había querido enseñar, comprendió que el Yamanaka le había hecho ver algo. Cuando entendió que es lo que estaba haciendo el imperio ahí, las palabras del rubio sobre su familia le sentaron como un jarro de agua fría, y en ese instante sus ojos se abrieron mucho por la impresión que le habían causado aquellas imágenes mentales. Akío intentó recomponerse poco a poco, pero todavía estaba considerablemente cansado de la pelea.
- Sabía que… no eran santos pero, si todo eso es verdad… Nosotros después de Boshoku solo queríamos vivir tranquilos. - Les dijo Akío, estaba triste, o enfadado, o ambas cosas, ahora mismo no sabía cómo se sentía. Golpeó la pared en la que se estaba apoyando con el puño, de forma leve, tampoco tenía mucha fuerza para hacer lo contrario.
- ¿A… aquí hacen lo mismo? - Preguntó todavía con los ojos muy abiertos mirando fijamente a Adan. Después se presentó de nuevo. - Encantado, Adan, yo soy Akío… Homma. - Dijo, para después llevar su atención de nuevo a Deikum. No sabía si quería decirle su apellido, y por lo tanto el de su familia, pero tarde o temprano lo iban a saber.
Escuchó lo que le decía Deikum, todavía se estaba recomponiendo, y ver a aquél hombre acercarse ahora que sabía lo que era capaz de hacer le intimidaba sobremanera, se asombró de aquellas palabras de reconocimiento, no se lo esperaba así que asintió con la cabeza.
Después, le realizó aquella pregunta, aquello por lo que estaban recorriendo aquellas tierras furtivamente. ¿Realmente tenía elección? Dudaba que le dejaran irse si decía que no. Miró a Deikum dubitativamente. Después de lo que había visto gracias al Yamanaka no podía negarse. Así que asintió con la cabeza y habló.
- Tras ver eso… - dijo mirando en dirección a Adan - no puedo negarme. Éste mundo necesita un cambio, ahora soy capaz de verlo. -
Al decir que si se le pasó por la cabeza la idea de que aquellas visiones podrían estar manipuladas de alguna manera, pero ¿qué sentido tendría entonces todo ese lío? Sería demasiada molestia para engañar a un simple genin.
- ¿De verdad es posible influir lo suficientemente en este lugar corrompido como para cambiarlo? Los humanos somos reacios a los cambios, y para muestra… - Dijo mirándose a si mismo, que había sido necesario que casi lo mataran para entender aquello. Ahora lo veía desde otra perspectiva.
- Sea cual sea la respuesta, pueden contar conmigo, de todas formas, ¿no tengo otra opción verdad? - Dijo sonriendo. Gracias por hacerme recapacitar, siento haberles tomado por enemigos... No es que quisiera entregarles a la aldea, solo que estaba en una clara desventaja, al fin y al cabo es mi trabajo. - Terminó.
Empezó como un dolor de cabeza pero pronto se convirtió en información, o en imágenes más bien. Vio un lugar que no conocía, y luego imágenes del imperio experimentando con personas, enseguida supo que fue en Kirigakure, pero no sabía exactamente donde, aunque él nunca había estado allí. Cuando hubo visto todo lo que Deikum le había querido enseñar, comprendió que el Yamanaka le había hecho ver algo. Cuando entendió que es lo que estaba haciendo el imperio ahí, las palabras del rubio sobre su familia le sentaron como un jarro de agua fría, y en ese instante sus ojos se abrieron mucho por la impresión que le habían causado aquellas imágenes mentales. Akío intentó recomponerse poco a poco, pero todavía estaba considerablemente cansado de la pelea.
- Sabía que… no eran santos pero, si todo eso es verdad… Nosotros después de Boshoku solo queríamos vivir tranquilos. - Les dijo Akío, estaba triste, o enfadado, o ambas cosas, ahora mismo no sabía cómo se sentía. Golpeó la pared en la que se estaba apoyando con el puño, de forma leve, tampoco tenía mucha fuerza para hacer lo contrario.
- ¿A… aquí hacen lo mismo? - Preguntó todavía con los ojos muy abiertos mirando fijamente a Adan. Después se presentó de nuevo. - Encantado, Adan, yo soy Akío… Homma. - Dijo, para después llevar su atención de nuevo a Deikum. No sabía si quería decirle su apellido, y por lo tanto el de su familia, pero tarde o temprano lo iban a saber.
Escuchó lo que le decía Deikum, todavía se estaba recomponiendo, y ver a aquél hombre acercarse ahora que sabía lo que era capaz de hacer le intimidaba sobremanera, se asombró de aquellas palabras de reconocimiento, no se lo esperaba así que asintió con la cabeza.
Después, le realizó aquella pregunta, aquello por lo que estaban recorriendo aquellas tierras furtivamente. ¿Realmente tenía elección? Dudaba que le dejaran irse si decía que no. Miró a Deikum dubitativamente. Después de lo que había visto gracias al Yamanaka no podía negarse. Así que asintió con la cabeza y habló.
- Tras ver eso… - dijo mirando en dirección a Adan - no puedo negarme. Éste mundo necesita un cambio, ahora soy capaz de verlo. -
Al decir que si se le pasó por la cabeza la idea de que aquellas visiones podrían estar manipuladas de alguna manera, pero ¿qué sentido tendría entonces todo ese lío? Sería demasiada molestia para engañar a un simple genin.
- ¿De verdad es posible influir lo suficientemente en este lugar corrompido como para cambiarlo? Los humanos somos reacios a los cambios, y para muestra… - Dijo mirándose a si mismo, que había sido necesario que casi lo mataran para entender aquello. Ahora lo veía desde otra perspectiva.
- Sea cual sea la respuesta, pueden contar conmigo, de todas formas, ¿no tengo otra opción verdad? - Dijo sonriendo. Gracias por hacerme recapacitar, siento haberles tomado por enemigos... No es que quisiera entregarles a la aldea, solo que estaba en una clara desventaja, al fin y al cabo es mi trabajo. - Terminó.